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EL ARTE OSCURO

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GOTICO

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jueves, 23 de abril de 2009

ANGELES EN ASTRONAVE --- GIORGIO DIBITONTO

ANGELES
EN
ASTRONAVE
GIORGIO DIBITONTO




􀂗 􀂗 􀂗
Capítulo 1.
EL SER DE LAS ALAS DE LUZ.
Aquella tarde me encontraba en casa. Alzando casualmente la cabeza, entreví en la habitación
una luz que se hizo cada vez más fuerte hasta volverse más intensa que la natural. En medio de
este resplandor apareció la figura de un joven de una belleza extraordinaria. Lo observé
asombrado y vi que estaba un poco levantado del suelo. Sus pies estaban desnudos, vestía una
túnica brillante y tenía dos alas esplendentes. Continué admirandolo, arrebatado por la dulzura y
majestad de aquel rostro. La visión duró mucho tiempo, hasta que se desvaneció como había
venido.
El paso de los días no logró borrar de mi mente la belleza de esta aparición y la dulzura que
habia experimentado frente a aquella luz. Era como si me acompañase silenciosamente por todas
partes. Después de la niñez, nunca había creido que las visiones fuesen cosa real: las había
considerado siempre fruto de la fantasía excitada. Pero estaba pensando ahora que el joven se
me habia mostrado mientras yo estaba tranquilamente relajado sin ninguna excitación.
La calma que me había acompañado cuando la cosa sucedió, había sido tal como para permitir
darme cuenta muy claramente de los detalles de cuanto se me había mostrado. No conseguía
comprender y, volviendo a pensar en las alas de aquel Ser me repetía maravillado que quizá
existían de verdad los angeles.
Una tarde, antes de Pascua, apenas hube entrado en casa y me dispuse a dedicarme a mis
cosas de costumbre, la aparición volvió a dejarse ver, en el mismo punto y del mimo modo que la
primera vez.
Su luz se difundía por toda la habitación y era como si me penetrase profundamente. La
radiante belleza de aquel Ser creaba en mí una dulce perturbación y el deseo de que no se fuese.
Completamente prendido de la visión, no conseguía moverme, ni pensar en otra cosa.
Me animé, y le pregunté quién era. El sonrió y con voz suavísima, me respondió: "Yo soy
Rafael". Expresé el deseo de saber algo más sobre él y me dijo: "En las Escrituras encontrarás el
libro de Tobías; a través de él te será dado conocerme mejor. Me volverás a ver".
Permaneció aún delante de mí con sus ojos de luz penetrante y dulcísima. Luego desapareció, y
con él todo el resplandor fué diluyéndose poco a poco.
Entre mis libros había también una Biblia. La abrí y apareció ante mis ojos una página de la
historia de Tobías. Me quedé impresionado; había sido como si una mano invisible hubiera hecho
que la encontrara inmediatamente. Inicié la lectura y pronto descubrí que Rafael significa
"medicina" y "curación de Dios". En otro tiempo el Arcángel había bajado a la Tierra en figura
humana para acompañar al joven Tobías por los caminos del mundo; lo había conducido hasta su
esposa y la había curado a ella, al padre de Tobías y al final del suceso, cuando iba a ser
recompensado en dinero, el Angel había revelado su verdadera identidad, subiendo a lo alto y
desapareciendo a la vista de los presentes. Conservé todo esto en mi corazón con la esperanza
de que volvería a ver a Rafael, según su promesa.
Capítulo 2.
EL LUGAR PREELEGIDO PARA EL ENCUENTRO.

Me encontraba en la cama para una breve siesta. Estaba cogiendo el sueño, cuando una nitida
visión apareció ante mis ojos. Veía un bosque, sus árboles, los matorrales y la hierba dividida por
un sendero. Sentí que me invadía una profunda paz. Esperé comprender el significado de cuanto
me estaba sucediendo, y entonces oí la voz de Refael que me dijo: "Observa bien el lugar. Lo
reconocerás: ha sido elegido de antemano para nuestro encuentro".
Todo desapareció, y me quedó una calma serena. Traté de indagar la naturaleza del encuentro
que se me había prometido. Pensé que la aparición se volvería a mostrar allí arriba en la
naturaleza mejor que entre las paredes de casa. Esta me pareció una respuesta; pero sentía que
no era todo. Recordé cuanto me había dicho Rafael: "Me volverás a ver". Decidí quedar tranquilo
esperando.
La noche del 23 de Abril de 1980, el Angel me comunicó: "Pasado mañana al empezar la tarde
cogerás tu automóvil y te trasladarás a Finale Ligure. Allí sabrás qué hacer. Te saludo".
Venciendo todo titubeo, el día establecido salí. La costa se veía recorrida por turistas que habían
decidido pasar el puente de vacaciones en el mar.
Cuando llegué a Finale no tuve que plantearme demasiados problemas porque la voz de Rafael
llegó puntual para idicarme el recorrido. "Debes trasladarte a Calice", me dijo,"y desde allí
proseguirás hacia la montaña. Se te darán otras indicaciones útiles para conducirte al lugar del
encuentro".
Mientras mi auto subía las curvas del valle, no lograba determinar si lo que me hacía seguir era
del todo mi voluntad, o una voluntad superior a mí, si era la curiosidad más fuerte que todo
temor o la alegría de un encuentro que mi ánimo presentía sublime.
Sin embargo el misterio era indiscutible: no comprendía por qué había sido invitado a
trasladarme hasta allá arriba. Siguiendo las indicaciones telepáticas había girado hacia la derecha
y ahora iba flanqueando otro valle que se abría y se delineaba de modo irregular bajo el sol de la
tarde. Continué hasta que se me dijo que abandonase mi Fiat 500 y siguiese a pie. Entonces,
después de haber aparcado el coche en un pequeño descampado a la derecha de la carretera
asfaltada, me encaminé hacia un sendero que remontaba la costa, siempre siguiendo las
indicaciones que, cuando dudaba, se me comunicaban puntualmente.
Ahora subía la pendiente y me faltaba el aliento, quizá porque no estaba habituado a tales
escaladas, o quizá por, la emoción del misterio a cuyo encuentro iba.
El corazón me saltaba ahora en la garganta. Me detuve. La voz de Rafael me alcanzó enseguida
"No hay nada que temer", me dijo. "Respira profundamente. Descansa un poco y continúa. Te
sentirás bien".
Obedecí prontamente y me sentí invadido de un agradable calor que me devolvió el tono y la
fuerza. Reemprendí mi camino hacia la subida. A las espaldas tenía el sol, delante de mí estaba la
luna. Me pereció que me hacían compañía y pensé que querían ser testigos de lo que me iba a
suceder. Caminaba, y de vez en cuando miraba al cielo. Estaba emocionado. El sendero se
adentraba ahora por una zona más abierta; a la derecha subía la montaña y a la izquierda veía
aún el valle.
Reconocí el lugar que se me había mostrado en la visión. Lo miré y me sorprendió haberlo visto
ya tal como era. Mi emoción se acrecentó.
"Respira profundamente y camina", dijo Rafael. Lo hice y volvió a inundarme el calor tonificante
y restaurador. Una agradable brisa ligera recorrió mi persona. Me sentí tan sereno que en el
ánimo apareció la alegria. La brisa hacía temblar suavemente algunas hojas, y me pareció que
también la naturaleza participaba en aquella espera.
Me llegó la voz de Rafael. "Venimos por la parte del sol", dijo; "estamos muy cerca". Lo había
oído muy claramente como si procediese de un punto del cielo detras de mis espaldas. Me volví y,
contra el sol, sobre el valle, note una mancha vaporosa que bajaba velozmente viniendo hacia mi.
Oí que emitía un ligero zumbido.
Experimenté un cierto temor, pero ello no me impidió tener los ojos dirigidos al misterioso
objeto. Se acercó moderando suavemente la velocidad e inició una caída vertical hasta pararse en
el aire a pocas decenas de metros por encima de mi cabeza. Ahora lo veía bien: aparecía como
un gran disco plateado que en algunos trozos parecía vidrio fundido con peltre.
Por todo alrededor tenía luces de varios colores, y por abajo mostraba tres grandes esferas. Me
sentí fuertemente atraído hacia lo alto, mientras todo sentimiento de temor se desvanecía.
El objeto se alejó nuevamente hacia el cielo y fue a detenerse sobre la copa de los árboles.
Ahora podía observarlo sin ningún impedimento. Mostraba en la parte superior una gran cúpula,
sobre cuya cima estaba encendida una luz blanquísima que iluminaba el disco por todo alrededor.
La cúpula tenía escotillas redondas que giraban, por las que salía una luz semejante a la que
irradiaba por encima. Esta luz aumentó y en vez de deslumbrarme, me daba una sensación
agradabilísima. En comparación con ella el sol era ahora de un amarillo descolorido. Fascinado,
miraba fijamente esta luz y al mismo tiempo sentía que una insólita alegría penetraba en mi
ánimo, dandome una sensación de felicidad. Desde aquel objeto luminoso oí la voz de Rafael que
me hablaba. "No es la primera vez", dijo, "que encontramos a los hombres de la Tierra de este
modo. Desde siempre hablamos a vuestra humanidad desde nuestros medios espaciales, desde
los discos y desde las astronaves. En las Escrituras se lee que el Señor hablaba al hombre de la
Tierra desde una nube: es lo que te sucede ahora a tí por primera vez y lo que se dio a
experimentar a vuestros padres de toda época".
Mi estupor aumentaba. Comprendí que la experiencia que estaba viviendo, muchos otros
hombres de mi planeta ya la habían tenido antes que yo. La voz de Rafael continuó haciéndose
oir. "Venimos de las muchas moradas de la Casa del Padre", dijo. "Nuestros mundos pertenecen a
la Fraternidad del Amor Universal. Entre nosotros reinan una armonía y un grado de conocimiento
desconocido para vosotros. Desde siempre venimos del espacio para traeros ayuda y salvación".
Aquel lugar se había como trasformado por la luz del disco y por las cosas que me decía aquel
Ser. Experimentaba un sentimiento de liberación y de grandeza que nunca había experimentado
antes. Era como si los estrechos límites de mi mente hubiesen sido removidos.
"Hemos querido este encuentro contigo", añadió la voz. "Nuestra alegría es grande. Estate
siempre seguro de nuestro Amor por tí y por todos tus Hermanos de la Tierra. Vendremos otra
vez. Ahora te saludamos en el nombre del Padre Universal", Comprendí que hablaba también en
nombre de los otros que debían encontrarse en el disco. Hubiese querido preguntarles algunas
cosas que me urgían dentro, pero me pareció inoportuno, y me dije que no sabría encontrar
palabras adecuadas.
"Pronto nos volveremos a ver", dijo Rafael; "pero no estarás solo al encontrarnos. Te saludo".
La luz que envolvía el disco cambió repentinamente de color: de blanca se volvió violeta y
después anaranjada. Hubo como un relámpago, y en aquel momento vi nitidamente el interior del
disco como si se hubiese acercado y se hubiese vuelto transparente; el Angel estaba en pie bajo
aquella cúpula con los brazos abiertos y dirigidos hacia mí. Llevaba una vestidura hasta los
tobillos y tenía alrededor otras personas que no podía ver claramente. El objeto suspendido era
una gran luz, emitió un zumbido mas sonoro y se disparó como un rayo hacia la luna,
desapareciendo en un momento. Sobre los árboles quedó una nube vaporosa que lentamente se
diluyó.
Capítulo 3.
EL PRIMER ECUENTRO
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Allí estaba Rafael a unos cincuenta metros de donde me encontraba. De cerca de un metro
noventa de estatura, demostraba una edad indefinible. Su rostro era el mismo que se me había
aparecido en casa. Tenía los mismos rasgos y resplandecia con la misma belleza. Estaba de pie
entre los olivos y se sonreía.
Me sentía atraído hacia su persona, y una alegría indecible me penetró provocando en mi una
viva emoción. Me saludó afablemente. Le dije que era feliz al encontrarme con él, y habría
querido decirle muchas otras cosas, pero no lo conseguí por la emoción.
El me exortó a que me quedara tranquilo, y me dijo que tendríamos el tiempo y la manera de
aclarar lo que más me importaba. Entonces comprendí todo el esfuerzo que animaba a aquellos
serés de otros mundos en beneficio de la Tierra. No sabía qué hacían, pero estaba seguro de que
obraban el bien para los terrestres. Entonces experimenté un vivo sentimiento de gratitud que se
unía a la emoción que había experimentado durante el primer encuentro con el disco volante.
"Me mostré a ti en mi dimensión de la luz", dijo con un gesto de la mano que indicaba a sí
mismo; "y ahora me muestro en mi forma cósmica. Te haremos comprender estas realidades. Ya
te dije que las Escrituras describen una misión que yo cumplí sobre la Tierra. Muchos creen que
este relato es una fábula, pero tú puedes comprobar que es realidad. Muchos hechos narrados en
la Biblia se creen simbólicos y abstractos, pero sucedieron realmente, y otros tendrán que
suceder. Si los hombres de la Tierra abrierán su mente y su corazón, podrían adquirir mucho
conocimiento y saber verdades que están ahora ocultas. Llegará un momento en que todo
vuestro planeta entrará en una era sin precedentes en su historia milenaria".
Me daba cuenta de que este ser ocultaba en su sencillez y naturalidad una grandeza interior y
un conocimiento de dimersiones incalculables. Reflexioné con tristeza sobre el orgullo y la
presunción de los terrestres, incluído yo. ¡Quién sabe cuánto tiempo necesitaremos aún para
llegar a este estadio de bondad y de humildad!.
"Es muy bella". dijo Rafael volviándose a mirar la llanura de abajo. "Vuestro mundo es uno de
los más bellos en el Cosmos. Sin embargo está en peligro a causa del egoismo y del orgullo de los
que se arriesgan a arrastrar a la humanidad a una destrucción sin precedentes. Siempre tratamos
de ayudaros, obramos para evitar que se realice el mal que estáis preparando sobre la Tierra,
influímos benéficamente sobre vosotros, y sobre vuestras acciones. Pero lo hacemos respetando
vuestra libre evolución. En nosotros no hay violencia, no hay opresión".
Sus palabras tenían un tono grave, pero no sentí en ellas ningún rasgo de violencia, si acaso un
gran dolor, no exento de un gran Amor. Aunque no me consideraba a la altura de un dialogo
sobre un tema tan importante, me dí valor y le pregunté: "¿Significa esto que nos ayudaréis, si
suceden cosas muy graves en la Tierra?".
"Somos todos hermanos", respondió, "e hijos del Unico Padre Universal. Nuestro Amor es hacia
todos sin condiciones, también hacia los que quieren obstinarse en experimentar caminos de mal
que procuran dolor y muerte porque están desobedeciendo a las Leyes Universales del Creador.
Ellos no quieren comprender que "libertad" significa recorrer los infinitos caminos del
Amor. Porque sólo en esta dirección está la Vida. Abusar de la magnanimidad de un
Padre tan bueno es un gran mal y ello significa provocar su Justicia, que nosotros
adoramos porque es divina".
Su rostro había asumido una expresión pensativa, sin que por esto hubiera perdido su serena
majestad. Despues se iluminó con una sonrisa y dijo:
"Queremos instruirlos acerca de muchas cosas. Os haremos comprender que en todo
lo creado el Amor es más fuerte que toda otra realidad. Tal es la magnanimidad del
Padre Dios. Los hombres de la Tierra deberán comprender lo peligroso que es
desobedecer a las Leyes Universales de su Amor y perturbar los principios que rigen el
Cosmos y hacen evolucionar la Vida por doquier. De otro modo, en proporción a sus
errores, experimentarán las fuerza purificadora del dolor".
Dijo esto también con tristeza y sentimiento. Después añadió: "Vete ahora y resguárdate como
puedas porque va a caer mucha lluvia".
Entonces me dí cuenta de que el tiempo, ya gris, había empeorado y que los montes del
Apenino tosco-emiliano habían desaparecido con la humedad que la lluvia difundía por todas
partes.
Comenzó a llover, y a poco cayó sobre el lugar tal aguacero que no conseguía ver nada.
Mi carrera buscando resguardo junto a una capillita cercana fue casi inútil: mi chaquetón de piel
se empapó completamente, y lo mismo mis cabellos. Los zapatos, el bolso que llevaba en
bandolera y mis pantalones quedaron calados.
Llovía a torrentes y mi disgusto creció hasta el punto que pensé bajar en busca de un resguardo
o de alguien que pudiese ofrecerme ropa para cambiarme. Me sentía abandonado y luchaba
conmigo mismo porque me sentía dividido entre confiar en Rafael y esperar allí arriba en aquella
situación o bien buscar en otro sitio un refugio para evitar una enfermedad seria. Tenía frio y
estaba completamente mojado. Entregado al desánimo dirigí mentalmente una súplica a mi
visitador para que hiciese algo por mí, si le era posible. Entonces oí su voz que llegaba de lo alto,
en respuesta. "Eres un hombre de poca fe", me dijo. "Dentro de poco se abrirán las nubes y el sol
te calentará". La lluvia empezó a disminuir como por efecto de aquellas palabras.
Poco a poco conseguí ver cada vez más claramente los árboles y las colinas.
Pasaron algunos minutos, y el sol se asomó entre las nubes que filtraban sus rayos. El cielo fue
aclarándose rápidamente. Miraba con estupor aquella naturaleza que parecía ahora cuidarse de
mí, después de haberme puesto a dura prueba. Sin embargo tenía frío y no se me ocurría pensar
que aquel sol que iba ya próximo a su ocaso pudiese secarme.
Supliqué tadavía a Rafael que me evitase una enfermedad; después callé y quedé esperando.
No pasó mucho tiempo (pocos minutos), cuando vi llegar por la parte del sol una luz que, al
acercarse, tomó la forma del disco con una cúpula. Estaba elevado sobre la llanura y avanzó
rápidamente hasta detenerse por encima de mí. Después empezó otra vez a moverse lentamente
hasta balancearse ligero por encima de mi cabeza. Calculé una distancia de algunas decenas de
metros.
"Otros hermanos de la Tierra", dijo la voz, "te acompañarán en los próximos encuentros. Y
conmigo vendrán otros hermanos. Pronto nos encontraremos. Adiós".
El disco voló hacia lo alto, luego torció en diagonal y describió en el cielo una increíble carrera
hasta que desapareció. Me miré; estaba completamente seco, como si no me hubiese rozado ni
una gota de agua. Me sentía bien.
De repente aparecieron en el cielo azul a gran altura tres bandadas de discos volantes,
perfectamente visibles, que en perspectiva parecían ovalados. Desaparecieron detras de las
montañas.
Era el 27 de Abril, dos días después de mi viaje a Finale.
Capítulo 4.
EL VALLE DE LOS CONTACTOS.
Como si hubiese sido la cosa más natural del mundo, Tina, mi novia, me describió
minuciosamente todas las fases del encuentro. Me explicó que, mientras se encontraba en
compañía de algunos de sus amigos para pasar la tarde del domingo, en un momento
determinado, se le habia presentado delante la nítida visión de estos hechos. Y una voz le había
explicado de qué se trataba y le había anunciado que iría conmigo a los otros futuros encuentros.
Ninguno de los que se encontraban con ella se había dado cuenta de nada. Una profunda paz
había inundado su ánimo y ella se había sentido muy feliz. Me describió el lugar, las fases de la
espera, el encuentro y mi fastidio por el temporal. No faltaba nada. No acababa de recibir
sorpresas, y me impresionó sobre todo la rapidez con la que se sucedían los acontecimientos. Sin
embargo me sentía feliz por tener un "testigo" de lo que me sucedía.
Informé a Tina sobre la identidad del hombre del espacio. Le conté que lo había visto en casa,
en medio de una gran luz, y ella se puso a leer también la historia de Tobías. Participamos
nuestras experiencias a algunos amigos. Sin embargo, por la noche me atormentaba con el temor
de que había faltado al secreto que Rafael me habia pedido; seguía dando vueltas en la cama,
diciéndome que tal vez había metido la pata y que tal vez Rafael no se me aparecería más.
Estaba con estos apuros, cuando se dejó sentir le voz del Arcángel.
"Nada sucede por casualidad", me dijo dulcemente. "No te atormentes; lo que ha sucedido
estaba previsto. En el próximo encuentro llevarás tanto a Tina como a los amigos y harás lo que
te pidamos que hagas". Mis temores se cambiaron en alegría y en una gran consolación.
Telefoneé a Tina en plena noche, y cogí el sueño ya de mañana.
En la tarde del primero de Mayo íbamos por la autopista en dirección a Finale. De nuevo fuimos
guiados a Calice Ligure. Desde allí subimos a la montaña.
En un momento determinado Rafael me comunicó que los cuatro amigos que nos acompañaban
tendrían que esperar en un lugar a algunos kilómetros de distancia del punto donde habría de
suceder el encuentro. Les indiqué el lugar donde tenían que esperar y proseguí con Tina.
Llegamos a donde había visto el disco por primera. vez. Rafael me invitó a seguir y nos condujo
hacia un caminito muy escarpado. Mi Fiat 500 parecía muy cansado en la subida. Trepidaba, al no
haber ya nada de asfalto y al estar el terreno sembrado de piedras. Ibamos al paso.
De vez en cuando Rafael decía algo, pero también oía las voces de otros hermanos que estaban
con él.
"¡Este es el valle de los contactos!", exclamó Tina con una alegría indescriptible. "Me parece que
los siento por todas partes".
No mostraba temor alguno, sino solamente el ansia de encontrarlos.
Igual que Rafael había hecho conmigo la primera vez la invité a que quedara tranquila
esperando. Llegamos a un prado por el que no era posible continuar, y allí paré el motor.
Solamente entonces me dí cuenta de que el día estaba ventoso bajo un cielo gris. Pero no tuve
tiempo para pensarlo, porque pronto oímos pasos detrás de nosotros. Me volví y vi tres hombres
que se acercaban. Temía que Tina pudiera emocionarse. Por el contrario, ella salió del coche
hacia ellos como si fuera el encuentro de viejos amigos. Le seguí y me encontré cara a cara con
Rafael que vestía un "chandal" amplio de color plata.
Me saludó alegremente, saludó a Tina y así lo hicieron los otros dos también, que más o menos
vestían como Rafael pero llevaban "chandals" más ajustados y de colores más oscuros. Eran
altos. Sus rostros eran bellos y expresaban una gran bondad y presencia de espíritu.
Se presentaron y dijeron que sus nombres eran ficticios, pero que se los había puesto un
hermano de la Tierra, George Adamski, que los había encontrado algunos años antes. "Yo soy
Orthon", dijo el más alto de los dos. "Mi nombre es Firkon" dijo el otro.
Rafael me cogió del brazo con mucha amabilidad y me llevó suavemente más allá, hacia un
pequeño declive". Se sentó en la hierba y yo hice lo mismo, sentándome junto a él. Los dos
Hermanos del Espacio quedaron hablando con Tina un poco más lejos. Veía sus cabellos agitados
por el viento, y lo mismo la larga melena de Tina y su vestido.
Grandes nubes se desplazaban velozmente en el cielo. A Refael y a los otros parecía que no les
importaba mucho aquel viento.
"También a mí se me dio un nombre ficticio", me dijo Rafael; "se me llamó Ramu, pero está
bien que ahora se sepa quién soy de verdad. Lo que los hermanos de la Tierra deben saber es el
papel que el Padre nos asignó desde hace mucho tiempo para que se realice su salvación sobre el
planeta".
Me sentía atraído por la sensación de grandeza y sencillez que emanaba del hombre, un
perfecto equilibrio reinaba en todos sus gestos, y todo él transparentaba sabiduría y
conocimiento. Su exquisita afabilidad era del todo natural.
"Los hermanos que esperan allá abajo", añadió, "tendrán signos que les harán participar de este
encuentro nuestro". Hablaba un perfecto italiano, sin ninguna inflexión dialectal. Sabía que no
tenía necesidad de hablar para comunicar pero me gustaba mucho que lo hiciese, porque con eso
lo sentía más cercano. "El mensaje que os daremos", dijo, "interesa a todos los hombres de
buena voluntad de la Tierra. Eso supondrá un precio para vosotros: no todos os van a creer, a
comprender y a amar. Pero nosotros os ayudaremos y asistiremos. Es una misión de Amor y de
Salvación".
No tenía duda Alguna acerca de la sinceridad y Ia bondad de sus palabras, aunque se me
escapaba el significado real de cuanto me decía.
Sentía que era oportuno hablar de Amor y de Salvación y que estaba dispuesto a hacer lo que
se me exigiera por el bien de otros.
"Hemos querido que subiérais hasta aquí", añadió, "lejos de la contaminación de la ciudad, para
deciros que estamos contactando con un número cada vez mayor de hombres de Ia Tierra.
Algunos nos ven solamente atravesar el cielo, otros ven luces, tienen signos, sueños y visiones. A
algunos nos mostramos como sucede ahora con vosotros. Estos testigos nuestros se hacen
después nuestros portavoces entre los que no nos han visto. No hay mucho tiempo que perder.
Si los hombres no comprenden sus errores, pronto ocurrirán cosas muy graves. Están previstas
en las Escrituras y algunos lo saben, pero la mayoría no cree y piensan que lo que se escribió es
una fábula".
Calló pensativo y después dijo: "Hoy el viento es fuerte, pero pronto se levantará de los cuatro
angulos de la Tierra un viento mucho más impetuoso y barrerá las nubes.
La confusión que reina ahora sobre la Tierra permite a pocos comprender de lleno que se están
cumpliendo todas las profecías que dimos a los hombres adecuados para transmitirlas fielmente.
Ellos fueron escarnecidos, incomprendidos, perseguidos e incluso muertos. Sin embargo, sus
palabras se cumpliran siempre".
"Mucho dolor", añadió con un leve suspiro, "mucho dolor se ahorraría a los hermanos de la
Tierra, si renunciaran a su orgulló y al uso de la fuerza. Si se renuncia a emplear el mal, entonces
se abreviará vuestro camino y dareis grandes pasos hacia el bien".
El viento continuaba en su furia, y en algun momento cortaba la respiración. Sacudía los árboles
y barría la hierba de los prados. Tenía la impresión de que la naturaleza participaba en las cosas
que Rafael decia acerca del futuro borrascoso de nuestro planeta. Me miró a los ojos y me dijo:
"Si no os volvéis sencillos y buenos, si no se vence al orgullo y el espíritu de violencia que hay en
vosotros, no podréis recibir el verdedero conocimiento que permite una evolución justa. Es
importante que cada uno abra el corazón a la comprensión de estas verdades. Muchos se burlan
de ellas a causa de su altivez y presunción. Así no es posible que sean redimidos".
Expresé a este Hermano venido del espacio mi incredulidad acerca de la posibilidad de que
sobre la Tierra se pudiese acoger semejante mensaje.
"Todo esto", continuó Rafael respondiendo a mis palabras, "sucede desde hace mucho tiempo
entre la gente de este planeta. Pero es menester que la verdad se diga en alta voz, para que los
que la esperan y la quieran acoger lo pueden hacer.
Para quien no cree hay otras misiones que el Padre lleva a cabo y otras aún más importantes
han de suceder para que nadie perezca víctima del mal. Muchos de nosotros, desde siempre,
bajan a la Tierra, y a veces nacen en un cuerpo terrestre para poder desarrollar tareas bastante
difíciles y para contrarrestar el mal. En todo caso, cada uno debe salvarse primero a sí mismo. Y
sólo entonces se podra cumplir la obra para la cual se ha nacido en la Tierra”.
Estaba admirado por lo que había oido. "Entonces", pregunté, "a la Tierra se viene del espacio a
aprender a ser buenos y para ayudar al que ha de aprender. "Entonces es cormo ir a una
trinchera: antes hay que estar atentos al peligro de que te maten y después se puede avanzar
hacia el enemigo para ayudar a salvar a los propios compañeros.
"Si", replicó Rafael, "pero en esta guerra las armas que se utilizan son Amor y Sabiduría,
bondad y paciencia y creer que el pan de salvación del Padre, profetizado a través de las
Escrituras, se cumplirá totalmente, a pesar de la creciente incredulidad de los hombres. Se llamó
Dios Señor de los Ejércitos. La Biblia nos habla de un combate entre el Ejercito Celeste y las
fuerzas del mal. Pues bien, el Ejército del Señor Dios tiene sus milicias en el espacio, las cuales se
prodigan para que triunfe el bien sobre la Tierra: un ejército empeñado en una "guerra" de Amor
y de salvación del mal. Serán cada vez más numerosos en este tiempo los que desciendan a la
Tierra para esta gran misión. Somos muchos".
"¿Y saben ellos mismos quiénes son?", pregunté. “Muchos no lo saben", respondió, "porque el
olvido viene a impedir el recuerdo concreto de su procedencia. El olvido es necesario para que la
estancia durante la vida en el planeta no se vuelva demasiado penosa. Pero después cada
hermano perteneciente al Amor Universal que ha cumplido su tiempo sobre la Tierra, vuelve a
adquirir plena conciencia de quién es, y podrá valorar su obra y la ayuda que por nuestra parte
nunca falta".
Pregunté: "¿Habla también de esto la Escritura?". "Claro", me dijo; "el libro del Génesis narra
que los hijos de Dios nacían en la Tierra para sanar a la sociedad de aquel tiempo, que estaba ya
muy corrompida por el mal, y tomaban por mujeres las hijas de los hombres que les agradaban.
Fueron grandes operaciones de purificación, para que el bien prevaleciese sobre el mal".
Aquel Ser excepcional me decía cosas que entonces no comprendía del todo. Sin embargo, sabía
que leía mi pensamiento y mi corazón. Ahora estaba seguro de su comprensión y bondad.
Quedé silencioso reflexionando sobre sus palabras y sobre lo que me había explicado.
"Te estás preguntando", dijo, “¿por qué no nos mostramos abiertamente a todos los habitantes
de la Tierra?, ¿por qué no hacemos algo vistoso, grande, para que todos conozcan la verdad y
abran los ojos de una vez?. Estas son preguntas que un gran número de hombres de la Tierra se
plantea siempre, es decir desde que la Tierra se encontró siendo un planeta de redención. Yo os
digo ahora cuanto entonces se dijo y explicó a su tiempo.
Esto no es posible y no será posible hasta que los hermanos de la Tierra no abran su corazón a
la humildad y al Amor del Padre. Nosotros obramos para vuestro bien total, conocemos realidades
que escapan a vuestro entendimiento ofuscado por el error que os oprime. Sabemos obrar y
esperar".
"En otras épocas, cuando las cosas no estaban todavía en el punto en que se encuentran hoy,
nos mostramos y os guiamos de modo manifiesto. Pero no podemos violentar el don del libre
albedrío concedido por el Padre Dios a todos sus hijos, y la fuerza de vuestra voluntad para
experimentar el mal os hizo cometer acciones más graves todavía a causa de los conocimientos
que teníais".
"En todo el Cosmos no se concede a los hermanos más evolucionados violar la libertad de
aquellos que tienen aún un largo camino por recorrer. Mucho mal del que hay en los terrestres no
podrá ser vencido antes que ellos mismos hayan experimentado sus efectos funestos, y esto a
causa de la dureza de su corazón. No porque el bien no tenga poder para redimir. Más aún: ese
sería el camino más breve y bendecido por el Padre". Rafael se levantó. Hice lo mismo. "Ahora
tenemos que dejaros", dijo.
Tina y los dos Hermanos del Espacio que se habían entretenido hablando con ella se
aproximaron.
"Nosotros", dijo Refael, "obramos con todos los medios a fin de que el bien se realice
definitivamente sobre la Tierra. Esto comporta por nuestra parte elecciones en coherencia con las
Leyes Universales queridas por el Padre Dios. A veces ellas son poco comprensibles para vosotros
que seguís una Iógica de poder humano contrario al Amor Universal. Dada la limitación de
vuestra conciencia, os equivocais cuando nos juzgáis. Por esto se dijo y se escribió no juzgar. Por
el contrario, vosotros juzgais a Dios, al Padre, a nosotros y a vuestros hermanos. Juzgais según
vuestra presunción. Cuando hayáis alcanzado el verdadero conocimiento, entonces os resultará
evidente el error de haber juzgado. Y el verdadero conocimiento está en el Amor. El planeta
Tierra tiene menos Amor que aire para respirar".
El viento continuaba soplando agitándolo todo. Pensé que si estos hermanos tan amables y
buenos tenían expresiones tan preocupadas por las cosas de nuestro planeta, la situación debía
ser más grave de lo que mi ignorancia me permitía saber.
Nos saludamos con Amor. Rafael aseguró que nos encontraríamos otra vez y pronto.
Se fueron hacia el disco oculto en la hierba.Tuve el impulso de seguirles; pero Rafael se volvió y
sin mover los labios me dijo: "Ahora no. Ya vendrá el momento en que podréis subir a bordo de
nuestros vehículos".
Me detuve; después quise avanzar todavía, pero una fuerza me hizo retroceder, por lo cual
desistí de mi propósito. Tina saludaba con la mano y los Hermanos se volvieron a saludar otra
vez. Después vimos el disco elevarse por encima de aquella vegetación a velocidades
vertiginosas; subió hacia las nubes y desapareció entre ellas.
Cuando bajamos al valle, los amigos que habían quedado allí esperandonos nos dijeron que
habian visto el disco, y nos refirieron también algunos trozos de conversación que habíamos
tenido con los Hermanos y que habían percibido telepáticamente. Regresamos emocionados, Y
concluimos la velada en una modesta cantina de Finalborgo hablando del encuentro.
Después reemprendimos el camino de regreso a Génova.
Capítulo 5.
EL SER CELESTIAL
Rafael volvió a hablarnos en el corazón de la noche y durante el día. Nos dijo que aquel modo
nuestro de comunicación se llama "contacto cósmico", y a través de aquel medio podíamos
comunicar con él cada vez que quisiéramos.
También nos enseñó algunas reglas de prudencia: cada vez que nos pusiéramos en contacto
cósmico, teníamos que rogar antes al arcangel Miguel para que nos protegiese.
"Llamad a Miguel", nos dijo, "y no tendreis ya nada que temer"; y así lo hacíamos nosotros.
Una noche antes de coger el sueño, Rafael me habló y me dijo: "Ahora prepárate a estar
sereno, porque recibirás una visita".
Permanecí en silencio sin moverme, dando vueltas a sus palabras. Pensaba en el gran don que
se me había concedido, el de poder comunicar con los Hermanos. Sabía que cada hermano de la
Tierra puede hablar con su espíritu a los Hermanos del Espacio. Se me había enseñado que nadie
está solo en el Cosmos. Y que los Hermanos no abandonan a los que viven con dificultades en
nuestro planeta. Ellos siguen, ayudan, obran en favor de quien se deja ayudar y conducir. A
veces lo hacen manifestándose, otras veces dan signos de sus obras, otras por fin su intervención
sigue caminos misteriosos y no aparece evidente.
Recordé la recomendación que me había hecho Rafael de quedar sereno, y me relajé más de lo
que ya estaba. Las horas de la noche transcurrían, el sueño aumentaba, pero no sucdía nada.
Entonces pensé que quizá la visita que se me había anunciado antes se realizaría en el sueño. En
efecto, también Rafael me había explicado que el sueño es participación en la vida de otra
dimensión cósmica o espiritual que está en nosotros, y que también los sueños aparentemente
incoherentes o privados de significado no lo son en realidad.
Ahora sabía que los Hemanos del Espacio se comunican con nosotros también a través de los
sueños, que en este caso son verdaderos y precisos mensajes: también las Escrituras están
llenas de episodios en los que el Señor Dios hace conocer al hombre su voluntad durante el
sueño. En efecto, en aquel estado el hombre está más abierto para recibir instrucción y
advertencias de lo alto.
Volvía a pensar en estas cosas y me iba convenciendo de que asi sería como vendría mi
visitante, cuando delante de mí entreví una tenue luz multicolor. Miré mejor y la vi volverse más
vívida. Era como si la mano de un gran artista compusiese con lineas y luces el rostro y la silueta
de un hombre como de treinta años.
Cuando se terminó aquella obra maestra, tenia delante de mis ojos una figura de maravillosa
belleza. Todo mi ser estaba extasiado. Su cuerpo se vestia de una túnica blanca sujeta en los
lados por un cordoncillo. Su rostro era de una suavidad indescriptible. La frente y todos sus
rasgos eran de tal armonía y tal serena majestad que nunca habría podido pensarlo. Tenía los
ojos azules y los cabellos castaños que le caian hasta los hombros. La barba bien proporcionada
completaba aquella luminosa figura.
Aquel Ser celestial emanaba una fuerza vital misteriosa y profunda y una dulzura infinita que
deba paz. Sentia en él un Amor purísimo y me parecia que me lo comunicaba dulcemente. Se me
acercó, mientras una leve sonrisa expresó toda su amabilidad. Me adherí a él con todo mi ser y
no pude dejar de reconocerme en él. En su dulce rostro me veía a mi mismo, y sentía en mi el
Amor purísimo y ardiente que emanaba de aquel Ser. Experimenté sentimientos tan sublimes que
no sabría describirlos: estaba en un estado de perfecta beatitud y comunión.
Su luz invadia cada célula de mi cuerpo; su radiante belleza me comunicaba una gran paz y un
profundo deseo de bondad y Amor.
Cuando todo se desvaneció, quedó en mi una alegría indescriptible. Quería saber quien era mi
visitante: un nombre resonaba en mi como una dulce nota musical, pero no osaba confirmarme
tal suposición. Intervino la voz de Rafael.
"Lo volverás a ver en otra apariencia", dijo; y no quiso añadir más.
Hablé de ello con Tina. Sabemos que el domingo siguiente tendriamos un nuevo encuentro con
los Hermanos. Las instrucciones eran trasladarnos por la autopista en dirección de Rapallo. Lo
dijimos a los amigos y fueron felices por acompañarnos. Esta discreta y apasionada participación
suya me parecía otro gran don de los Hermanos, los cuales formaban ahora ya parte de nuestra
vida cotidiana.
Dejamos los automóviles en las alturas de Zoagli. Paolo, Anna, Gianna y Roberto se detuvieron
en un prado. Tina y yo proseguimos a pie porque el camino ya no era viable. Continábamos
subiendo felices como muchachos que van de fiesta.
A pesar del tiempo lluvioso y del aire fresco todavía, sudábamos por la fatiga de la ascensión.
Observamos que aquel año 1980 no quería hacer buen tiempo.
Rodeamos la costa y nos encontramos mirando un valle que subia abruptísimo. A lo lejos
podíamos ver el mar y un pequeño trozo de litoral. Decidimos sentarnos para recobrar el aliento.
La hierba estaba mojada y la lluvia amenazaba de nuevo.
Abrimos el paraguas que habiamos traido con nosotros y reemprendimos la subida: No
habiamos dado más que unos pocos pasos cuando una vibración ligera y profunda penetró
nuestros oidos. Miramos a lo alto y vimos un gran disco realizar movimientos circulares por
encima de nosotros, como si buscase un lugar despejado para aterrizar.
La agilidad con que el objeto volante realizaba sus evoluciones era extaordinaria. No tenía luces
encendidas y parecía de un color plateado oscuro. Advertimos una sensación de opresión sobre
toda la persona. Tina gritó: "Rafael, ¿qué sucede?". Busqué el contacto cósmico para saber por
qué experimentábamos aquella intensa sensación que nos había causado cierto temor. La
sensación de opresión aumentó aún. Después el disco se alejó, y pronto nos sentimos bien de
nuevo.
La voz de Rafael nos dijo: "Hemos querido haceros experimentar esta fuerte sensación para
haceros comprender cómo cada vez que contactamos con vosotros debemos realizar una
operación de purificación y de reorganización de vuestras energías vitales. Vuestro planeta esta
envenenado porque lo está el corazón de los hombres. La Tierra no está en paz; vibraciones
descompuestas como las pasiones que agitan a los terrestres crean zonas cada vez más amplias
del planeta donde la energía vital se descompone. Un día comprenderéis estas realidades que no
pueden ser estudiadas por vuestra ciencia. Los pocos que han comenzado a comprenderlo, viven
incomprendidos y aislados".
Escuchaba la voz de Rafael y temía que la sensación de opresión se pudiera reproducir.
"Ahora nos alejamos", dijo Rafael desde el disco. "Proseguid el camino. Más arriba nos
encontraremos". Continuamos subiendo muy fatigosamente a causa de la lluvia y del fango. La
hierba mojada estaba resbaladiza, y nos ayudábamos para subir agarrándonos a los arbustos,
hasta que llegamos a un senderillo que se extendía hasta un pequeño prado.
No habíamos llegado todavía a aquel lugar, cuando notamos a pocas decenas de metros que el
disco estaba posado en la tierra. Me sorprendió ver como las tres esferas que se apoyaban en la
tierra bajo el objeto espacial, unidas a los brazos de sostenimiento, que se extendían
oportunamente, mantenían el disco en perfecto equilibrio a pesar de lo abrupto del lugar. “¡Qué
maravilla!” exclamó Tina.
Entre nosotros y el disco, a pocos metros de distancia estaba Rafael. La lluvia había disminuido
sensiblemente, pero el hombre del espacio parecía no mojarse en absoluto. Nos saludó
cordialmente y se acercó.
“¡Es muy bello encontrarnos aquí arriba!", dijo. "Este rincón es encantador".
Tina hizo notar al visitante venido del espacio que nuestros encuentros habían tenido lugar casi
siempre bajo la lluvia. "No será siempre así", respondió Rafael. "Pero la Tierra deberá ser
purificada. Mucha agua tendrá que correr, y no sólo ésta".
Tina le dijo entonces que era muy feliz y que también la lluvia formaba ya parte de nuestros
encuentros, y que había comprendido el sentido de purificación que tenía este indispensable
elemento natural.
Rafael nos invitó a escuchar la voz de la lluvia. Dijo que los hombres de la Tierra están
perdiendo cada vez más el sentido de la naturaleza.
"Recuperar la naturaleza", añadió, "quiere decir curar de muchos males".
Quedamos en silencio. El agua caía sobre las hojas y sobre la hierba. La proximidad de aquel ser
daba un nuevo sentido a la atmósfera gris y a la naturaleza mojada enteramente por la lluvia.
"Si los hombres de la Tierra no vuelven a estar en paz con la creación y no saben contemplar la
naturaleza, ella no se desvelará a sus corazones. Y ellos no podrán evolucionar a pesar de todos
los descubrimientos científicos".
"El verdadero conocimiento que lleva a la verdadera evolución de los hijos del Padre
Dios comprende realidades de infinitos mundos del Universo que están fuera de la
dimensión material. Vuestra ciencia, que indaga la materia y no presupone lo que está
más allá de ésta, os conducirá a explorar la superficie de la creación con el gran peligro
de desfigurar su esencia: por esto vuestras conquistas se emplearan siempre mal".
Mientras tanto había dejado de llover, y nosotros habíamos cerrado el paraguas. Rafael se había
apoyado suavemente en un árbol y de vez en cuando dirigía la mirada en torno admirando
aquella vegetación floreciente. Comprendíamos que el encuentro no se prolongaría ya por mucho
tiempo.
Rafael nos invitó a caminar un trecho junto a él por la parte opuesta a la que se encontraba el
disco. "Vuestra ciencia", continuó, "deberá comprender sus límites. La materia no podrá
superar a la materia. Si se comprende que el verdadero conocimiento tiene también
otras vías, entonces la ciencia servirá también de ayuda en el camino a recorrer. Tal
como ahora sois y quereis continuar siendo, nunca podremos daros conocimientos
superiores: Los usaríais para vuestros fines de poder humano, y por tanto
peligrosamente. Estáis ya a punto de llevar también el desorden y el envenenamiento
al espacio que rodea a la Tierra. Pero nos encontraréis vigilantes y no se os permitirá
llevar la destrucción y muerte fuera del planeta".
Caminábamos sobre el sendero, uno al lado del otro, Rafael alto y majestuoso, estaba entre
Tina y yo; su paso era seguro y ligero: calzaba zapatos cerrados, hechos de un material que
parecía ser ligerísimo, color cobre. Vestía un "chandal" muy ajustado, de color semejante al de
los zapatos.
"Perteneceis a la fraternidad del Amor Universal", observé. "¿Qué significa por tanto tu
afirmación de que no permitiréis a los terrestres peligrosos avanzar hacia el espacio cósmico?”.
"Nuestros medios son pacíficos", respondió; "pero si insistiérais en vuestros proyectos bélicos y
llevárais adelante falsos programas de paz ocultando segundas intenciones, no conseguiréis
realizarlos. Porque no lo permitiremos. Antes debéis aprender la lección de la bondad, de la
justicia universal y del Amor. Sólo entonces podréis hacer lo que queráis".
"Lo que significa, si he entendido bien", dije; "que nunca usaréis Ia violencia para impedir al
hombre de la Tierra el acceso al espacio, pero obraréis de modo que no le sea posible llevar fuera
del planeta, por ejemplo, las bombas atómicas y cuanto comprometería el espacio
incontaminado".
"Exactamente", confirmó. "Y esto está previsto en las Leyes Universales de Dios Padre".
Hizo una pausa, después nos explicó que la Escritura da a comprender que no sería posible a los
hijos rebeldes al Amor del Padre ir más allá de un cierto limite concedido. Que sólo en el bien el
Padre no puso límites a los caminos recorridos por los hijos de buena voluntad.
"Los planetas de todo el Cosmos", dijo con calma, "pertenecen al Amor Universal. Todos estan
comprometidos en una competencia de Amor, de servicio de unos a otros. Cada hermano se
siente tal porque es hijo del único Padre Creador.
Conocimiento no significa "poder", como entre vosotros, sino mayor servicio, mayor
humildad y bondad. Amar significa dar sin pretender nada. Recibir va ya implicito en el
Amor, pero no es éste el objetivo que nos impulsa a amarnos unos a otros. En la Tierra
se usa el comocimiento para dominar a los hermanos. Con demasiada frecuencia el que
está más arriba comete injusticias y olvida qué significa estar más abajo.
El único poder que reconocemos nosotros es el amoroso del Padre Celeste. El único
poder es el que deriva del Amor. Conocimiento y responsabilidad son servicio y bondad,
humildad y sencillez frente a las cosas inmensas de la creación".
Tina hizo un comentario y contestó qué lejos estamos todavía en la Tierra de una realidad tan
sencilla y maravillosa. Dijo que lo que nos decía Rafael de la vida en los planetas pertenecientes
al Amor Universal era el sueño de muchos terrestres que esperan paz y justicia.
"Muchos hombres de la Tierra", añadió Rafael, "no aman, ni aceptan las Leyes Universales de la
creación. Otros han alterado estas verdades, las han complicado según la dureza de sus mentes y
enseñan a los hombres a llevar pesos que ni siquiera ellos saben llevar. Esto también fue dicho y
escrito. Así se comprueba que muchos hermanos de la Tierra desobedecen a la Ley Divina porque
son auténticos rebeldes y otros porque no la consideran real y justa. Estos malos maestros tienen
mucha responsabilidad en relación con sus hermanos. Las Escrituras son muy severas frente a
estos hombres".
Yo le dije entonces, que me parecía haber intuido que algunas de aquellas verdades que estaba
diciendo, habían sido enunciadas hace dos mil años por Jesús de Nazaret. "Cuando refiráis a los
hermanos de la Tierra estas palabras mias", dijo Rafael, "encontraréis algunos de ellos que os
diran que todo eso es un cuento; otros os dirán que desde el momento en que ya hace dos mil
años se dio el mismo mensaje, no ven Ia necesidad de que haya de proponerse de nuevo. Dirán
que no había que proponerlo otra vez, porque ellos ya lo conocían. Os pongo en guardia acerca
de estas personas. Si el hombre de la Tierra hubiese aprendido de verdad la lección y la hubiese
puesto en práctica, no estariamos nosotros hoy aquí para deciros estas palabras. Os diríamos
otras y hablaríamos de otras cosas. Pero no entristezcais demasiado vuestro corazón: muchos
esperan nuestra palabra y gozarán oyéndola".
Nos habíamos detenido junto a un matorral singularísimo. Rafael, hablando, lo acariciaba y lo
admiraba como podría hacerse con una criatura humana. Tina había vuelto a abrir el paraguas
porque empezaba a lloviznar otra vez. A Rafael no le importaba el agua que le caía sobre la
cabeza. Sus cabellos seguían secos, y ello me hizo pensar que le ayudaba una energía especial.
"La Tierra", prosiguió Rafael acariciando la planta, "era el jardín del Edén citado en la Escritura.
El Edén es todo el Cosmos fiel al Amor del Padre Creador. Sin embargo, un día los hombres de la
Tierra quisieron comer el fruto del conocimiento del bien y del mal. Eso estaba prohibido porque
perjudicaba a las criaturas. El Padre lo había advertido. Pero los terrestres no quisieron fiarse del
aviso del Padre, e iniciaron así sus experiencias: empezó el ciclo actual. Ellos, que habían comido
de los infinitos frutos del Amor Universal, quisieron comer un solo fruto: el de querer
experimentar los pocos caminos del mal. Y dijeron también que el Amor Universal era monótono
y molesto, calumniando de ese modo a la divina fantasía creadora. Entonces el hombre sustituyó
el bien por el mal, el Amor por el egoísmo, la paz por la guerra, la evolución por la involución. Se
embruteció, y todavía culpó de esto al Padre que en su Amor había concedido una digna libertad
a todos sus hijos. Así fue como se realizaron las palabras: "Si coméis de aquel fruto prohibido
moriréis".
El Hermano del Espacio había asumido un aspecto serio, manifestando un sufrimiento interior
que me impresionó profundamente. Tina lo miraba a la cara con un aire expectante. La luz de
aquel rostro nunca disminuia, y provocaba en mí un sentimiento de esperanza. Su calma serena y
la bondad de sus expresiones hacían intuir un camino de salvación.
"¿Cómo será posible", preguntó Tina, "salir de una situación que en la Tierra se arrastra desde
muchos milenios?"
“Todo esta escrito”, dijo Rafael alejándose del matorral. "Todo fue previsto acerca de la libre
elección de los hombres de la Tierra y todo fue predispuesto para la salvación en un gran plano
de Amor según la justicia y la bondad de las Leyes Universales. Nunca se dejó a los hombres
rebeldes abandonados a sí mismos, sino ayudados, guiados, castigados y consolados. Llegará un
momento en el que Aquel a quien se ha dado poder en la Tierra y en el Cielo intervendrá con los
suyos y entonces el decretado fin del mal se llevará a efecto. De aquellos que aún no estén
preparados para ser salvados, cuidará el Padre Dios. Nosotros no podremos hacer entonces nada
más. Seremos testigos del nuevo plan preparado por el Padre, pero para ellos habrá mucho dolor
y el disgusto de no haber sabido acoger una gran posibilidad de salvación".
Calló. Después añadió: "Nosotros somos los Querubines de la Escritura. El mismo Dios nos
colocó como custodios del Edén. Nunca permitiremos el acceso de los hombres de la Tierra al
Espacio-Edén incontaminado, hasta que ellos, espíritus de potencia del mal, no vuelvan a ser
espíritus de Amor Universal.
La conquista del espacio de otros mundos les esta vedada por la justicia de las Leyes
Universales. Antes deberán renunciar definitivamente al mal. Entonces la Tierra será nuevamente
jardín del Edén y los terrestres serán acogidos por la Fraternidad Universal. Se les quitará este
impedimento y nosotros podremos volver a circular libremente por la Tierra y ellos por nuestros
planetas. Como en otro tiempo, antes de la rebelión".
Tina sonrió y deseó que aquel día venga pronto. Rafael me leyó el pensamiento y repitió lo que
había dicho ya.
"Nosotros", recalcó, "no usamos la violencia por ningún motivo. La violencia trae siempre
violencia, el odio trae odio, y la muerte trae muerte. Nuestras armas son el Amor, la prudencia, la
sabiduría y la paciencia. Pero somos activos como no podéis imaginar. No permitiremos que se
lleve el mal al Cosmos donde reina la armonía, la vitalidad y el Amor. Nosotros renunciamos
desde siempre a las sugestiones del mal. Ser criaturas limitadas impone fiarse del Creador que
nos hizo libres y dignos. Nosotros amamos sus Leyes, y sabemos que su Amor abre infinitos
caminos hacia la Vida Eterna. Es una tontería por no querer renunciar a poco, perder lo mucho y
no poder ser felices. Nosotros amamos a nuestro Padre Dios porque El nos ama. El nos ama
incondicionalmente y nosotros hacemos lo mismo porque es justo que así sea. Pronto también lo
comprenderá vuestro planeta, y entonces surgirá para vosotros el esperado nuevo día. He dicho
pronto".
Nos fuimos hacia el disco apoyado en la tierra. "Esto significa", concluyó Rafael, "que pronto los
Querubines estarán con vosotros. La Tierra será nuevamente planeta de Amor Universal y ya no
más potencia del mal. Os llevaremos con nosotros al Espacio y también vosotros viajareis sobre
astronaves hacia otros mundos. Visitaréis las multiples moradas de la Casa del Padre y la nueva
era del Amor pondrá fin a la historia milenaria que conoció entre vosotros guerras, muertes y
ruinas". El encuentro acabó aquí. Rafael nos saludó y se acercó hacia el objeto espacial que atraía
nuestras miradas. Hubiéramos querido visitarlo. Rafael se volvió hacia nosotros, expresando su
disgusto por no podernos contentar aún. A través de las escotillas, vimos en el interior del disco
dos rostros muy bellos. Saludamos con la mano y recibimos un saludo como respuesta.
Silenciosamente la puerta se cerró detrás de Rafael.
Entonces, la luz blanca de la cima de la cúpula se encendió: se oyó un zumbido y vimos
retirarse a las tres esferas, mientras el disco permanecía suspendido en el aire. Las hojas de los
árboles se estremecieron y los matorrales sufrieron una fuerte sacudida de viento. Advertimos
una ligera presión en los tímpanos, y el disco se elevó velozmente en vertical, después dobló su
vuelo en diagonal y desapareció entre las nubes.
Capítulo 6.
LA ASTRONAVE MADRE.
Atravesamos Spotorno, y a la salida occidental de la villa tomamos la carretera que proseguía
por un paso elevado más allá del cual comenzaba una abrupta subida. En el aire había esa
sensación de fiesta y de alegria que el buen tiempo da a gustar al que viene de la ciudad. Nos
adentramos entre los pinares y el verde de la naturaleza renovada y recorrimos varios kilómetros.
Mientras tanto se había ido haciendo de noche. Las cimas de los montes apenas eran visibles
por un vago resplendor que quedaba en el cielo. Las nubes estaban cediendo el lugar a las
estrellas. El aire, purificado por la lluvia, estaba perfumado.
Hice detener el coche de nuestros amigos en una explanada y les rogué que esperasen allí,
según las instrucciones recibidas. Entonces, proseguí con Tina en automóvil.
Depués de un breve recorrido entre los árboles fuera del camino principal, proseguimos a pie.
Como estaba oscuro, nos ayudabamos a caminar con la luz de una linterna que habíamos llevado
con nosotros. Tina me dijo que si no hubiese sido por los Hermanos, no habría ido nunca de
noche a un lugar tan apartado. Ella caminaba fatigosamente a causa de sus zapatos poco
adecuados y nos cogíamos de la mano para ayudarnos, tratando de evitar los charcos y el barro.
Después de haber caminado mucho, oimos voces. Nos detuvimos escuchando en silencio. Eran
voces de hombre y de mujer. "Son ellos", dijo Tina, "estoy segura de ello. Estan aquí ya". Estaba
seguro de que eran ellos, pero puesto que ningún contacto cósmico nos lo confirmaba, preferí
optar por la prudencia. Invité a Tina a no hablar fuerte y a proceder con cautela. Ella sin embargo
se había puesto muy contenta y no mostraba temor alguno.
Estábamos bordeando un largo matorral, el cual debía delimitar, como un seto natural, una
vasta zona que permanecía así oculta a nuestra vista. Lo seguimos completamente, hasta que
nos vimos en un prado bastante grande. El silencio lo rompían aquí y allá los pájaros nocturnos.
El aire había refrescado sensiblemente y por ello nos pusimos los jerseys que por precaución
habíamos traido.
Con la ayuda de linternas exploramos a distancia el prado. Estaba inculto, y atravesado en el
centro por un declive que lo dividía por la mitad, por lo que una parte estaba más baja y la otra
quedaba más elevada. Avanzamos por la hierba mojada.
"Siento que están aquí", repetía Tina; "yo creo que están cerca".
Pero yo insistí en que quedase tranquila, y decidí que debíamos esperar donde estábamos. Por
lo tanto, nos sentamos sobre una piedra plana que parecía seca, y quedamos en silencio
esperando un signo de su presencia. Llegó la voz de Rafael; era clara y cercana: "Estamos ya en
la Tierra", dijo, "cerquísima de vosotros".
Tina exultó, diciendo que ella lo había sentido. Apagamos la linterna, y Tina indicó con la mano
algo que apenas se veía en el fondo del prado, allí donde el terreno del declive se elevaba: al
empezar del limpio y oscuro límite de los árboles, una vaga luminosidad se iba convertiendo poco
a poco en una luz más clara. La silueta de un enorme cigarro sobre el prado comenzó a formarse
en la oscuridad.
"¡Es maravilloso!", repetía Tina. Estábamos llenos de admiración y sorprendidos por cuanto se
iba mostrando a nuestros ojos. La luz aumentaba de intensidad y ahora lo veíamos bien. Tenia
una longitud de varias decenas de metros (quiza 100-120) y de altura llegaba hasta la copa de
los árboles que estaban-detras en el punto que aparecia más panzudo. Una larga serie de
escotillas redondas emitía en la noche haces de luz coloreados que parecian no sobrepasar el
espacio comprendido en el área de aquella zona. Después de algunos minutos se iluminó
completamente, tanto que parecía una nave de crucero en fiesta y mucho más. Nos sentimos
atraídos por los colores y por la luz que se difundía por doquier como si hubiese habido tantas
fuentes que no lograbamos localizarlas. Tina me apretaba el brazo y queria que nos acercásemos
hacia el cigarro espacial.
"Esperemos", le dije. "Estoy seguro de que nos dirán algo".
Advertimos la acostumbrada gran paz experimentada en todos los encuentros anteriores. El
objeto espacial daba una sensación de grandeza que hacia parecer irreconocible aquel lugar tan
iluminado. Parecia un lugar de otro mundo de maravillas. La luminosidad del cigarro aumentó
aún, y por las escotillas comenzó un juego de luces inimaginable por su belleza y veriedad.
Aquella luz y aquellos colores, aquellos juegos rítmícos y festivos hacian vibrar en el ánimo cosas
que es difícil referir. Por un extremo del cigarro salieron, uno detrás de otro, cuatro discos, tan
luminosos que parecian globos de luz blanca. Fueron a posarse sobre el prado, en el espacio libre
que había entre nosotros y el gran "cigarro".
Se abrieron las cuatro portezuelas y por ellas salieron hombres y mujeres. Reconocí la figura de
Rafael y el corazón me saltó de alegria en el pecho. Tina saludaba con la mano. Vinieron hacia
nosotros y en torno a su cuerpo habia una vaga fosforescencia. Primero se acercó Rafael hacia
nosotros y los demás le siguieron. "¡Bienvenidos a este encuentro!", dijo Rafael amablemente.
"Esta tarde conoceréis a los otros hermanos que están comprometidos en esta misión".
Saludamos a Rafael, y con él a Orthon y a Firkon que ya habíamos encontrado anteriormente.
Orthon era solemne con su figura alta y su noble porte.
Firkon nos demostraba su cordialidad, que ya nos había impresionado. Nos estrechamos la
mano. Sus miradas estaban llenas de bondad y sus gestos transparentaban una sencillez
conmovedora.
Nos presentaron a otro hermano, de pelo oscuro, que parecía de carácter muy práctico. Su
belleza no era inferior a la de los otros, y lo mismo la armonía de su porte. "Este es el hermano
Zuhl", dijo Rafael. "Es muy apreciado por su capacidad y conocimiento".
Entonces nos presentaron a otro hombre cuyo aspecto era muy amable. Sonreía, como quien
quiere decir muchas cosas sin hablar.
"Su nombre es Giorgio", presentó Rafael; se llama como tú", dijo indicándome. "Este hermano
vuestro vivió algún tiempo en la Tierra, donde había venido para una misión.
Ahora ha vuelto con nosotros". Nos estrechamos la mano con mucho calor. Entonces vinieron
hacia nosotros cuatro muchachas cuya belleza me impresionó. La que parecía menos alta tenía
ojos azules y cabellos muy rubios.
"Soy Kalna", se presentó. "Y soy feliz por estar con vosotros".
"Me llamo Ilmuth", dijo la otra estrechándonos la mano alegremente. "Mi alegría por este
encuentro es grande".
Era más alta que Kalna, y sus cabellos negros como el ébano le caían libremente sobre los
hombros. Sus ojos oscuros eran muy penetrantes. Su belleza se acompañaba de una gran
modestia y sencillez, como nos demostró en sus ademanes y en las palabras que nos dirigió.
Nos presentaron a otras dos jóvenes morenas. Pero no manifestaron sus nombres. Eran
también una clara manifestación de belleza ultraterrena y de gracia y de bondad inconcebibles.
Hombres y mujeres llevaban "chandals" con pantalones y mangas bastante anchas. Emanaban
todos una ligera luminosidad. "Este es un encuentro excepcional", dijo Rafael con su voz dulce y
profunda; "es importante que conozcáis a los hermanos que están comprometidos en esta
misión. Pero somos muchos los que nos ocupamos de vosotros. Nos conoceréis a todos pero no
ahora".
Un perfume suavísimo se había difundido en el aire.
"Es extraordinario este perfume", dijo Tina, "no es de la Tierra".
"Yo tampoco he percibido nunca otro igual", confirmé.
Los hermanos sonreían. Se estaba formando una familiaridad que en tan poco tiempo no habría
sido posible crear entre los hombres de nuestro planeta.
Orthon miró a Tina con dulzura y le dijo palabras tan afables que a ella se le saltaron las
lágrimas de la emoción. Nos sentamos todos en circulo sobre la hierba mojada sin preocuparnos
por la humedad.
"No dejaremos que os pongais malos por esto", había dicho Rafael con tono jocoso. "Sentaos
con toda libertad".
El aire ahora parecía tibio, como si se hubiese calentado por aquella luz que alegraba el corazón.
Una gran paz aunaba nuestros ánimos con la naturaleza. Los medios espaciales eran como
presencias vivas.
"Los terrestres", dijo Rafael que estaba en medio de los suyos y tenía las piernas un poco
cruzadas, "están empleando enormes capitales para ponerse en contacto con nosotros en el
espacio. Y nosotros estamos en la Tierra por todas partes.
Estamos aquí en medio de vosotros. Estamos tal como podéis vernos ahora y lo estamos con
medios que desconocéis. Muchos conocen nuestra existencia y nuestra presencia, y sin embargo,
dicen que no saben nada de nosotros. Muchos de los que nos avistan van diciendo que nos
comportamos de modo irracional y raro y que nos burlamos de ellos. Pero no quieren dar el
pequeño paso que les llevaría a comprender el por qué de todo esto".
Siguió un silencio. Gozaba íntimamente por aquellas presencias y por la calma de aquella noche
memorable con los viajeros de la luz. Recordaba las palabras que Rafael había pronunciado
cuando nos encontramos en las alturas de Zoagli, y mentalmente las relacionaba con lo que
ahora decía. Estaba convencido de que el jardín del Edén estaba deteriorado y vuelto
irreconocible por los hombres rebeldes al Amor del Padre Creedor.
Sólo por estar con aquellos hermanos podía sentir y comprender muchas cosas: habría querido
que aquella noche nunca terminase.
"Algunos" siguió Rafael, "se preguntan si existimos. Y dicen: "Si los extraterrestres existen, ¿por
qué no se muestran a todos y no contactan con nosotros de modo adecuado?". "Pero muchísimos
hombres de la Tierra saben muy bien que existimos realmente y que no compartimos sus
objetivos egoístas y belicosos. En realidad, quisieran tenernos en su poder para sacarnos
conocimientos que les darían posibilidades aún más mortíferas y prepotentes. Por esto es por lo
que obramos de modo conveniente para evitar semejantes riesgos y esperamos el momento en
que sea posible dar a los hermanos de la Tierra el conocimiento para que lo usen según las Leyes
Universales dadas a los hijos de Dios".
El hombre que se llamaba como yo me miró afablemente. Experimentaba por él un gran
sentimiento de agradecimiento y admiración. Mientras tanto, un ruiseñor dejaba oir su canto
entre los árboles. Escuchamos en silencio aquellas modulaciones canoras. Un nuevo perfume se
difundió.
Rafael dijo: "Pronto será la Tierra nuevamente jardín del Edén. Pero los hombres de la Tierra, a
causa de la dureza de su corazón, antes de ser felices otra vez, tendrán que sufrir mucho. Al fin
vencerá el Amor que hay en cada uno de ellos más fuerte que toda pasión mala".
Después intervino Firkon con su voz jovial: "en la Biblia", dijo con vivacidad, "se lee que los
Hebreos tuvieron un éxodo que los condujo fuera de la esclavitud. Pues bien, este es nuestro
mensaje actual: que se prepare la Tierra para un nuevo éxodo sin precedentes en su historia.
Jamás ningún hecho que haya sucedido en la Tierra se puede comparar a lo que os espera.
Para comprender, es preciso que se lean "los signos" que el texto narra para aquel éxodo.
Columnas de humo y de fuego, que hoy llamáis discos y astronaves, estuvieron sobre las cabezas
de los fugitivos de Egipto. Los mismos signos, las mismas realidades que os están preanunciando
el nuevo y definitivo exodo que os conducirá fuera del mal y os llevará al Amor Universal,
verdadera Tierra Prometida. Es muy importante que todos comprendan esto. El tiempo apremia".
Aunque no había leído nunca el Exodo con especial atención, la explicación de Firkon me hizo
comprender muy bien lo que quería decir.
"Nosotros", dijo Ilmuth con voz dulcísima, "os acompañaremos como hicimos entonces, y mucho
mayor será ahora nuestra ayuda. Os conduciremos al Járdín del Edén. Este paso es inminente
porque ya están presentes las diez plagas sobre el planeta a causa de espiritus poderosos en el
mal. Tendreis que superar un desierto en comparación con el cual, el que superaron los hebreos
era un oasis. Pero estaremos como entonces y mucho más visiblemente sobre vosotros y os
daremos toda ayuda y todo consuelo. Os ayudaremos en todo sentido, Seremos columnas de
nubes durante el día y de fuego durante la noche. Nunca os dejaremos y estaréis protegidos
como ninguna criatura lo estuvo nunca en vuestro planeta atormentado. Porque será grande la
desolación de la Tierra”.
Entonces habló Kalna, y su voz suavísima estaba acompañada del canto persistente del
ruiseñor: "Los hebreos", dijo, "fueron conducidos por un gran Hemano del Espacio nacido entre
vosotros para aquella gran misión. Su nombre era Moisés. Seréis conducidos por un nuevo
Moises, al que todos nosotros amamos y adoramos. El amará a todos los pueblos de la Tierra
durante su éxodo final y será padre y hermano dulcísimo. Todos aquellos que tengan confianza
en él y quieran tenerlo como guia, podran llegar a la meta prefijada. Ninguno será abandonado a
sí mismo, a no ser que así lo quiera. El mensaje que os traemos del espacio es un anuncio de
esperanza y salvación, en tanto que sombrías nubes se condensan en los horizontes de vuestro
planeta".
"Descubriréis", dijo Orthon con tono solemne, "lo que hay de bello y de bueno en vosotros y en
la creación que os rodea. Pero antes el mal hará sentir a todos su funesta lección a fín de que
quien quiera el bien pueda librarse de él y desarraigarlo de su propio corazón. Hasta que no haya
sucedido esto, el hombre de la Tierra será peligroso para sí mismo y para todo el Cosmos. Y
nosotros, como fue escrito, quedaremos defendiendo el Edén incontaminado con la llama de la
espada vibrante, Nosotros, los Querubines, impediremos el acceso al Edén a todos aquellos que
quieran llevar consigo destrucción y muerte. Sólo cuado hayais reconquistado la conciencia
original, cuando el mal no se albergue ya en vosotros y en vuestro planeta, entonces volverán a
abrirse las barreras del espacio. Será un gran día y llegará pronto".
Aquellos hermanos abrían nuestro corazón a la esperanza. Tina quiso hacer una pregunta: "¿Por
qué citáis solamente la Biblia?", interrogó. "¿No existen otros textos que transmitieron las
verdades que nos estais enseñando?".
"Durante milenios", respondió Rafael, "se dieron a los hombres muchas revelaciones, que se
relataron en varios textos fidedignos. El Padre quiso realizar además una intervención concreta
en la historia del hombre, y eligió el pueblo hebreo, del que había de nacer Jesucristo. La Biblia
contiene la revelación dada a través de esta intervención de Dios en la Historia Humana de la
Tierra. Nosotros ejecutamos su voluntad, y desde entonces seguimos constantemente el
desarrollo de las cosas que ahora ya no competen solamente a aquel pueblo, sino a todos los
pueblos de la Tierra. Otros pueblos siguieron otros caminos y también ellos fueron ayudados. Lo
que hace de la Biblia un libro tan importante y actual es lo que dijo e hizo Jesucristo. Todo el
texto prealude a la gran revelación condensada en el Apocalipsis. En él están resumidas las
profecías más importantes de la antigua y nueva historia del pueblo elegido por Dios como signo
de los tiempos. Se describe allí el éxodo, del que os estamos anunciando su inminente
cumplimiento, los dolores que Ia Tierra tendrá que superar para librarse del mal y la vuelta al
Edén. Las profecías se han cumplido todas siempre. Ahora estamos en el cumplimiento de las
finales. Sobre este asunto os diremos las cosas que consideramos útiles para vosotros y para los
hermanos de la Tierra. Demasiados hombres leen hoy aquellas páginas con espíritu de cultura y
con el corazón arido y la mente oscurecida. Habiendo perdido así la sensillez con que se dieron,
no consiguen ya comprenderlas".
Intervino entonces Rafael diciendo que por motivos de seguridad aIgunos de ellos debían entrar
otra vez a bordo de los medios espaciales. Se decidió que quedarían un poco aún con nosotros
Rafael, Orthon y Firkon. Los otros regresarían a la astronave con tres discos, dejando uno de
ellos en tierra custodiado por Zuhl.
La despedida de los que volvían a bordo fue conmovedora: todos nos dijeron que volveríamos a
vernos pronto y nos aseguraron su Amor y su ayuda. Tina estaba conmovida y decía que no
hubiera querido separarse de ellos, pero Rafael aclaró una vez más que era necesario.
Los Hermanos del Cosmos se acercaron hacia los tres discos, y una vez dentro, éstos se
levantaron para penetrar poco después en la astronave. Las luces se apagaron, como cuando una
fiesta se acaba y todo vuelve a la normalidad. Quedó una vaga fosforescencia apenas visible por
el fondo. También el disco parado en el prado apenas deba un poco de luz que salía de la
escotilla.
Rafael nos invitó a dar con ellos un corto paseo, y Firkon extrajo de un bolsillo del "chandal" una
pequeña linterna que emitía una luz difusa. Nos adentramos entre los árboles.
Tina me llevaba del brazo y los tres hombres del espacio iban junto a nosotros, Rafael a mi
derecha y Orthon y Firkon al lado de Tina.
"Cuando os decimos que no se os permitirá adentraros en el espacio" , dijo Rafael, "verificamos
la profecía contenida en el Génesis que dice que el Señor Dios nos puso como guardianes del
Edén a fin de que el hombre de la Tierra no tuviese acceso al árbol de la Vida para contaminarlo
con el mal. La experiencia del mal que quisistéis llevar adelante en la historia de vuestro planeta
pronto se agotará, porque veréis volverse contra vosotros los caminos del mal seguidos.
Solamente los caminos del bien y del Amor Universal no conocen tropiezos ni embrollos. Quien
obstinadamente sigue caminos equivocados está destinado a cargar con las consecuencias. Esta
es una gran providencia a fín de que los hijos que están en el error no pierdan definitivamente el
camino de regreso al Padre Bueno."
"Si he comprendido bien", dije, "entonces es que la Tierra se acerca al fin del estado actual de
cosas".
"Estais llegando al fin", dijo Firkon deteniendose y mirándome, "del actual estado de cosas.
Pronto estaréis en la edad maravillosa que todas las Escrituras de todo tiempo os anunciaron.
Pero antes será muy triste cuanto tendrá que suceder. Es urgente que los hombres comprendan
pronto la sencillez y la grandeza del mensaje que les damos. Las Escrituras os lo anunciaron hace
mucho tiempo; pero también aquellos que habrían debido explicaros el verdadero significado de
cuanto se os dijo y se os dejó escrito, se han perdido en los laberintos de su mente ofuscada".
Aquellas presencias, lo que veiamos y sentiamos desde un tiempo, eran el testimonio más real
de la verdad de cuanto se nos estaba trasmitiendo.
"Querría saber", preguntó Tina un poco indecisa, "por qué estas cosas no las trasmitís a
hombres poderosos y competentes. Es más fácil que se les crea. Ellos podrían hacer una gran
obra de divulgación de las palabras de la Escritura próximas a verificarse".
Le respondió Orthon. "Nosotros", dijo, "siempre hemos elegido para nuestros mensajes hombres
sencillos que no antepusieran al sentido real de nuestras palabras su cultura e ideas. Una mente
abierta y sin prejuicios es más adecuada para trasmitir fielmente un mensaje del espacio. El
hecho de que los terrestres no crean porque es humilde la persona portadora, no muestra más
que una discriminación, índice de orgullo. Pero nosotros sabemos que quien quiera escuchar el
mensaje y tenga verdad en su corazón, no se plantará este problema. Cada una podrá o no
comprobar la verdad de cuanto se le ha trasmitido en su corazón. La Escritura puede servir de
constatación, tanto como la realidad de lo que sucede en vuestro mundo. Hablamos a todos los
hombres de buena voluntad”.
"Está escrito", dijo Rafael con su voz madura, "que el Señor Dios castigó a los hombres con el
Diluvio Universal. Y que prometió que aquello no sucedería nunca más. Dice además la Biblia que
Dios hizo un pacto con todos los hombres a través de Noé, incluso con aquellos que nacerían en
el futuro. El dio a Noé un signo de su Alianza para todos sus descendietes: puso como signo el
arco-iris sobre las nubes. Está claro que no se refería al arcoiris que véis despues de un temporal,
sino que escogió esta figura como símbolo de su Alianza con el hombre de la Tierra que se le
había rebelado y que había sido castigado con el diluvio. El arcoiris fue el signo del puente de
Alianza entre dos orillas: la divina, con sus hijos fieles, y la humana y terrestre de los hijos
rebeldes a su Ley de Amor.
Puso este arco sobre las nubes del cielo y precisó que nunca más las aguas del diluvio
descenderían para castigar al hombre terrestre. Y entonces, ¿si no eran nubes que dan lluvia, de
qué habló el Padre Dios? Aquella palabra significa naves, naves espaciales, astronaves, es decir,
la Alianza del Padre se puso sobre nosotros y sobre todo sobre aquel que esta entre nosotros y
que fue enviado a la Tierra; el mismo nuevo Moisés que ahora conducirá a la Tierra en su éxodo
del mal a la tierra prometida del Edén.
"De nosotros hablaba Isaías cuando se preguntó, "¿Quiénes son estos seres que vuelan como
nubes y como palomas a su palomar?". El hablaba de nuestros discos que vuelan hacia la
astronave madre como habéis visto hacer esta noche. El término "nube" es muy frecuente en la
Biblia. Ezequiel se encontró ante la gran nube y describió la astronave. Leed cuanto él os
trasmitió. ¿Y qué eran las columnas de humo por el día y de fuego por la noche que estaban en el
campo de los hebreos que habían huido al desierto?. Todo esto es la Gloria Cósmica del Señor
Dios, es su Ejército Celeste. El, el Señor Dios de los Ejercitos, desde siempre obra por medio de
nosotros con estos signos. Ya os dije”, insistió Rafael, "que el Señor hablaba desde la nube, como
dicen los Salmos".
Rafael dio media vuelta para que volviesemos en dirección del prado donde esperaban Zuhl, el
disco y la astronave. Y dijo: Está escrito: "Yo pongo mi arco en las nubes y servirá de signo del
pacto entre yo y la Tierra”. Estos signos los teneis delante y se han mostrado a millones de
hombres de la Tierra. Es muy importante", aseveró con tono firme, "que quien debe comprender
comprende la verdad de las Escrituras. La verdad ilumina las mentes y enciende los corazones.
Nosotros estamos dedicados a esto y pedimos colaboración a muchos hombres de la Tierra".
"Leed" insistió aún, "leed cada palabra y meditadla. Dios dijo a Noé: "Cuando acumule las nubes
sobre la Tierra y se vea el arcoiris en las nubes, entonces yo me acordaré del pacto entre mi y
vosotros y todos los seres vivientes de toda especie, y las aguas no serán más un diluvio para
destruir toda carne".
"¿No os parece que se intensifican las apariciones de nuestras naves espaciales en vuestros
cielos?". Os lo aseguramos: el Padre Dios nos ha dicho que ya es el momento en que El pretende
acumular las naves de hijos fieles sobre Ia Tierra y pronto también será visible el arcoiris sobre
ellos porque se manifestará la Alianza entre el Padre y nosotros, Alianza que se extenderá
también a los hijos de la Tierra. En aquellas naves del cielo estaremos nosotros y estaré sobre
todo aquel que ha prometido volver sobre las nubes del cielo con gran gloria y poder. El con
nosotros os llevará al Edén a repoblar su jardín."
Mientras tanto habíamos llegado a las cercanías del prado y entreví al fondo la luminosidad de la
astronave y la del disco donde esperaba pacientemente Zuhl. Intervino Firkon: "Esta bien que se
insista para que los corazones se abran al mensaje contenido en las palabras de la Escritura y
que se puedan cotejar con los signos de los tiempos. Muchos querrían resolverlo todo con sus
silogismos, con los inventos de su cultura, pero la verdad es más sencilla y más profunda que las
elucubraciones. Los hijos del Padre que quieren la verdad, la sentirán llamar a la puerta de sus
corazones, y ellos abrirán. Os ayudaremos siempre."
Rafael me puso una mano en el hombro; me miró con afabilidad y me dijo: "Las revelaciones
que os estamos haciendo sorprenderán a muchos, como os han sorprendido ahora a vosotros. Os
reportaran incomprensiones y sufrimientos. Pero es necesario que eso suceda para que sean
develadas muchas cosas. Muchos hombres de buena voluntad os creerán y os ayudarán. Ellos
ayudarán a la justa causa de Aquel que no miente y nosotros estaremos con ellos. Ahora
tenemos que irnos. Nos despedimos hasta pronto". Nos saludamos calurosamente, con un abrazo
fraternal. Los tres se fueron al disco, que les tomó a bordo y en un momento estuvo dentro de la
astronave, la cual parecía ahora mayor aún. Emitió un zumbido, mientras aumentaba su
luminosidad, convirtiéndose, de blanquécina que era, en un color anaranjado.
Se alzó velocísima hacia las estrelles, y se disparó desapareciendo como un rayo.
Nuestros amigos no se habían movido del lugar donde los habíamos dejado. Roberto,
representando las imágenes que le habían llegado telepáticamente, había diseñado exactamente
la astronave y los cuatro discos. Nico había visto una luz desplazarse de modo raro en el cielo de
la colina que estaban inspeccionando. El zigzaguear de aquella luz no dejaba lugar a dudas sobre
su identidad. Anna y Paolo habían seguido parte de la conversación en contacto cósmico. Todos
habían tenido signos que correspondían a la experiencia que Tina y yo habiamos vivido en
contacto directo con los Hermanos venidos del espacio.
Emocionados y felices, bajamos hacia la costa en busca de la general para Génova.
Capítulo 7.
ENCUENTRO ENTRE LA GENTE.

Una tarde invité a Tina a dar un paseo por la ribera de Nervi. Llamamos también a Paolo y a
Roberto. Aparcamos el auto frente a la estación de ferrocarril, y nos fuimos hacia el mar. Era una
tarde encantadora, por su temperatura apacible. Caminamos mucho rato, deteniéndonos de vez
en cuando a contemplar el espectáculo de las olas espumosas contra los escollos.
Era como si algo fuese a suceder. Me dirigí a Rafael, tratando de ponerme en contacto cósmico
con él, pero no obtuve ninguna respuesta. Retrocedimos hacia la estación y estábamos
recorriendo el paseo de las Palmas con sus perfumes primaverales, cuando Tina y yo advertimos
una insólita paz.
En cierto momento, sorprendido por algo, apreté la mano a Tina. Ella no dijo nada, y notó lo
que me habia asombrado: Rafael paseaba por la acera opuesta a la que nosotros recorríamos.
Con él había otro Hermano del Espacio. Los dos avanzaban lentamente y con aire desenvuelto.
Para quien no supiera quiénes eran realmente, ellos podían muy bien confundirse con dos
hermanos terrestres distinguidos y bellísimos. Sin llamar la atencion me coloqué en el lado de la
acera por donde paseaban. Tina prosiguió con los amigos, que ni siquiera se preguntaron por qué
motivo me había alejado.
Rafael se volvió, y me sonrió un poco, pero en contacto cósmico me dijo que no nos
comunicaríamos de palabra. Así le seguí a corta distancia, teniendo ante mis ojos la prueba de
que realmente los Hermanos estén presentes entre nosotros para obrar en beneficio nuestro.
Rafael vestía un traje azul elegantísimo, de tejido muy ligero. El otro también iba elegante, pero
más deportivo.
Reflexionando, comprendí que el Amor de aquellos seres no tenía límites, y que en la práctica
estaban verdaderamente dispuestos a hacer por nosotros cualquier cosa.
"Si lees la Biblia", me dijo Rafael, "encontrarás escrito: No descuidéis la hospitalidad, puesto
que algunos, ejercitándola, sin saberlo hospedaron Angeles".
Continuó paseando con el otro al lado. Yo les seguía, aparentemente despreocupado, pero
meditaba aquellas palabras de la Escritura. Me parecía increíble que en aquel libro se hubiran
expresado tan claramente las cosas que estaba experimentando. Rafael continuó: "Pero si hace
tiempo podíamos ser hospedados con Amor y respeto por los hermanos de la Tierra, hoy ya no
podría ocurrir esto. En la Tierra, os lo repetimos, hay menos Amor que aire para respirar".
Después dijo algo como quien conversa distraídamente, y luego añadió: "Hoy no nos podremos
presentar. Quien quiera creer en la verdad y bondad de nuestro mensaje, lo hará porque
encontrará en él un eco del propio corazón. Quien no quiera creer, obstaculizaría también nuestra
presencia. Llegará el tiempo en que podremos manifestarnos abiertamente y entonces nuestra
alegría será grande".
Dicho esto, me deseó que siguiera felizmente mi paseo con los amigos y me invitó a no
seguirles más. Se volvió, me sonrió, y lo mismo hizo el otro Hermano.
Capítulo 8.
EXPLICACIONES Y ENSEÑANZAS.
Llegamos al lugar del encuentro cuando ya se estaba poniendo el sol. Los viajeros de la luz no
se hicieron esperar mucho: reconocimos a Rafael, y con él estaban Firkon, Orthon, Kalna e
Ilmuth. Se acercaron. Nos saludaron muy calurosamente. Nos sentamos sobre la hierba. Veíamos
el valle allá abajo, y al fondo, el mar. Detrás de nosotros, a pocos metros, empezaba el bosque
de árboles.
Rafael miró a Firkon y comprendí que la invitaba a tomar la palabra:
"Cuando os decimos que nuestras astronaves recorren el espacio", comenzó enseguida Firkon
con la vivacidad que le caracterizaba, "no nos referimos solamente a espacios materiales. El
espacio comprende sobre todo ilimitados Universos Ultramateriales. La única dimensión que cae
bajo la observación de vuestra ciencia es la relativa a la materia. Pero las dimensiones cósmicas
son tantas y tales como para que no podáis tener de ellas la más ligera idea. Se precisa mucho
conocimiento y mucho tiempo para poder experimentar cuanto estamos diciendo. Ni siquiera
vuestra imaginación, ahora, puede alcanzar lo más minimo tales realidades”.
Firkon esperó a que nuestra mente hubiese asimilado un poco lo que nos había dicho. Ví a los
Hermanos del espacio muy atentos sentados a nuestro alrededor.
"En el Cosmos", prosiguió, "no existe solamente la dimensión material. Existen dimensiones
ultramateriales que no muestran solamente longitud, altitud y profundidad, sino una riqueza
mayor, realidades vitales en las cuales lo que llamáis detras, delante, encima, debajo, dentro y
fuera se convierten en limites superados. Cuanto más evolucionado es un Universo, más se
expresa su energía vital en nuevas formas más libres y la conciencia se amplia en un respiro
universal más vasto. A cada dimensión cósmica corresponde un cuerpo humano de grado
evolutivo equivalente. Cada nuevo Universo conquistado por el alma del hombre en evolución, se
presenta a él y a sus sentidos más evolucionados en una nueva síntesis, en un nuevo significado
y en una nueva lógica desconocidas en la dimensión anterior superada. Y asi cada nueva
dimensión comporta realidades nuevas y nuevos modos de ser de la energía vital que derivan
siempre de las mismas Leyes Universales que regulan toda la Creación. Cuanto más
evolucionadas son las dimensiones, y por tanto más perfectas, más la conciencia de quien la
experimenta conoce el Amor con el cual todo fue creado y el Amor que subsiste en ellas. El Amor
Universal es la fuerza vital y unitaria de todo cuanto existe".
Firkon hizo otra pausa: el tono vivaz de su voz y sus gestos animaban las explicaciones
apoyadas con ejemplos y comparaciones.
"Cuando una astronave", dijo, "se detiene sobre el suelo terrestre, está perfectamente
materializada. Pero queda inmersa en una fuerza cósmica que la mantiene autónoma de las Leyes
Gravitacionales del planeta. Por eso es por lo que podemos levantarnos de la Tierra con facilidad,
y superar en un momento cualesquiera Leyes relativas a vuestra Fisica. Asi nos levantamos de Ia
Tierra hasta la velocidad ideal de desmaterialización, sin ningún inconveniente gracias a esta
libertad de las Leyes Gravitacionales. Aumentando el ritmo vibratorio vital, nos encontramos
inmediatamente en sintonia con la vida de otras dimensiones. A voluntad, podemos penetrar en
los cielos de dimensiones superiores o volver a bajar a las dimensiones inferiores hasta la
material".
Quise hacer una pregunta: "Las astronaves", dije, "¿en qué dimensión las construís?".
Firkon sonrió y explicó: "Podemos construirlas en la dimensión que queramos. Para nosotros es
muy sencillo. Cuando se tiene un conocimiento muy grande y por tanto se esta en perfecta
armonía con todo lo creedo, se obedece de buen grado a las Leyes Universales de nuestro Padre
Dios. Entonces todo es bueno y posible.
En la Escritura se repite que todo lo que el Pedre Dios creó era bueno, más aún muy bueno,
porque era fruto de sus manos. Las dificultades vinieron para los que quisieron experimentar el
mal. Cayeron en la ignorancia de las Leyes Universales y su ignorancia les llevó a la presunción.
Todo buen hijo del Padre se confía con sencillez y fe en las manos de su Creador que nada ha
descuidado. El obra a través de la misma creación y de sus hijos más evolucionados, que estan
más cerca de El y conocen mejor sus Leyes de Amor. Cuando sus hijos por el contrario, como
sucede en la Tierra, no confian ya en Quien ha creado todo, y ellos mismos se vuelven soberbios,
entonces todo resulta dificil o sea, complicado".
Firkon hizo un gesto con la mano a Orthon para que tomase la palabra.
Orthon se abrió en una sonrisa y dijo: "A Jacob le mostramos la escala que subia de la Tierra al
Cielo. El vio a los Angeles subir y bajar por ella. ¿No os parece", preguntó, "que esta escala
significa todas las dimensiones cósmicas que separan la Tierra del Cielo? Nosotros, atravesamos
todos los espacios del cielo hasta vosotros y volvemos allá arriba. En la cumbre de esta escala
está la Barrera Celeste".
Tina pidió explicaciones sobre la Barrera Celeste que había nombrado Orthon.
"La zona cósmica", explicó Orthon, "que llamamos Barrera Celeste representa, en la práctica,
las últimas dimensiones que tienen todavía una forma análoga a la que conocéis. Más allá de ella
hay puro espacio, energía vital pura, la esencia de la vida sin más mediaciones de forma. Para
daros una idea de ello", explicó mejor, "por debajo de la Barrera Celeste, en zonas cósmicas y en
sus Universos y mundos hay muchos espacios, pero fuera de la Barrera Celeste son las
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conciencias las que hacen el espacio a medida que se sube en el Cosmos hacia la Barrera Celeste,
uno se libera de las fomas para expresar cada vez mas libremente la Conciencia Universal, se
realizan al máximo todas las potencialidades del ser que hay en nosotros, se entra
conscientemente en el seno del Padre Creador, en su Feliz Divinidad. La visión del Infinito se
vuelve cada vez más profunda y real. Pero la evolución nunca se detendrá. El Padre Creador no
tiene límites y no los ha puesto a sus hijos que quieren recorrer las infinitas vías de su Amor
Divino".
Tina hizo entonces otra pregunta: "Cuando se dice, rezando, "Padre Nuestro que estás en los
Cielos", dijo, "¿por cielo entendemos el espacio de más allá de la Berrera Celeste o también el
cósmico?".
Orthon sonrió. "Dios", respondió, "no puede ser encerrado en ningún espacio, ni cósmico ni
ultracósmico. Pero fuera de la Barrera Celeste, en la máxima pureza de la conciencia, se tiene
una visión cada vez más directa de la Esencia Divina.
"La participación en la realidad divina se vuelve cada vez más activa. Por tanto los cielos son la
misma Divinidad que hace el espacio, pero se entiende también todo espacio que hay que
alcanzar en esta ascensión hacia el Creador, fuente de todo conocimiento y de toda felicidad".
Firkon hizo un gesto que quería expresar un pensamiento de no fácil comprensión.
"Es verdad", dijo, "es cuestion de términos, de palabras, pero la realidad se concibe a grandes
líneas como os la hemos descrito. Todo lo que se expresa en palabras se queda restringido. El
Cosmos es una maravilla ilimitada. El espacio celeste es el extasis de la conciencia frente a las
infinitas posibilidades del Amor, que es el sustrato de todo, la esencia vital de todo. El Amor es la
misma Divinidad. La escala evolutiva de las energías vitales, las dimensiones, los espacios vitales,
el camino de Ia conciencia, todo, en Ia Creación, no conoce saltos y vacíos. El Padre lo ha creado
todo con dulzura infinita, gradualmente, con Amor inconcebible. Las exquisitas Leyes Universales
están al servicio de sus hijos, que El ama infinitamente. Pero ellos son tan libres y tienen tal
dignidad, como para tener posibilidad de rebelarsre y de deteriorar y trastornar este plan de
Amor y de Vida Eterna. El hombre tendrá que comprender que es una criatura cuyo único límite
es no ser Dios y que por tanto, sólo a El debe obediencia y Amor. Este pecado contra El fue el
principio del mal en el Cosmos".
Pensé que el hombre de la Tierra se comporta como si solamente existiese esta vida para él. Por
eso pregunté a Rafael: "¿No es posible hacer algo concreto para suministrar a los hombres de la
Tierra mayores pruebas de la existencia de otros mundos y de vuestra presencia en ellos?. Esto
haría reflexionar a muchas conciencias que viven en el error afirmando que fuera de la vida de la
Tierra no puede existir otra".
Rafael me miró con dulzura, pero en sus ojos había una velada tristeza que me pareció casi un
reproche.
"Tú", me dijo, "no has comprendido todavía que no serán las pruebas externas las que hagan
desistir a muchos de sus errores y del mal. Se han dado muchas pruebas a los hombres durante
todos estos milenios de historia, de sangre y de injusticias; pero fueron rehusadas, y así creció la
responsabilidad de muchos. Jesús dio millares de pruebas durante su vida pública, y también
mientras moría en la cruz, y después de su muerte. Sin embargo "pocos las aceptaron. Hoy
muchos que ven cosas tales como para hacerles comprender la realidad que os hemos explicado,
les dan una versión desviada; y cuando se sienten obligados a admitir su ignorancia, se
consuelan diciendo que un día la ciencia humana explicará estas cosas. No serán las pruebas las
que salven a vuestro mundo, sino el Amor, la paciencia, y la fe de los que estén en la Tierra más
evolucionados espiritualmente: los hombres de buena voluntad. La fuerza infinita del Amor
vencerá al mal que, contrariamente, tiene grandes límites. Cesará así vuestro camino de muerte
y de violencia. El Amor del Padre y de sus hijos fieles será la fuerza que convenza los corazones
obstinados, y entonces se abrirán las mentes al verdadero conocimiento. ¿De qué serviría
adueñarse de la verdad sin haber extirpado el error de la propia conciencia, sino para aumentar
la propia responsabilidad?. Debes comprender", me dijo dulcemente, "que la luz se da para ver,
no para dañar los ojos habituados a las tinieblas".
"Entonces", pregunté, "¿esta iluminación llegará por grados?".
"Exactamente", dijo Rafael que se había puesto más contento. "Dios no quiere oprimir a nadie y
nosotros nos comportamos según su Amor para los hijos que están en el error. Pero es
importante que se haga todo lo posible para evitar que las vías del mal lleguen al límite
establecido. Porque en este caso la recuperación será tanto más dolorosa cuanto más se hayan
alejado por el error. El dolor es la gran voz universal que reclama a la salvación. Es el eco del
dolor del Padre Dios, inmensamente más grande que todo el dolor de sus criaturas. El permite
que sus hijos en peligro sientan una migaja de este dolor divino suyo, a fin de que comprendan
que la verdadera felicidad consiste solamente en estar con El, en su verdad".
Se hizo el silencio. Nunca había pensado en el Padre Dios como a un Ser que pudiese sufrir.
Pensaba que nada podía turbar su infinita felicidad. Firkon me miraba a los ojos. Comprendí que
leía en mis pensamientos. Sonrió; luego se puso más serio y dijo: "Ciertamente querido mio,
nada puede atacar la ifinita felicidad de Dios. Pero esto no significa que al mismo tiempo no haya
de sufrir por la rebelión y por el sufrimiento de sus hijos. El sufre, sin perder por esto su
felicidad".
Luego calló pensativo. Suspiró, y con tono grave añadió: "¡Si supiérais lo que quiere decir el
sufrimiento de Dios!".
No dijo más, y lo vi doblegado bajo el peso de un gran dolor. Vi en El un gran Hijo del Padre que
expresaba todo su Amor por aquel Ser Infinito, que no merecia ser traicionado en la confianza
que daba a sus hijos como un don extraordinario, que sólo un Dios, precisamente, podía haber
dado.
Me excusé por la dureza de mi mente y de mi corazón. Rafael sonrió, y dijo que todo lo creado
es un escuela de Amor. Aseguró que el conocimiento se da a todo el que abre su corazón a la
bondad y a la sencillez.
Intervino Kalna, con su voz dulcísima; su rostro se iluminó "Las Escrituras", dijo, "hablan
muchas veces de la dimensión del corazón en la que Dios habla a sus hijos. Esta es la dimensión
del espíritu. Es la parte del ser humano relativa a la conciencia profunda. Corazón y espíritu en la
Escritura significan la misma cosa. La dimensión del corazón no conoce las complicaciones de la
mente, pero tiene la capacidad de contemplar a Dios, el Amor, la Bondad, la Verdad, la Esencia.
Cuando los hijos del Padre traspasan la Barrera Celeste y entran en el espacio puro a la
contemplación directa de la Divinidad y de sus infinitas maravillas, participan de la Vida Eterna no
ya con las complicadas estructuras de la mente, sino a través de las límpidas y trasparentes
facultades de la dimensión del corazón o del espíritu. Los hombres de la Tierra han dado un gran
valor a las estructuras racionales de la mente y han aprisionado su corazón. Se han perdido en el
laberinto de los pensamientos y han permitido al orgullo establecer su morada en las estructuras
racionales. La mente que ha caído en el error ha comenzado antes por aprisionar el corazón y
después ha proseguido su acción destructiva contra él. Pero destruir la dimensión del corazón
significa provocar la propia muerte eterna, la muerte del espíritu, la perdición. A este respecto
Jesús os dijo la verdad. Vuestra infelicidad", prosiguió Kalna, "depende del hecho de que en
vosotros mente y corazón están en conflicto permanente. O sea, habéis puesto en pugna a
materia y espíritu. Esto lo ha producido el orgullo que se alberga en vosotros. Toda pasión nace
del orgullo. Todas vuestras pasiones destructivas de la dimensión del corazón proceden de
vuestra mente invadida de orgullo. Si liberáis vuestra mente de la soberbia y os volvéis humildes
y sencillos, buenos y trasparentes como el Padre Dios os creó, habréis resuelto todo el problema
del mal y de vuestra infelicidad".
Aquí tomó la palabra Ilmuth. Sus ojos brillaban. "Estáis convencidos", dijo, "de que es dificil
despojarse del orgullo. Decís verdad, porque no conseguís ver ya, si no es a través de aquella
lente, incluso vuestra purificación. Además se os ha enseñado una purificación perfeccionista que
no es posible para vosotros, y entonces termináis por convenceros de que el camino del bien
sobre la Tierra no es posible. Esto ha sucedido porque también vuestros maestros y pastores
estaban llenos de orgullo y perfeccionismo. En lugar de eso, el camino de la purificación y
liberación del orgullo está hecho de pequeñas cosas, de pequeñas sucesivas purificaciones. Es
como oxigenar poco a poco los pulmones para encontrarse luego disintoxicados. Vuestro espíritu
tiene tales capacidades que, si diéseis cada día a vuestra conciencia un poco de sencillez y
humildad, poco a poco ella os trasformaría, y descubriríais que sois distintos a lo que creíais ser.
Pero si os abandonáis cada día un poco al mal y al orgullo, entonces vuestra dimensión del
corazón morirá sofocada sin que os déis cuenta de ello. Dios es bueno. El mira con Amor las
pequeñas cosas buenas de vuestro corazón. El no pretende mucho para atraer a la salvación a
sus hijos extraviados. Pero también para salvarse de la soberbia no hay que ser soberbios.
Humildad y sencillez llevan a la humildad y a la sencillez. Amor y paciencia llevan al Amor y a la
serenidad. No queráis pensar demasiado en vuestra maldad, sino más en la bondad del Padre
Dios y en la de sus hijos fieles que obran para vuestro beneficio en su nombre".
Rafael volvió a tomar la palabra. "La mente", dijo, "tiene la capacidad de retener, elaborar y
modificar los contenidos de la dimensión del corazón. Pero las facultades de la mente racional,
bien usadas y no en oposición a las voces del espíritu, pueden ayudar al corazón a expresar sus
contenidos. La mente se vuelve una trampa cuando deforma y reprime estos contenidos. Ya
tenemos entonces a corazón y mente enemistados, mientras la infelicidad y la enfermedad
penetran para expresar mucho dolor en vuestra existencia".
"La mente, os lo repito, puede volverse enemiga del Amor Universal y de las Leyes del Padre
Dios y entonces puede matar el Amor en el corazón del hombre. El camino que se os indicó es
éste, lo repetimos, de la sencillez, de la humildad y de la bondad. Desead estas cosas para que el
Padre os las conceda. Pedidlo y veréis llegar la salvación."
Ilmuth prosiguió: "Para quien ama el bien, no existe la muerte, en ninguno de sus aspectos.
Pensar que con la muerte del cuerpo material todo acabo es un gran error, fruto de ceguedad
interior y de ignorancia. Morir es nacer en otros planetas con un nuevo cuerpo; es realizar nuevas
formas de vida ya presentes en vosotros potencialmente. Nacer en nuevos mundos es realizar
una conciencia más evolucionada, ser más felices con un conocimiento mayor y con mayor
posibilidad de vida".
"Jesús puso en guardia a los hombres de la Tierra para que no matasen al Amor en su corazón
con la soberbia y con la hipocresia de su mente; porque esto significa retroceder hasta el punto
de no poder nacer en planetas más evolucionados, sino con el riesgo de encontrarse en
situaciones tan involucionadas que se pueden comparar al estado de muerte. El dolor del Padre
por estos hijos que se pierden es tan grande que ellos lo sienten, y su sufrimiento aumenta con la
imposiblidad de su voluntad para salir del cepo del mal que les aprisiona. Para algunos hermanos
obstinados que hacen cosas tan absurdas en perjuicio propio y de los hermanos, convirtiendose
en verdaderos demonios, ¿cómo no hablar de muerte?. Siempre hay esperanza y salvación, pero
no es justo aprovecharse de la libertad y de la magnánima bondad de un Padre tan adorable.
Esto puede costar un gran sufrimiento, porque El es también justo. ¡Ay de nosotros si no fuese
así!".
Se hizo un silencio que me pareció una amonestación. El sol estaba ya traspuesto y las
montañas se habían coloreado de un azul oscuro. El valle mostraba una dimensión más íntima.
Rafael dijo que era hora de marchar, pero nos prometió también que pronto nos encontraríamos
otra vez.
"Todavía tenemos que deciros muchas cosas", dijo. La tarde avanzaba hacia el crepúsculo sobre
todo el paisaje.
Nos saludamos como viejos amigos disgustados por tenerse que dejar.
Rafael nos invitó a que nos alejáramos unas decenas de metros. Vimos abrirse la puertecilla del
disco y una luz blanquísima salió de él iluminando la vegetación circundante. Entraron todos
saludando afablemente con la mano. Luego la puertecilla se cerró silenciosamente, y el disco se
elevó de repente a una velocidad increible. Poco después desapareció. La hierba del prado había
quedado aplastada y era levemente acariciada por el viento.
Capítulo 9.
UNA LUZ EN EL MAR.

La tarde del 15 de junio estaba en casa y leía un fragmento del Génesis cuando percibí el
contacto cósmico. La voz de Firkon me invitó a trasladarme a Nervi con Tina y los amigos. Como
de costumbre, aparcamos en las proximidades de la estación. Paseamos durante mucho tiempo;
pero nada sucedia. Sin embargo, yo estaba tranquilo: estaba seguro de que los Hermanos
vendrían.
Nos fuimos al interior de la villa, y después volvimos al paseo junto al mar.
Gianna dijo que estaba dispuesta a quedarse toda la noche, con tal de ver algo. Le respondí que
la paciencia siempre es premiada; pero en mi corazón empezaba a temer que por alguna razón
no aparecieran.
Pero de repente vimos una luz blanca procedente del mar, por la parte de la costa de San
Fructuoso. Paolo, entusiasmado lo dijo gritando y yo tuve que invitarle a la discreción.
La luz se acercó hasta detenerse a unos cincuenta metros de la orilla del paseo. Ahora el disco
estaba allí, bien visible para todos, y Paolo y Gianna decían en alta voz: "¡Son ellos de verdad!
¡Son los Hermanos!".
Paolo tenía un nítido contacto cósmico, y era informado exactamente y con anticipación de las
fases del encuentro.
"Ahora se enciende la luz blanca de abajo", decía Paolo. Y en efecto, la luz se encendió. “¡Ahora
aumentan las luces!". Y la luz aumentó. " ¡Ahora disminuyen las luces!". Y las luces
disminuyeron.
Y continuando así, Paolo anunció en alta voz las luces rosas, verdes y azules, que puntualmente
se encendieron.
El disco se volvió muchas luces de colores; entonces se fue en dirección sudoeste,
desapareciendo en el horizonte.
En contacto cósmico me llegó la voz de Rafael que me recomendó discreción y nos invitó a que
nos fuéramos.
Temía que la gente que había asistido a la aproximación del disco pudiese entretenernos y
hacernos preguntas, pero Rafael me aseguró que esto no sucedería.
A mi derecha tenía dos personas ancianas, que habían quedado con la boca literalmente abierta,
mirando el cielo. Probablemente no consiguieron darse cuenta de lo que realmente había
sucedido. Quizá creeran que era un extraño avión.
Pensaba darles algunas explicaciones, pero Rafael me invitó a que no lo hiciera. Obedecí y nos
fuimos de allí con una gran alegría en el corazón.
Capítulo 10.
LA MUJER SUBLIME.
El siguiente encuentro tuvo lugar en la gran llanura entre los campos de trigo. Habíamos
tardado varias horas en llegar hasta allí en automóvil. Como siempre, nos guiábamos por el
contacto cósmico. El tiempo era bueno y hacía calor. Alguna nube grande ocultaba a veces el sol.
Llegados al lugar, dejamos el vehículo y nos adentramos a pie entre los campos. La bóveda
celeste aparecía extensa, en relación con la que se ve en lugares montañosos a los que
estábamos acostumbrados en los encuentros anteriores. De repente asistimos al paso de varias
formaciones de discos, una cantidad de medios espaciales que nos dejó pasmados. Cada vez que
pasaban aquellas formaciones se producía un zumbido extraordinariamente imponente y
agradable, que vibraba como una innensa estereofonía celeste.
Después vimos venir a la astronave desde un punto del cielo. Se acercó y quedó suspendida a
varios cientos de metros del suelo cubierto de espigas doradas: de ella salió un disco tan grande
y bello como nunca lo habíamos visto antes. Como siempre, Tina lanzaba exclamaciones de
alegría. El objeto del espacio se posó sobre el pequeño prado que dividía en dos el campo de
trigo. De él salieron Rafael, Firkon, Orthon, Kalna, Ilmuth y una joven de extraordinaria belleza,
que nos impresionó profundamente. Vestían todos sencillamente con amplios "chandals" y largas
vestiduras hasta los tobillos. El tejido parecía ligero y sin costuras y los colores variaban desde el
beige al azul fuerte, del violeta al celeste. La mujer vestía de azul pálido, su cabello era castaño
claro y le caía por la espalda.
Llevaba un par de sandalias que parecían doradas, pero el color producía reflejos tornasolados,
por lo que a veces aparecían colores que no sabría describir. Por su aspecto demostraba unos
veinticinco años. Sus ojos, de color azul, eran dulcísimos y expresaban una belleza y una bondad
indecibles. Todo su ser emanaba una suavidad y una grandeza sublimes. Se dirigió con mucha
gracia, naturalidad y sencillez hacia nosotros.
"Sed bienvenidos a este encuentro que deseábamos desde hace tiempo", dijo con voz dulcísima.
Rafael sugirió que nos sentásemos a la sombra de un árbol grande, que surgía en el limite del
pradillo entre los dos campos de trigo. El gran disco estaba a unas decenas de metros de
nosotros y solamente podíamos verlo de pie, porque al sentarnos las espigas de trigo nos
tapaban la visión.
Cada uno encontró un sitio bastante cómodo. La dulce muchacha se sentó sobre una piedra
cubierta de hierba. Rafael dijo que la astronave, la cual aparecía aún inmóvil en el cielo, estaba
protegida por un campo magnético que la hacia invisible a la vista humana.
Los Hermanos expresaron su alegría de estar con nosotros, y nosotros hicimos lo mismo. Luego
hubo silencio y la dulce Señora del espacio dijo:
"Cuando se os permita viajar por el espacio en nuestras astronaves, os diremos otras cosas que
nos importa muchísimo trasmitiros. Esta misión tiene el objetivo de daros conocimientos y
ofreceros experiencias que os pongan en disposición de trasmitir a vuestros hermanos de la
Tierra nuestro mensaje. Toda la vida universal está en comunion. Cuando un planeta esta en
peligro y amenaza la paz y la armonía de toda la familia del Padre, nosotros obramos en su
nombre para salvarlo".
Estabamos todos vueltos hacia ella y escuchábamos con la mayor atención. El sol tenía reflejos
rojizos que coloreaban su rostro resaltando su maravillosa belleza, mientras sus palabras y sus
gestos expresaban una gran sabiduría y conocimiento.
"El bien", continuó, "produce otro bien, la alegría difunde alegría. El Amor produce Amor y el
conocimiento, otro conocimiento. Toda la vida universal está en movimiento. La misma Ley vale
para el mal, que produce otro mal, si no sirve para comprender su inutilidad y daño. En vuestro
planeta el mal ha producido ya tanto mal como para llevar a cabo muerte y destrucción como
nunca se vieron antes. Pero estamos aquí para aseguraros que se hará cuanto sea necesario para
vuestra salvación".
Calló, y esto tuvo el efecto de aumentar, si era posible, nuestra atención.
"Todos los hijos del Amor Universal trabajan ahora en favor de vuestro planeta, que atraviesa
un gran peligro. Pronto los hijos de la Tierra se encontraran con un dolor nunca visto en su
historia".
Ahora la maravillosa mujer hablaba despacio, y la tristeza oscurecía su rostro, volviendo
melancólica su voz. Sin embargo, nunca disminuía en ella la majestad, que antes bien se realzaba
mucho más.
"Nosotros", prosiguió, estamos descontentos del comportamiento de los hermanos de la Tierra.
En ocasiones hemos dado varias advertencias, y no han faltado signos. Sin embargo, los
fabricantes de la muerte y de la destrucción han ido adelante en sus tremendos proyectos, y los
demas han vivido sin preocuperse demasiado, interesados solamente en sus cosas. El Padre no
puede ya tolerar la necia obstinación de muchos hombres de la Tierra, y pronto ellos mismos se
darán un gran castigo que servirá para purificar los corazones, pero además para detener
instantánea e irreversiblemente la destrucción de las maravillosas realidades creadas en el
planeta".
La sublime mujer del espacio explicaba lo que consideraba apremiante con sorprendente
precisión". Dirigimos a los habitantes de la Tierra una última invitación para que todos los que
tienen en el corazón el triunfo de la bondad, el retorno a las cosas sencillas y profundas de la
vida, se unan a nosotros, nuestro trabajo por su salvación".
No podremos dar nuevos conocimientos a los hijos de la Tierra mientras que no renuncien
definitivamente al mal que hay en ellos. Pero la Tierra no puede quedar en el grado en que se
encuentra: es necesaria una nueva era para llevar a toda la humanidad a que cumpla el
adecuado paso evolutivo que la salve de milenios de historia de sangre y ruina. Nosotros", dijo
con voz suave y llena de sentimiento, "invitamos a todos los hombres de buena voluntad a
levantar los ojos al cielo, a ser mejores aunque sólo sea unos pocos minutos cada día, a abrir
tambíén por lo menos un resquicio a la bondad y a la humildad, a fin de que sus ojos se puedan
abrir y ellos puedan ver claramente toda la peligrosidad de la situación actual en la Tierra.
Entonces, y solo entonces, podremos hacer que penetre en sus corazones nuestro mensaje de
esperenza y de salvación. No es necesario hacer mucho, pero sí un poco en cada corazón y en las
simples acciones de cada día".
Suspiró y dijo aún: "Nadie, absolutamente nadie en la Tierra puede ya salvar al planeta de la
ruina a la que la han llevado los hombres insensatos. La salvación vendrá del cielo; pero
necesitamos la colaboración de todos, un poco de bondad y conversión al bien que cada uno
puede realizar en si mismo y donde vive cada uno puede poner una pequeña piedra; nosotros
reuniremos muchas piedras y después haremos lo demás a fin de que se edifique para el futuro el
edificio del Amor y de la salvación. Nuestra aflicción por vosotros", suspiró tristemente, "es una
pequeña parte de la del Padre. Os estáis acercando a los últimos tiempos de una historia que ha
llegado al límite extremo concedido por la justicia de las Leyes Universales del Padre y no os dáis
cuenta de ello: sois como ciegos. Nosotros os llamamos continuamente, y no lo oís, como si
fuéseis sordos. No queréis ya rogar a quien puede salvaros porque estáis impedidos por vuestra
falta de humildad y os dirigís hacia un precipicio sin precedentes sin preocuparos. Queremos que
os déis cuenta y que hagáis lo que exigen las Leyes Universales a fin de que podamos evitaros
mucho dolor. Sin embargo, esto será inevitable, para que pueda surgir en el planeta un nuevo día
que verá vencido al mal y al dolor para siempre, pero es posible evitar lo peor; quizá es todavía
posible. Este es el último gran mensaje de Amor y de salvación que damos para despertar
vuestra conciencia a las cosas que van a suceder".
Sus ojos encontraron los mios, y después los de Tina. Me sentí trastornado. Pensé que si éste
era el último aviso, las cosas estaban ya en un punto de enorme gravedad. Tuve un rnomento de
depresión, mitigado sin embargo por la dulzura y la grandeza de aquel rostro. "Nunca nos
creerán", dije, "ninguno querrá creer que nos habéis dado una última advertencia para la Tierra
en peligro".
"Los hechos que dentro de poco sucederán rebasarán el orgullo de muchos, y los ánimos
estarán más dispuestos a escuchar porque verán cada vez más que los acontecimientos
concuerdan con lo que diréis. Cuando Dios pidió a Moisés que condujera a su pueblo fuera de la
esclavitud, y Moisés hizo constar su incapacidad para que le creyeran, el Señor le eseguró que le
creerían porque verían confirmarse sus palabras. Ciertemente que vosotros también tendréís que
sufrir la burla y la contradicción de muchos, y vuestras palabras no podrán hacer que se corrijan
los hombres sin humildad. Pero lo diréis igualmente, y nosotros os ayudaremos. Es urgente
reclamar a todos a la realidad, e instar a cada uno a cambiar su propio corazón y su propia vida
con sencillez y bondad, aunque sólo sea un poco cada día. También os enseñaremos a orar como
es debido y todos comprenderán que orar es lo más bello que pueden hacer los hijos del Padre.
No hay nada mis simple y más grande que ponerse en contacto con toda la fraternidad del Amor
Universal de los hijos del Dulce Padre Creador. Esta es otra de las cosas que tendrán que hacer
los hombres de la Tierra con sencillez y bondad para obtener la salvación".
No comprendí mucho sus últimas palabras. Ella leyó mi pensamiento y dijo: "Orar significa
elevar el propio corazón al cielo, al Creador, a nosotros que somos sus hijos fieles. Orad y
hacedlo como lo sintáis, como queráis; pero orad. Para hacer una oración basta poco".
Y prosiguió: "Este tiempo de la Tierra se predijo hace milenios. Se os dieron signos para
reconocerlo y estos signos existieron y existen todavía. Pero los hombres están demasiado
ocupados en sus provechos egoístas, están demasiado distraídos por sus ansias y por una
voluntad de proseguir en su camino desviado. De estas cosas os hablaremos más adelante a
bordo de nuestras astronaves. Por ahora os digo que un tiempo maravilloso va a surgir en la
Tierra. Vendrá la era predicha en la que todos los sueños de los buenos se realizarán, no habrá
ya muerte, ni enfermedad, ni sufrimiento. La justicia estará viva en el corazón y en la vida de los
hijos de la Tierra. Pero los hombres tienen el poder de atraer al fin de los fines del planeta, si lo
quieren destruir irreparablemente. Nosotros intervendremos para salvar a las víctimas de tanto
suplicio. Depende de todos vosotros el evitar tal catástrofe y permitir que en la Tierra pueda
haber, después de la tormenta, un tiempo de paz y alegría por la vía del conocimiento y a la
espera de pasar a planetas más evolucionados. En caso contrario, este tiempo lo llevaremos a
cabo igualmente, pero podría ser brevísimo. En realidad, los acontecimientos se escribieron, pero
la hora y la duración sólo las conoce el Padre Dios; y esto porque la libertad de todos los hijos del
Creador es una verdad no ficticia. Después se cumplirán todas las profecías que anuncian el fin".
Mi mente luchaba con mi corazón, que había captado plenamente el sentido de sus palabras. La
Señora del Espacio sonrió y me reanimó.
"No tratéis", dijo, "de querer comprender ahora las cosas que se os aclararán después. Os
prepararemos un poco cada vez para que no os confundáis. También os ayudaremos a poder
captar las grandes cosas que se os revelarán. Esto es necesario, y nunca habéis de temer por
vuestro equilibrio interior: os daremos paz y serenidad, fuerza y valor. Vosotros mismos
quedaréis maravillados de ello".
Le quedé agradecido y vi que también el rostro de Tina se abría en una expresión más relajada.
Lo que había oído me parecía más grande que mis pensamientos y un resquicio de asombro iba
abriéndose camino en mí. Ahora me sentía fortalecido y no tenía duda acerca de la ayuda para
nosotros y para los hermanos de la Tierra que se abrieran a su mensaje tan grande, acerca de la
ayuda de aquellos seres maravillosos y de la Señora del Espacio.
"Se hará cuanto sea necesario", dijo todavía, “pero pronto se cumplirán las palabras del profeta
y toda la Tierra se sorprenderá de ello".
Su rostro asumió una expresión como de quien medita palabras escritas en el propio corazón.
"He aqui", dijo con voz segura, "que voy a crear cielos nuevos y una nueva Tierra. Ya no se
recordarán las cosas del pasado, ellas no volverán más a la mente a nadie. Y se vivirá siempre en
la alegría".
Calló de nuevo, y su rostro tenia una expresión de una amabilidad extraordinaria. Miró a los
ojos de Tina con dulzura y después, volviendo su cabeza hacia todos, como si quisiera hablar a
todo el género humano de los terrestres, añadió: "El lobo y el cordero: pacearán juntos, el león
comerá la paja como un apacible buey. Ya no habrá mal sobre la Tierra, ni destrucción. Esto es lo
que pronto sucedará en la Tierra despues de las cosas que van a ocurrir".
"Quisiéramos", prosiguió, "poderos hablar de todo lo bello que os espera, pero no podemos
dejar de llamar la atención al mundo sobre la realidad actual. A causa del egoísmo de muchos
habrá guerras y destrucciones y tendréis que pasar a través de una dolorosa purificación antes de
que se vuelvan realidad las palabras que os he citado. Rogad que se abrevie el tiempo del mal".
Rafael tenía una expresión triste, y los demás también. Veía en sus rostros sublimes una viva
participación en las palabras de la Mujer del Espacio. Ella encontró sus miradas, dibujando una
dulce sonrisa. Luego continuó: "Sodoma y Gomorra fueron realmente destruidas por el fuego
para una salvación superior a la de la materia que habian depravado. Nosotros estamos aquí para
anunciar a todos los hijos de la Tierra un inminente castigo. Si hoy nos presentásemos como
entonces, no sufriríamos mejor suerte que los hermanos que fueron enviados a anunciar el
próximo fin. Los hombres corrompidos de aquella ciudad querían usar la violencia contra nuestros
enviados. Hoy cabe esperar una suerte peor: los mejores reirian indiferentes".
"No seremos nosotros", añadió, "los que intervengamos con el fuego, como entonces, para
impedir que se abra bajo vuestros pies un abismo: el castigo os lo estáis preparando vosotros
solos. Nosotros usaremos el fuego para dar nueva vida a la destrucción que produciréis
estropeando el planeta. De nada serviría quitaros las armas mortíferas que tenéis preparadas,
porque os pondríais a producir otras. Los efectos de muerte y destrucción de aquellas os
castigarán y os pondrán en condiciones de comprender. El planeta resurgirá, para aquellos que
hayan merecido habitarlo durante un nuevo periodo de tiempo. La Tierra será entonces otra vez
Jardín del Edén". Recordé la visión de los efectos de la guerra nuclear que los hermanos me
habían presentado. Mi ciudad y otras ya no existían; y después de la purificación del fuego,
hierba y plantas habían vuelto a crecer. Casas esparcidas y hombres que cultivaban la tierra,
animales y escenas de bondad y sencillez me habían llenado el corazón de alegría y de
sensaciones de Amor. Había visto llegar a los Hermanos y entretenerse con aquellos hombres
nuevos de la Tierra. Habia escuchado también una conversación entre los Hermanos y los
terrestres. Había comprendido que no se pasaría mucho tiempo sin que una evolución rápida
llevase a nuestro planeta a las grandes realidades cósmicas.
Algunos hombres que vivían donde en otro tiempo estaba mi ciudad actual habían subido a
bordo de astronaves; estas imágenes que se me habían mostrado pasaban veloces por mi mente
y se ponían en relación con las palabras que la Mujer del espacio acababa de pronunciar. Volví a
ver lo que antes se me había mostrado. Hombres que huían a las montañas, mientras en la
llanura reacciones en cadena de las explosiones nucleares producían una horrible destrucción.
Había visto llegar discos volantes y astronaves a millares. A hombres, mujeres y niños se les
hacía entrar por las portillas abiertas, otros eran absorvidos y levantados de la tierra, porque ni
siquiera habia tiempo de aterrizar para la operación de salvamento. Volvía a ver estas cosas y me
parecía que las palabras de aquella maravillosa Mujer del espacio tenían un positivismo y una
precisión sin igual.
Esperó a que se aplacasen mis pensamientos y mis emociones y después continuó diciendo:
"Desgraciadamente hoy los hombres de la Tierra creen que las Escrituras son cuento y se
esfuerzan en convencer a sus semejantes de que cuanto se escribió es solamente simbólico. Este
es un mal grave que llevará a los hombres a una ceguera mayor".
Volvió a hablar en voz más baja. "Se burlaron de Noé", dijo, "cuando anunció el diluvio, que
llegó después. Está escrito que equello sucedió por la corrupción de las almas. Cuando se
arruinan las propias energias espirituales, la vida material y cósmica conectadas estrechamente
con el espíritu sufren todas las consecuencias de ello. Toda contaminación espiritual produce
contaminación en las otras dimensiones, que viven en comunion con el espiritu. Vuestro planeta
está cada vez más contaminado porque lo está vuestro corazón. La maldad, y por tanto la
contaminación de los hombres en tiempo de Noé, produjo aquella catástrofe. Hoy estáis
consiguiendo una mucho peor por sus consecuencias. Os damos todavía estas últimas
advertencias con la esperanza de que os arrepintáis, pero no queremos ya exponer a nuestros
Hermanos como hicimos en Sodoma y Gomorra cuando los hombres de aquella ciudad intentaron
usar la violencia contra nuestros mensajeros".
Su voz se hizo más firme, incluso sin perder su suavidad. Un gesto de las manos acompañó sus
palabras.
"Vosotros", "exclamó, "creéis ya cada vez menos en las profecias que se han cumplido en todo
tiempo. Pronto la lamentación sobre Babilonia será una realidad sobre la Tierra. Han pasado ya
los tres ángeles del Apocalipsis para advertir al hombre de lo que sucederá, pero ninguno, o
pocos, les han acogido y escuchado. Desde hace tiempo la plegaria de los mártires ha obtenido el
fin en la Tierra del dolor y la injusticia de los hermanos buenos. Ha sido ya quitado el séptimo
sello para quien tenía y tiene el poder para hacerlo. Ahora, por la insensatez y la terquedad de
muchos, la Tierra oirá los siete truenos y beberá los siete cálices que contienen las siete plagas.
Pero este tiempo se abreviará mucho por las oraciones de los buenos, como fue escrito".
Vimos llenarse de lágrimas los ojos de la bella Señora. Le brillaron en las pupilas y en las
pestañas como gotas de luz. Tina lloró, y le dijo que quería consolarla por tanto dolor de su
corazón. Yo estaba confuso, y me decia que nunca conseguiría comprender como podía
importarles tanto nuestra causa a aquellas sublimes criaturas. En ellas sólo habia Amor, y
ninguna violencia, ni siquiera contra los grandes males de la Tierra que tanta tristeza causaban a
Cosmos. Pensé en el dolor del Padre y consideré justo que aquellos hijos que tanto lo amaban se
afligieran así. Sin embargo mi mente continuaba turbada. Comprendía y no comprendía. Me sentí
conmovido.
La Señora se dirigió a Tina que lloraba y le consoló.
"Todos los hombres de la Tierra", le dijo, "que amen la verdadera justicia y el triunfo del Amor
del Padre Universal no tienen nada que temer. Si ayudamos a un pueblo en el desierto, imaginad
ahora qué ayuda y qué asistencia ofreceremos al género humano que se acoja bajo la bandera de
Dios Omnipotente en el desierto sin precedentes de este fatal momento histórico. Nos tendréis
sobre vosotros y con vosotros. Nunca Os abandonaremos, y por vosotros conseguiremos poner a
salvo a muchos hermanos que de otro modo se habrían perdido".
Tina se secaba los ojos.
"En aquel tiempo", continuaba la Señora del Espacio, "estuvo Moisés para conducir al pueblo
que queríamos salvar de la esclavitud. Existían motivos muy grandes para decidirnos a hacerlo.
Hoy es la hora de la Verdad Universal para vosotros, y un nuevo Moisés pondrá a salvo a todos
los que lo quieran, sin distinciones de raza ni de pueblo. El será capaz de leer en cada corazón
aun el más mínimo anhelo de bondad y de justicia que son sinónimos de Amor Universal".
La Mujer calló, y Rafael se animó tomando la palabra.
"Está escrito", dijo, "que, en aquel momento, dos hombres estarán en el campo: uno será
tomado y el otro dejado. Dos mujeres molerán en el molino: una será tomada y la otra dejada.
Nosotros salvaremos a quien esté en condiciones de poder ser salvado. No podremos usar la
violencia contra nadie, ni siquiera con objeto de salvarle. No se puede llevar a los hermanos a
mundos que no son de su agrado. El Padre no obliga a nadie a ir a El por la fuerza. Cada uno lo
hace y lo hará libremente, por su propia elección. Puesto que la hora se acerca, es preciso que se
reflexione para que aquel momento que la locura del hombre está preparando no sorprenda a
ninguno".
Firkon levantó la mano para tomar la palabra:
"La Escritura nos pone en guardia", dijo, "para que no seáis hipócritas. Se os dijo que los signos
en el cielo os anunciarían el nuevo tiempo del Amor en la Tierra, precedido de cosas terribles. ¿No
os parece que son estos los signos predichos? Nuestras astronaves y nuestros discos se muestran
cada vez en mayor cantidad a los terrestres. En el cielo os mostamos luces en movimiento y
signos en el sol, en la luna y en las estrellas. Muchos hombres de la Tierra asisten a hechos
extraordinarios. ¿No os parece que desde hace tiempo os estamos anunciando el cumplimento de
todas las profecías? Los signos ya están en lo alto del cielo. Fenómenos predichos por Juan, como
las aguas que se enrojecerian en los mares y en los rios, ya se han cumplido. Ya se ha realizado
cuanto tiene poder para matar a los hombres de la Tierra y dejar intactas las cosas, Estas y otras
cosas, si prestáis atención a ello, os confirmarán que ya estáis en el tiempo profetizado".
Orthon suspiró y dijo: "Rumores de guerra y pueblo contra pueblo nunca estuvieron en las
condiciones actuales, en las que es posible la destrucción total del planeta. No ver es ceguedad y
no oir es sordera. El que vino a anunciaros estas cosas nos invitó a comprender y a no ser
hipócritas. Comprendéis lo que os interesa según los esquemas humanos. Ensanchad por tanto
vuestro corazón y abrid vuestra mente a las cosas que van más allá y que podrán hacer vuestra
verdadera felicidad".
Orthon se quedó tranquilo, y comprendi que había acabado de hablar. La bella Señora del
Espacio se levantó y todos la imitamos. El sol estaba ya bajo, apenas velado por vapores
esparcidos que teñian el cielo de matices rojizos. Nos acercamos al trigo y la Señora acarició
algunas espigas. Luego se detuvo y se dirigió a nosotros:
"No temáis: ningún hombre de buena voluntad deja entrar en su corazón miedo y turbación.
Para quien ama la paz y la verdad pronto habrá gran fiesta. Ni un cabello de vuestra cabeza será
tocado sin un motivo real con el conocimiento del Padre Universal. Vivid con esta certeza y llenad
vuestro corazón de esperanza y de paz". Dio algunos pasos hacia el disco que se veía a través de
las espigas. Era majestuoso y reflejaba el color rojizo del cielo sobre las paredes redondeadas de
la cúpula, que no sabía si eran de metal y de vidrio fundidos al mismo tiempo. No tenía luces
encendidas, pero parecía una luz dispuesta a aumentar su luminosidad. Nos detuvimos. La Mujer
sublime me miró con sus ojos dulcísimos: de sus pupilas fluía una luz que penetraba
profundamente en mi ánimo y me daba una alegría y una sensación de emoción indecibles.
"En Fátima", dijo, "millares de hombres asistieron al gran signo apocalíptico del sol. Dos grandes
guerras han sido signos inequívocos de la verdad del mensaje que yo os he comúnicado y que no
era más que una explicación de las Escrituras en vuestro tiempo. Estáis recorriendo el tiempo que
precede inmediatamente al Reino de los Mil Años profetizado por Juan. Pronto conoceréis qué
quiso profetizaros él cuando habló de este reino, y en el puso la primera resurrección. Sabréis
qué significa para los supervivientes ser arrebatados entre las nubes para ir al encuentro del
Señor en el aire. Pronto surgirá el nuevo día", añadió con voz firme, "en que en la Tierra habrá
una nueva humanidad. Los animales ya no serán feroces, ni venenosos, ni nocivos. Vuestro pesar
por los hechos luctuosos que os esperan se mudará en una alegría inconcebible ahora para
vosotros. Estaremos con vosotros hasta que se cumplan estas cosas y después más aún, en la
nueva era del Amor Universal sobre vuestro planeta". Estaba seguro de que la volveria a ver.
Rafael dijo que había llegado la hora de la despedida. El disco acogió aquellas figuras sublimes
venidas del espacio, se levantó en el aire contra el cielo rosado, dio la vuelta ligero y volvió a
entrar en la astronave suspendida sobre los campos de trigo. Esta se disparó hacia el sol variando
sus coloraciones en azul y anaranjado. Quedamos admirando la puesta del sol que parecía un
incendio sobre la llanura.
Capítulo 11.
EL PRODIGIO DEL SOL.

El 29 de Junio de 1980 invité a los amigos a una excursión a Bracco; y con ellos, por primera
vez, vino también Gianna. Sabía que los Hermanos nos darían un signo de su presencia, y por
ésto acordé con Tina que me adentraría solo por la montaña, esperando aunque sólo fuese un
breve encuentro.
A las tres de la tarde salíamos del control de peaje de Levante para subir a las montañas.
Después de algún tiempo, llegamos a un claro entre dos pinadas. Aparcamos los automóviles y
subimos a pié por la abrupta costa. Allá arriba todo era muy bello, y los ánimos estaban
alegremente excitados.
Cuando llegamos a lo alto, nos sentamos en la hierba para tomar un bocado a la espera de que
los Hermanos del Espacio se mostrasen de algún modo. Más tarde, puesto que nada sucedía, me
relajé, y subí un poco más arriba. Entretanto vi formarse en el cielo una nubosidad irregular, y el
sol se escondió detrás de las nubes: comenzó a bajar una niebla cada vez más densa, mientras la
temperatura bajaba repentinamente. Comencé a estar preocupado del silencio por parte de los
Hermanos: no habíamos captado ningún contacto. Volví a bajar donde estaban Tina y los otros.
Allí hacía menos frío, pero el aire no era caliente y la humedad molestaba. Rogué mentalmente a
los Hermanos para qué nos diesen al menos un signo de su presencia, pero el silencio se prolongó
hasta las cinco. No lograba explicarme qué estaba sucediendo, y me asaltó la duda de haber
comprendido mal alguno de sus mensajes. Me excusé con los demás, y les dije que no sabía qué
pensar. Los Hermanos no daban señal de darse cuenta de nuestra pena. La niebla bajaba cada
vez más densa, y yo propuse que volviésemos a los automóviles a la espera de alguna indicación.
No había terminado siquiera de hacer esta proposición, cuando oí en contacto cósmico la voz de
Rafael, el cual me dijo una frase que ya había oído otras veces. "Hombre de poca fe", me
reprochó dulcemente, "¿por tan poco te disilusionas? Esperad aún. Mientras tanto os mandamos
un poco de sol".
Después de algunos minutos la niebla empezó a aclararse, y un templado sol calentaba el aire
cuya temperatura subía sensiblemente. Me sentí verdaderamente un hombre de poca fé y admití
delante de todos mi impaciencia.
Nos trasladamos todos más arriba, hasta el lugar donde yo había ya subido solo. El cielo se
había puesto azul y los negros nubarrones se alejaban cada vez más. Estábamos más alegres:
Nico tenía ganas de reir, quizá excitado por la alegría de sentirse en contacto con los Hermanos
del Espacio. Nos sentamos sobre la hierba, y yo me puse a admirar aquel paisaje extraordinario
formado por pinos y helechos, por muchas plantitas pequeñas y medianas, y admiraba el color de
la hierba, que no era ya tan tierno como en la primavera, pero mostraba todavía su fresca
juventud.
Mientras cada uno de nosotros participaba a su modo en aquella fiesta de la naturaleza, Gianna
dio un grito: "¡Mirad al sol!", exclamó.
La luz de alrededor había disminuido sensiblemente. Delante del sol, una gran esfera giraba
vertiginósamente y hacía aparecer que el mismo sol hubiese comenzado a rodar sobre si mismo.
Al principio experimenté una sensación de temor, pero después miré serenamente aquel
espectaculo, mientras la luz disminuía posteriormente en toda la zona.
"Si hubiéseis mirado antes hacia el sol", dijo Rafael en contacto cósmico, "nos habriais visto ya.
Pero ahora queremos daros el saludo del Padre Dios Creador del Sol que da vida a la Tierra por
su voluntad".
Mirabamos sorprendidos aquel insólito espectaculo, haciendo, de vez en cuando, comentarios de
admiración. Nico llevaba consigo las gafas de sol, y todos nosotros probamos a mirar al globo
rotatorio a través de aquellos lentes. Se veia todavía más nítidamente girar el disco centrado en
el sol; y después que se miraba un poco, todo el sol parecia girar sobre si mismo.
Puesto que esto no parecia terrninar, me senté sobre la hierba. Tina vino a mi lado, y en voz
baja comentábamos aquellos signos en el sol.
"La palabra Apocalipsis", decía Tina, "me da miedo, aunque se nos haya explicado bien que no
tenemos nada que temer. Lo importante es que muchos hombres comprendan que han de
abandonar el mal para ser salvados".
"Si nosotros mantenemos fijo nuestro pensamiento en las cosas maravillosas que existen en la
creación", le respondí para reanimarla, "y permanecemos unidos a los operarios del Amor y de la
salvación, podremos ayudar a los demas y ante todo a nosotros mismos".
Gianna dijo que creia en el triunfo del Amor Universal, más fuerte que todo mal. Nico afirmó que
para él era dificil concebir una idea de justicia entendida como castigo. Así cada uno expresó su
parecer.
El sol continuaba en su espectaculo y el disco que el giraba delante de él aparecía cada vez más
nitidamente. Propusimos elevar una oración al Padre. Gianna formuló una que le salió del
corazón. Le dio gracias por habernos dado la vida, la Tierra, el sol y por los Hermanos del
Espacio, tan elevados y buenos.
Tina le rogó para que las mentes de los hombres fuesen iluminadas por el Amor Universal y se
renunciase al mal en toda la Tierra para el advenimiento de la nueva era de paz. Recitamos al
Padre Nuestro. Estabamos conmovidos, y cada uno sentía en su propio corazón el cariño y el
poder de aquel Padre tan Grande y misericordioso.
De pronto Nico gritó: "¡Mirad hacia el sol!". Ahora el sol continuaba girando ya sin el disco
delante, que se había desplazado lateralmente, sin salirse del todo de su circunferencia
incandescente. Ya no era fácil dirigir los ojos hacia aquel foco, pero todavía era posible. Después
el sol y el disco fueron dos cosas distintas, y todo volvió a la normalidad, incluida la luz del
ambiente.
"¡Esto ha sido un don del Padre Dios para nosotros!". exclamó Gianna.
"Estos signos del cielo deberían hacer reflexionar a los hombres de la Tierra", decía Tina; pero
los demás no podían comprender lo que a nosotros se nos había explicado más ampliamente.
Volvimos al valle cuando ya era de noche y nos cansamos bastante para volver a encontrar el
lugar en el que habiamos aparcado los coches.
Capítulo 12.
A BORDO DE LA ASTRONAVE.
La tarde del 27 de Julio hubo un nuevo encuentro. Después de una ligera subida, la luz del disco
nos señaló la presencia de los Hermanos del Espacio. Rafael nos vino al encuentro y nos condujo
hasta el disco, que estaba apoyado en tierra entre los árboles. Por la portezuela abierta, una luz
blanquísima me iluminaba el prado. Leyéndome el pensamiento, Rafael me aseguró que no
"sufriría ninguna molestia, ni mareos. Visto de cerca, el medio espacial aparecía majestuoso, y
una luz difusa se trasparentaba por todas partes. Tina estaba visiblemente conmovida. Rafael
entró al medio espacial, y con la mano nos hizo señal de que le siguiésemos. Entró primero Tina,
después yo, y después Paolo, que habia venido con nosotros.
El interior era de una especial sencillez. La habitación estaba iluminada por una luz que se
difundia por todas partes, sin que apareciese una fuente visible de esa luz. Bajo la gran cúpula,
cuatro paneles luminosos hacían la función de paredes. Experimenté una emoción extraordinaria:
todos estabamos iluminados por aquella luz que no tiene semejante en nuestro planeta. Paz y
sensación de liberación interior se mezclaban a la gratitud hacia aquellos seres maravillosos que
nos daban semejante oportunidad. Estaba del todo conmovido.
Tina conversaba con Orthon, mientras Firkon explicaba algo a Paolo, que lo miraba maravillado.
Dije a Rafael que me sentía incapaz de expresar mi alegría.
Rafael sonrió y miró a Paolo, que ahora callaba con la expresión de quien está viviendo una
experiencia extraordinaria y no quiere estropearla con palabras.
Uno de los paneles estaba iluminado por líneas coloreadas y relampagueaba luces; un Hermano,
que estaba sentado frente a él, se levantó y se acercó para darnos la bienvenida. Era alto, tenía
los ojos de un color entre verde y celeste; y los cabellos castaños, con reflejos color cobre, que le
bajaban casi hasta el cuello. Me impresionó su exquisita amabilidad. Se excusó y volvió a su
puesto frente al panel de las luces.
La portezuela se volvió a cerrar, y el pavimento donde apoyábamos los pies tuvo una ligera
sacudida y una vibración que se prolongó.
"Estamos subiendo", dijo Rafael; "dentro de poco estaremos a bordo de la astronave".
Había en aquella sala, bajo la gran cúpula, tres grupos de asientos. Refael nos invitó a
sentarnos, y también él se sentó. Los demás Hermanos fueron a hablar en voz baja con el
hombre que parecía pilotar.
"La astronave", nos informó Rafael, "se encuentra fuera de la atmósfera de la Tierra. No nos
faltará mucho para alcanzarla".
Vinieron a sentarse también junto a nosotros Orthon, y Firkon. Este último mostraba su alegría
por tenernos a bordo del disco, y reía bondadosamente del miedo a marearme que yo había
tenido antes de subir. "Como ves", reía con simpatía, "estamos todos bien". Reí con él, y le
confirmé que estaba muy bien, como no hubiera podido imaginar. Tina expresó su admiración por
la sencillez y funcionalidad del ambiente del disco. Paolo había conseguido expresar su sorpresa
de encontrarse en el espacio. Yo estaba meditando cómo los Hermanos nos hacían vivir
experiencias muy grandes con tanta sencillez y bondad. Me decía que todo aquello era fruto de
un gran conocimiento e inteligencia de las cosas. No sé cuanto tiempo pasó. El disco tuvo una
ligerísima sacudida. "Hemos llegado", anunció Rafael. "Estamos entrando a la astronave. Nos
levantamos y la portezuela se abrió. Al salir de allí, nos encontramos caminando por un corredor
de techo no muy alto. Las paredes parecían hechas de un metal fundido con vidrio. Tenían una
especie de trasparencia y luminosidad difícil de explicar, pero agradabilísima de ver. Una puerta
se abrió frente a Rafael, al fondo del corredor, sin que se hubiese tocado ninguna manilla.
Entramos en una sala bastante grande: las paredes tenían el aspecto que he descrito del
corredor, pero eran más difusas de luz y aumentaba aquella inexplicable sensación de que
hubiese una gratísima trasparencia y profundidad. Todo el ambiente estaba invadido por
coloraciones que daban a todos los objetos vivos reflejos, como si reflejasen infinitas fuentes
luminosas que no era posible determinar de donde surgían, y esto daba tonos de suavidad, de
color y delicadeza a todo lo que se ponía ante nuestros ojos.
Tina quiso tocar el tejido de una de las butacas esparcidas en grupos aquí y allá en aquel
ambiente agradabilísimo.
Firkon le sonrió leyendo en su mente una pregunta. Aquel tejido semejante el oro pálido podía
ser de lana, pero su consistencia y morbidez hacían pensar en una sustancia desconocida en la
Tierra. "Tenemos muchas cosas que decir", dijo él. "No hay mucho tiempo". Me dí cuenta de que
cuando habíamos subido a bordo de aquellos medios espaciales había perdido toda noción del
tiempo. Rafael nos invitó a sentarnos. Nos acomodamos sobre un diván, que tenía delante cinco
butacas en semicírculo. Rafael, Orthon y Firkon se sentaron sobre las butacas. Observé el techo
que me pereció menos luminoso que las paredes. Cambios de color apenas señalados, daban la
impresión de una fluida consistencia de su espesor. Era como si manos invisibles jugasen con
papel para decorar, y el efecto de quien observaba era agradable y relajante. Entraron KaIna,
Ilmuth y Zuhl, y nos estremecimos de alegría. Parecían más jóvenes en equella luz extraordinaria
y por efecto de los colores de su vestimenta. Se sentaron, después de habernos hecho una alegre
acogida.
"Hace tiempo esperábamos este momento”, dijo Rafael con mucho sentimiento. Su voz produjo
una atmósfera aún más gozosa. Tina, Paolo y yo sonreíamos conmovidos. Los Hermanos
también. Rafael me miró con dulzura, y yo no pude menos que elogiar la rara belleza de las flores
que había colocadas en vasos transparentes, encima de la mesa que había a nuestra derecha.
Tenían colores y formas muy suaves, elípticas, redondeadas o califormes. Nunca había visto en la
Tierra otras semejantes. Emanaban un perfume delicadísimo, que hacía experimentar suaves
sensaciones.
"El Amor Universal es la vida de toda la creación. Aquí está todo el misterio del mal,
en la pérdida del Amor. Amar es estar en la luz. La ceguedad interior, la ignorancia, la
maldad, son efectos de la falta de Amor. La esencia divina es Amor, y de ella procede
toda la creación".
Con estas palabras Rafael empezó a decirnos cosas que catalizaron nuestra atención. "El mal",
dijo, "es no estar en el Amor. Para quien está en el Amor no es difícil recorrer las infinitas vías del
conocimiento que conducen al Creador, suma aspiración de todo ser creado. Para quien no esté
en el Amor, y por tanto está en el mal, el verdadero conocimiento es difícil, e incluso imposible.
Cuanto más se está en la luz del conocimiento, es más fácil estar en la comprensión del Amor.
Cuanto más se está en el mal, y por tanto alejados del conocimiento, es más difícil e imposible
estar en el Amor. Desgraciadamente en la Tierra hay poco Amor y poco conocimiento. Por eso los
hombres, antes de poder volver al camino adecuado que conduce al Creador, fuente de todo lo
que es bueno, tendrán mucho que experimentar, sufrir y comprender las ilusiones y los errores
del mal".
Rafael intervino para decirnos una gran verdad. “Vosotros", dijo, "como estais en la oscuridad
complicáis las cosas. La sencillez es uno de los grandes caminos de la luz. Por esto se os dijo que
para conquistar el cielo es preciso que os volvais como niños. Lo que es grande y profundo, es
siempre sumamente sencillo".
Orthon tomó a su vez la palabra. "Se os mostrarán", dijo, "muchas cosas. Lo haremos con
sencillez y con método, para poderos suministrar algunos elementos aptos para haceros
comprender las cosas más elevadas. Luego visitaréis la astronave y lo celebraremos todos".
Firkon nos invitó a que dispusiéramos nuestra mente a la apertura, y a que nuestro corazón
participase en ello.
“Mirad hacia aquella parte", dijo Kalna indicando la pared de la izquierda, en el lado opuesto a
donde estaba la mesa con las flores. "Observad lo que vamos a mostraros".
Nos volvimos y todos miramos hacia el punto indicado. La luz del ambiente disminuyó, creando
una atmósfera más íntima. Tina y Paolo no pestañaban. Una especie de humo se produjo en un
punto de la estancia. Se condensaron como unos vapores formando una nube pardusca.
La nube continuó su transformación: se fueron delineando tres figuras. Mirábamos extrañados
aquella increíble metamorfosis. Que parecia surgir de la nada. Poco a poco vimos concretarse la
silueta de un hombre, de una mujer y de un niño. Eran reales a nuestros ojos, y al mismo
tiempo, aparecían como en una escena de película o de teatro. El vapor formó aún las siluetas de
algunos árboles y por abajo se dibujó todo lo que puede representar un prado con hierba, flores y
pequeñas plantas. El hombre se sentó sobre una piedra; la mujer que estaba de pie llevaba una
camiseta y pantalones. El niño trazaba señales sobre la hierba con un palito. Era una escena
campestre, quizá una excursión familiar. Aquellas figuras que veíamos en blanco y negro, como
es posible ver en una pantalla de televisión sin color, pero con figuras reales, estaban
coloreándose ahora. Aquella sustancia pardusca y vaporosa emitía color, y pronto la luminosidad
de cada parte de la escena aumentó mucho.
Al mismo tiempo, disminuyó aún más la luz del ambiente en que estabamos. Comencé a
interesarme por lo que veía. El hombre se levantó, y conversó con la mujer que debía ser su
esposa. El niño canturreaba jugueteando, sin preocuperse de sus padres que estaban cerca de él.
Oímos la voz melodiosa de Ilmuth; que nos advirtió: "Ahora", dijo,"podréis ver, en esta escena
familiar seleccionada, lo que nos urge que podáis comprender. Prestad atención". El color de las
figuras humanas, de los vegetales y de las cosas, primero se intensificó, después empezó a
atenuase. Los vestidos que llevaban los tres se confundieron con aquellas tenues coloraciones y
aparecieron tres cuerpos humanos bien formados. Precisamente el cuerpo de un hombre, de una
mujer y de un niño. El color rosa tenue de los tres cuerpos presentó una coloración azul claro que
emergía por debajo de todos los puntos del cuerpo rosa y puso de relieve un cuerpo ligeramente
más luminoso, visible en una perspectiva tal como para que se viese claramente que los dos
cuerpos coincidían, pero separados uno de otro en su realidad. El proceso se repitió y se
mostraron otros cuerpos, coincidiendo todos, pero separados por colores y luminosidad distintos.
Podía observar que cuanto más profundo aparecía un cuerpo, desde aquella perspectiva, más
luminoso era, pero no impedía ver los cuerpos más superficiales, más oscuros. Conté siete
cuerpos. El último aparecía blanquísimo, y palpitaba como si emitiese rítmicamente latidos de luz.
A cada latido emanaba una claridad que atravesaba todos los otros cuerpos, hasta el último de
color rosa tenue.
"Observad", dijo Ilmuth, "observad también las plantas y las rocas". También para ellas como
para las personas, había sucedido lo mismo. Era una escena nunca vista. Todo mostraba una
profundidad vital, una riqueza de coloraciones, ritmos de los flujos de aquella luz y una simetría
tal de las formas que me asombraban. Nunca hubiera podido suponer semejante cosa.
"Podéis visualizar aquí", explicó Ilmuth, "las diversas dimensiones de la energía vital en el
hombre, en la vegetación y en las formas del reino mineral. También podemos subdividir estas
siete dimensiones en tres modos de ser parecidos".
Miré y vi que los primeros tres cuerpos superficiales eran semejantes en su aparencia, sobre
todo respecto a la sensación de consistencia que daban y al grado de tenue luminosidad. Los tres
siguientes eran más luminosos y parecían más sutiles y más consistentes en el mayor grado de
profundidad. El último, que palpitaba blanquísimo, aparecía ahora con una luz excepcional e
irradiaba claramente rítmicos flujos de intensa luz a todos los demás cuerpos, atravesando toda
su extensión y profundidad. Me dí cuenta de que no era posible, en la Tierra, conseguir penetrar
en toda esta realidad vital y que aquella increíble escena había producido posibilidades en mis
sentidos, que no eran posibles en un estado de conciencia normal, como se acostumbra vivir en
Ia Tierra.
"El cuerpo más externo", dijo Ilmuth, "es el material. Los demás son de energía ya no material,
sino cósmica o astral, como la llaman vuestros estudiosos en la Tierra. Con cada uno de estos
cuerpos el hombre puede vivir en varios mundos y dimensiones, en planetas más evolucionados.
El cuerpo más externo muere y el cuerpo subyacente está dispuesto a realizarse plenamente en
el nuevo ambiente energético. Es lo que sucede en la muerte, pero en realidad es sólo un
nacimiento con el nuevo cuerpo de una dimensión superior en un mundo superior de igual grado
evolutivo al del cuerpo realizado. Puesto que hay muchísimas dimensiones, también los cuerpos
potenciales en el hombre no son siete solamente, sino muchísimos. Os hemos mostrado siete
solamente para facilitar vuestra comprensión".
Estaba completamente concentrado en aquella maravillosa realidad. Oí la voz de Tina que
exclamaba: "¡La belleza del último cuerpo luminoso es extasiante!".
"Es lo que queríamos sobre todo que comprendiérais", intervino Kalna, y su voz expresaba
satisfacción. "El cuerpo blanquísimo que emite oleadas de energía vital a los cuerpos astrales y
hasta al material es la visualización de lo que llamáis "espíritu". En la Escritura podéis encontrar
que el ser humano se divide en cuerpo, alma y espíritu, entendiendo por cuerpo el material, por
alma los cuerpos astrales y por espíritu la parte esencial del hombre que es inmortal y no morirá
jamás porque es sede de la Vida y de la Conciencia".
"El espíritu", prosiguió Ilmuth, "tiene la capacidad de vivir en el ilimitado Espacio más allá de la
Barrera Celeste. Mientras el espíritu está todavía revestido" de los cuerpos astrales, no puede
sobrepasar la Barrera Celeste y debe vivir en un mundo cósmico que sea igual a su grado
evolutivo".
Firkon explicó: "Los Hermanos del Espacio, como somos nosotros, son los que han realizado ya
el cuerpo espiritual y por eso normalmente viven en los maravillosos mundos de la luz en el
Espacio ultracósmico. Los Hermanos del Espacio, los que las Escrituras llaman con frecuencia
Angeles o el Señor, pueden emprender viajes a las dimensiones cósmicas y revestirse de cuerpos
cósmicos según la necesidad. Por el contrario, los Hermanos que no han evolucionado todavía
hasta el punto de librarse de los cuerpos cósmicos y de poder sobrepasar la Barrera Celeste,
fuera de la cual existe el infinito Espacio de la Luz, tienen la posibilidad de emprender viajes a
mundos inferiores a su grado de evolución. Esto lo pueden hacer de foma autónoma, en virtud de
sus conocimientos y de las misiones que se proponen o que se les confía. Para ir más allá, como
os ha sucedido hoy a vosotros, deben confiarse a nosotros que ya hemos sobrepasado la Barrera
Celeste y que por eso tenemos un conocimiento que nos permite procuraros viajes hacia mundos
superiores a vuestro Grado de Evolución".
"Entonces”, interrumpió Paolo, "os podemos llamar Hermanos del Espacio, y a los que no
pueden librarse de todos los cuerpos cósmicos, Hermanos del Cosmos".
“Exactamente", respondió Orthon. "nuestro conocimiento es espiritual y supone el conocimiento
cósmico. Pero pueden existir Hermanos que tienen un gran conocimiento cósmico y son pobres
en el espiritual. Es preciso obrar siempre sobre las fuerzas cósmicas a través del la fuerza
espiritual o mística, y esto significa confiarse siempre al Creador que obra a través de sus Hijos
de la Luz. Obrando solamente sobre fuerzas cósmicas, no se puede tener garantías de que se
haya obrado adecuadamente y sin consecuencias negativas. Pero cuando se obra con quien está
en la Luz y pertenece al Espacio del Espíritu y conoce fuerzas místicas y la acción dominante y
silenciosa del Creador, entonces se es un intermediario en el Diseño Universal de Amor y de
Salvación de la Economía Divina y no hay peligro de error. Nadie puede arrogarse un
conocimiento superior a su propio límite". Rafael reclamó nuestra atención a lo que sucedía ahora
en la nube coloreada que mostraba las tres figuras humanas y un jardín. El hombre y la mujer
discutían. Noté que el hombre movía los brazos como se acostumbra a hacer en una discusión
animada. Oíamos su voz. Reprochaba a su esposa algo que no comprendí bien pero que
concernía al niño. Este parecía no ocuparse de la disputa entre sus padres y continuaba su
jugueteo.
"Observad", dijo Rafael, "ahora veréis las consecuencias de la ira sobre los cuerpos sutiles y
sobre el cuerpo espiritual de estos hermanos".
El hombre decía palabras severas a la mujer, acusándola de no ser capaz de cumplir con su
deber. Estaba cegado y su esposa lo miraba sorprendida. Vi la figura del hombre, los contornos
de sus cuerpos como deformados, como si se distorsionaran por una fuerza fea. La armonía de
las líneas se veía comprometida. Del cuerpo espiritual, que se ofuscaba y perdía su blanquísima
luminosidad, partian como oleadas de grumos energéticos que atravesaban los otros cuerpos
alterando su luz, su homogeneidad y su forma.
Ahora el hombre gritaba y la mujer lloraba. La luz blanquecina de su cuerpo espiritual se volvió
de un color sucio como marrón oscuro; todo su ser sufrió una inundación de aquella desagradable
coloración y su silueta se contrajo y quedó deformada. Sólo el cuerpo material sufrió un deterioro
menor, a pesar de haberse vuelto el contenedor de aquellas deformaciones y trastornos de la
luminosidad y la belleza de los otros cuerpos. Ahora del cuerpo del hombre salían como oleadas
de aquella energía vital tan desordenada y oscura, se expandían en sucesivas emisiones en el
aire de alrededor y penetraban en los cuerpos de la mujer, que con aquella penetración también
se contraían deformándose y recibiendo una disminución de su luminosidad natural.
"Esto que véis", explicó Rafael, "es lo que sucede en un ser humano, cuya conciencia se
abandona a la ira. Su energía vital se oscurece y se deforma. La energía vital de cada individuo
está en comunion, a través del ambiente, con la de sus semejantes y por tanto quien vive
ordenadamente y bien ayuda a los hermanos y quien vive desordenadamente y mal daña a sus
semejantes. Todo lo creado está en comunion. Todo es realidad, y cuanto más sutil es una
realidad, es más vital. El pensamiento, sus formas y la que llamais fantasia o imaginación es de
una realidad y consistencia que la materia no puede comprender. Quiero decir que el hombre
ligado todavia a la materia quedará extrañado cuando advierta la inconsistencia de la energía
material respecto a la consistencia vital de su espíritu con los pensamientos, los sentimientos, y
las emociones contenidas en él. Pero como por ahora él filtra estas cosas en la materia, se crea
una ilusión que la hace ver muy consistente la materia y abstracta toda otra realidad más sutil”.
Entre tanto el hombre seguía en su explosión de ira y el "contagio energético" descrito inundaba
ahora también al hijito, que sin embargo seguía mostrando despreocupación por la pelea de los
suyos. Incluso la vegetación estaba invadida de aquellas oleadas de energía oscura y
desordenada hasta en el ritmo de las emanaciones y producía también una desarmonía en las
rocas. Comenzamos a sentirnos invadidos por aquel malestar.
"¡Qué cosa tan fea!", dijo Tina. "¡Qué cosa tan fea!".
La escena sufrió como una aceleración, después se redujo al ritmo natural. Ahora el hombre
abrazaba dulcemente a su esposa que se secaba las lágrimas. El pequeño estaba entre ellos
riendo contento. El cuerpo de los tres y de todas las realidades vegetales y minerales estaba
sufriendo como una recomposición. Oleadas de luz y de color daban nueva armonía y respiración
a aquellas siluetas. Sentíamos que volvían a nosotros la alegría y la felicidad mientras se alejaba
la pesadilla de lo que habíamos visto y experimentado.
La escena se difuminó poco a poco y el humo pardusco se desvaneció lentamente. La luz del
ambiente se volvió como antes y Rafael y los demás nos sonreían, como si en aquel momento
nos hubiésemos vuelto a encontrar después de un paréntesis que nos hubiese turbado. Con
alegría volví a pensar un momento en el viaje de la Tierra a la astronave, donde me encontraba
con Tina, Paolo y aquellos Hermanos.
Volvió a hablar Rafael: "Si todos los hijos del Padre Dios hubiesen usado la libertad que se les
concedió para seguir solamente las infinitas vías del Amor Universal y se hubiesen fiado
exclusivamente de la bondad de sus Leyes Universales, no hubiera sido necesario experimentar
dimensiones cósmicas tan limitadas respecto al Espacio infinito más allá de la Barrera Celeste.
Pero como al principio hubo un rebelde que convenció a sus seguidores de que se podía
desobedecer al Padre Bueno y hasta obrar sin El, de aquella soberbia nació la necesidad de
experimentar el mal y entonces, como el Padre sabía que otros seguirían aquel mal ejemplo, creó
dimensiones más limitadas, creó el Cosmos, los mundos astrales y materiales que, aunque eran
maravillosos por ser obra de sus Manos Divinas y reflejaban las bellezas y las armonías del
Espacio Celeste, eran sin embargo más limitados. En ellos muchos de sus hijos serían sometidos
a la prueba de experimentar el egoísmo en vez de la Universalidad del Amor, la maldad en vez de
la bondad, el sadismo en vez de la felicidad de ver gozar a los hermanos. Ellos desarrollarían vías
de mal antes que del bien, odio en vez de Amor, su ceguedad en vez del verdadero Conocimiento
que da la Vida. Por esto ha sido creada la materia: para que el Espíritu y la Conciencia encerrados
en ella tuvieran una protección. Habéis visto que el cuerpo material y lo que tenía en sí era el
menos sensible, y detenía la turbación causada en los cuerpos más sutiles del hombre. Si estos
hijos no tuviesen un cuerpo material y cuerpos astrales, experimentarían el mal que su conciencia
quiere probar en condiciones mucho mas manifiestas y de dolor. Es importante que el hombre se
convenza de la inutilidad y peligrosidad del mal durante su vida material, porque de otro modo lo
experimentará en dimensiones más sutiles y reales sufriendo mucho más y padeciendo su
violencia. Es preciso que el hombre sepa comprender la bondad del Padre, que no ha quitado la
libertad a los hijos infieles a su Amor, sino que les ha concedido que se puedan convencer de
estas cosas en una situación de menor sufrimiento. El mismo sufrimiento es un medio de
salvación, el dolor es la voz del Padre que reclama a sus hijos, es purificación, es Amor. ¡Ay, si no
existiera el dolor mientras no se haya recuperado al último hijo del Padre!. Habéis visto el efecto
del dolor de ese hombre que ha comprendido que estaba ofendiendo a su propia esposa y dañaba
el ánimo sensible del niño. El dolor experimentado por su conciencia era una energía vital que se
liberaba de su espíritu y recomponía y volviá a dar armonía a su ser, el de su compañera y al de
su hijito".
"Cuando la bondad y el Amor sean recuperados por los hijos de la Tierra", dijo Kalna con muy
tierna voz, "entonces vuestro espíritu producirá maravillosas energías vitales, que darán luz a
vuestras mentes y calor a vuestros corazones. Entonces la fuerza benéfica que se liberará en
vosotros, sanará vuestros males espirituales, morales y materiales. Incluso los animales se
desintoxicarán por ella y las plantas y las piedras. No podéis imaginar hasta qué punto toda la
realidad vital del ambiente está ligada a vuestra conciencia. Las inteligencias condicionan
realmente el ambiente vital, sus mundos. Todo es realidad vital: cualquier movimiento de vuestro
ánimo, cualquier deseo, pensamiento o sentimiento, también cualquier pasión. Burlarse de estas
realidades significa prolongar el camino hacia la luz por muchos milenios todavía. Cada hijo del
Padre llegará al conocimiento espontáneamente, libremente, en virtud de la propia convicción de
la verdad, del bien y de lo ilusorio del mal. Nosotros os ayudaremos siempre para que el Padre
sea nuevamente feliz de poder recuperar vuestro Amor y vuestra confianza en El, Unico Creador,
Sumo Amor y Dios".
"Todo pensamiento tiene su forma, su color, su perfume", su voz y su significado. Igual todo lo
que vive en el espíritu humano. Los hijos del Padre pueden crear paraísos o realizar infinitos
infiernos. El Padre se dedicará siempre a conducirlos hacia El, y nosotros seremos sus fieles hijos
y colaboradores. Hasta que todos se convenzan de la verdad de las cosas".
Firkon me miró a los ojos. Comprendí que había leído en mi pensamiento la pregunta que quería
hacer.
"Sí", me dijo con tono grave y seguro. "Sí, todo esto acabará. Los hijos del Padre que están
llevando experiencias equivocadas comprenderán pronto. Ellos sufrirán tanto dolor en la Tierra,
que hasta los ciegos verán y los sordos oirán. Los corazones se ablandarán de su milenaria
dureza, las mentes querrán la luz. Entonces el Padre hará una fiesta sin precedentes en la
historia de la Creación, porque el hijo pródigo habrá vuelto definitivamente a su Casa".
"Está escrito", replicó Rafael pensativamente, "que solamente se perderá el hijo de la perdición.
Esto contrista infinitamente al corazón del Padre y hace sufrir al nuestro. Estos hombres
testarudos no querrán comprender la lección, pero no podrán perjudicar más. Para ellos todo el
Plan de Amor y de Salvación no dará fruto. Nosotros no podemos sustituir al Padre Dios. El
preparará algo también para ellos; pero ¡Ay de quien tiente la inmensa bondad, misericordia y
justicia de Dios!. No olviden estos obstinados hermanos nuestros, que siempre y en todo
momento habrá misericordia, perdón y Amor para ellos. Pero tendrán que sufrir en la misma
medida de su increible obstinación".
"Lo que ha sucedido en la Tieerra en estos milenios", añadió Rafael con tristeza pero con voz
fime, "de historia de dolor, injusticia y sangre quedará en el Cosmos como ejemplo para mostrar
el error bajo todos sus aspectos de horror. Esto está alcanzando ya el límite que el Padre ha
dispuesto en su amoroso corazón. El no permitirá que se sufra más, y todos podrán tener la
recompensa por lo que han sostenido sobre si mismos".
Tina estaba atenta y seria. Paolo miraba a Rafael con curiosidad y dulzura.
"Ahora", dijo Ilmuth, "observad lo que vamos a mostraros". La luz disminuyó otra vez. La nube
pardusca se coloreó rápidamente y ante nosotros vimos un niño con el cuerpo material
gravemente deformado. Sin embargo, sus cuerpos sutiles eran de una gran lucidez, tenían
colores tan extasiantes y una armonía tal que hicieron lanzar a Tina maravilladas exclamaciones.
Yo lo miraba y sufría en mi interior por aquel contraste estridente. La belleza interior del niño
aventajaba a la penosa impresión de la realidad deforme.
"Cuando los desórdenes energético-vitales de las conciencias del hombre provocan en un
planeta estas horribles cosas", dijo Ilmuth, entonces nosotros tomamos muchas veces posesión
de estos cuerpos. "Vosotros no lo sabéis, pero a sufrir en cuerpos deformes y en cerebros
enfermos baja un ángel casi siempre, para cumplir una sublime y eficaz misión en beneficio de los
hermanos de la Tierra que tendrán que renunciar al mal".
Calló. Yo estaba conmovido por lo que habia oído y visto. Mi Amor por aquellos Hermanos crecía
demesuradamente. El cuerpo espiritual del pobre niño era de un fulgor indescriptible. Aquella luz
se difundía con fuerza y dulzura en los cuerpos más externos y se distribuía por todo alrededor.
"Ellos son los pulmones de vuestro mundo", dijo; "y cuando un día comprendáis tales cosas,
entonces ya no habrá hombre en la Tierra que acuse a Dios de haber hecho criaturas para
torturarlas, sino que acusaréis a la maldad de vuestro duro corazón y bendeciréis a los que
quisieron soportar más dolor aún que vosotros, e injustamente, para poderos salvar. Si no, ¿qué
sentido tendría la sangre de los mártires, el bien y el amor de todo tiempo? ¿Qué significado
tendría lo que hizo aquel que murió en una cruz para deciros toda la Verdad y daros la mayor
lección que se haya impartido jamás del Amor Universal a la Tierra? La hora de la verdad se
aproxima, y cada hombre sabrá, quitado el olvido necesario para disminuir el dolor, si nació en la
Tierra para redimirse o para salvar a los demás teniendo que redimirse antes a sí mismo. Porque
también los ángeles, cuando nacen hombres en la Tierra, tienen que salvarse primero ellos
mismos, ser salvados, y después tendrán el poder de salvar a los demás cumpliendo su difícil
misión. Algunos de nosotros prefieren soportar sufrimientos físicos en un cuerpo martirizado,
antes que haceros experimentar los estragos del mal. Esta escrito que no juzguéis. No juzguéis,
sino quedad en el Amor porque ésta es la única garantía contra el mal para el triunfo del bien.
Confiaos al Padre Dios y a sus hijos que obran en el Amor para vuestra Salvación. Sed buenos y
sencillos".
Ilmuth acabó de hablar. La nube vaporosa disipó sus colores y desapareció quitando de nuestra
vista aquel ser. La luz volvió a la sala de la astronave. Una larga serie de pensamientos
atravesaban mi mente serenamente.
Rafael nos invitó a que le siguiéramos. Vinieron con nosotros Orthon y Firkon. Visitamos varios
departamentos de aquella enorme y maravillosa casa de luz. Fuimos conducidos a una sala donde
brindamos con una sustancia suavísima. Después Kalna cantó y oimos una música que conmovió
a Tina hasta las lágrimas. Teníamos el ánimo saturado de ligereza, de paz y la certeza del Amor
sin fin de los Hermanos. Entonces, nos volvieron a llevar, a través del corredor, al disco que nos
devolvería a la Tierra. Nuestros compañeros de viaje fueron otra vez Rafael, Orthon y Firkon.
"Llegará el tiempo", decía Ilmuth mientras Kalna nos sonreía, "que no nos separaremos más.
Todos los hermanos de la Tierra que quieran, podrán viajar al Espacio con nosotros. Bastará con
quererlo y sobre todo con ser hijos del Amor del Padre.
Juntos visitaremos mundos y surcaremos nuevos cielos. Estaremos siempre en misiones de
Amor y conocimiento para otros hermanos que quieran evolucionar pronto. Y además veremos al
Padre cara a cara porque iremos fuera de la Barrera Celeste. Estad seguros de ello", concluyó
Kalna, "ésta es la verdad". Nos saludamos todos con un abrazo.
Nos sentamos en el disco, mientras la luz de la habitación actuaba en nosotros para prepararnos
para volver a la atmósfera de la Tierra. Nuestro corazón había quedado en el Espacio, en la
astronave, con toda su luz, sus colores y sus perfumes. El disco nos llevó hasta donde nos había
levantado algunas horas antes. Eran alrededor de las seis de la mañana.
Capítulo 13.
DESCANSO EN EL ESPACIO.

El disco se detuvo en el inmenso espacio. Millones y Millones de astros aparecían por doquier
mayores de lo que nos parecen las estrellas desde la Tierra: resplandecían palpitando como si
emanasen con cada palpitación una llamarada de varios colores.
La emoción era tan fuerte que, por momentos, una sensación de temor me asaltaba: me sentía
pequeño, pequeño frente aquel espectaculo sin fin. Pensé en la infinita grandeza del Padre,
Creador de todas aquellas maravillas, y le rogué que me enseñase El mismo a amarlo en mis
hermanos y en las cosas creadas por El.
Seguro de que me escucharía le dije que el mayor deseo que experimentaba era poder tener
suficiente conocimiento del Amor Universal, de sus Leyes para poder atravesar todos los espacios
del Cosmos y superar la Barrera Celeste, y poderme asomar para contemplar su Belleza Increada.
Tuve un momento de duda: temí que mi oración me hubiese hecho pecar de presunción frente a
un Ser tan Inmenso. Rafael me miró con benevolencia y me sonrió.
"No", dijo, "no es presunción desear sinceramente alcanzar la Casa Celeste del Padre Dios. El
mayor deseo del Padre mismo es que todos sus hijos en camino por el Cosmos retornen a El".
El espacio cósmico que aparecía a mi vista no era sólo una fiesta inmensa de luces palpitantes,
sino que también estaba invadido de fosforescencias en movimiento, cuerpos que seguían
trayectorias como guiados por una fuerza invisible, energías coloreadas que emergían del fondo
oscuro del espacio. Rafael indicó la enorme astronave en forma de cigarro que flotaba en el
espacio delante de nosotros, a no sé qué distancia; estaba inmersa en una blanca fluorescencia
atravesada por dos coloraciones, azul y anaranjado intenso.
Las escotillas emitían una luz que aumentaba el halo del cigarro. La forma de la astronave era
menos panzuda que la que había bajado a la Tierra en Spotorno: era un espectaculo encantador.
Rafael nos anunció que entraríamos con el disco en la astronave. Poco después, salimos a una
estación interna donde se había posado el disco. Noté que había como railes. A través de la
puerta fuimos introducidos en un saloncito. Había allí butacas y una mesa, aparentemente hechas
del mismo material, que relucía con una transparencia opaca. Al ir a sentarme, tuve la impresión
de que se trataba de un material resistente, pero me di cuenta de que era de una agradable
blandura.
La luz que se difundía en esta astronave producía sensaciones y especiales efectos en nuestro
ánimo, que no sabría explicar.
Nos sentíamos más vivos que nunca, y todas nuestras facultades gozaban de una paz indecible
y al mismo tiempo estaban como suavemente potenciadas. Estábamos en un estado de felicidad
que había como transformado y puesto en acción todas nuestras potencialidades. Estábamos
llenos de atención y penetración para cuanto nos decían y mostraban.
Nuestro corazón ardía con un Amor que no es dado experimentar en la Tierra.
Entró Ilmuth con un hombre cuyo rostro sucitaba admiración por su belleza y simpatia. Nos
sentamos en semicírculo en el divan y en las butacas.
Aquel hombre nos miró amablemente, y nos dijo: "Ahora esta llegando el término de nuestra
misión querida de lo Alto para vosotros. Pero en esta ocasión podrais tener experiencias y
adquirir conocimientos que completen vuestra preparación. Hemos de hablaros de muchas más
cosas de las que ha sido posible, dado el breve tiempo concedido y otros problemas que hemos
tenido que afrontar por vosotros. Esto no os tiene que preocupar, porque os ayudaremos siempre
y os daremos la luz y la ayuda que os sean indispensables.
Entró también Orthon y con él vino Zuhl; se sentaron en silencio, mientras el hombre
continuaba su mensaje.
"En la Tierra", dijo con especto serio, "amenazan muchos problemas, graves y urgentes. El
atraso de muchos pueblos causa el hambre y la muerte por desnutrición y enfermedades, a
consecuencia de la miseria. Esto es un pecado muy grave que pesa sobre los pueblos que gozan
de florecimiento económico. Existen en la Tierra tantos y tales recursos, que todos podrían estar
bien. Sin embargo, el egoísmo y la sed de enriquesimiento y de poder consiguen que los
hermanos más necesitados mueran y sufran horriblemente".
Tina lo interrumpió y preguntó: "¿Por qué no intervenís vosotros para quitar el hambre a
aquellos pueblos?". "¿Por qué no hacéis que los que tienen posibilidad y lo quieren hacer pueden
dedicarse a aliviar todo este mal?".
El hombre arrugó la amplia frente y suspiró.
"Nosotros no podemos", aseveró, "y esto nos causa un gran sufrimiento. Si nosotros
interfiriésemos tan concretamente en las cosas de vuestro planeta, crearíamos problemas aún
más serios y graves. Ya os decimos que sólo conocéis una parte del problema; en realidad, en tal
caso tendriamos también que intervenir por la fuerza para imponer una justa distribución de los
bienes; y también tendríamos que intervenir en vuestros conflictos bélicos. Todo cambiaría: nos
veríamos complicados en la espiral de odio y de violencia que reina en la Tierra y seríamos
violentos también. Por el contrario, las Leyes Universales son capaces de extirpar definitivamente
y de una vez por todas el mal que hay en los hombres a través de caminos de paciencia. Los que
sufren injustamente serán recompensados infinitamente más de lo que puedan pensar".
"Por esto El que vino a la Tierra y murió por sus Hermanos dijo: "¡Felices vosotros, pobres,
porque es vuestro el Reino de Dios!. ¡Felices los que ahora tenéis hambre, porque seréis
saciados!. ¡Felices los que ahora lloráis, porque reiréis!” y dijo más: "Este día alegraos y exultad,
porque vuestra recompensa será grande en el cielo".
"Hay muchas y variadas razones para no entrometernos en vuestras cosas, obramos en lo
profundo de los corazones que sufren, somos los Angeles consoladores de quien padece: "El
Padre nos ha dado este mandato para la Tierra, planeta que vigilamos, amamos y conducimos, a
pesar de toda apariencia, hacia la salvación, para que todos sean conducidos a Aquel que les
llevará a la merecida morada celeste. ¿Acaso no vino a deciros antes de ser muerto: "Vosotros
sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este
mundo"? El antes de marcharse os dijo también: "Y cuando me vaya, y os haya preparado un
lugar, vendré de nuevo a vosotros y os llevaré conmigo, a fin de que estéis también vosotros
donde yo estoy".
"El, cuya sabiduría supera en mucho a la nuestra, y cuyo Amor comprende plenamente aquello
de lo que todos nosotros somos capaces, todo lo prevé y todo lo conoce. El nos enseña que la
paciencia es uno de los grandes caminos de la Vida Eterna. A la consistencia del mal acogido por
muchos de sus hermanos rebeldes se opondrá la paciencia y el dolor de los buenos. Esto vencerá
al error. Oponer fuerza a fuerza, violencia a violencia, mal al mal, no extirparía este último, sino
que crearía condiciones favorables al aumento del mal mismo, como sucede desde hace milenios
en la Tierra. Nuestro conocimiento nos permite no cometer errores semejantes. Por esto dice la
Escritura: "¡Aquí se comprende la paciencia de los Santos!”.
Quedó en silencio, y parecía penetrado por los sufrimientos de la Tierra. Su rostro se abrió en
una sonrisa que pareció una esperanza y prosiguió:
"Os hemos dicho que éste es precisamente el fin del mal sobre la Tierra. Ya la séptima trompeta
está dispuesta a anunciar el rescate.
El séptimo sello ha sido abierto por Aquel que no miente. El cáliz de la ira divina está colmado
para los que desde siempre gozan con los sufrimientos de los demas".
Estas últimas palabras las pronunció con tono severo y eso me extrañó. Paolo, que siempre
hablaba tan poco, le miró y preguntó: "¿Cómo es posible compaginar la realidad del Amor del
Padre y de la Fraternidad Universal, con la ira divina de la que nos has hablado ahora?".
El hombre suspiró. "Cuando un Padre tiene hijos buenos e hijos rebeldes", dijo en voz baja", El
llama a los malos al arrepentimiento. Cuando ellos se obstinan en no escuchar la voz paterna y se
empeñan en poner en peligro a sí mismos y a los propios hermanos, la advertencia del Padre se
hará más severa. Pero la severidad de este Padre no será maldad. El es un buen Padre y lo único
que quiere es que el hijo vuelva a entrar en razón y su bien. Si éste después hace locuras e
intenta matarse, entonces el Padre se verá obligado hacer todo lo que esté en su poder para
impedir tanto mal. Y si la maldad de los rebeldes se revuelve en escarnio contra El y quiere a
toda costa el sufrimiento de los hermanos para imponer locamente la propia voluntad, el propio
egoísmo y deseo de opresión, entonces el corazón ofendido y traicionado del Padre se encenderá
en ira y un severo castigo será el último medio posible para evitar la perdición total de los
rebeldes que arrastrarían con su poder a los buenos que no quieren emplear violencia. Recuerden
los hombres de la Tierra que la ira divina que citan ampliamente las Escrituras, no es una ñoñez o
una vana figuración poética sino el mayor signo de Amor del Padre Dios por sus hijos rebeldes.
Nosotros adoramos al Padre en su bondad, en su misericordia y en su justicia infinitas. También
lo adoramos en su Sacrosanta Ira divina hacia los hijos de la Tierra que están preparando la
autodestrucción de sus conciencias e incluso la del planeta, materialmente".
Se pasó una mano por la frente; entonces, levantó un cáliz para tomar unos sorbos de bebida.
Rafael tomó entonces la palabra y habló así, con su tono solemne y natural: "Sí, los hombres de
la Tierra se preparan a la destrucción del planeta. Han amontonado una gran cantidad de armas
mortíferas y justifican su conducta diciendo que si no lo hiciesen ellos, lo harían los otros. Como
si nosotros nos armásemos hasta los dientes para matar a los terrestres diciendo al Padre Dios
que si no lo hiciéramos nosotros lo haríais vosotros. Esta es una loca filosofía que justifica desde
siempre en la Tierra el mal en todas sus formas. ¡Esto no excusará a los hombres del delito de
haber preparado la destrucción de una de las más bellas moradas de la Creación, de la Casa del
Padre Universal".
Rafael estaba serio, preocupado, y mostraba su sufrimiento que evidenciaba bien el Amor de
aquel ser por nuestra Tierra y sus habitantes. Después de una breve pausa continuó: "¡Os
repetimos que está escrito que Dios amará a su creación! Todos podrán ver cuanta razón tenía la
Escritura, porque Ias palabras que nos revela el Padre y que os trasmitimos desde siempre, lo
que os dijeron los grandes Maestros y sobre todo el Cristo Señor del Espacio, son veraces, y se
cumplirán todas, como ha sucedido hasta este momento".
Alzó el dedo, mientras notaba la atención que todos los Hermanos presentes prestaban a sus
palabras.
“El nos preanunció que habría rumores de guerra y hechos graves. Os dijo que aquel no sería
aún el fin, pero que éste se vería precedido en poco tiempo por tales sucesos.
¿No os parece que la Tierra se esta encendiendo como un campo con muchos fuegos que
preludian un gran incendio? ¿La posibilidad real de destrucción del planeta no os hace
comprender que está cercano el cumplimento de las Escrituras? ¡Jesús os dijo que si sabeis
reconocer los Signos del Tiempo y no discernís los Signos de los Tiempos, sois hipócritas!. ¿No os
parece que no es posible negar estas verdades conocidas?".
Intervino Firkon y nos invitó a meditar sobre lo que Juan nos dejó escrito a propósito de las
palabras del Señor Jesucristo.
"Podeis leer en el Evangelio de Juan", dijo, las palabras del Maestro: "Muchas cosas tendría aún
que deciros, pero por ahora no estais capacitados para ello. Mas cuando venga El, el Espíritu de
Verdad, os ira guiando en Ia Verdad toda, porque no os hablará por sí mismo, sino dirá lo que
escucha y os hará conocer el porvenir".
Hoy se dan a conocer muchas cosas a los hombres de la Tierra, siempre que quieran
escucharlas. Esto les hará capaces de afrontar las grandes pruebas que amenazan al planeta y a
no temer la violencia del mal que se desencadenará en los próximos tiempos. Cuanto más se
abata la fuerza del mal sobre los hijos del Padre, más respondera El a los suyos con ayudas y luz
y fuerza para vencer según las Leyes del Amor".
Kalna nos invitó a leventarnos. Las palabras severas y proféticas que habíamos escuchado no
nos habían impedido participar en la atmósfera festiva de la astronave. Sabíamos que ésta no
estaba detenida en el espacio, sino que estaba viajando a velocidades increíbles para nosotros los
de la Tierra. Este conocimiento aumentaba la alegría de nuestro corazón. Con los Hermanos se
estaba bien, el corazón estaba en paz y la mente se abría continuamente a nuevas conquistas de
la verdad.
Después de las últimas palabras acerca de la promesa de ayuda que se dará a los hombres de la
Tierra con motivo de los grandes hechos que afectarán al planeta, fuimos conducidos a otra sala,
donde se habian reunido algunos Hermanos. Nos acomodaron en una salita un poco en alto, cuyo
pavimento parecía de madera. Nos sentamos sobre unos cojines, y también se sentaron con
nosotros Kalna y Firkon. Rafael y los demás nos saludaron. Volveríamos a vernos más tarde. Miré
con curiosidad los colores del tejido de los cojines, y comentaba con Tina y Paolo sobre el tejido
con que estaban forrados y que no tenía costura, ni hilo.
Kalna dijo: "Pronto los hombres de la Tierra vivirán momentos muy tristes, fruto de su mala
conducta desde milenios. Sin embargo, Dios ha preparado su plan de salvación en virtud del
Amor que lo liga siempre a sus hijos. Las Escrituras han dado todo lo que es útil saber para
aquellos días, no os cojan desprevenidos y vuestro corazón no se angustie, sino que esté en la
luz y en la consolación. Lo que Jesús no pudo aclarar a sus contemporáneos porque no estaban
preparados y eran aún incapaces de aprenderlo, dada la inmadurez de los tiempos, se os dará a
conocer en estos años venideros y lo podréis comprender plenamente. El conocimiento os será
indispensable para hacer frente a esos sucesos".
En aquel momento entraron Rafael, Orthon y otros cuatro hombres y tres mujeres. Se sentaron
junto a nosotros, después de habernos saludado. Rafael nos invitó a prestar atención porque se
nos mostarían algunas escenas. La voz de Kalna prosiguió: "Ahora veréis algunas escenas", dijo,
"referentes al suceso que llamáis muerte y que nosotros llamamos paso".
De la habitual nube coloreada, se formaron unas figuras como ya habíamos visto la vez anterior.
Apareció la imagen de un hombre enfermo en la cama de una habitación. Respiraba muy
fatigosamente, y algunas personas, seguramente los familiares, estaban junto a él en su
cabecera".
"Es una escena terrestre", dijo Kalna, "la que os mostramos. Está sucediendo realmente en este
momento en vuestro planeta. Tenemos la posibilidad de mostraros escenas del pasado, del
presente y tal vez del futuro. Observad ahora lo que va a suceder".
Miré con curiosidad, y al rato me pareció como si el hombre se estuviese desdoblando. Una
imagen completamente semejante a la suya, pero muy ligera, se alzó horizontalmente de la
cama, dio la vuelta por el aire de la habitación y se puso suávemente en pie sobre el pavimento.
Al mismo tiempo la otra figura, la que yacía en la cama, se quedó quieta, dejó de respirar
fatigosamente, y los familiares le cerraron los ojos y empezaron a llorar y a lamentarse en alta
voz.
El cuerpo del hombre en la cama, inmóvil y sin vida tenía ahora los ojos cerrados, mientras su
doble miraba, con una expresión de sorpresa, ya a su cuerpo en la cama, ya a los familiares
llorando. El intentaba consolar a los suyos, hacerles comprender que no estaba verdadera y
definitivamente "muerto", pero ellos no lo notaban y proseguían sus lamentaciones en torno al
cuerpo de la cama.
"Este hombre, este hermano de la Tierra, ha terminado su existencia terrena", comentó Kalna
"Ahora él vive con un nuevo cuerpo en un nuevo ritmo vibratorio vital. Está extrañado de ver su
cuerpo material muerto en la cama, y ha tardado algunos minutos en comprender la verdad de
las cosas. Querría comunicar con los parientes que lloran su muerte física, pero no ha
comprendido todavía que vive en una dimensión distinta de la material. Este hermano está
viviendo ahora dos realidades en sí mismo: la maravillosa sorpresa de haber descubierto que se
vive también después de la muerte y ya sin el sufrimiento físico que le había afligido hasta el
tránsito, y la tristeza de no poder comunicar con los que aún están en la vida material. Ahora ha
comprendido que puede verlos y sentirlos, mientras que ellos no pueden darse cuenta de su
realidad”.
Kalna se interrumpió y nos dio la oportunidad de seguir la escena que mostraba sus inútiles
esfuerzos para decir a aquellas personas que todavía estaba vivo y que la muerte física no quita
la vida.
"Ahora veréis otra fase", anunció Kalna; "éste es el primer contacto con Hermanos de otras
dimensiones que han sido traídos de otros mundos para acoger al hermano que ha pasado de la
dimensión material a otra forma de vida. Ya os lo decimos: en toda la creación a nadie se deja
abandonado".
Vimos llegar a aquel lugar, como a través de las paredes, algunos hombres y mujeres, cuya
edad parecía comprendida entre los quince y los cuarenta años, al menos en apariencia. El más
joven, un muchacho que parecía precisamente el de menos edad, se acercó al hombre que
acababa de morir, el cual aparentaba ahora unos cuarenta años, mientras su cuerpo era mucho
más viejo, y lo abrazó. Lo llamaba "papá", y el hombre hechó los brazos al cuello del muchacho
diciéndole: "¡Hijo mio qué alegría volver a verte!. ¡Cuánto te he echado de menos!. ¿De dónde
vienes?" El muchacho le dijo que estaba muy bien y que lo esperaba desde hacía tiempo. Hubo
abrazos y palabras de emoción entre el hombre y todos los que habían venido a recibirle.
El hombre miró su cuerpo, todavía y quería hablar a los parientes que lo rodeaban llorando,
pero los demás le explicaron que no era posible, añadiendo que le enseñarían enseguida cómo
comunicar con el pensamiento y el Amor con sus familiares dejados en la Tierra.
Estaba sorprendido, y oia también la voz de Tina que repetía: "Es increíble, pero es algo
maravilloso".
Paolo dijo algunas palabras que expresaban emoción por aquella verdad. "Y pensar", añadió,
"que los hombres de la Tierra esperan la muerte con terror y lloran durante años a las personas
queridas muertas”.
Mientras la escena estaba en aquel estadio todavía pregunté a Kalna por qué una verdad así no
se daba a conocer de algún modo a los hombres de la Tierra.
"Hay razones", respondió, "por las que los hombres de la Tierra no pueden ser informados de
estas realidades. Ellos, a través del dolor y de la ignorancia causados por su conciencia
oscurecida y deteriorada, recuperan valores y adquieren la conciencia necesaria para insertarse
después energéticamente en aquellas realidades vitales".
Mientras tanto, los Hermanos que habían venido a acoger al terrestre fallecido, habían salido de
allí con él, y se acercaban hacia un lugar que no correspondía ya a la realidad de la casa y del
ambiente donde había sucedido la muerte.
"Estais viendo ya la realidad astral”, explicó otra vez Kalna. "Es decir, ahora véis la realidad
energético vital relativa a aquel lugar en un ritmo vibratorio más sutil".
Hicieron poco recorrido y me pareció que no caminaban, sino que avanzaban un poco elevados
sobre la tierra. Primero el hombre caminó, pero después, observando a los demás, consiguió
avanzar él también sin mover las piernas, un poco elevado del suelo.
El grupo llegó a un pequeño disco detector que tenía la portezuela abierta.
"Ahora entraremos en él", dijo el muchacho al hombre "e iremos donde vivimos nosotros".
Entraron, y el disco se elevó de la Tierra velozmente hasta desaparecer en el espacio.
La escena había terminado, y la luz volvió a aquella sala, que parecía hecha de una madera
blanda de tenues colores que estaban entre el nogal y el haya. Firkon volvió a tomar la palabra:
"Os traemos a los familiares, los amigos y los conocidos que os esperan en mundos más
evolucionados. Si estos ya habitan los planetas fuera de la Barrera Celeste, son capaces de venir
del espacio por su propia voluntad. Si se encuentran en pIanetas no muy evolucionados todavía,
tienen necesidad de nuestra ayuda y nuestros medios espaciales para surcar el espacio. Tras la
muerte física se es llevado a otros mundos. El levantamiento de la Tierra sin cuerpo material
tiene lugar sobre medios como el disco o la astronave, o por efecto de fuerza cósmica o mística,
según el grado de evolución de la conciencia del fallecido. En este segundo caso se puede ser
transportado en el espacio hasta el destino por una Ley de Afinidad; para que ello suceda, se crea
en torno al nuevo cuerpo astral y espiritual una envoltura energética vital que conduce al
hermano hacia su destino. Este medio de trasporte puede ser usado fácilmente por nosotros
también, cuando lo deseemos. Algunas apariciones se realizan, de hecho, precisamente porque el
visitador de otros mundos se conduce hasta la persona de la Tierra con la que va a contactar de
este modo. Sin embargo, normalmente cuando se traslada un número de personas mayor de dos,
entonces es indispensable el medio espacial: ésto ofrece mayores garantías y posibilidades de
inserción en las Leyes Cósmicas de la Energía Vital".
"A veces", explicó Rafael, “podemos sacar a un terrestre del planeta sin que el disco se haya
posado y sin necesidad de que la persona que hemos elevado entre a través de la portezuela. Se
manda al hermano desde el disco una envoltura energética que lo atrae hasta el interior del
medio espacial, obrando sobre él una aceleración de su ritmo vibratorio vital. Esa energía que
nosotros mandamos sobre él, lo envuelve, lo penetra y lo libera de las Leyes Físicas y de la
gIavedad del planeta.
Rafael se interrumpió. Una música dulcísima y melodiosa se difundió en la estancia de la
astronave. Tina conversaba con Kalna, y Paolo con Orthon. Firkon me dijo que haríamos un
pequeño intervalo. Me informó que la astronave no estaba lejos del lugar adonde nos dirigíamos.
Le hice varias preguntas, incluso sobre temas de mi vida privada de hombre de la Tierra.
Respondió a todas mis preguntas con tal afabilidad que en cierto momento me sentí conmovido
y le dije:
"¿Pero por qué nos amais tanto?". Firkon alzó las manos hacia el cielo y respondió: "¡Dios nos
ama y nosotros os amamos!". Quedamos conversando todavía, hasta que Rafael requirió nuestra
atención.
"La Escritura", dijo, "os anuncia que cuando lleguen momentos muy graves para la Tierra, todos
los terrestres verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria.
"El", dice textualmente la Biblia, "mandará a sus ángeles con una gran trompeta y reunirán a
todos sus elegidos de los cuatro vientos, de un extremo a otro de los cielos. También os dice:
"Será como en los días de Noé. En efecto, igual que en los días que precedieron al diluvio, comían
y bebían, tomaban mujer y marido, hasta que Noé entró en el arca, y no se dieron cuenta de
nada hasta que vino el diluvio, y se los tragó a todos, así será también a la venida del Hijo del
hombre". Os hemos recordado ya, continuó Rafael, las palabras del Evangelio: "Entonces dos
hombres estarán en el campo; uno será tomado y el otro dejado. Dos mujeres molerán en la
muela; una será tomada y la otra dejada". Ahora vosotros sabéis lo que significa ser tomados o
llevados o levantados de la tierra. Habéis visto y hemos explicado de qué modo puede suceder
esto".
Recordé la escena que habíamos visto y lo que Kalna nos había explicado y después había
acabado de aclarar Rafael.
"Imaginad" continuó Rafael, “que las consecuencias inmediatas de una guerra nuclear, como la
que os mostramos en un contacto cósmico, se cumplen en el planeta. He aquí que nosotros
levantaremos de la Tierra a los hermanos inmediatamente, pero no podremos hacer otro tanto
con los enemigos del Amor, ni aunque quisiéramos. En efecto, las energías de sus cuerpos sutiles
desordenados y contaminadas por efecto de su mala conciencia, no nos permitirían levantarlos
del suelo; y aunque pudiésemos lograrlo, sería para ellos un mal mayor que ser dejados en la
Tierra. Por eso es por lo que Jesús os habló de fuego de la Gehenna, y de un infierno que
experimentarán los fabricadores del mal y de la muerte y de todo pensamiento y acción mala, si
no se purifican por el arrepentimiento, sentido y sincero, que tiene la función de purificar y
reequilibrar, creando las premisas energético-vitales para una transformación ordenada del
campo vital. Estos hermanos nos verían mostruosos, porque está deformada su conciencia y
serían dañados después por las energías de nuestros discos y de nuestras astronaves, porque su
realidad vital está desordenada y no se integraría con el orden armonioso e inalterable que reina
entre nosotros. Este tormento de quien no está en orden con las Leyes Universales del Padre es
todavía un medio de salvación, de reclamo más allá de toda obstinación, para que todos los hijos
del Padre puedan comprender que la verdadera libertad está en el bien y en el Amor al Creador y a los Hermanos".
"En todo caso, incluso si por bondad del Creador y nuestra intervención (pues de lo contrario las
cosas escritas sucederían en el peor de los modos), se evitan momentos trágicos a la humanidad
de los terrestres, el Señor vendrá, y nosotros con El vendremos a poner igualmente fin al mal en
la Tierra y este levantamiento de la Tierra de los que han de ser salvados sucederá antes de que
se cumpla el fin”.
Rafael calló, y comprendí que había acabado de hablar.
"Nos dijiste", intervine, que el cumplimiento del Tercer Secreto de Fátima corresponde al tiempo
que introducirá el Reino de los Mil Años sobre la Tierra. ¿Será inevitable que sobrevenga una
tercera guerra nuclear para poner fín al mal y para traer una nueva era que nunca pasará?".
Orthon suspiró. Juntó las manos y pareció buscar sus más profundos pensamientos.
"La Madre de Jesús", dijo, "después del Señor su Hijo es la más sabia y admirable de las
criaturas. Su Amor por el Padre, por Jesús y por todos nosotros es inmenso. Ella tiene más
conocimiento que cualquier otro hijo del Padre. Nosotros la consideramos la Gran Hermana, pero
más aún una Madre, la Madre Universal".
Esta sublime Señora del espacio me había quedado impresa indeleblemente en el ánimo y había
hecho arder mi corazón con un Amor purísimo e infinito. Tina hablaba muchas veces de Ella, y
siempre decía que la amaba inmensamente. La sentíamos siempre presente.
Rafael siguió donde Orthon se había interrumpido: "Ella ha aparecido sobre la Tierra más veces
de lo que se pueda suponer. Algunas veces ha aparecido clamorosamente, como en Fátima, y el
signo que Ella ha mostrado en el sol ha hecho comprender y ha confirmado que estáis en el
tiempo predicho por Juan en el Apocalipsis. Las dos partes que se revelaron se han cumplido, y
también la luminosidad en la atmósfera de la Tierra, que se mostró para anunciar el segundo
conflicto mundial, que fue un momento apocalíptico de grandes proporciones, se realizó como Ella
había predicho. Ya está cercano el tiempo de la verdad del Tercer Anuncio, que sólo ha sido
divulgado oficiosamente. Estamos trabajando para evitar a los hombres de la Tierra una enorme
tragedia. En la Tierra se encienden cada vez más hogueras de odio y de guerra fratricida.
Después el incendio abrasará y la locura de los fabricadores del odio y de la muerte se pondrá de
manifiesto en el sacrificio que se realizará. Nosotros imploramos al Padre para evitaros tanto mal;
rogamos al Maestro y a la Madre Universal que quieran hacer lo imposible para evitar tanto dolor.
Sabemos que sucederá así; pero pedimos y nos entregamos sin ahorrar esfuerzos para que
pronto triunfe el Amor y sobre la Tierra surja el nuevo día profetizado. El peligro crece también a
causa de la contaminación de las aguas, de la atmósfera y de cada elemento del planeta. Los
terrestres han escogido caminos equivocados, han mirado el provecho material en menoscabo de
su salud y de sus energías vitales. El error y el desorden espiritual han producido contaminación y
desorden material. No estaba prohibido progresar; antes bien, estaba en la voluntad del Padre
que ha dado generosamente muchos dones a sus hijos, pero sus hijos de la Tierra han dilapidado
el patrimonio de su morada, de este planeta creado por su Amor. El ahora los castiga, pero
precisamente son ellos mismos quienes se castigan al cometer los errores. Pronto se cumplirán
las palabras del Apocalipsis: "Vi después un Angel que bajaba del Cielo con la llave del Abismo y
una gran cadena en la mano. Agarró al dragón, la antigua serpiente (es decir el diablo, satanás),
y lo encadenó por Mil Años; lo arrojó al Abismo, lo encerró allí y selló la puerta encima de él, para
que no sedujese más a las naciones, hasta que se cumpliesen los Mil Años".
"También está escrito", dijo Kalna, "que ésta es la primera resurrección. En efecto, los que sean
elevados de la Tierra, lo serán en su cuerpo material que sufrirá una desmaterialización y se
volverá como el nuestro, capaz de volver a materializarse según la necesidad. Sigue diciendo la
Escritura: "Felices y Santos los que tomen parte en la primera resurrección. Sobre ellos no tiene
poder la segunda muerte, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con El
durante mil Años". "Mirad", explicó Kalna, "quien sea levantado de la Tierra será de los nuestros,
será como Elías, por ejemplo, que fue llevado hasta nuestras astronaves y pudo volver diez años
después a traer un mensaje a los terrestres. Los que reinen con Cristo durante mil años podrán
vivir en la Tierra y El estará en medio de ellos, y nosotros también estaremos allí. Y podrán subir
al Espacio con El y con nosotros. La Tierra volverá a pertenecer a la fraternidad del Amor
Universal y será nuevamente, como ya explicamos, Jardín del Edén. No tendremos que impediros
ya el acceso al Edén, Espacio incontaminado, que ha permanecido fiel al Padre y a sus Leyes.
Nosotros, los Querubines con la llama de la espada vibrante estaremos entre vosotros y vosotros
estaréis con nosotros. También vosotros administraréis las cosas de Aquel que tiene poder en el
Cielo y en la Tierra por voluntad del Padre y toda administración de sus bienes será de todos. En
efecto, los resucitados serán sacerdotes de Dios y de Cristo, un sacerdocio que procederá de El
directamente, según lo que fue anunciado en un descenso nuestro a la Tierra del gran Hermano
Melquisedec. Entonces no conoceréis ninguna otra muerte. La palabra que se os dio según la
verdad no podrá dejar de cumplirse".
Luego fuimos invitados a reposar en cómodas camitas, en pequeñas habitaciones invadidas por
una luz difusa. Tina, Paolo y yo entramos cada uno en nuestro cuartito. No estabamos cansados,
pero habíamos comprendido que este reposo nos daría buenas energías y nos abriría más el
espíritu a las cosas que nos esperaban. Kalna y Rafael nos acompañaron. Los demás se
despidieron de nosotros afablemente deseándonos un buen reposo. Mi corazón estaba lleno de
reconocimiento por aquellos hermanos y una alegria profunda saturaba mi ser. Me sentía
protegido y pensaba en las palabras recién escuchadas. Me invadió un dulce sueño, mientras mis
dos hermanos de la Tierra reposaban también dulcemente.
Capítulo 14.
ORACIÓN Y MENSAJES.
Un gradual aumento de la luz y una música suave nos despertaron. Pasaron a recogernos Rafael
y Kalna, que nos acompañaron a una sala donde algunos jóvenes y muchachas estaban
danzando.
Otras cantaban, acompañados por la música de algunos instrumentos. Los Hermanos que
tocaban eran muy habiles en aquel arte y dotados de especial sensibilidad. Algunos de aquellos
instrumentos nos eran desconocidos del todo, puesto que eran completamente desiguales a los
nuestros; otros podrían ser definidos semejantes al violín, al arpa, a la trompeta, al oboe y no sé
si al clavicémbalo, órgano o piano. Emitian sonidos cálidos, suaves y sutiles, con una armonía que
manifestaba una elevación sobrenatural. Algunos fragmentos, aunque estaban más allá de toda
comparación con músicas de la Tierra, me recordaban ciertas arias de Bach. Los Hermanos
entraban y salían libremente. Eran hombres y mujeres que mostraban una edad difícilmente
definible pero que habría calculado entre los quince a los treinta y cinco años. Sus expresiones
eran dulces, hasta en la variedad de las fisonomias y de su personalidad. Algunos parecían más
meditativos por temperamento, otros más practicos y vivaces. Había en ellos distintas facciones y
características diferentes, que en la Tierra podriamos relacionar con la variedad de razas
humanas, con la diversidad entre las gentes de naciones y regiones lejanas una de la otra. Todos
nos saludaban afablemente; alguno se detenía a pedirnos noticias y nos manifestaba su
acogedora simpatía. Todos estaban informados de nuestra procedencia y estaban al corriente de
la misión que Rafael y los demás llevaban con nosotros.
Después ejecutaron un canto tan melodioso que nos embelesó. Los movimientos de los
danzadores y danzarinas eran tan ágiles y expresivos que impresionaban el ánimo
profundamente.
En un momento determinado se hizo el silencio. Un Hermano que estaba presente y que debía
ser muy amado y venerado por el alto grado de su evolución y conocimiento, dijo en voz alta:
"Que el Padre Celeste bendiga a nuestros hermanos de la Tierra. Que su luz infinita ilumine las
mentes de los que no le ven. Que Dios recompense y proteja a quien se dedica a su justa causa.
Que atraiga a Sí con su dulcísima fuerza a todo hijo perdido".
Dichas estas palabras, toda la asamblea recitó en voz baja y con sentimiento una encendida
oración:
"Padre Amadísimo y siempre adorable
que estás más allá de todo Espacio;
es dulce recordar tu Nombre;
Tu "Amor penetra todo abismo
y arrebata nuestros corazones;
nosotros te rogamos ahora
por todos los hermanos de la Tierra.
Dales Tu Luz y Tu Fuego.
Perdona todas sus ofensas.
Haz que ellos perdonen a los hermanos
que no saben Amar.
Quita todo pecado del Cosmos y de la Tierra.
Que todos tus hijos te conozcan, oh Padre,
y te amen eternamente.
Escucha oh Padre,
y danos alegría y paz
en el conocimiento.
Así sea."
Una dulcísima paz nos había entrado con las palabras de súplica de aquellos Hermanos. Los ojos
de Tina estaban llenos de lágrimas. Paolo estaba absorto y silencioso. Miré a Rafael, que dijo:
"El Padre Dios, Aquel que es Bueno y Humildísimo, Grande y Poderosísimo, nos hace sentir su
divina presencia y su amorosa sonrisa".
Siguió un tiempo de recogimiento, en el que cada uno habló al Padre en lo secreto de su
corazón. Advertía Su presencia más que si hubiese tomado una forma y hubiese sido una persona
visible. Lo amé por mi y por todos sus hijos de la Tierra. Lo amé porque lo sentia amabilísimo.
Una pared lateral de la sala se descorrió mostrando otra pieza contigua de la astronave. Ahora
se había formado un gran salón único donde se reunieron otros hombres y mujeres.Todos se
sentaron; Rafael se levantó y empezó a hablar así:
"Toda la Fraternidad que vive conscientemente en el Amor Universal del Padre, desde siempre
ayuda a los hermanos de la Tierra que se esfuerzan en un largo y difícil camino. Pero en este
tiempo el planeta se acerca al cumplimiento de grandes acontecimientos, previstos desde siempre
por el Padre Dios, de lo que estamos informados desde hace mucho tiempo y lo dimos a escribir a
los Profetas que bajaron a la Tierra a cumplir su misión de guía. Siempre nos hemos mostrado a
los terrestres y hemos contactado con ellos para enterarlos de nuestra presencia. Desde que la
segunda guerra mundial estalló en los continentes de aquel mundo hemos estudiado
intervenciones cada vez más concretas. Desde el final del conflicto, que tanto dolor produjo,
estamos contactando visiblemente un número cada vez mayor de hermanos. Esto será cada vez
más, a pesar de que existen obstáculos y prejuicios que impiden que se difunda nuestra acción.
Nuestras astronaves son muy visibles, nuestros discos realizan movimientos y emiten luces
coloreadas que no son posibles a los medios aéreos, navales y terrestres del planeta. Los que nos
ven detenidos en la atmósfera no pueden dudar de que somos nosotros. Los que nos ven
zigzaguear en el cielo o perciben esferas de fuego que se mueven de un modo raro o notan otros
hechos que no pueden explicarse con las Leyes de la Física, no pueden más que deducir nuestra
presencia".
Rafael miró a Tina, a Paolo y a mí con el aire de quien sabe que es escuchado atentamente.
"Pero nosotros", prosiguió, "contactamos también con los hermanos de la Tierra por otras vías
más provechosas, hablamos a su espíritu, a su corazón y a su mente, incluso a la imaginación,
sin violentarles, sino para trasmitirles nuestros pensamientos y nuestros sentimientos, para dar
luz y conocimiento. Lo hacemos de modo suave y ellos son libres de abrir su ser a estas verdades
o rechazarlas y elegir otras cosas. En esta época se están cumpliendo las palabras del Hermano
Joel, que se dieron a los hermanos de la Tierra para el futuro que ahora es presente: "Vuestros
hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros ancianos tendrán sueños, y vuestros jóvenes
visiones".
Ha llegado el tiempo para los hijos de la Tierra del cumplimiento pleno de las palabras del
profeta: "Haré aparecer, dice el Señor, signos prodigiosos en el cielo y en la Tierra, sangre, fuego
y columnas de humo".
Rafael exortó a toda la Fraternidad del Amor Universal a colaborar en el nombre del Padre Dios
para la salvación de los hombres de la Tierra. Todos estaban pendientes de sus labios.
"Estamos muy tristes", dijo pausadamente, "por las cosas que sucederán pronto en la Tierra".
Después se recogió como en oración y añadió: "Pero nosotros confiamos en la infinita
misericordia y bondad de Dios, del Cristo Señor que en aquel planeta murió por Amor de los
hermanos y de la Señora su Madre que tanto poder tiene sobre el corazón de El y del Padre
Celeste". Antes de que acabase de pronunciar estas palabras la luz empezó a disminuir. Entreví a
Rafael sentarse levemente. Se nos mostró una terrible escena, que preferimos no referir. Una voz
masculina decía: "El sol se cambiará en tinieblas y la luna en sangre, antes de que venga el día
del Señor Grande y terrible"
Después una voz de mujer pronunció estas palabras de esperanza: "Quien invoque al nombre
del Señor será salvado; porque en el Monte Sión y en Jerusalén estará el resto de los salvados,
como ha dicho el Señor, y tendrán refugio los llamados de Dios”.
Vimos innumerables hombres, mujeres y niños, que eran levantados de la Tierra, elevados a las
astronaves, amontonados en el cielo de una Tierra trastornada. Era como si los que eran puestos
a salvo tuviesen una señal para reconocerles, puesto que relucían con la misma blancura de las
astronaves.
Volvió a encenderse la luz, y Rafael se levantó de nuevo. "Las Escrituras dijo, Teman a Dios
Señor de los Ejercitos. Cuando nació Jesus Hijo de Dios vivo, en la gruta de Belén, signo de
humildad infinita, aquel Gran Hermano, el Ejército del Señor canto su Gloria por la paz de los
hombres de la Tierra. Ahora nos estamos acercando a la batalla final contra el mal, contra el
dolor que aflige durante demasiado tiempo a los hijos y a el Padre. Pronto tocaremos la trompeta
de la Victoria del Amor Universal, de la Justicia y del Bien, la Tierra surgirá un sol nunca visto
antes, ni siquiera en el tiempo del primer Edén. El resto, está profetizado, celebrará una gran
fiesta con Aquél qué reina por derecho, siendo Bueno, Justo y Verdadero, como está escrito.
Rafael se sento y después de una breve pausa continuo: "Levantaremos de la Tierra a los
hermanos que desde siempre buscan bondad y justicia, despues a los arrepentidos y por fin a
quienes inclinen las rodillas ante el Padre Dios en el último momento. Para todos habrá salvación,
excepto para quien quiera exaltar hasta la perdición su dureza de corazón. ¡Quien tenga oidos
entienda!".
Se interrumpió. Después su voz se hizo más suave. “Nosotros", dijo "invitamos a todos los
hermanos de la Tierra abrir el corazón a la bondad y a la oración dirigida al Padre Creador y a
nosotros sus intermediarios. Cada anhelo suyo tendrá siempre respuesta, como ha sucedido
siempre. Nosotros estamos en disposición de escuchar vuestro pensamiento y vuestro corazón
menesteroso. E infinitamente más lo está el Padre Dios. Orad y suplicad, buenos y sencillos de la
Tierra, para que pueda ser sometido el orgullo homicida y fraticida presente en vuestro mundo.
Ni siquiera una sílaba de vuestra oración se perdera, ni un suspiro de vuestra alma en favor de la
causa justa. Orad y suplicad y sed cada día humildes y buenos. Que no se desanime vuestro
corazón por los límites humanos. En todo momento hay perdón y misericordia. Si sois humildes y
os arrepentís, todos vuestros pecados serán motivo de Amor y de ternura. El Padre nos ha
puesto a vuestro lado y os a mandado a Aquel que tiene conocimiento, bondad y Amor más allá
de toda posibilidad de imaginación. Se os ha dado un Maestro cuya sabiduría y misericordia no
conoce limites. Con El está su Madre, la Señora del Espacio, Aquella que en Fátima, perdida
localidad terrestre, dió a unos simples niños el anuncio del inminente momento apocalíptico que
amenaza a la Tierra por la locura del hombre. Ella suplica y se ocupa en todo momento de sus
hijos de la Tierra, pero el peso que lleva es cada vez más intolerable, y su carga cada vez más
insostenible. Existen Leyes Universales de justicia que el Padre ha dado como garantía del Amor
entre sus hijos, entre estos y El. Nosotros decimos con tristeza a los hermanos de aquel planeta
que desde hace tiempo estamos ya fuera de todo límite permitido. Que haya una competencia de
bondad, de oración y de humildad. Que vuelva la sencillez de otro tiempo, que no es contraria al
progreso conseguido, si se vive bien. El vendrá pronto y nosotros estaremos con El. El Reino del
Amor volverá a la Tierra y será un gran día para quien lo haya esperado y un dia grande y terrible
para sus enemigos, los enemigos del Amor del Señor Dios".
Se nos dieron dos mensajes, uno de ellos sellado. Mientras se me entregaba el segundo, Rafael
me dijo: "Pronto vendrá su Reino a la Tierra, un Reino del Espíritu, que no podrá ser confiado a
ningun poder humano. Esto también fue decretado y esta escrito".
Después se nos anunció que la astronave estaba detenida en el Espacio; pronto entraríamos
nuevamente al disco para bajar a un mundo desconocido para nosotros.
Capítulo 15.
EN UN PLANETA MARAVILLOSO.

Entramos en el gran disco. Vinieron con nosotros Rafael, Firkon, Orthon, Kalna, Ilmuth, Zuhl, y
otros tres Hermanos, dos hombres y una mujer. Había aire de fiesta: el interior del disco detector
era distinto del que ya habíamos conocido. La cabina y los demás espacios internos estaban
separados por paredes. En el centro había un gran tubo luminoso, que iba desde el centro del
pavimento hasta la cima de la campana. Nos asomamos a una escotilla.
"¡Dios mio!, exclamó Tina, y retrocedió como para contener la emoción de aquella vista.
Paolo, fascinado por el espectaculo que aparecía a sus ojos, no se separaba de la escotilla.
Estabamos bajando suavemente hacia el suelo de una tierra maravillosa. Una naturaleza
verdeante se distribuía por llanuras, montes y colinas. Un gran río en el que había diseminadas
numerosas islas, corria con sus aguas azules hacia un gran mar. El cielo era surcado por discos
volantes. No vi ciudades, casas o centros habitados. Esto me sorprendió, pero Rafael que había
leido en mi pensamiento, me explicó: "En estos mundos fieles a las Leyes Universales se vive
inserto en la naturaleza".
En aquel cielo resplandecía una inmensa luz, procedente de un astro semejante al sol, que se
distribuía suavemente, y agradaba a la vista. Noté que era distinta de la también maravillosa que
da el sol a la Tierra. Vapores esparcidos formaban vagos encajes en el cielo, y formas
encantadoras reflejaban la luz de aquella estrella, creando coloraciones tenues y más fuertes.
En un momento estuvimos entre la tupida vegetación de una colina. Desde allí nos llegaba el
sonido de las olas del mar levemente movido por un vientecillo embriagador. Bajamos hollando
una hierba semejante a la nuestra de la Tierra, pero cuya coloración verdosa se difuminaba en
tonos variados. También las formas de los árboles y de las hojas eran más graciosas y
difuminadas de color por los lados, mientras éste se veía más concentrado en el interior. La
frondosa vegetación ofrecía frutos semejantes a los de la Tierra, aunque no del todo iguales:
parecían manzanas, piñas o bananas; otros eran rojos y redondos. Todo mostraba una variedad y
una armonía difíciles de imaginar.
Nos vinieron juguetones al encuentro algunos graciosos animales semejantes a los panda, pero
ligeramente más grandes que los que viven en la Tierra, y los acariciamos con afecto.
Entonces, nos encaminamos con los Hermanos hacia un prado en el que se posaban algunos
discos detectores mientras otros salían de allí. Lo recorrimos lateralmente, e Ilmuth nos explicó
que el lugar era uno de los más importantes puntos de reunión entre Hermanos de muchos
mundos. Dimos la vuelta al rededor de un árbol cuyo enorme tronco tenía una circunferencia muy
grande y cuyas ramas tenían una extensión de varias decenas de metros; sus hojas eran anchas
y muy elaboradas, con un matiz y variedad de tenues colores desde el verde al rojo. Quedé
mirándolo encantado, mientras Tina lo tocaba como para saludarlo.
Mientras tanto, guiados por Rafael, continuábamos caminando con los Hermanos.
Ahora se hacía la colina más abrupta, y bajo la costa la vegetación era más espesa. Apareció,
allá abajo, una construcción semejante a un enorme hongo o a un disco apoyado en el prado.
Tuve la impresión de que era una habitación o un templo o un edificio, como podría ser un
albergue de la Tierra. Su color era indefinible, iba desde el verde al marrón, del azul al beige.
Observé la perfecta sintonía con los colores de la natureleza, del cielo y del terreno que en
algunos trechos estaba como recubierto por un musgo de color de la tierra, semejente a una
alfombra natural.
El gran disco parecía hecho del mismo material con el que estaban construidas las astronaves
en las que habíamos viajado; pero, a pesar de la fuerte sensación de trasparencia, no se podía
ver el interior desde fuera. Entramos por la puerta abierta: ¡el espectáculo que se presentó a
nuestros ojos era indescriptible!. El pavimento de la gran sala estaba formado por la hierba del
suelo, que a trechos estaba recubierto de aquel musgo que acabo de describir. Algunas alfombras
estaban dispuestas aquí y allá, y armonizaban bien con la naturaleza del lugar que estaba
respetada cuidadosamente. Había preparados por grupos lugares para sentarse en sillas y
butacas, algunas sobre alfombras y otras en el suelo. A un lado de este enorme salón había
butacas y divanes, dirigidos hacia el interior de la sala como en un lugar de reunión donde
algunos oradores deben de dirigirse a la asamblea. Columnas de distinto tamaño surgían del
suelo y se elevaban hasta sobrepasar el techo: en realidad se trataba de los troncos de los
árboles, que no habían sido talados. Sus frondas protegían de aquel sol y creaban un juego de
luces y sombras gracioso, que daba una sensación de serenidad y reposo dulcísimos. Mientras
que desde fuera no se podía ver el interior, a pesar de su trasparencia, desde dentro se podía
admirar el exterior de la naturaleza circundante y semejante vista producía un efecto relajante
por el filtro de las paredes y del techo. A un lado de la gran sala y al fondo había portezuelas que
se abrían y se cerraban silenciosamente sin la ayuda de manillas, para dejar entrar y salir a los
Hermanos. Comprendí que había estancias para diversos usos. Los Hermanos podían allí reposar
y nutrirse o leer y conversar.
Salimos de allí, y Rafael nos condujo a un pradillo enteramente rodeado de un riachuelo.
Grandes plantas daban sombra y dejaban espacios de luz que procedía del astro que daba vida a
aquel mundo. Nos dijeron que asistiríamos a un espectáculo organizado para nosotros por
aquellos Hermanos.
Nos sentamos en la hierba. Mientras tanto, continuaban llegando otras personas, con las que
intercambiábamos saludos o noticias. Después hubo silencio. El prado estaba atestado de gente.
Al fondo, delante de nosotros, junto al arroyo, se formaron coloraciones y se hizo realidad un
gran escenario campestre.
La luz de aquella energía misteriosa armonizaba muy bien con la luz natural, y era ligeramente
mas acentuada.
Algunos Hermanos entraron en "escena" e iniciaron la representación de un espectáculo que se
desarrolló en fases alternando con modalidades que en la Tierra podríamos definir semejantes a
comedia, cabaret o espectáculo musical.
Sobre todo hubo escenas de un gran humorismo. Todos reían, y nosotros también nos
contagiamos de la risa al asistir a aquel espectáculo hilarante, con muchos rasgos cómicos
desarrolIados con extraordinario arte. Hasta la naturaleza participaba de aquellas escenas
aumentando así el sentido del humor. Se producían efectos que no son posibles en la Tierra.
Luego la escena cambió, y tuvo lugar la representación de una historia apasionada: un hombre
y una mujer a la búsqueda, con otros Hermanos del Espacio, de una criatura que, queriendo
llegar hasta el Padre Dios, había realizado un vuelo por el Espacio sin que sus posibilidades se lo
permitiesen. Su ciencia era muy limitada, pero su corazón sincero y su Amor eran tales como
para hacerle posponer toda otra cosa al deseo de llegar a mundos donde fuese posible ver sin
velos el Rostro Divino del Creador. Esta historia, que contada así podría parecer banal, fue por al
contrario de una realidad y de una eficacia increíbles. Vi a muchos Hermanos conmovidos y Tina
que se secaba las lágrimas. Paolo, a su vez, me dijo que se identificaba mucho con la maravillosa
ingenuidad de aquella criatura de Dios.
Después hubo escenas de bailes y danzas y la ejecución de un espectáculo musical.
Una misteriosa energía vital producía aquellas escenas con luz, color y perspectiva, que
penetraban en quien participaba en ellas.
Se metía uno tan dentro de aquellos hechos, que parecía ser protagonista más que espectador.
Me di cuenta de que era posible producir efectos en la escena. No lograría decir más para hacer
comprender la íntima comunión con cuanto se desarrollaba ante nuestros ojos.
El prado fue escenario de una fiesta bellísima, donde la alegría de cada uno y de todos tuvo
ocasión de manifestarse.
Todos aquellos Hermanos procedentes de tantos mundos eran felices de volver a encontrarse y
de volver a intercambiar experiencias y cosas nuevas de sus mundos. No sabría decir cuánto duró
todo esto. Aquel sol irradiaba una vitalidad y difundía una luz que harían gozar todos los sentidos.
Entramos al edificio en forma de disco. Allí dentro se reunió una gran asamblea de Hermanos.
Un perfume suave circulaba por el aire, como de flores delicadísimas de los campos en primavera.
La maravillosa Señora del Espacio estaba allí frente a todos. Sonreía, y junto a Ella estaba un
Señor de una belleza impresionante. Reconocí en El a la figura de luz que me habia visitado una
noche, después de haberme sido anunciada por Rafael.
Como entonces, ahora El vestía de blanco, sus ojos eran azules, tenía cabellos y barba castaños
y parecía de unos treinta años de edad. Con ellos había bellas figuras de hombres y mujeres cuyo
aspecto embelesaba de dulzura e infundía veneración, suscitando sentimientos de gran
amabilidad. Los ojos de todos se dirigieron a la Señora del Espacio y al Señor.
"Amor a todos los hijos del Padre", dijo este último, “y paz a los hombres de buena voluntad de
la Tierra".
Un largo aplauso suave se levantó de toda la asamblea. Vi a aquellos Hermanos visiblemente
conmovidos. El rostro del Hombre era de una belleza y de una majestad indescriptibles. La
Señora, a su lado, era su perfecto coronamiento. Su delicadeza y su belleza colmaban aquella
vista que satisfacía el corazón y lo hacía redundar en dulzura y en sensaciones maravillosas.
"Yo soy el buen pastor", dijo El con su voz dulcísima "yo conozco mis ovejas de la Tierra y ellas
me conocen, como el Padre me conoce y yo conozco al Padre".
Todos estaban escuchando atentamente.
"Por mis ovejas de la Tierra", dijo de nuevo con conmovedor acento amoroso, "he dado mi vida.
He recibido de mi Padre el poder de dar la vida y de poderla recobrar. Este es el encargo que he
recibido de mi Padre".
Volvió su divina mirada a la mujer que estaba a su lado. Ella lo miró y toda la asamblea
prorrumpió en un largo, suave y conmovido aplauso que parecía no tener fin.
"Pronto", continuó volviendo su mirada a todos, "podremos decir a los hijos de la Tierra que
todas las Escrituras se han cumplido. Pronto yo habré hecho nuevas todas las cosas y habrá,
según la promesa, nuevos cielos y nuevas tierras. Esto lo realizaré yo según la voluntad de mi
Padre".
"Vosotros", dijo con voz sonora y dulcísima, "sois mis amigos, mis hermanos. Con vosotros
recogeré a mis hijos de todos los tiempos y todo se cuplirá según las Leyes del Amor Universal
del Padre. Se llevará a cabo la justicia y todos veran y sabrán la verdad. En respeto a la libertad
concedida por el Padre a todos sus hijos, nosotros dimos solamente Amor, buenas acciones y
nuestra Palabra, incluso a los que quisieron sofocar la alegría de nuestro corazón, dimos el gozo
de la verdad, y nos causaron mucho dolor. Nosotros aceptamos tales sufrimientos, como también
los soportamos actualmente con benevolencia, participando del dolor del Padre Dios. Pero sobre
todo insistimos en dar la palabra que indicase el camino adecuado y diese, en virtud de ello,
conocimiento y Vida Eterna. Muchos hijos del Padre Dios dieron la Palabra a los hombres de la
Tierra. Ellos revelaron los pensamientos y el corazón del Creador. Por esto no siempre fueron
amados y respetados por los que no amaban la verdad del Padre. Muchos profetas predijeron mi
venida. Luego vine al mundo de los hijos de la Tierra y fuí llamado Verbo, o Palabra, por los que
eran míos y me habían reconocido. Dije quien era y me dieron muerte. Me mostré con este
cuerpo que pasaba a través de las paredes de las casas de los hombres de la Tierra y comía con
ellos para ser después elevado por mi voluntad a otra dimensión y estado. Vosotros, hermanos,
me precedísteis y me seguísteis; siempre hacéis las mismas cosas que yo hice y queréis las
mismas cosas que yo quiero, porque es la voluntad del Padre Celeste que nos une en su Amor
Universal. Esta Palabra que muchos dieron a la Tierra y que yo di no ha logrado traer sin
embargo a algunos rebeldes a la vía del Amor y de la Verdad Universal. Nosotros tenemos
paciencia y la tendremos siempre, porque paciente es el Padre Celeste. Pero el dolor que El ha
revelado y el dolor de muchos hermanos que sufren injustamente y han sufrido en todas las
épocas terrestres, ha elevado la oración de los mártires que escuchó el Hermano Juan y escribió
en el Apocalipsis. Por esto el Padre me ha pedido que haga nuevas todas las cosas en la Tierra y
que ponga a mis enemigos por escabel de sus pies, a los enemigos de la felicidad de los
hermanos, del Amor Universal. Está decretado que pronto se restituya la paz al planeta Tierra y a
sus hijos que sufren hambre y sed y que quieren Amor y Justicia. Por esto el Padre, Yo, mi Madre
y todos los Hijos de la Fraternidad Universal pronto ayudaremos al retorno de la Tierra a la
comunión de Amor y de Paz que nos liga a todos con el Padre Dios. Los rebeldes que sembraron
lutos y ruinas en la Tierra serán objeto de las atenciones del Padre en otra sede y en otro tiempo.
La Tierra será nuevamente Jardín del Edén. En las astronaves habrá fiesta y gran alegría, cuando
confiemos al Padre, a su infinito Amor y a su misericordia y justicia, a sus divinas manos
propensas al perdón y lentas en la ira, a los rebeldes, a los hermanos que no quisieron aprender
la lección milenaria del mal y prefirieron quedar sordos a la palabra de Amor y de Verdad que se
les ha dado y sellado con la sangre de los mártires.
Un sentido aplauso se leventó antes de que el Hombre hubiese acabado de decir estas últimas
palabras.
"Pronto", dijo, "vendré a los hermanos de la Tierra, vendremos a aquellos cielos a derrotar
muerte y odio, y entonces refulgirá la grandeza de los humildes y de los sencillos. El servicio en el
Amor y en el conocimiento sustituirá a todo concepto de poder. Será el fin de la bestia que quiso
colocarse en lugar de Dios. El hombre es dado en el número seis, mientras Dios fue dado en el
número tres. 666 es tres veces seis, es decir, el hombre que quiso ponerse en lugar de Dios. Este
es el número de la bestia que perecerá y con ella el falso profeta que dio su palabra no verdadera
que no era la nuestra, no era la mia, no la vuestra, no la del único y verdadero Padre Universal.
Cuando todo se cumpla, vosotros, los Querubines de las Escrituras, pondréis fin a vuestra
vigilancia y dejaréis que todos mis hijos de la Tierra puedan surcar los espacios infinitos creados
por el Amor del Padre. Yo soy testigo del Amor Laborioso de este Padre. Ninguno conoce al Padre
como yo y mas que yo. Sus hijos tuvieron de El el Derecho de recorrer los infinitos espacios, de
habitar sus infinitos mundos creados, de recoger los infinitos frutos de su Amor, pero no de
traicionar a su infinito Amor, de traicionarse a sí mismos, la propia Vida y la de los Hermanos.
"Nosotros enviamos a Noé, a Moisés, a Elías, a Enoch y a muchos otros. El Hermano Elías, gran
hijo del Padre, gritó: "Me consumo de celo por el Señor Dios de los Ejércitos". y como él, todos
los demás que enviamos adoraron a Aquel que en la Tierra ordenó sus Ejércitos Celestes.
Trajimos en nuestras astronaves a Elías y a muchos otros que conocieron la primera resurrección
de la carne de la que os hablaron todos los profetas y Juan en el Apocalipsis a propósito del Reino
de los Mil Años. Siempre acompañamos a los hombres de la Tierra, como hizo también Rafael con
el joven Tobías. Nunca les dejamos solos. Nuestra palabra fue salvación y verdadero
conocimiento para todos los que quisieron acogerla como luz de la verdad. Mostramos a los
profetas el tiempo del fin, de la victoria final del Dios de los Ejércitos sobre una loca rebelión de
muchos de sus hijos. A Ezequiel se mostraron cosas que están sucediendo en la Tierra y
sucederán dentro de poco. No está escrito que Dios creó las tinieblas, sino que El creó la luz y la
separó de las tinieblas. Porque éstas se habían creado por quien había tenido poder para hacerlo.
Todo lo que hizo el Padre era bueno, como se afirma repetidamente en la Escritura que narra la
creación. Después del Exodo que habrá en la Tierra y que no tendrá precedentes en la historia el
mundo y de las iglesias, toda Ley Humana cederá el lugar a la Divina y Universal del Padre
Celeste. Los hijos del Amor Universal no serán ya inducidos a prostituirse a sí mismos; todo
sepulcro blanqueado mostrará su interior. La historia del mal llegará a su fin, y se develará todo
engaño del príncipe de las tinieblas. Pronto la Meretriz verá los siete truenos que fueron sellados.
Preparaos, vosotros que sufrís hambre y sed a causa de la justicia: el Reino de los Cielos está
cerca y todos lo verán. Ni un anhelo de vuestro corazón se perderá".
Todos se levantaron, y los presentes se reunieron en una única voz:
"Padre Nuestro que estás en los cielos,
Santificado sea tu Nombre,
venga a nosotros tu Reino,
hagase tu Voluntad,
así en la Tierra como en el Cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras deudas,
como nosotros las perdonamos a nuestros deudores,
y no nos dejes caer en tentación,
mas libranos del mal. Asi sea "
El cuerpo del Señor y de la Señora se iluminaron, resplandeciendo con una gran luz. El con una
luz dorada y Ella con una luz blanquísima, que invadía todo el ambiente. Primeramente prevaleció
la luz blanquísima del cuerpo de la Virgen, como si un sol sin igual irradiase en aquel templo:
invadió cada ángulo y produjo una realidad maravillosa que penetraba todo y a todos. Me di
cuenta, de que mi cuerpo y el de todos los Hermanos se convertia gradualmente en aquella
misma luz. Comenzaba a vivir y a sentir en mí toda la realidad interior de cada uno, y participaba
de la de la Mujer como sucedía a todos.
Todo pensamiento, todo sentimiento, toda emoción y todo conocimiento posible eran como una
grandiosa y dulcísima sinfonia, una armonia de las mentes y de los corazones. Todos éramos
Uno: el éxtasis que producía la Mujer del Espacio y Su luz unificaba y reavivaba a todo y a todos.
Percibía mundos y Hermanos de otros mundos que no estaban allí. Sentía un Amor arrollador y
un anhelo apasionado que llevaba a todas mis facultades hacia el Padre. Una lluvia de luz inundó
de lo alto toda realidad dando una profunda sensación de pureza y liberación.
Entonces, comenzó a resplendecer el cuerpo del Señor: era más luciente que un sol y su luz
dorada y suavísima penetreba por todas partes y producía arrobamiento y plenitud interior.
Percibí en aquel espacio de luces en fusión Universos enteros. Sentía que el hombre, en su
espíritu, no tiene límites y me sentí como arrastrado dulcemente en extasiantes profundidades.
Cuando todo llegó al colmo y me sentía en el Amor de todos los Hermanos, en el purísimo y
suave de la Mujer, en el Amor ardiente y Divino del hombre, ardió un Fuego sutilísimo y penetró
toda esencia vital. Fue como ser transportados de abismo en abismo, de mundo en mundo, de
cielo en cielo, de éxtasis en éxtasis. En aquel Fuego todo era evidente, todo conocimiento claro.
Volví a oir las palabras que se nos habían dado y me dí cuenta de que todas las expresaba aquel
Fuego. Vi venir de lo alto un Rostro Divino de una belleza Inconcebible, que descendió a poseer
cada fibra de nuestro ser y de todos los Hermanos, de la Virgen y del Señor. Un segundo Rostro
Divino vino de las profundidades y emergió en toda realidad vital.
Vino finalmente un tercero, que parecía proceder de toda parte y de todo punto: envolvió e
incendió todo con un anhelo de Paz y de Amor que produjo una única voluntad de perderse en la
divinidad.
Después acabó todo, y por un momento, después de tales cosas, el lugar pareció extinguido,
hasta que las facultades recobraron su condición ordinaria según la realidad vital posible bajo
aquel sol en aquella naturaleza.
Volvimos al disco. La despedida había sido una gran fiesta y una incondicionada demostración
de Amor y Fraternidad por parte de los Hermanos. Subieron a bordo Rafael, Orthon, Firkon,
Kalna, Ilmuth y Zuhl, que pilotaba. El disco vibró apenas, y volvimos a elevarnos en aquel gran
cielo de Luz hacia la astronave madre suspendida en el espacio. Se iniciaba el viaje de retorno a
la Tierra.
Capítulo 16.
EL ULTIMO ENCUENTRO.
Al empezar Septiembre de 1980 fuimos llamados al último encuentro.
Nos trasladamos hacia el interior de la tierra genovesa.
Llegados al lugar vimos el disco que parecía un milagro en aquel día gris. Tres figuras humanas
se acercaron hacia nosotros, que esperábamos en pie en la hierba del prado. Mi corazón estaba
alborotado y se consumía pensando que no los volveríamos a ver más tan cerca.
La vista de la Virgen, de aquella Criatura Divina que tenía tanto Amor como para venir a visitar
a los hombres de la Tierra tan humildemente, y su belleza sobrenatural me conmovieron hasta el
punto de que a duras penas pude contener las lágrimas. Mis hermanos estaban visiblemente
conmovidos y tenían los ojos puestos en los tres visitantes. No era como cuando nos
encontrábamos en el mundo visitado por nosotros. Sin embargo, la Virgen estaba ante nosotros
como entonces y el corazón nos ardía con un Amor extasiante y purísimo.
La Virgen sonrió y dirigió su dulcísima mirada hacia nosotros. "Bueno", dijo, "todo está
cumplido; estáis preparados para vuestra misión, para dar testimonio de cuanto habéis visto y
oido. El Espiritu de Dios os ayudará".
Me sentí tan pequeño e imperfecto frente a aquella dulce Criatura, que no me atrevía a hablar.
Ella esperó y sonrió otra vez y asi vencí cualquier titubeo.
“¿Qué tendremos que hacer?", pregunté. “¿Y cómo vamos a hacerlo?”.
Quedó recogida con su expresión más suave como para darnos tiempo a prestar la mayor
atención y luego dijo: "No importa hacer programas humanos. El Espiritu os conducirá y os
enseñará qué hacer y qué decir. Ahora sabéis. ¿No habéis visto con qué sencillez os hemos
llevado a semejante experiencia?. Pues bien, éstá es la mayor lección del cielo para vosotros,
hijos: la sencillez, que es humildad".
Repitió como en una melodiosa insistencia: "Sencillez, sencillez, sencillez y humildad".
Una paz profunda recorrió mi ser y procuré disipar cualquier pregunta sobre el porvenir de la
misión que se nos había confiado y que se debía llevar a cabo ahora. La Virgen dijo otras cosas:
Rafael y Firkon seguían atentamente sus palabras y de vez en cuando sonreían.
"Ya otras veces se nos ha hablado del libro que tendrá que publicarse", pregunté, “¿Qué
debemos hacer?”.
"¿Qué importa ahora el libro? ", respondió Ella dulcísima. "El editor vendrá y el Espíritu lo guiará
también a él, que lo publicará según la voluntad del cielo. Sed sencillos, para que Dios pueda
siempre guiar vuestros pasos".
Era cerca de mediodía. Las nubes que cubrían el cielo se abrieron, y el sol asomó deslumbrador
entre las densas nubes y vapores. La Virgen apareció investida de aquella luz dorada. Su belleza
era maravillosa y abrasaba el corazón. Instintivamente nos arrodillamos. Firkon, rezando, dijo:
"El Angel del Señor llevó el anuncio a la Virgen María".
"Y Ella concibió por obra del Espíritu Santo", resonó la voz de Rafael.
Estábamos todos de rodillas, hermanos de la Tierra y Hermanos del Espacio, en torno a la
Virgen que estaba de pie y había unido las manos aIzando sus ojos Iuminosos al cielo. Su vestido
parecía de seda azulina purísima y no mostraba costuras.
En el lado un cinturón de tela blanca le sujetaba la cintura. El vestido tenia mangas anchas
recogidas en los puños. Los cabellos, entre rubios y castaños, le caían por los hombros y a lo
largo de la espalda.
Rafael vestía una túnica color oro que a veces parecia asumir tonalidades entre el amarillo
oscuro y el marrón. Firkon vestía un “chandal” amplio color caqui. Ambos calzaban sandalias de
color parecido al cobre, mientras que la Virgen tenía los pies desnudos.
Rafael empezó a recitar el Ave María. Lo seguimos todos juntos en la oración, y el corazón se
llenó de una dulzura indecible. Hubiera querido permanecer así, frente a aquella Criatura sublime,
sin tener que volver a levantarme ya, tanta era la alegría que tenía en el corazón y la sensación
de que con Ella podríamos volver al Espacio. Pero Ella nos invitó, con una leve señal de las
manos, a levantarnos.
“Seréis poco comprendido por los hombres”, dijo, “pero los que quieran comprender, os
escucharán. Muchos que creen en Dios os acusarán de profanación, porque habéis osado
presentar realidades celestes y criaturas sobrenaturales en forma cósmica. Les preguntaréis por
qué Dios mismo quiso bajar al Cosmos y asumir sobre la Tierra figura humana. No temáis: el
Espíritu os guiará y os dará ayuda, que se dará también a quien se ponga al servicio de Jesús y
de su causa que es la de vuestra salvación”.
La Virgen nos dijo aún muchas cosas referentes al tiempo futuro, a la misión que se nos había
confiado, y nos hizo tomar conciencia de algunos problemas que tendríamos que afrontar a lo
largo del camino de nuestro testimonio.
"No tenéis nada que temer", dijo. "Daréis vuestro testimonio. Sed humildes y servid a vuestros
hermanos, igual que Dios nos sirve a nosotros y nosotros os servimos a vosotros. Yo estaré
siempre cerca de vosotros y os ayudaré como una Madre”.
Nos dijo otras cosas y nos hizo otras recomendaciones con la dulzura y el cuidado de una Madre
y de una Hermana, con sabiduría y prudencia. Luego nos bendijo imponiéndonos las manos, nos
sonrió y, mientras estábamos todavía de rodillas en la hierba, se alejó con Rafael y Firkon.
El disco voló como un rayo. Sentíamos en el corazón una gran paz y hubiera llorado, porque
sabía que éste había sido nuestro último encuentro.
Capítulo 17.
UN DON DE SALVACIÓN
.

No fue fácil, para nosotros, volvernos a adaptar a la vida terrestre sin más encuentros con los
Hermanos. Pero no habíamos perdido el "contacto cósmico", y esto nos permitió en un primer
momento elevar al cielo nuestros lamentos. Se nos había subrayado que tendríamos que dar
nuestro testimonio entre los hermanos de la Tierra sin pretender ulteriores encuentros o hechos
extraordinarios.
Recordaba muchas cosas que se nos habian dicho. Ahora comprendía por qué se nos había
repetido: "Habréis de tener mucha fe". En realidad, tenía la impresión de haber vivido mucho
tiempo inmerso en la luz y ahora me sentía abandonado en la oscuridad más tenebrosa.
Comenzaba a comprender qué significa realmente en este mundo tener fe para poder caminar
hacia la luz. El sufrimiento de aquellos días fue grande.
Me volvieron a la memoria algunas de sus frases como: "Sabréis, pero seréis como todos los
demás", o "cualquiera que en la Tierra tuviese una experiencia como la vuestra y tuviese que
volver a vivir normalmente sin nuestra ayuda, enloquecería. Pero vosotros, no temáis, no
enloqueceréis. Ninguno de vosotros enloquecerá" y eso me daba un gran consuelo y fuerza
interior que suavizaba notablemente mis sufrimientos.
También Tina y Paolo estaban superando la misma prueba. A veces hablábamos mucho tiempo,
y Tina se deshacía en lágrimas y parecía sin consuelo. Comencé a revelar a alguna persona amiga
algo de las experiencias de las que había sido protagonista con los otros. La confidencia corrió y
en la ciudad se empezó a hablar de ello. No faltaron las primeras desconfianzas y los primeros
sufrimientos que vinieron a añadirse a los interiores.
A Tina se le dijo que se mantuviese apartada por un periodo de tiempo.
Acompañado por Paolo, comencé a hablar a los primeros grupos de personas que querían ser
puestas al corriente de las cosas sucedidas. Paolo se sentía fuerte y seguro. Por el contrario, en
mí había surgido un cierto retraimiento, debido sobre todo a mi natural timidez. Entraba a las
reuniones que se celebraban en distintos lugares de Génova empujado por la fuerza de Paolo.
Después, cuando tenía que empezar a hablar, algo penetraba en mi ánimo, me sentía en paz, y
un gran Amor hacía fluir de mi ánimo las palabras adecuadas. Después volvía a entrar en mi
estado anterior, por el que hubiera querido casi ocultarme. Cuando la gente me formulaba las
preguntas más variadas, recordaba cuantas les habíamos fomulado a los Hermanos venidos del
Espacio. Cuántas veces había preguntado a aquel Ser angélico que nunca quiso revelarnos su
vedadero nombre, Firkon, el por qué de tanta paciencia con nosotros, de todo aquel Amor
increíble. Y la respuesta había sido siempre: "Dios nos ama y nosotros os amamos". Así nos
sentíamos ahora impulsados a transmitir este Amor a los hermanos de la Tierra.
En los seis meses de encuentro con los Hermanos, me había hablado con frecuencia la voz del
Señor. Me invitaba a recogerme en silencio en mi casa. “Abre la Biblia", decía, “y lee. Yo te diré”.
Así hacía, y mientras leía las palabras de la Escritura, El me hablaba explicándome muchas
cosas. Su voz era dulce y profunda, y me extasiaba durante todo el tiempo. Me abstraía en la
belleza del relato bíblico y quedaba admirado de las cosas actuales relacionadas con aquellas
palabras antiguas.
Con frecuencia Lo veía en la vibración de luz coloreada en la que me había visitado una noche. A
veces Lo sentía llegar por detrás de mi, y de repente una gran dulzura y una sensación de paz
profunda me invadían, y la alegría corría por mi ser.
Un día, mientras meditaba en las palabras que los Hermanos nos habían dirigido poco antes,
había abierto la Biblia al azar. El Señor se acercó a mí de repente y oí su voz: "He morado
demasiado con quien detesta la paz. Estoy por la paz, pero cuando hablo de ella, ellos quieren la
guerra." Eran las palabras del Salmo 120, titulado "Los enemigos de la paz".
Quedé turbado y pregunté de qué guerra hablaba. El respondió:
"Las verdaderas realidades son las del Espíritu, no las de la materia. Cuando yo os hablo, ante
todo os digo siempre lo que concierne al Espíritu. Pero otras veces te he explicado que la materia
está ligada estrechamente a la suerte del espíritu". Siguió un silencio profundo en que se hizo
más clara la presencia del Señor, que ahora estaba a mi lado derecho. Con un tono grave que me
pareció triste, dijo El:
"Una gran guerra, sin precedentes sobre el planeta, será solamente una pálida imagen del
estrago que el enemigo hará espiritualmente con todos los hijos del Padre. El enemigo hará caer,
como está escrito en el Apocalipsis de Juan, hasta las estrellas del cielo. Pero no todas. Y el Padre
responderá con un Amor y con un don de Salvación sin precedentes por la Tierra".
Recordé lo que la Virgen nos había anunciado en el encuentro de la gran llanura. Comprendí que
se refería al Tercer Secreto de Fátima y a los hechos que preceden al Reino de los Mil Años
profetizado por Juan en el Apocalipsis. Otra vez se hizo el silencio. Veía su rostro circundado de
luz. Sentía que iba a decir algo todavía y temblaba esperando. Aquel anuncio era de una
gravedad única y excepcional para los hombres de la Tierra; pero lo advertía como un grandioso
signo de misericordia y salvación. Continuó diciendo: "Leed los mensajes de mi Madre: Fátima, La
Salette y otros. Ella ha venido a vosotros para poner en la Tierra una semilla importantísima de
Amor y Salvación. Pero del mismo modo para hacer una grave advertencia a los que quieren el
triunfo del mal para sí mismos y para los hermanos. “Estos sustentadores del mal”, concluyó, "no
tendrán excusa de ninguna clase. Ha habido manifestaciones tales como para alcanzar también a
los ciegos y a los sordos".
Ahora el Señor no estaba ya presente junto a mí en aquella forma. El corazón me ardía con un
Amor indecible, si bien sus últimas palabras produjeron en mí una sensación de tristeza.
Hubiera querido salir de allí, de aquella habitación, para decir a cada uno, a cada hermano que
encontrara por la calle, que era preciso hacer algo.
Recordé también las palabras de Jesús: que ninguno es más que el Maestro. Anoté en mi
cuaderno las palabras oídas, como siempre hacía, y me dije que daría con todo el corazón mi
humilde contribución a la causa de la salvación de este mundo, confiada a todos los hombres de
buena voluntad.

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