ANTIGUOS
DOCUMENTOS
DE LA MASONERÍA
ÍNDICE
MANUSCRITO GRAND LODGE Nº 1 (1583)
MANUSCRITO DE EDIMBURGO (1696)
MANUSCRITO DUMFRIES Nº 4 (1710)
MANUSCRITO KEWAN (1714-1720)
LA INSTITUCIÓN DE LOS FRANC-MASONES (1725)
MANUSCRITO GRAHAM (1726)
John Tillotson: LA MASONERÍA SEGÚN LAS ESCRITURAS (1737)
DIÁLOGO ENTRE SIMÓN Y FELIPE (1740)
MANUSCRITO ESSEX (1750)
EL MANUSCRITO GRAND LODGE Nº 1 (1583)
Ext. de Textes fondateurs de la Tradition maçonnique 1390-1760. Introduction à la pensée de la franc-maçonnerie primitive, traduits et présentés par Patrick Négrier, París, Bernard Grasset, 1995. Una traducción francesa de este texto, debida a Edmond Mazet, apareció en La Franc-maçonnerie: documents fondateurs, París, L’Herne, 1992, p. 130-138. El original inglés fue publicado por W. Mc Leod, A lost manuscript reconstructed: the ancestor of one branch of the Old Charges, en "Ars Quatuor Coronatorum", vol. 94, Londres, 1982, p. 16-21. El manuscrito Grand Lodge nº 1, que data de 1583, es el Antiguo Deber (Old Charge) que sigue al Regius (1390) y al Cooke (1410). Como demuestra el estudio de su lengua, el Regius y el Cooke eran textos emanados de logias de las regiones de Gloucester y Oxford (1). El presente Antiguo Deber parece ser un texto emanado de la logia de York, a la que menciona. La logia de los masones de York comenzó probablemente a existir con el inicio de la construcción de la catedral, es decir, hacia 1220 (2). Robert-Freke Gould escribió la historia de la logia de York (3), y hemos conservado las Ordenanzas de la catedral de York, que datan de 1370 (4).
I. Que la fuerza del Padre del cielo y la sabiduría del Hijo glorioso por la gracia y la bondad del Espíritu Santo, que son tres personas y un solo Dios, estén con nosotros en nuestras empresas y nos otorguen así la gracia de gobernarnos aquí abajo en nuestra vida de manera que podamos alcanzar su beatitud, que jamás tendrá fin. Amén.
II. Buenos hermanos y compañeros, nuestra intención es deciros cómo y de qué sabia manera este excelente oficio de masonería ha comenzado, y después de ello cómo fue conservado por excelentes reyes y príncipes, así como por muchos otros hombres notables. Es por ello que impondremos a quienes aquí están los deberes que todo verdadero masón debe respetar. Con toda la buena fe, y con mucho cuidado, es algo excelente guardar estos deberes, pues es un oficio excelente y una curiosa ciencia.
III. Hay siete artes liberales, y entre las siete este oficio es una de ellas, y los nombres de las siete artes son los siguientes. La primera es la gramática: ella enseña al hombre a hablar y a escribir correctamente. La segunda es la retórica, que enseña al hombre a bien hablar en términos sutiles.
La tercera es la dialéctica, que enseña al hombre a distinguir o a reconocer la verdad del error. La cuarta es la aritmética, que enseña al hombre a calcular y a contar toda clase de números. La quinta es la geometría, que enseña al hombre la determinación y la medida de la tierra y de todas las cosas, ciencia a la que se llama masonería. El arte sexto se llama música: es el que enseña al hombre del oficio el canto vocal, así como a tocar el órgano, el arpa o la trompeta. Y el arte séptimo se llama astronomía: es el que enseña al hombre a conocer el trayecto del sol, de la luna y de las estrellas.
IV. Éstas son las siete artes liberales; estas siete se basan todas en un arte que es la geometría. El hombre puede probar que todas las artes del mundo se fundan en la geometría. Pues la geometría ha enseñado al hombre la medida, la ponderación y los pesos de toda clase de cosas sobre la tierra. Por otra parte, no hay ningún hombre que haya desarrollado cualquier oficio sin obrar con ayuda de alguna medida o instrumento de medida; y tampoco ningún hombre que haya comprado o vendido sin medir ni pesar, y todo ello es geometría. Estos comerciantes, estos artesanos, y también las siete artes y en particular el labrador, el comerciante especializado en toda clase de granos y de semillas, el vendimiador y el horticultor (que trabaja) el campo. Ni la gramática ni la aritmética ni la astronomía ni ninguna de las otras artes permiten al
hombre encontrar una medición o una medida, excepto la geometría. Por ello pensamos que el arte de geometría es el más excelente que encontrarse pueda, comparado con cualquier otro.
V. Cómo comenzó primero este arte excelente es lo que os voy a decir. Antes del diluvio de Noé había un hombre que se llamaba Lamech, así como se encuentra escrito en la Biblia, en el capítulo cuarto del Génesis. Este Lamech tenía dos esposas, una se llamaba Ada y la otra Sella. De su primera esposa Ada tuvo dos hijos, uno llamado Jabel y el otro Jubal. De la otra esposa, Sella, tuvo un hijo y una hija. Estos cuatro niños inventaron todos los oficios que hay en el mundo. El hijo mayor, Jabel, fundó el oficio de geometría dividiendo los rebaños de corderos y los terrenos en los campos, y fue el primero que construyó una casa de piedra y de madera, así como se halla mencionado en dicho capítulo. Su hermano Jubal fundó el oficio de músico, el canto vocal (e instrumental), sea con el arpa o con el órgano. El tercer hermano, Tubalcaín, fundó el oficio de herrero, (que trabaja) el oro, la plata, el cobre, el hierro y el acero. En cuanto a la hija, fundó el oficio del tejido.
VI. Estos niños sabían bien que Dios se vengaría del pecado, sea por el fuego o por el agua. Por ello, escribieron los conocimientos que habían hallado en dos pilares de piedra de manera que se los pudiera encontrar después del diluvio de Noé. Una de las dos piedras era de mármol, a fin de que resistiera al fuego; y la otra piedra era de lo que se llama ladrillo, a fin de que resistiera al agua.
VII. Nuestra intención es deciros verdaderamente cómo y de qué manera estas piedras fueron encontradas, así como los conocimientos que estaban escritos sobre ellas. El gran Hermarines, que era el hijo de Cube, que era hijo de Sem (5), el hijo de Noé (ese mismo Hermarines fue llamado más tarde Hermes, el padre de la sabiduría) encontró uno de los dos pilares de piedra y los conocimientos escritos en él y los enseñó a los demás hombres.
VIII. Durante la construcción de la torre de Babilonia, se hacía mucha masonería. El rey de Babilonia, que se llamaba Nemrod, era él mismo masón y amaba el oficio, como dice entre otros el maestro de las historias.
Cuando la ciudad de Nínive y las otras ciudades del este fueron construidas, Nemrod, el rey de Babilonia, envió allí... masones a petición del rey de Nínive, su primo. Y cuando los envió, a partir de ese día les dio el deber así concebido: (a saber) que deberían ser veraces uno con otro; y que deberían servir a su señor de acuerdo con su salario, de manera que su maestro pudiera obtener respeto y todo lo que le venga. Les dio muchos otros deberes; y fue la primera vez que todo masón tuvo un deber en su oficio.
IX. Además, cuando Abraham y su esposa Sara llegaron a Egipto, habló de las siete artes a los egipcios. Tuvo un alumno excelente que se llamaba Euclides, que aprendió muy bien y que fue maestro en todas las siete artes. En su época ocurrió que los señores y los Estados de su reino engendraron numerosos hijos, bien de sus esposas, bien de otras damas del reino, pues este país es caluroso y fértil (en cuanto a) la reproducción. No habían encontrado para sus hijos una manera válida de ganarse la vida, por lo cual tenían gran tristeza. Cuando el rey del país reunió en gran consejo al parlamento, a fin de saber cómo podrían hacer de sus hijos honestos gentileshombres, no encontraron ningún medio válido. Entonces ellos (hicieron proclamar) a través de todo el reino que si había un hombre capaz de informarles, debería llegarse hasta ellos y sería recompensado de su viaje de modo que se placiera con ellos.
X. Cuando fue hecha esta proclamación, llegó entonces el excelente clérigo Euclides, quien dijo al rey y a todos sus grandes señores: Si tomo bajo mi mando a vuestros hijos... yo les enseñaré una de las siete artes, gracias a la cual podrán vivir honestamente, como hacen los gentileshombres; a condición de que me den el poder de dirigirles conforme a las reglas del arte.
El rey y todo su consejo estuvieron de acuerdo al instante, y sellaron este pacto. Entonces este excelente (clérigo) tomó con él a los hijos de los señores y les enseñó el arte de geometría por la práctica, (es decir) a construir en piedra toda clase de las excelentes obras que se encuentran en la construcción de iglesias, de templos, de castillos, de torres, de casas y de todas las demás clases de construcciones.
XI. Les dio un deber así concebido. El primer (punto) era que debían ser fieles al rey y al señor al que sirven. Que deberían amarse mutuamente, y ser sinceros el uno con el otro.
Que deberían llamarse uno al otro compañero, o hermano, y no servidor, ni criado, ni con cualquier otro nombre vil. Que deberían merecer verdaderamente el salario que les pagara el señor o al maestro al que sirvieran. Que ordenarían al más sabio de entre ellos que fuera el maestro de obras, pero que ni por sentimiento, ni a causa de su linaje o riqueza, ni por hacer un favor, instalarían a otro, dotado de poca destreza, para ser el maestro de la obra (mandada) por un señor, pues este señor sería mal servido y ellos serían castigados. De manera que deberían llamar al director de los trabajos maestro durante el tiempo que con él trabajaran. Y muchos otros deberes de los que sería demasiado largo hablar. Con respecto a todos estos deberes les hizo prestar el juramento solemne que estaba en uso entre los hombres de esos tiempos. Les atribuyó un salario razonable, de modo que pudieran vivir honestamente. También les ordenó reunirse una vez al año en asamblea, a fin de que pudieran trabajar mejor y servir así tanto al interés de su señor como a su propia honorabilidad. Y corregir ellos mismos a quien hubiera ofendido el oficio.
De esta manera, el oficio fue establecido aquí. Y el excelente Euclides le dio el nombre de geometría, pues así es como ahora se llama en todos los países a la masonería.
XII. Mucho tiempo después, cuando los hijos de Israel penetraron en la tierra prometida, a la que a partir de ahora llamaremos el país de Jerusalén, el rey David comenzó (a construir) el templo que se llama templo del Señor, y que entre nosotros llamamos templo de Jerusalén. Este mismo rey David amaba a los masones, y los quería mucho, y les dio un buen salario. Les dio también los deberes y costumbres que había aprendido en Egipto, aquellos dados por Euclides, así como muchos otros deberes de los que más adelante oiréis hablar. Tras la muerte del rey David, Salomón, su hijo, acabó el templo que su padre había comenzado. Mandó buscar a masones en distintas regiones y países, y los reunió a todos cuando hubo 80.000 obreros talladores de piedra, y todos fueron llamados masones. Escogió a 3.000 de entre ellos, que fueron ordenados maestros y directores de esta obra.
XIII. Además hubo un rey de otra región a quien los hombres llamaban Hiram. Amaba bien al rey Salomón y le dio madera de construcción para su obra. Tenía un hijo que se llamaba Aynon (6); era maestro en geometría, fue el principal maestro de todos estos masones, y también de todos los grabadores y escultores, y de todo otro género de masones asociados al templo. Hay un testimonio de ello en la Biblia, en el cuarto libro de los Reyes, en el capítulo tercero. Este mismo Salomón confirmó a la vez los deberes y las costumbres que su padre había dado a los masones. Es así como este excelente oficio de masonería fue confirmado en la región de Jerusalén y en muchos otros reinos.
XIV. Artesanos curiosos recorrieron grandes distancias en diversos países, sea para aprender más destreza en su oficio, sea para enseñar a quienes poseían poca habilidad. Ocurrió entonces que hubo un curioso masón de nombre Naymus Grecus (7), que había estado en la construcción del templo de Salomón. Llegó a Francia y allí enseñó el arte de la masonería a los hombres de Francia. Hubo alguien del linaje real de Francia que tenía por nombre Charles Martel (8). Era un hombre que amaba mucho el oficio, se juntó con ese Naymus Grecus, aprendió de él el oficio y se encargó de los deberes y de las costumbres. Después de esto, por la gracia de Dios, fue elegido para ser rey de Francia.
Cuando fue investido de tal estado, cogió a los masones y les ayudó a hacer masones de los hombres que no lo eran, y les puso a trabajar, y les dio a la vez los deberes y las costumbres, así como un buen salario, tal como había aprendido de otros masones. Confirmó su carta de año en año, (les permitió) tener su asamblea donde quisieran, y les quiso mucho. Es así como llegó a Francia el oficio.
XV. Inglaterra, durante todo este período, ignoró todo deber de masonería hasta el tiempo de san Albano (9). En su tiempo, el rey de Inglaterra, que era un pagano, construyó la ciudad que se llama Saint-Albans (10). San Albano era un excelente caballero y el intendente de la casa del rey; detentaba el gobierno del reino y también los muros de la ciudad. Amaba a los masones y les quería mucho. Hizo que se les pagara con gran justicia, según la costumbre del reino, pues les dio 2 chelines y 6 peniques por semana, más 3 peniques para animarles. Antes de este tiempo, en todo el país, un masón no recibía más que un penique por día y la comida, hasta que san Albano corrigió esto. Les dio una carta real, les aconsejó tener un concilio general y que se le diera el nombre de asamblea. Él mismo acudió a ella, y les ayudó a formar masones, y les dio deberes de los que muy pronto oiréis hablar.
XVI. Después de la muerte de san Albano se produjeron distintas guerras entre Inglaterra y otros países, así que la buena regla de masonería se perdió hasta la época del rey Athelstan (11), que fue un excelente rey de Inglaterra. En todo este país aportó reposo y paz, y construyó muchas grandes obras: abadías, torres, y muchos otros edificios. Amaba mucho a los masones, y tuvo un hijo de nombre Edwin (12) que amaba a los masones aún más que su padre. Fue un gran practicante de la geometría, y se reunía y hablaba mucho con los masones para aprender de ellos el oficio. Después, a causa del amor que tenía por los masones y por el oficio, fue hecho masón. Obtuvo de su padre el rey una carta y un consejo, que era el de tener cada año una asamblea allí donde quisieran en el reino de Inglaterra, a fin de que ellos mismos corrigieran las faltas y los abusos hechos en el oficio. Él mismo convocó una asamblea en York; hizo allí masones, les dio deberes, les enseñó las costumbres, les ordenó guardar siempre la regla. Les otorgó la carta y el consejo, y les hizo una ordenanza que debía ser renovada de rey en rey.
XVII. Cuando la asamblea estuvo reunida al completo, hizo una proclamación según la cual todos los masones jóvenes y viejos que poseyeran un escrito o luces sobre los deberes y costumbres que habían estado antaño en vigor en este país o en otro debían a partir de entonces aportarlos y mostrarlos.
Cuando esto tuvo lugar, se encontraron testimonios en francés, otros en griego (13), otros en inglés (14), y otros en más lenguas, y se comprobó que todos tenían un mismo fin. Hizo un resumen mostrando cómo había sido creado el oficio. Propuso y él mismo ordenó que se leería en silencio o en voz alta cuando se hiciera un masón, a fin de comunicarle su deber. A partir de este día, y hasta hoy, las costumbres de los masones han sido conservadas en la medida en que los hombres podían imponerlas tal como eran. Además, en diversas asambleas se concibieron y promulgaron otros deberes para el mejor consejo de maestros y compañeros.
XVIII. Entonces uno de los más antiguos sostiene el libro, y aquel o aquellos (a quienes se recibe) apoya su mano sobre el libro, y deben leerse los preceptos.
Todo hombre que es masón observa con gran cuidado estos deberes. Si un hombre se considera a sí mismo culpable en cuanto a uno de estos deberes, se corrige a sí mismo ante Dios. En particular, aquellos que están encargados de responsabilidades tienen cuidado de poder guardar estos deberes con gran exactitud, ya que es un gran peligro para un hombre jurar sobre un libro.
XIX. El primer deber es éste: que seréis hombres leales a Dios y a la santa Iglesia; y que no caeréis en el error ni en la herejía, sea por vuestro juicio, sea por vuestras acciones, sino que seréis hombres discretos y sabios en todo.
Además, que seréis verdaderos hombres fieles al rey de Inglaterra, sin traición ni falsedad; y que no cometeréis traición ni trampa, y que, a menos de corregiros en privado si podéis, advertiréis al rey o a su consejo.
Además, que cada uno será sincero con el otro, es decir, que con todo masón del oficio de la masonería que tiene derecho a ejercerlo actuaréis como quisierais que él actuara con vosotros.
Además, que seguiréis todos los consejos de vuestros compañeros con lealtad, sea en logia o en la cámara, así como todos los demás consejos que deberían ser guardados con respecto a la masonería.
Además, que ningún masón será un ladrón, a partir de este día y durante tanto tiempo como pueda comprenderlo o ser advertido.
Además, que cada uno será sincero con el otro, así como con el señor o el maestro al que sirváis, y velaréis lealmente por su interés y su beneficio.
Además, que llamaréis a los masones compañeros o hermanos, y no con otras denominaciones viles.
Además, que no abusaréis de la esposa de vuestro hermano como bribones, ni desearéis de manera impía a su hija ni a su sirvienta, y no atraeréis hacia él la vergüenza.
Además, que pagaréis lealmente vuestra comida y vuestra bebida allá donde vayáis a comer.
Además, que no cometeréis ninguna atrocidad en el lugar donde estéis alojados, pues el oficio podría ser calumniado.
XX. Éstos son los deberes generales que toca guardar a todo masón sincero, incluidos los maestros y compañeros. Voy a enunciar otros deberes, éstos particulares, (reservados) a los maestros y compañeros.
En primer lugar, que ningún maestro o compañero tomará para sí el trabajo de un señor, ni el trabajo de otro hombre, a menos de que se sepa capaz y suficientemente hábil para acabarlo, de manera que el oficio no sea calumniado ni deshonrado, sino que el señor pueda ser bien y fielmente servido.
Igualmente, que ningún maestro se encargará de un trabajo a menos de hacerlo con razón, de manera que el señor pueda ser bien servido, conforme a lo que se le debe, y que el maestro pueda vivir honestamente y pagar a sus compañeros el salario que les corresponde, como es costumbre.
Igualmente, que ningún maestro o compañero suplantará a otro en su trabajo; es decir, que si ha tomado un trabajo, o si es el maestro de obra de un señor, no abandonará su obra salvo en el caso de que sea incapaz de conducirla a buen fin.
Igualmente, que ningún maestro o compañero tomará aprendiz por una duración inferior a siete años. Además, el aprendiz debe estar en posesión de sus medios naturales, es decir, nacido libre, y físicamente íntegro, como todo hombre debiera serlo.
Igualmente, que ningún maestro o compañero tendrá autorización para hacer masones sin el acuerdo y el parecer de sus compañeros. Será contratado por un tiempo no inferior a seis o siete años. Y aquel que será hecho masón debe estar en posesión de todas sus facultades a todos los niveles, es decir, ser nacido libre, de buena familia, honrado, y no siervo. Debe tener también los miembros íntegros, como todo hombre debiera tenerlos.
Igualmente, que ningún masón tomará aprendiz a menos de tener suficientes ocupaciones que darle, y de tener trabajo para tres o al menos dos compañeros.
Igualmente, que ningún maestro o compañero tomará parte en el trabajo de un hombre que esté ausente a causa de un viaje.
Igualmente, que todo maestro dará su paga a sus compañeros según lo merezcan, de manera que no sea defraudado por los malos obreros.
Igualmente, que ningún maestro calumniará a otro a sus espaldas, a fin de hacerle perder su buena reputación o sus bienes temporales.
Igualmente, que ningún compañero, sea en la logia o fuera de ella, responderá mal a otro de manera impía o haciéndole reproches, salvo si es por una causa razonable.
Igualmente, que todo masón saludará a su superior, y le mostrará respeto.
Igualmente, que ningún masón se acostumbrará a los juegos de azar, o a los dados o a otros juegos desleales, pues el oficio podría ser calumniado.
Igualmente, que ningún masón se dará a los excesos o a la impudicia, pues el oficio podría ser calumniado.
Igualmente, que ningún compañero llegará a la ciudad de noche cerrada para ir a una logia de compañeros si no va acompañado por otro. Esto dará testimonio en su favor si se le viera en lugares deshonestos.
Igualmente, que todo maestro o compañero se llegará a la asamblea si ésta se celebra a 50 millas, si ha sido avisado, o si ha cometido un abuso perjudicial al oficio, así como para recibir lo que los maestros y compañeros deben concederle.
Igualmente, que todo maestro o compañero que haya cometido una falta en el oficio acatará la sanción de los maestros y compañeros, y éstos se pondrán de acuerdo si pueden; pero si no pueden ponerse de acuerdo, se recurrirá a la justicia pública.
Igualmente, que ningún maestro o compañero fabricará molde, escuadra ni regla a fin de establecer los cimientos; y no deberá tampoco poner un pavimiento, sea en la logia o fuera de ella, con objeto de tallar así piedras no escuadradas.
Igualmente, que todo masón recibirá y querrá a los compañeros extranjeros que arriben a la región, y les dará trabajo como es costumbre, es decir, que les pondrán en su sitio las piedras talladas; de lo contrario, le dará el suficiente dinero para que puedan acercarse a la logia más cercana.
Igualmente, que todo masón servirá fielmente al señor a cambio de su salario. Y todo maestro conducirá lealmente a buen fin su obra, sea a destajo o de viaje, si tiene vuestras órdenes y todo lo que sus (obreros) deberían tener.
Estos deberes que os acabamos de repetir, y todo lo que pertenece además a los masones, los guardaréis, y que Dios os ayude (15) y os santifique por este libro que tenéis en las manos, en la medida de vuestros medios. Amén.
NOTAS
1. Edmond Mazet, "Introduction" al Regius y al Cooke, ibid., p. 27.
2. Henry Kraus, A prix d’or. Le financement des cathédrales, trad. Laurent Medzadourian y Dominique Barrios-Delgado, París, Cerf, 1991, p. 227.
3. Robert-Freke Gould, Histoire abrégée de la franc-maçonnerie, trad. Louis Lartigue, París, Maisnie-Trédaniel, 1989.
4. Trad. E. Mazet en La Franc-maçonnerie: textes fondateurs, op. cit., p. 119-120.
5. Se trata de Cheba, el hijo de Sem (Gen., 10, 28).
6. Referencia al héroe de una célebre canción de gesta del siglo XII: el Renaud de Montauban de los Cuatro hijos de Aymon, empleado como tallador de piedra en la cantera de la catedral de Colonia (recuérdese que en los Antiguos Deberes el templo de Salomón es una figuración simbólica de las catedrales góticas, debido a los orígenes salomónicos del arte gótico de las catedrales). La leyenda de los Cuatro hijos de Aymon parece haber desempañado un notable papel en la elaboración del imaginario del compagnonnage francés en los siglos XIV y XV.
7. "Nombre griego" tomado por Makaboe (Macabeo o "martillo"), que en 1268 servía para designar el santo y seña de los hacedores de argamasa y los talladores de piedra parisinos (Etienne Boileau, Livre des métiers, XLVIII, 22) antes de designar en la leyenda compagnonnica francesa del maestro Jacques el nombre de una columna (Patrick Négrier, Histoire et symbolisme des légendes compagnonniques, Le Mans, Borrégo, 1994).
8. En su Livre des métiers (XLVIII, 22), Etienne Boileau afirmaba en 1268 que los hacedores de argamasa y los talladores de piedra parisinos estaban dispensados de hacer la ronda [en francés, guet] desde los tiempos de Charles Martel; era una alusión alegórica al hecho de que los artesanos poseían un santo y seña [en francés, mot de guet], que no era otro que la designación bíblica de su instrumento de trabajo, el martillo, cuyo nombre hebreo (maqavah, que dio su nombre a Judas Macabeo: cf. Mac., 2, 4) fue transcrito por la de los Setenta con la forma Makaboe.
9. Es decir, a finales del siglo III y principios del IV, período que marca el inicio de la evangelización en Gran Bretaña. San Albano aparece mencionado sobre todo en relación con el monasterio de Saint-Alban, que marcó una importante etapa de la arquitectura cristiana en Inglaterra.
10. El monasterio benedictino de Saint-Alban (Verulamium, donde será enterrado el filósofo Francis Bacon, autor de La Nueva Atlántida y de quien se conoce la importancia en la historia del pensamiento masónico) fue construido en 793.
11. El rey de Inglaterra, Athelstan (895-940).
12. Como se muestra en la continuación del texto sobre la relación entre Edwin y la ciudad de York, este Edwin no era un hijo de Athelstan, sino el rey de Northumbria Edwin (583-633), precisamente bautizado en York. Sin embargo, si el presente Antiguo Deber menciona a Edwin no es solamente a causa de su relación con la ciudad de York, importante enclave de la masonería; es también en referencia al hecho de que, según la Historia Eclesiástica de Beda el Venerable, Edwin construyó una iglesia de madera y comenzó a edificar
otro santuario en piedra (Robert-Fleke Gould, op. cit., p. 222). Por otra parte, Geoffroy de Monmouth habla extensamente de Edwin en su Historia de los reyes de Bretaña (pp. 190-197).
13. Probable alusión a Naymus Grecus y a Makaboe.
14. La lengua de los Antiguos Deberes anglosajones: el Regius y el Cooke.
15. La leyenda compagnonica francesa de Salomón (siglo XV) ya menciona YHVH Auxilia ("Dios es nuestra ayuda") como palabra de paso de los compañeros que acceden a la maestría.
EL MANUSCRITO DE EDIMBURGO (1696)
The Edinburgh register house ms. 1696, publicado en Harry Carr, The Early masonic catechisms, 1963, reed. por la Kessinger Publishing Company, Kila MT, s. d., p. 31-34. Trad. francesa en Textes fondateurs de la Tradition maçonnique 1390-1760. Introduction à la pensée de la franc-maçonnerie primitive, traduits et présentés par Patrick Négrier, París, Bernard Grasset, 1995. El manuscrito de Edimburgo es el más antiguo catecismo simbólico que ha llegado hasta nosotros. Este texto, así como muchos otros a los que sirvió de modelo, se refiere a dos temas principales: el simbolismo del templo de Salomón y el secreto.
Algunas de las preguntas que los masones acostumbran a hacer a aquellos que declaran poseer la Palabra de masón, con objeto de reconocerles:
- ¿Sois masón? Responded: Sí.
- ¿Cómo podría estar seguro? Lo sabréis en el tiempo y lugar oportunos. Observad que esta respuesta no debe darse más que cuando estéis en sociedad y no haya masones presentes. Pero si no hay mucha gente allí donde estéis, podéis responder con los signos, toques y otros puntos de la recepción.
- ¿Cuál es el primer punto? Respuesta: dadme el primer punto y yo os daré el segundo. El primero es oír y callar. El segundo, bajo pena de cortaros la garganta. Por ello debéis hacer este signo cuando decís esto.
- ¿Dónde habéis sido recibido? Respuesta: En una honorable logia.
- ¿Qué es lo que hace a una logia justa y perfecta? Respuesta: 7 maestros, 5 aprendices, a un día de marcha de una población, de manera que no pueda oírse ni el ladrido de un perro ni el canto del gallo.
- ¿Nada más hace a una logia justa y perfecta? Respuesta: Sí, 5 masones y 3 aprendices recibidos, etc.
- ¿No hay nada más? Respuesta: Cuantos más hay, mayor es la alegría, y cuantos menos, mejor es la carne.
- ¿Cuál es el nombre de vuestra logia? Respuesta: Kilwinning.
- ¿Cómo está orientada vuestra logia? Respuesta: de este a oeste, como el templo de Jerusalén.
- ¿Dónde estuvo la primera logia? Respuesta: En el atrio del templo de Salomón.
- ¿Hay luces en vuestra logia? Respuesta: Sí, tres, al nor-este, al sud-oeste y en el paso del este. La primera indica al maestro masón, la segunda al vigilante, la tercera al compañero instalador.
- ¿Hay joyas en vuestra logia? Respuesta: Sí, tres, una piedra bruta, una piedra cúbica y un gran óvalo.
- ¿Dónde podría hallarse la llave de vuestra logia? Respuesta: A tres pies y medio de la puerta de la logia, bajo una piedra bruta y un montículo verde. También bajo el pliegue de mi hígado, allí donde yacen todos los secretos de mi corazón.
- ¿Cuál es la llave de vuestra logia? Respuesta: Una lengua bien puesta.
- ¿Dónde está esa llave? Respuesta: En la caja de hueso.
Una vez que los masones os han examinado por medio de todas o de una parte de estas preguntas, y de que hayáis respondido con exactitud y hecho los signos, os reconocerán como aprendiz. Pero no como maestro ni como compañero del oficio. De modo que os dirán: Veo que habéis entrado en la cocina, pero ignoro si habéis entrado también en la sala. Respuesta: He entrado tanto en la sala como en la cocina.
- ¿Sois compañero del oficio? Respuesta: Sí.
- ¿Cuántos puntos hay en el compañerismo? Respuesta: 5, a saber: pie contra pie, rodilla contra rodilla, corazón contra corazón, mano contra mano y oreja contra oreja. Haced entonces el signo del compañerismo dando un apretón de manos, y seréis reconocido como un verdadero masón. Las palabras están en I Reyes, 7, 21, y en II Crónicas, 3, en el último versículo.
Forma en la que se da la Palabra de masón
En primer lugar debéis coger a la persona que debe recibir la palabra y ponerla de rodillas; y después de un gran número de gestos destinados a asustarle, hacedle tomar la Biblia y poned su mano derecha encima. Debéis incitarle a guardar el secreto amenazándole con degollarle en el caso de que rompiera su juramento, (diciéndole que) el sol en el firmamento dará testimonio contra él, así como toda la compañía presente, lo cual provocará su condenación, debido a la cual no dejarán de asesinarle.
Entonces, después de que haya prometido guardar el secreto, le hacen prestar el juramento como sigue.
Por Dios mismo, y a la espera de que deberéis rendir cuentas a Dios cuando os encontréis desnudo ante Él en el gran día (del juicio), no revelareis ningún punto de lo que vais a ver u oír hoy, ni de palabra ni por escrito; no lo pondréis por escrito en ningún momento, ni lo trazareis con la punta de una espada o de otro instrumento sobre la nieve o sobre la arena, y no hablareis excepto con alguien que haya sido recibido masón... ¡Que Dios os venga en ayuda!
Después de que haya prestado este juramento, es alejado de la compañía con el último masón recibido, y una vez se le ha asustado suficientemente haciendo mil gestos y melindres, debe aprender del segundo masón la manera de hacer en lo que concierne a los signos y las posturas y las palabras de su recepción, que son como sigue.
Primero, cuando entre de nuevo en el seno de la asamblea, debe hacer un saludo ridículo, después el signo, y ha de decir enseguida: Que Dios bendiga a esta respetable asamblea. Luego, quitándose el sombrero de una manera verdaderamente excéntrica, que no debe ejecutarse más que en esta ocasión (como por lo demás el resto de los signos), dice las palabras de su recepción de la siguiente manera.
- Yo vengo aquí, yo, el más joven, el último aprendiz que ha sido recibido, pues lo he jurado por Dios y por san Juan, por la escuadra y por el compás, y por el juez universal, a asistir a mis maestros en el servicio a la honorable logia desde el lunes por la mañana hasta el sábado por la noche, para guardar las llaves, so pena de que se me corte la lengua por debajo del mentón, y de ser sepultado en la playa en el límite de las mareas, allí donde nadie lo sepa.
Entonces hace de nuevo el signo trazando con su mano una línea bajo el mentón atravesando la garganta, para significar que ésta le será cortada en el caso de que rompiera su promesa. Después todos los masones presentes murmuran la palabra entre ellos, comenzando de manera que finalmente le llegue al maestro masón, quien le da la palabra al aprendiz que se recibe.
Hay de señalar ahora que todos los signos y palabras, como aquellos de los que en otro lugar se habla, pertenecen solamente al aprendiz recibido (masón). Pero para ser un maestro masón o un compañero del oficio, hay algo más que hacer, que se hace como sigue.
En primer lugar, todos los aprendices deben ser alejados de la compañía, y nadie será invitado a quedarse excepto los maestros.
Entonces, aquel que va a ser recibido como miembro de la compañía debe ponerse de nuevo de rodillas, y pronunciar otra vez el juramento que se le ha dado, después de lo cual debe salir de la asamblea con el maestro más joven a fin de aprender las posturas y los signos del compañerismo; entra después nuevamente, hace el signo de maestro y dice las mismas palabras que a su entrada, omitiendo solamente lo del juez universal. Luego los maestros murmuran la palabra entre ellos comenzando por el más joven, como antes. Tras esto, el masón más joven debe avanzar y ponerse él mismo en la postura en la que debe el otro recibir la palabra, y dice en voz baja al masón más viejo: Los excelentes maestros y la respetable asamblea os saludan bien, os saludan bien, os saludan bien. Después el maestro le da la palabra y agarra su mano a la manera de los masones. Esto es todo lo que debe hacerse para hacer de él un perfecto masón.
(En el reverso:) Algunas preguntas con respecto a la Palabra de masón 1696.
EL MANUSCRITO DUMFRIES Nº 4 (1710)
The Dumfries nº 4 ms., c. 1710. Publicado en Harry Carr, The Early masonic catechisms, 1963, pp. 52-68. Trad. francesa en Textes fondateurs de la Tradition maçonnique 1390-1760. Introduction à la pensée de la franc-maçonnerie primitive, traduits et présentés par Patrick Négrier, París, Bernard Grasset, 1995.
Oración de principio
Imploramos al Padre omnipotente de santidad y a la sabiduría del glorioso Jesús por la gracia del Espíritu Santo, que son tres personas en un principio divino, que estén con nosotros desde ahora, y que nos otorguen también la gracia de gobernarnos aquí abajo, en esta vida mortal, de manera que podamos alcanzar su reino, que jamás tendrá fin. Amén.
Prefacio
Buenos hermanos y compañeros, nuestro propósito consiste en haceros saber de qué manera apareció esta excelente ciencia de masonería, cómo se inició, y también cómo fue sostenida, favorecida y cultivada por los héroes más famosos y más valientes sobre la tierra, como reyes, príncipes y toda clase de hombres inteligentes del más alto rango; así como los deberes que incumben a todos los masones verdaderos y cualificados, a quienes se les ha enseñado a guardarlos con una fe verdadera y a consagrarles toda su atención si quieren ser recompensados.
Forma del juramento
Los deberes que ahora os repetimos, así como todos los demás deberes y secretos que también pertenecen a los franc-masones y a cualquiera que haya sido recibido entre ellos por curiosidad, al igual que las deliberaciones de esta santa logia adoptadas en la cámara o en la casa, no debéis divulgarlos ni revelarlos a cambio de don alguno, ni por un vaso de vino ni por otra recompensa, sea por favor o por afecto, de manera directa o indirecta, ni por ninguna otra causa, ni siquiera a vuestro padre, madre, hermana, hermano, hijos, extranjero o cualquier otra persona. Que Dios acuda en vuestra ayuda.
Los primerísimos inicios de la (masonería)
Hay siete artes liberales. La primera es el arte de los números, que enseña las virtudes intelectuales. La segunda es la gramática, unida a la retórica, que enseña la elocuencia, y cómo hablar en términos sutiles. La tercera es la filosofía, que es el amor a la sabiduría, gracias a la cual, con ayuda de una regla de los contrarios, se reconcilian los dos términos de una contradicción, se enderezan las cosas curvas y se blanquean las negras. La cuarta es la música, que enseña a cantar y a tocar el arpa y el órgano, así como todas las demás clases de instrumentos de música. Debe tenerse presente en el espíritu que este arte no tiene ni medio ni fin. La quinta es la lógica, que permite discernir lo verdadero de lo falso, y que sirve de guía a los jueces y a los hombres de ley. La sexta es la geometría, que enseña a medir los cielos materiales y todas las dimensiones de la tierra, así como todo lo que ella contiene. La séptima y última es la ciencia de la astronomía y la astrología, que enseña a conocer el curso del sol, de la luna y de las estrellas que orlan los cielos.
Las siete artes juntas se fundan en la geometría, lo que nos permite deducir que es el arte más excelente, porque sostiene a las demás.
En efecto, no hay hombre que trabaje en cualquier oficio que no utilice de alguna manera la geometría, pues sirve para pesar y medir toda clase de cosas sobre la tierra, en particular a los labradores y a los cultivadores del suelo (en lo que concierne a) los granos y las semillas, los vinos y las flores, plantas y demás. En efecto, aparte de la geometría, ninguna de las otras (artes) permite a los hombres medir.
Cómo empezó primero este arte, yo os lo voy a decir. Antes del diluvio de Noé había un hombre llamado Lamach, que tenía dos esposas. Una era Adah, y la tal Adah dio al mundo dos hijos, el primogénito era Jabel, y el otro hijo Jubal. De la otra esposa tuvo un hijo llamado Tubalcaín y una hija llamada Naamah.
Estos hijos inventaron todas las artes y oficios en el mundo. Jabel era el mayor e inventó la geometría; guardaba los rebaños de ovejas, que en los campos tuvieron corderos, para los que construyó abrigos de piedra y de madera, como podéis ver en el capítulo cuarto del Génesis.
Su hermano Jubal inventó el arte de la música vocal e instrumental, y el tercer hermano inventó el trabajo de la forja (de los metales) tales como el bronce y el hierro. Y su hermana inventó el arte de tejer y de manejar el huso y la rueca.
Estos niños sabían que Dios quería vengarse sobre la tierra del pecado por el fuego o por el agua. Pero ellos estaban, para beneficio de la posteridad, más atentos al arte que habían inventado que a sus propias vidas. Por ello grabaron el arte que habían inventado sobre pilares de piedra, de manera que se pudieran encontrar después del diluvio. Una era de la piedra llamada mármol, que no puede ser consumida por el fuego; el otro monumento era de (ladrillo), que no puede disolverse en el agua.
Luego, tras el diluvio, el gran Hermorian, hijo de Cush, que era hijo de Ham, el segundo hijo de Noé, fue llamado el padre de la sabiduría debido a esos pilares que encontró después del diluvio con las artes inscritas encima. Las enseñó durante la construcción de la torre de Babilonia. Allí se le llamó Nimrod o potente ante el Señor. Nimrod profesó la masonería por deseo del rey de Nínive, su primo. Dicho Nimrod hizo masones y les recomendó al señor del país para que construyeran toda clase de edificios entonces de moda; y les enseñó signos y marcas, de manera que pudieran reconocerse uno al otro en medio del resto de la humanidad sobre la tierra.
Lo que era su deber
En primer lugar, que se amaran el uno al otro y que sirvieran al Señor del cielo con un corazón verdadero y sincero para prevenir la desgracia futura, y que fueran honestos, íntegros y leales hacia el señor que les empleara, de manera que el mencionado Nimrod pudiera ser respetado y honrado por haberles enviado.
Y que no hubiera entre ellos ni fraude, ni pelea, ni división, ni disimulos o malentendidos, ni discordia alguna, o de lo contrario Dios les enmudecería, como ya hizo anteriormente cuando confundió su lengua a causa de su presunción. Era la primera vez que los masones se ocuparon de su oficio.
Después Abraham y Sarah, su esposa, llegaron a Egipto. Allí enseñó las siete artes a los egipcios, y tuvo un excelente alumno que se reveló como una gloria de este tiempo. Su nombre era Euclides. Este joven dio prueba de su talento tan bien que superó a todos los artistas de la tierra.
Abraham se regocijó por él, pues era un gran maestro, y le anunció todos los acontecimientos futuros que afectarían a la multitud irreflexiva.
Ocurrió en su tiempo que los señores y los grandes de este país tuvieron muchos hijos de sus relaciones con otras esposas y damas del reino, pues Egipto era entonces una región opulenta, pero no había suficiente de qué vivir para los hijos. Por ello, los grandes del país se inquietaron seriamente acerca de la manera de procurar lo necesario a sus hijos.
El rey del país convocó una asamblea para deliberar sobre la manera en que podrían atender a sus necesidades. Pero no pudieron encontrar otra solución que la de proclamar a través de todo el reino: Si alguien podía dar a conocer un medio de colocar a sus jóvenes, sería bien recompensado por su trabajo y su esfuerzo.
Tras esta ordenanza o proclamación, apareció el excelente doctor Euclides, quien dijo al rey y a sus señores: Si queréis darme a vuestros hijos para que yo los dirija y los instruya como los gentileshombres
deberían ser instruidos, dadles, así como a mí, un presupuesto suficiente, para que pueda gobernarles e instruirles conforme a su cualidad, y darles órdenes según las necesidades del arte. El rey accedió a ello y selló este (acuerdo) con una carta. Entonces, el excelente clérigo Euclides tomó (con él) a los hijos de los señores y les enseñó según la ciencia de la geometría a obrar en toda clase de excelentes trabajos en piedra: templos, iglesias, monasterios, ciudades, castillos, pirámides, torres y todos los restantes excelentes edificios de piedra. Les constituyó en Orden, les enseñó a reconocerse uno al otro sin equivocarse, y confirmó para ellos las costumbres de Nimrod, a saber, que deberían amarse verdaderamente el uno al otro y guardar la ley de Dios escrita en sus corazones. Debían además ser fieles al monarca del reino, y por encima de todo guardar los secretos de la logia y los secretos del prójimo. Debían también llamarse el uno al otro compañero, y desterrar todo otro nombre vil. Debían conducirse a sí mismos como hombres del arte, y no como incultos patanes. Debían ordenar al más sabio de entre ellos, a fin de que fuera su maestro y supervisara el trabajo. No debían traicionar su cargo ni por un motivo afectivo ni por afán de lucro, y tampoco designar como maestro de obra de un señor a alguien que careciera de inteligencia, de manera que el oficio no fuera difamado. Y deberían llamar al director de la obra maestro durante todo el tiempo que trabajaran con él.
Dicho Euclides escribió para ellos un libro de constituciones, y les hizo jurar el más grande juramento utilizado por los hombres de esos tiempos, a saber, observar fielmente todas las instrucciones contenidas en las constituciones de la masonería. Dio la orden de que fueran convenientemente pagados, para que pudieran vivir como hombres de arte y de ciencia. Les ordenó también que se reunieran en asamblea y que deliberaran sobre los temas importantes del oficio y del arte de la geometría; pero que no se asociaran con quien no estuviera debidamente cualificado y regularmente creado en una verdadera logia. Deberían mantenerse alejados de todo desorden, o de lo contrario Dios introduciría entre ellos una segunda confusión que se revelaría peor que la primera. Después de esto, el excelente clérigo Euclides inventó muchas raras invenciones, y cumplió maravillosas hazañas, pues nada había demasiado duro para él en las siete artes liberales, gracias a las cuales hizo del pueblo de Egipto el más sabio de la tierra.
Luego, los hijos de Israel penetraron en tierra prometida, a la que ahora se llama entre las naciones el país de Jerusalén. Allí, el rey David comenzó el templo de Jerusalén, que entre ellos es llamado el templo de Diana. David amaba y quería bien a los masones: les otorgó buenas prebendas, y les dio el siguiente deber: deberían respetar los diez mandamientos que habían sido escritos por el dedo de Dios, grabados en la piedra o en las tablas de mármol, y entregados a Moisés sobre la santa montaña del Sinaí, y ello con una solemnidad celestial, pues miríadas de ángeles con carros de fuego los acompañaban (lo que demuestra que la escultura sobre piedra es de institución divina). Con muchas otras cosas, les confió un deber conforme con aquel que habían recibido fuera de Egipto del muy famoso Euclides, así como otros deberes de los que más tarde oiréis hablar.
Tras esto, David pagó su deuda con la naturaleza, y Salomón su hijo acabó el templo que su padre había comenzado. Diversos masones de muchos países se reunieron juntos, y fueron ochenta mil, de entre los cuales trescientos fueron cualificados y nombrados vigilantes de la obra. Hubo un rey de Tiro llamado Hiram que amaba bien a Salomón, y que le entregó madera para su obra. Además, le envió un artista en quien habitaba el espíritu de la sabiduría. Su madre era de la tribu de Nephtalí, y su padre era un hombre de Tiro. Su nombre era Hiram. El mundo no había producido hombre como él hasta entonces. Era un maestro masón de un saber y una generosidad perfectos. Era maestro masón de todos los edificios y constructores del templo, y el maestro de todas las obras esculpidas y cinceladas que se encontraban en el templo, tal como está escrito en los capítulos 6 y 7 del primer libro de los Reyes. Salomón confirmó a la vez los deberes y las costumbres que su padre David había dado a los masones, y el excelente oficio de masonería se consolidó en la tierra de Jerusalén, en Palestina, y en muchos otros reinos.
Muchos artesanos llegaron de lejos a pie para instruirse más en el arte.
Algunos estaban cualificados para instruir a otros, y aclarar a los ignorantes, de manera que el (oficio) comenzó a parecer espléndido y glorioso, en particular en Jerusalén y en Egipto. En la misma época, el curioso masón Minus Greenatus, también llamado Green, que había participado en la construcción del
templo de Salomón, llegó al reino de Francia y enseñó el arte de masonería a los hijos del arte en este país. Y hubo en Francia un miembro del linaje real llamado Charles Martel, que amaba a Minus Greenatus más allá de toda expresión a causa de su
juicio en el arte de masonería.
El tal Martel adoptó las costumbres de los masones, y después se fue a su propio reino –pues al parecer no era francés- y allí hizo llamar a muchos masones valientes, y les acordó buenas prebendas, les repartió en los grados que Greenatus le había enseñado, les confirmó una carta y les ordenó reunirse frecuentemente a fin de que pudieran conservar una buena cohesión sin divisiones. Es así como el oficio penetró en Francia.
Inglaterra, durante todo este tiempo, estuvo privada de masones hasta la época de san Albons. En este tiempo el rey de Inglaterra era un pagano, y construyó la ciudad que se llamó después Saint-Albans. En tiempo de Albons hubo un hombre excelente que era intendente en jefe del rey, y que detentaba el gobierno del reino. Contrató masones para construir las murallas de Saint-Albans, e hizo masones a sus principales compañeros. Aumentó en un tercio su paga en relación con la que tenían antes, y les acordó tres horas al día para recrearse, a fin de que su empleo no les pareciera pesado, y de que no vivieran como esclavos, sino como gentileshombres de arte y de ciencia. Les prescribió además un cierto día al año en el mes de junio para que se reunieran e hicieran una fiesta, en vistas a mantener la unidad entre ellos. Y durante ese día, fijado en San Juan, debían izar su estandarte real con los nombres y títulos de todos los reyes y príncipes que habían entrado en su sociedad, y también los escudos de los masones con los escudos del templo de Jerusalén y de todos los monumentos famosos del mundo. Todas estas franquicias permitieron a dicho hombre noble tratar con el rey, y les procuró una carta para que las conservaran siempre en el mismo estado. Por otra parte, ellos (recibieron) la divisa en letras de oro puestas sobre un campo de gules con negro y plata: Invia virtuti via nulla.
Después de esto, grandes guerras se sucedieron en Inglaterra; así, la Regla de la casa fue dejada de lado hasta el reinado de Athelston, que fue un buen rey de Inglaterra y aportó paz al país. Construyó muchos excelentes y suntuosos edificios, como abadías, iglesias, claustros, conventos, castillos, torres, fortalezas, murallas, así como todos los restantes monumentos notables. Se mostró como un hermano afectuoso hacia todos los masones cualificados. Además, tuvo un hijo cuyo nombre era Edwin. Y este Edwin amaba tanto a los masones que no podía comer ni beber sin su compañía. Era un espíritu valiente y generoso, penetrado de arte y de práctica. Antes prefería conversar con los masones que con los cortesanos de la Corte de su padre. Prefería ir al encuentro de los masones para comer con ellos y aprender su arte, y él mismo entró en la Orden. Legó al conjunto de los maestros de la fraternidad escuadras de oro y compases de plata con punta de oro, perpendiculares, plomadas de oro puro, trullas de plata y todos los demás instrumentos del oficio.
Les procuró además la carta de su padre y les recomendó tener cada año una asamblea de masones, en la que cada masón estaría obligado a dar cuenta de su habilidad y de su práctica. Y en estas reuniones les prescribió nuevos métodos de secreto y les enseñó buenas costumbres conformes a las reglas de Euclides, de Hiram y de otros maestros famosos. Y cuando era cometido en el oficio un fraude, infligía un justo castigo al culpable. Se aplicó a destruir el vicio y alentó públicamente la virtud.
Tras esto, llegó a York, y allí hizo masones, les dio su deber y les enseñó las costumbres de la masonería. Escribió un libro de constituciones y ordenó que la regla fuera guardada desde entonces y para siempre. E hizo ordenanzas según las cuales el oficio debería ser regulado de reino en reino tal como fue entonces establecido y ordenado por los más respetables de esta asamblea. Además hizo una proclamación según la cual todos los masones que poseyeran certificados o testimonios escritos de sus viajes, de su habilidad y de su práctica debían presentarlos para probar su arte y su comportamiento anteriores. Y se le aportaron algunos en hebreo, otros en griego, en latín, en caldeo, en siríaco, en francés, en alemán, en eslavo, en inglés, y en otras muchas lenguas, y el objeto era idéntico. Tras esto, el famoso Edwin les recordó la confusión (que había seguido) a la construcción de la torre de Nimrod, y que si deseaban que Dios les hiciera prosperar, a ellos y a sus acciones, no debían ser tentados ni aspirar a la idolatría, sino sinceramente honrar y adorar al gran arquitecto del cielo y de la tierra, fuente y origen de todas las bondades, (él) que ha
construido su estructura a partir de la nada, y que ha echado los cimientos sobre las aguas profundas, y que dio la orden al mar de no ir más lejos, el gran anfitrión del cielo y de la tierra, el único protector del hombre y de las bestias (salmo 36, 6-7), que gobierna el sol, la luna y las estrellas. Les aconsejó poner en evidencia su omnipotencia con ayuda del compás de su inteligencia, a fin de que tuvieran repugnancia a ofenderle.
Les inculcó en el espíritu muchas otras sentencias divinas, y mandó hacer un libro sobre la manera en que el oficio fue inventado en el origen, con la orden de leerlo cuando se hiciera a un masón (así, si luego se extraviaban, no tendrían ninguna excusa para evitar su castigo), y de darle su deber, como prescribe el mencionado libro. A partir de estos tiempos, los masones debían observar esta ceremonia y estas órdenes para que los hombres pudieran ser maestros. Además de las asambleas particulares, por consejo de los maestros y compañeros, se añadieron progresivamente diversos deberes relativos a su deber y su comportamiento sobre cada punto particular de la masonería.
El deber
Todo hombre que es masón o que entra en su asociación para ampliar y satisfacer su curiosidad debe velar por el siguiente deber. Si uno de vosotros es culpable de alguna de las siguientes faltas, debéis arrepentiros y corregiros rápidamente, pues hallaréis que es una dura cosa caer en las manos de nuestro Dios enojado; y más particularmente vosotros, que estáis bajo el imperio de vuestra promesa, tened cuidado de observar el juramento y la promesa que habéis hecho en presencia de Dios omnipotente. No penséis poder usar de una restricción mental o del equívoco, pues cada palabra que proferís durante toda la duración de vuestra recepción es un juramento, y Dios os examinará según la pureza de vuestro corazón y la limpieza de vuestras manos. Es una herramienta de filo cortante con la que jugáis, prestad atención en no cortaros. Os recomendamos que no perdáis vuestra salvación por alguna satisfacción aparente.
En primer lugar, serviréis al verdadero Dios y guardaréis cuidadosamente sus preceptos generales, en particular los diez mandamientos dados a Moisés sobre el monte Sinaí, tal como los encontraréis expuestos sobre el pavimento del templo.
2º Seréis fieles y asiduos a la santa Iglesia católica y huiréis de toda herejía, cisma o error que llegue a vuestro conocimiento.
3º Seréis fieles a la logia y guardaréis todos los secretos que la conciernen.
4º Seréis fieles al rey legítimo del reino, y oraréis por su salvación en todas las
ocasiones que se os presenten, cuando oréis por vosotros mismos, y no tomaréis parte en ningún plan de traición contra su persona y su gobierno.
5º Os mostraréis amantes y leales el uno con el otro, y actuaréis hacia vuestro prójimo o vuestro compañero como quisierais que actuaran con vosotros.
6º Estaréis en buenas y leales relaciones con todos estos maestros y compañeros de masonería que sabéis han entrado en ella según las reglas de la Orden. Guardaréis sus secretos, os opondréis con todas vuestras fuerzas a aquello que les perjudique, y sostendréis su honor y su crédito.
7º Que todo masón permanezca en una verdadera logia o en cámara o en casa para hablar y juzgar de cosas relativas a la honestidad y a la conducta moral, allá donde puedan refrescar la memoria con respecto a los desaparecidos eminentes.
8º Sed sinceros y honestos hacia el señor o vuestro empleador. Haced fielmente su obra. Preservad su provecho y su beneficio tanto como podáis. No le defraudéis en ningún punto, de manera que no pueda tener ninguna razón para quejarse, y obtendréis honor.
9º (Llamaréis) "masón" a vuestro compañero y a vuestro hermano, y no os dirigiréis a él con un nombre irrespetuoso, pues esto podría levantar discordias, divisiones y animosidad, lo que provocaría el escándalo.
10º No permitáis a ningún maestro o compañero que cometa adulterio o que fornique, por maldad o por impiedad, con la esposa, la hija o la criada de otro compañero.
11º Tendréis mucho cuidado de pagar fiel y honestamente vuestra pensión, sea el comer, el beber, la limpieza o el albergue, cuando paséis ante la cocina.
12º Estad atentos, allí donde os alojéis, de que no se cometa ninguna villanía, pues el oficio podría ser difamado.
13º Tendréis un religioso cuidado en observar el día de descanso, absteniéndoos de toda obra y mal trabajo, y consagrad ese día al estudio empleándolo al servicio y a la búsqueda del verdadero Dios, así como a impedir a las facultades de vuestra alma a que vagabundee tras las vanidades de este mundo. Rogad a Dios que santifique vuestra esperanza, vuestra comprensión, vuestra memoria, vuestra razón y vuestras inclinaciones.
14º Ocupaos personalmente, según vuestro talento y vuestros medios, de aliviar al pobre. No dejéis que vuestra prudencia reemplace a vuestra caridad, pensando que éste o tal otro es indigno o que no tiene necesidades. Por el contrario, no dejéis escapar ninguna oportunidad, pues es por el amor de Dios y para obedecer a su mandamiento que hacéis un donativo.
15º Visitad a los enfermos, reconfortadles, orad por ellos y no les dejéis en desamparo. Es deber vuestro el ayudarles; si Dios les reclama de este mundo, permaneced allí y asistid a sus funerales.
16º Sed afables y buenos hacia todos, pero especialmente hacia las viudas y los huérfanos; tomad resueltamente su defensa, proteged su interés, aliviad sus necesidades: incluso aunque sea un trozo de pan echado con incertidumbre sobre la superficie del agua, no obstante, gracias a la bendición especial del cielo, un día os será devuelto con interés séptuple, y os asegurará un capital en el otro mundo.
17º No bebáis en ninguna ocasión hasta la ebriedad, pues esto es una ofensa a Dios, y también porque os pondríais en estado de revelar los secretos de la logia, y por ello de ser perjuros.
18º Os abstendréis de toda diversión escandalosa y profana, de los juegos de azar o de cualquier otro juego destructor.
19º Evitaréis todo lenguaje lascivo y todo lenguaje, postura o gestos obscenos, pues todo ello no hace sino agradar al (demonio) y alentar la concupiscencia.
Éstos son los deberes generales a los que todo masón debe atenerse, sea maestro o compañero. Es muy deseable que éstos los conserven cuidadosamente en su corazón, su deseo y sus inclinaciones. Haciendo así, se harán a sí mismos respetables a los (ojos de) las generaciones futuras; Dios bendecirá a sus descendientes, les dará talento y los colocará en agradables empleos.
Los deberes que incumben a los maestros y compañeros son los siguientes. El primero es que ningún compañero aceptará trabajo de un señor o de otro empleador si él mismo no se sabe capaz de concluirlo, de manera que el oficio no tenga deshonor alguno, y que el señor o el empleador no sea engañado, sino al contrario, lealmente servido por aquel a quien ha financiado.
Si un masón se encarga de un trabajo o se ve en el puesto de maestro de obra no será apartado del mismo si es capaz de acabarlo.
Además, que ningún maestro o compañero tomará aprendiz por una duración inferior a siete años, y el aprendiz deberá disponer del uso de sus miembros y tener buen aliento.
Además, que ningún maestro o compañero recibirá su paga antes de haber comenzado la obra, sin el consentimiento de la logia.
Además, que ningún maestro o compañero se permitirá crear un masón en ausencia de al menos cinco o seis de sus compañeros debidamente obligados por el juramento.
Además, que ningún maestro o compañero que esté a jornal trabajará a destajo en la obra de un señor.
Además, que ningún maestro dará el salario a su compañero si este último no lo merece, de manera que el empleador no sea objeto de abuso por parte de obreros ignorantes.
Además, que ningún compañero calumniará a otro a sus espaldas, pues esto podría hacerle perder su buen nombre o sus bienes temporales.
Además, que ningún compañero, sea en la logia o en el exterior, responderá a su compañero de manera irrespetuosa.
Además, que nadie entrará de noche en la ciudad en la que haya una logia de compañeros sin ir con otro compañero, que pueda probar que es un hombre honesto o conocido como tal.
Además, que todo maestro y compañero se sumará a la asamblea desde la primera convocatoria si ésta se celebra a un máximo de cinco millas, y que colaborará en los gastos de sus compañeros o de su maestro.
Además, que todo maestro (y compañero) rezará por su superior y tendrá veneración por él.
Además, que todo maestro y compañero que haya cometido un delito se atendrá a la decisión que adopten su maestro y sus compañeros a su respecto. Y si (la causa) no puede ser paralizada de otro modo, deberá ser tratada en la asamblea.
Además, que ningún maestro masón fabricará molde de escuadra o de regla para un (masón) instalador o un masón formado en el taller.
Además, que ningún maestro, sea en la logia o en el exterior, pondrá una marca grabada en la piedra o en otro sitio sin haberla fabricado él mismo.
Además, que todo masón recibirá a masones extranjeros teniendo cuidado de repartirlos en el país de acuerdo a sus necesidades. Y si les da trabajo conforme a la regla, es decir, si tienen un molde, una medida con la que trabajar, dejadles al menos dos semanas y luego dadles su contrato. Y si no tienen medida, dejadles que se alimenten dándoles bebida y comida para llevar hasta la próxima logia.
Además, que nadie en la Orden estará al acecho para ver si otro se equivoca en sus palabras y en sus pasos; por el contrario, si este último prueba que es miembro de la Orden, entonces estáis obligados a respaldarle y a tener con él los miramientos en uso en el oficio.
Además, que todos los masones serán honestos en su trabajo, sea éste a destajo o a jornal, y que lo acabarán lealmente, de manera que puedan recibir su sueldo como está previsto.
Además, que ninguna logia o quorum de masones entregará el secreto real a alguien de manera arbitraria; sino que, después de una larga deliberación, dejadle aprender sus preguntas por el corazón, y luego sus símbolos, y que después haga como la logia piense que debe hacer.
El deber del aprendiz
En primer lugar, que sea sincero hacia Dios, la santa Iglesia católica, el rey y el maestro al que sirve. Además, no criticará, ni se opondrá a su maestro o a los bienes de su maestro, no se abstendrá de servirle, y no se alejará de él para satisfacer su propio placer, de día o de noche, sin su permiso. No cometerá adulterio ni fornicación, sea dentro o fuera de la logia, con la hija, la criada u otra mujer de su maestro. Retendrá en todo los consejos que dentro o fuera de la logia, fuera de la cámara o de la casa, le haya dado un compañero, un maestro o un hombre libre. No le opondrá un argumento a fin de desobedecerle. No revelará ningún secreto que pueda provocar un conflicto entre los masones, compañeros o aprendices, sino que se conducirá con respeto hacia todos los franc-masones, de manera que pueda ganar hermanos para su maestro. No jugará a las cartas, ni a los dados, ni a otros juegos desleales. No frecuentará las tabernas ni las cervecerías para despilfarrar el dinero de su maestro sin su permiso. No hurtará ni sustraerá los bienes de nadie, ni una porción, durante su aprendizaje, sino que deberá guardarse de estas cosas lo mejor que pueda, e informar a su maestro o a algún otro masón si es posible con toda
la diligencia requerida.
Preguntas planteadas y respuestas
Pregunta: ¿Qué sois?
Respuesta: Soy un hombre.
P.: ¿Cómo lo sabré?
R.: Por todos los verdaderos signos de la primera parte de mi entrada.
Oiré y callaré.
P.: ¿No debéis hacer nada más?
R.: Sí, pero he sido engendrado de un hombre, he nacido de una mujer, y además tengo muchos reyes soberanos y potentes príncipes por hermanos.
P.: ¿En qué logia habéis entrado?
R.: En la verdadera logia de san Juan.
P.: ¿Dónde debería tenerse una logia?
R.: En la cumbre de una montaña o en medio de un pantano, allí donde no pudiera escucharse el grito del gallo ni el ladrido de un perro.
P.: ¿Cuál es la altura de vuestra logia?
R.: Innumerables pulgadas y palmos.
P.: ¿Cómo es que innumerables?
R.: Es la materia del cielo y del firmamento estrellado.
P.: ¿Cuántos pilares hay en vuestra logia?
R.: Tres.
P.: ¿Cuáles son?
R.: La escuadra, el compás y la Biblia.
P.: ¿Dónde se encuentra la llave de vuestra logia?
R.: En una caja de hueso recubierta de un rudo vellón.
P.: Dadme (la explicación) detallada de vuestra caja.
R.: Mi cabeza es la caja, mis dientes son los huesos, mis cabellos el vellón, mi lengua es la llave.
P.: ¿Cómo habéis sido introducido?
R.: De manera vergonzosa, con una cuerda alrededor del cuello.
P.: ¿En qué postura estabais cuando fuisteis recibido?
R.: No estaba ni de pie ni acostado, ni corría ni andaba; estaba arrodillado sobre la rodilla izquierda.
P.: ¿Por qué teníais una cuerda alrededor del cuello?
R.: Para colgarme de ella en el caso de que traicionara la confianza puesta en mí.
P.: ¿Por qué estabais arrodillado sobre la rodilla izquierda?
R.: Porque debía estar en una postura muy humilde para recibir el real secreto.
P.: ¿A qué obligación os habéis comprometido?
R.: A un gran juramento.
P.: ¿Qué castigo se inflige a aquellos que revelan el secreto?
R.: Deben en vida tener el corazón arrancado, la cabeza cortada, y el cuerpo enterrado en la orilla de la playa, y no en el lugar en que se entierra a los cristianos.
P.: ¿Cuántas luces hay en vuestra logia?
R.: Dos.
P.: ¿Cuáles son?
R.: El sol que se alza en el este y que envía a todos los hombres al trabajo, y el sol que se oculta en el oeste y que envía a todos los hombres a acostarse.
P.: ¿Cómo está orientada vuestra logia?
R.: Este-oeste, porque todas las santas iglesias y los templos están así orientados, en particular el templo de Jerusalén.
P.: ¿No podía Hiram poner los cimientos del templo de sur a norte más bien que de este a oeste?
R.: No, no podía.
P.: Dadme la razón de ello.
R.: David ordenó que los cimientos del templo descansaran sobre el campo de grano, como podéis leer en la santa Biblia, donde es llamado el campo de trillar (el trigo) de Araunah el Gebuseo. Además, podéis leer a propósito de esto, en ese escrito sagrado, que en el interior del arca del Señor se encontraba la alianza entre Dios y los hombres, las dos tablas de mármol con los diez mandamientos escritos por el dedo de Dios. Dicha arca estuvo guardada por desgracia durante mucho tiempo en el campo de trillar de Araunah del que se acaba de hablar, lo que les obligó a echar los cimientos del templo de este a oeste, conforme a la posición de las dos tablas.
P.: ¿Qué es la masonería?
R.: Es una obra de escuadra.
P.: ¿Qué es un masón?
R.: Es un obrero de la piedra.
P.: ¿Reconoceríais a vuestro maestro si le vierais?
R.: Sí.
P.: ¿Por qué le reconoceríais?
R.: Por su ropa.
P.: ¿De qué color es su ropa?
R.: Amarilla y azul, como el compás, que es de cobre y de hierro.
P.: ¿Qué mortero utilizaban los masones que construyeron el templo?
R.: El mismo mortero que utilizaron los que construyeron la torre de Nemrod, es decir, el légamo, que es una especie de tierra roja, y al que diluyeron y filtraron en el muro después de poner las piedras. Era una especie de cemento o de asfalto. .../...
P.: ¿Cuántos peldaños había en la escala de Jacob?
R.: Tres.
P.: ¿Cuáles eran esos tres?
R.: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
P.: ¿Cuántas flores hay en el ojal del masón?
R.: Tres y doce.
P.: ¿Cómo las llamáis?
R.: La Trinidad y los doce apóstoles.
P.: ¿Quién era el maestro masón en la construcción del templo?
R.: Hiram de Tiro.
P.: ¿Quién puso la primera piedra en los cimientos del templo?
R.: El mencionado Hiram.
P.: ¿En qué lugar puso la primera piedra?
R.: En el ángulo sud-este del templo.
P.: ¿Qué dijo al ponerla?
R.: ¡Que Dios nos ayude!
P.: ¿Cuál fue la mayor maravilla que se vio u oyó con respecto al templo?
R.: Dios fue hombre, y un hombre fue Dios. María fue madre y también sirvienta.
P.: ¿Para qué es buena la noche?
R.: La noche es mejor para oír que para ver.
P.: ¿Para qué es bueno el día?
R.: El día es mejor para ver que para oír.
P.: ¿Qué hizo el segundo hombre cuando murió el primer hombre?
R.: Perfeccionó la obra que proyectó el primer hombre. Por eso el rey David proyectó construir el templo, pero la muerte se lo impidió, y fue Salomón quien lo terminó.
P.: ¿Qué significa el mar de bronce que fue construido por Hiram y al que soportaban doce bueyes, de los cuales tres miraban hacia el norte, tres hacia el sur, tres hacia el oeste y tres hacia el este?
R.: Estaba destinado al baño y a las abluciones de los sacerdotes de esos tiempos. Pero ahora sabemos que era una representación de Cristo, cuya sangre estaba destinada a purificar del pecado y a lavar a los elegidos, y que los doce bueyes eran una representación de los doce apóstoles que lucharon contra el paganismo y el ateísmo, y que sellaron con su sangre la causa de Cristo.
P.: ¿Qué significaba la puerta dorada del templo que daba acceso al santo de los santos?
R.: Era otra representación de Cristo, que es la puerta, el camino, la verdad y la vida, para quien y en quien todos los elegidos penetran en el cielo.
Cómo saludar a los masones de otras logias
-Los respetables maestros de nuestra logia me han enviado hasta vosotros, os saludan conmigo muy cordialmente, deseando que mi visita pueda reavivar en vuestra memoria vuestros buenos sentimientos a su respecto.
R.: Nosotros, maestros y compañeros de esta logia, os deseamos de todo corazón la bienvenida y os suplicamos que oséis hablarnos francamente, decirnos vuestros deseos, y pedir nuestra ayuda, para lo cual estaremos a vuestras órdenes en todo tiempo y en toda circunstancia. Todos, tantos como aquí estamos, seguiremos honrando al amor y sirviéndoos.
Cuando penetréis en una habitación, debéis decir: ¿La casa es propia? Si ellos responden: Ella cala, o: Ella está mal cubierta, a esta respuesta debéis guardar silencio sobre la mayoría de las preguntas relativas a la masonería.
Así se acaban las constituciones.
Preguntas que conciernen al templo
1. P.: ¿Qué significa el templo?
R.: El Hijo de Dios, y en parte la Iglesia. El Hijo sufrió y su cuerpo fue destruido, resucitó al tercer día, y erigió para nosotros la Iglesia cristiana, que es la verdadera Iglesia espiritual.
2. ¿Qué significa el mármol blanco?
El Cristo es el mármol blanco sin mancha, la piedra rechazada por los constructores... Pero Dios la ha escogido...
3. El misterio de la madera de cedro.
El cedro, el ciprés y la madera de olivo no estaban sujetos a la putrefacción, y no podían ser devorados por los gusanos. Por ello la naturaleza humana de Cristo no estaba sujeta ni a la corrupción ni a la putrefacción.
4. El misterio del oro.
El oro y las piedras preciosas significan la divinidad de Cristo, en la que habitaba su plenitud, pues es el origen.
5. El misterio de los querubines.
Primero significaban la gloria celestial y la vida eterna que debe venir. Pintados a imagen del hombre, representan el coro de los santos ángeles y de los santos, que cantan el Te Deum laudamus. En segundo lugar, los dos querubines sobre la misericordia en el coro del santuario significan el Antiguo y el Nuevo Testamento, que contienen la doctrina de Cristo, y así como sus alas se tocan mutuamente, así el Antiguo y el Nuevo Testamento están unidos, coincidiendo el final del primero con el principio del otro, uno conteniendo el mundo antiguo, el otro conteniendo el fin del segundo mundo. Ambos se refieren a Cristo, a quien fue confiado el ministerio de Dios.
6. El misterio de la puerta dorada del templo.
Cristo es la puerta de la vida por la que debemos penetrar en la eterna dicha. Las dos columnas significan la adquisición de los dos conocimientos que preceden a esta entrada, a saber, el de su persona y el de su misión.
7. ¿Qué significa el velo?
El Hijo de Dios nuestro Señor Jesucristo, suspendido del altar de la cruz, es el verdadero velo que, interpuesto entre Dios y nosotros, ensombrece con sus heridas y su sangre la multitud de nuestras ofensas, y nos permite así ser hechos agradables a su Padre.
8. El arca de la alianza.
Ella representa tanto a nuestro salvador Cristo como a los corazones de los fieles, pues en el pecho de Cristo se encontraba la doble doctrina de la ley y del evangelio, así como se encuentra entre los fieles, aunque en menor grado. Era el verdadero maná descendido (del cielo) para dar vida al mundo. La tabla de la ley nos conduce al amor y a la obediencia. La vara florida de Aarón significa la dulzura del evangelio y la gloria de nuestro gran sacerdote Jesucristo, de quien Aarón era una figura.
9. El misterio del altar.
El altar, con sus cuatro esquinas doradas, en parte hecho de madera de acacia y en parte cubierto de oro, representa la unión de la humanidad y la divinidad de nuestro salvador, pues la naturaleza incorruptible se hacía sensible por el oro, y la humanidad de Cristo, rebelde a la putrefacción, fue embellecida por la gloria celestial de la divinidad. Personalmente unido a la naturaleza divina, él ascendió al cielo y se asienta a la derecha de Dios, su Padre, coronado de majestad y de dicha eterna.
10. El misterio del candelabro de oro.
El candelabro de oro de seis brazos, con sus siete luces, significa el Cristo y sus ministros. Cristo, fundamentalmente, es el gran sacerdote y la luz del mundo que nos ilumina para la vida eterna. Los doctores y maestros de la Iglesia son los brazos que Cristo ilumina con la santa doctrina del evangelio. Nadie debería estar separado de Cristo, sino que, por la luz de la doctrina, debería ser una linterna en nuestro camino. Y como todos los brazos del candelabro estaban unidos, así todo ministro y todo hijo de Dios debería estar unido al cuerpo de Cristo sin separación (posible). Las flores y los lises denotan las gracias de su espíritu, extendidas sobre todos sus fieles ministros. Las luces y las lámparas exhortan a todos los buenos ministros (del culto) a un gran cuidado y diligencia.
11. El misterio de la mesa dorada y del pan puesto encima.
La mesa recubierta de un precioso contrachapado significa los ministros del evangelio; el pan significa el Cristo, el pan de vida.
12. El misterio de la vid de oro y de las uvas de cristal.
La vid, que, al este del templo, estaba hecha de oro brillante, recuerda a nuestro Cristo, que se compara a sí mismo con una viña y que (compara) a los fieles con los sarmientos; las uvas de cristal (se asemejan) a la doctrina del evangelio y a las obras de la fe, que son: la fe, el amor, la esperanza, la caridad, la paciencia, la oración, y a las obras de la gracia, que son proporcionales a la fe.
13. El mar de bronce. Su misterio.
El mar de bronce era una representación del bautismo y del agua viva que brota de las heridas de Cristo. Los doce bueyes significan los doce apóstoles.
La altura y la longitud del templo.
Era largo de 100 codos y alto de 120 codos. El santo de los santos estaba en el extremo oeste, las piedras de mármol en el interior del templo medían 25 codos de altura, 12 codos de longitud y 8 codos de anchura. Eran todas de mármol blanco.
Preguntas planteadas y respuestas
- ¿Cuántas luces hay en esta logia?
R.: Tres.
P.: ¿Cuáles son?
R.: El maestro, el compañero de oficio y el vigilante.
P.: ¿Dónde están estas luces?
R.: Hay una al este, una al oeste y otra en medio.
P.: ¿Para qué sirve la del este?
R.: Sirve al maestro, la del oeste sirve al compañero de oficio, y la del medio al vigilante.
P.: ¿Qué hay detrás del vigilante?
R.: Tres estantes.
P.: ¿Qué hay encima?
R.: Tres reglas.
P.: ¿Cuánto (miden)?
R.: Hay una de 36 pies, una de 34 pies y otra de 32 pies.
P.: ¿Para qué sirven?
R.: La de 36 sirve de nivel, la de 34 de escuadra, y la de 32 sirve para medir la tierra.
P.: ¿De qué manera nos llegaron en el origen?
R.: Se cuenta que fueron dadas al rey David cuando tallaba piedras en la montaña (para que le sirvieran) para reconocer a los artesanos de los obreros. Quiso Dios tomarlas y enviar de vuelta al rey David. Salomón le sucedió, (ocupó) su lugar y se las dio (estas reglas).
P.: ¿Cuál es la longitud de vuestro cable?
R.: Es tan largo como la distancia que hay entre el emplazamiento de mi ombligo y la raíz de mis cabellos.
P.: ¿Por qué?
R.: Porque todos los secretos yacen en este sitio.
P.: ¿De qué... de quién habéis obtenido vuestros principios?
R.: De aquel que está en la cumbre del pináculo del templo.
P.: ¿De qué manera fue construido el templo?
R.: Por Salomón e Hiram, que le mandó instrumentos para la obra. Este Hiram salió de Egipto. Era hijo de una viuda. Proporcionó toda clase de instrumentos: picos, arados, palas, y todas las cosas que pertenecen al templo.
P.: ¿Donde descansa el maestro?
R.: En un cuezo de piedra, bajo la ventana oeste, desde donde mira al este, esperando que el sol levante (haga sonar la hora) de enviar a sus hombres al trabajo.
P.: ¿Dónde se encontró este noble arte o esta ciencia cuando se perdió?
R.: Se lo encontró sobre dos pilares de piedra, de los cuales uno no podía hundirse, ni el otro ser quemado.
Escudos de armas
Salomón alzó dos nombres notables, uno a la derecha llamado Jachin... que significa En él está la fuerza. No solamente mostró en la materia, sino también en el nombre de estas dos columnas, con qué firmeza se mantienen los elegidos ante Dios, a la vez en el presente y en vista de los últimos tiempos. Ahora, los hijos de Dios han recibido la fuerza de manera interior. En los últimos tiempos, Dios hará de tal manera, con su espíritu de gracia, que ellos no se alejen jamás totalmente de él. Por otra parte, se me ha enseñado este punto. Ambos nombres parecen además aludir a las dos Iglesias de los judíos y de las naciones:
- La de los judíos (es designada) por Jachin a la derecha, como si Dios quisiera a la larga fijarla en su tiempo, aunque no haya llegado a ser estable a causa de la obstinación de su entendimiento, que les hizo rechazar a Cristo cuando llegó;
- Y la de las naciones (es designada) por Boaz a la izquierda, a causa de la fuerza que estaba en ella presente cuando acogió a Cristo la primera vez que oyó estas cosas.
Cristo escribirá sobre estas columnas mejores nombres que los de Jachin y Boaz.
En el lugar del primero escribirá el nombre de su Dios, de manera que se haga evidente para todos los hombres, y que estos hombres sean elegidos de entre aquellos que queden para ser el pueblo particular de
Dios .../... En este sentido fue dicho: Ellos sabrán que yo te he amado. Y por ello también, en el profeta Zacarías, capítulo 14, versículo 20, la santidad del Señor fue escrita sobre los cascabeles colgados de los caballos.
Fin
Ved aquí una cabeza de muerto
para recordaros que sois mortal...
ved la gran fuerza con la cual...
pero establecer... en el cielo permanece
que todas vuestras acciones sean justas y verdaderas
(pues) tras vuestra muerte ellas os darán la vida
quedaos en el interior de vuestra esfera designada
estad preparado para vuestros últimos fines, el día está cerca.
(A caput mortuu[m] here you see
To mind you of mortality
Behold great strength by ... fell
but establish ... in heaven doeth dwe[ll]
Let all your actions be just and trwe
which after death gives life to you
Keep round within of your appointed sp[hrere]
be ready for your latter end daws near).
EL MANUSCRITO KEWAN (1714-1720)
Según la traducción francesa de Patrick Négrier aparecida en La Franc-Maçonnerie d’après ses textes classiques. Anthologie 1599-1967, Detrad, 1996 (impreso en Atenas). El texto fue publicado por primera vez en Harry Carr, The Early Masonic catechism, Kila (MT), Kessinger Publishing Company, 1963, p. 183. Las notas son de P. Négrier. Se observará que el texto es prácticamente idéntico al del Manuscrito de Edimburgo.
Forma en la que se da la Palabra de masón
La persona que debe recibir la palabra está de rodillas, y después de un cierto número de gestos destinados a asustarle, le hacen tomar la Biblia y poner su mano derecha encima; invocan ante él muchas amenazas por si acaso rompiera su juramento. El sol en el firmamento y toda la compañía presente darán testimonio contra él, lo que será la causa de su condena, por la cual no dejarán de asesinarle. Es entonces, después de que haya jurado secreto, cuando le dan el juramento como sigue:
Por Dios mismo, y a la espera de que rindáis cuentas a Dios cuando os encontréis desnudo ante Él en el gran día del juicio, no revelareis nada de lo que vais a ver u oír hoy, ni de palabra ni por escrito, cuando sea, ni trazareis con la punta de una espada o de otro instrumento sobre la nieve, o sobre la arena, y no hablareis excepto con alguien que haya sido recibido masón... ¡Que Dios venga en mi ayuda!.
Después de que haya prestado este juramento, es alejado de la compañía con el último masón recibido, y una vez se le ha asustado suficientemente haciendo mil gestos y melindres, el segundo masón le enseña la manera de hacer en lo que concierne a los signos y las posturas, que son como sigue. Yo vengo aquí, yo, el más joven, el último aprendiz que ha sido recibido, pues lo he jurado por Dios y por san Juan, por la escuadra y por el compás, y por el juez universal, a asistir a mis maestros en el servicio a la honorable logia desde el lunes por la mañana hasta el sábado por la noche, para guardar las llaves, so pena de que se me corte la lengua por debajo del mentón, y de ser sepultado en un torrente, allí donde nadie lo sepa.
Entonces hace de nuevo el signo, que consiste en trazar con la mano una línea bajo el mentón atravesando la garganta, para significar que ésta le será cortada en el caso de que rompiera su promesa. Después todos los masones presentes murmuran la palabra entre ellos, comenzando de manera que finalmente le llegue al maestro masón, quien le da la palabra al último aprendiz recibido.
Hay de señalar ahora que todos los signos y palabras, como aquellos de los que en otro lugar se habla, pertenecen no solamente a los aprendices recibidos, sino también al maestro masón o a los compañeros de oficio. En primer lugar, todos los aprendices deben ser alejados de la compañía, y nadie será invitado a quedarse excepto los maestros. Entonces, aquel que va a ser recibido como miembro de la compañía debe ponerse de nuevo de rodillas, y pronunciar otra vez el juramento que se le ha dado, después de lo cual debe salir de la compañía con el maestro más joven a fin de aprender la palabra y los signos del compañerismo; entra después nuevamente, hace al maestro los signos del compañerismo, y dice las mismas palabras que a su entrada, omitiendo esta vez el juicio universal. Luego los maestros murmuran la palabra entre ellos comenzando por el más joven, como antes. Tras esto, el masón más joven avanza y se pone él mismo en la postura en la que debe el otro recibir la palabra, y dice a todos: La honorable compañía, los respetables masones y la honorable compañía de la que vengo os saludan bien, os saludan bien, os saludan bien.
Algunas de las preguntas que los masones acostumbran a hacer a aquellos que declaran poseer la palabra de masón, con objeto de reconocerles:
- ¿Sois masón?
- Responded: Sí, ciertamente, lo soy.
- ¿Cómo debo entender esta respuesta?
(La comprenderéis) en el tiempo y lugar oportunos (nota: esta respuesta no debe darse más que cuando estéis en sociedad y no haya masones presentes; pero si no hay mucha gente allí donde estéis, podéis responder con los signos y los demás puntos de vuestra recepción).
- ¿Cuál es el primer punto de vuestra recepción?
Respuesta: dadme el primero y yo os daré el segundo. El primero es oír y callar. El segundo, bajo pena de trazar una línea con la mano derecha desde la oreja izquierda a la oreja derecha, para cortaros la garganta.
- ¿Dónde habéis sido recibido?
Respuesta: En una logia honorable.
- ¿Qué es lo que hace a una logia justa y perfecta?
Respuesta: 7 maestros, 5 aprendices, a un día de marcha de una población, de manera que no pueda oírse ni el ladrido de un perro ni el canto del gallo.
- ¿Nada más hace a una logia justa y perfecta?
Respuesta: 4 maestros, 3 aprendices recibidos y el resto tal como ya he dicho.
- ¿No hay nada más?
Respuesta: Cuantos más hay, mayor es la alegría, y cuantos menos, mejor es la carne.
- ¿Cuál es el nombre de vuestra logia?
Respuesta: La logia de Kilwinning.
- ¿Cómo está orientada vuestra logia?
Respuesta: Este-oeste, como el templo de Jerusalén.
- ¿Dónde estuvo la primera logia?
Respuesta: En el atrio del templo de Salomón.
- ¿Hay luces en vuestra logia?
Respuesta: Tres, al nor-este, al sud-oeste y en el paso del este. La primera indica el maestro masón, la segunda la palabra, la tercera el compañero de oficio.
- ¿Hay joyas en vuestra logia?
Respuesta: Tres, una piedra bruta, una piedra cúbica y un gran óvalo.
- ¿Dónde podría hallarse la llave de vuestra logia?
Respuesta: A tres pies y medio de la puerta de la logia, bajo una piedra bruta...
- ¿Qué entendéis por una piedra bruta...?
Respuesta: Quiero decir no solamente bajo una piedra bruta, sino también bajo el pliegue de mi hígado, allí donde yacen todos los secretos de mi corazón.
- ¿Cuál es la llave de vuestra logia?
Respuesta: Una lengua bien puesta.
- ¿Dónde está esa llave?
Respuesta: En la caja de hueso.
Una vez que los masones os hayan examinado por medio de todas o de una parte de estas preguntas, y de que hayáis respondido con exactitud, os reconocerán como aprendiz. Pero no como maestro ni como compañero del oficio.
De modo que os dirán: Vemos que habéis entrado en la cocina, pero ignoramos si habéis entrado en la sala.
Respuesta: He entrado tanto en la sala como en la cocina.
- ¿Sois compañero del oficio?
Respuesta: Sí.
- ¿Cuántos puntos hay en el compañerismo?
Respuesta: 5, a saber: pie contra pie, rodilla contra rodilla, torso contra torso, mano contra mano, y oreja contra oreja, lo cual constituye los signos del compañerismo: dadme las manos, y os daréis cuenta de que soy un verdadero masón.
La palabra está en I Reyes, 7, 21, y en II Crónicas, 3, en el último versículo. Todo el versículo, pero en particular las palabras Jakin y Boaz.
LA INSTITUCIÓN DE LOS FRANC-MASONES (1725)
Institution of free-masons, publicado en Harry Carr, The Early masonic catechisms, 1963, pp. 83-86. Traducción francesa en Textes fondateurs de la Tradition maçonnique 1390-1760. Introduction à la pensée de la franc-maçonnerie primitive, traduits et présentés par Patrick Négrier, París, Bernard Grasset, 1995.
1. Pregunta: ¿Está aquí la paz? Respuesta: Así lo deseo.
2. ¿Qué hora es? –Pronto será mediodía, o las 6h.
3. ¿Estáis muy ocupado? –No.
4. ¿Deseáis dar o recibir? –Las dos cosas, o como a vos os plazca.
5. ¿Cómo son las escuadras? –Son correctas.
6. ¿Sois rico o pobre? –Ni una cosa ni otra.
7. ¿Cambiaríais vuestra situación por la mía? –Con gusto.
8. En el nombre de Dios, ¿sois verdaderamente masón? –Soy masón.
9. ¿Qué es un masón? –Un hombre engendrado por un hombre, nacido de una mujer y hermano de un rey.
10. ¿Qué es un compañero? –El socio de un príncipe.
11. ¿Cómo sabré que sois verdaderamente masón? –Por los signos, marcas y puntos de mi entrada.
12. ¿Cuál es el primer punto de vuestra entrada? –Oír y callar, bajo pena de que se me corte la garganta y se me arranque la lengua de la cabeza.
13. ¿Dónde habéis sido hecho masón? –En una logia justa y perfecta.
14. ¿Cuántas (personas) hacen falta para hacer una logia? –Hace falta Dios y la escuadra, más 7 ó 5 masones justos y perfectos sobre la montaña más alta, o en el valle más profundo del mundo.
15. ¿Por qué los números impares forman una logia? –Porque los números impares son propicios a los hombres.
16. ¿De qué logia sois? –De la logia de san Juan.
17. ¿Cómo está orientada esta logia? –Exactamente de este a oeste, como todos los templos sagrados.
18. ¿Dónde se halla el sitio del maestro? –En la ventana del este, donde espera que se alce el sol para enviar a sus hombres al trabajo.
19. ¿Dónde está el sitio del vigilante? –En la ventana del oeste, donde espera que se oculte el sol para enviar al (último) aprendiz que ha entrado.
20. ¿Quién dirige y gobierna la logia, y quién es su maestro? –Jehovah, la columna de la derecha.
21. ¿Cómo está gobernada? –Por la escuadra, la plomada y la regla.
22. ¿Tenéis la llave de la logia? –Sí, la tengo.
23. ¿Para qué sirve? –Para abrir y cerrar, y también para cerrar y abrir.
24. ¿Dónde la guardáis? –En una caja de marfil, entre mi lengua y mis dientes, o también en mi corazón, allí donde guardo todos mis secretos.
25. ¿Tenéis una cadena para esta llave? –Sí.
26. ¿Cuál es su longitud? –Su longitud va de mi lengua a mi corazón.
27. ¿Cuántas joyas preciosas (poseéis)? –Tres: una escuadra con una diadema y una escuadra.
28. ¿Cuántas luces hay (en vuestra logia)? –Tres: exactamente al este, al sur y al oeste.
29. ¿Qué representan? –Las tres personas de la santa Trinidad, el Padre, el H(ijo) y el E(spíritu) S(anto).
30. ¿Cuántas columnas hay (en vuestra logia)? –Dos, J(ak)hin y Boaz.
31. ¿Qué representan? –La fuerza y la estabilidad de la Iglesia en todos los tiempos.
32. ¿Cuántos ángulos hay en una logia de san Juan? –Cuatro, que forman un cuadrado.
33. ¿Cómo se llega al centro (de vuestra logia)? –Cuando el sol deja el sur, y penetra en el interior por el extremo oeste de la logia.
34. ¿En qué parte del templo se tiene la logia? –En el porche de Salomón, en la extremidad oeste del templo, allí donde se erigían las dos columnas.
35. ¿Cuántos pasos caracterizan a un verdadero masón? –Tres.
36. Dadme el saludo. –Lo haré. Los muy respetables maestros y los respetables compañeros de la muy respetable logia de la que vengo os saludan bien como yo lo hago. Que la salud de Dios esté con nuestra reunión y con los muy respetables maestros y los respetables compañeros de la muy respetable logia de la que venís, y con vos mismo.
37. Dadme las palabras de Jerusalén. –G...
38. Dadme las palabras universales. -...
39. Hermano, (veo que) verdaderamente sois de los nuestros. Decidme vuestro nombre. –N...
40. Bienvenido, hermano N... a nuestra sociedad. ¿Cuántos puntos principales caracterizan a un verdadero masón? –Tres: la fraternidad, la fidelidad y el silencio.
41. ¿Qué representan? –El amor fraternal, la ayuda mutua y la verdad (que reinan) entre todos los masones justos y perfectos; es por ello que los masones fueron ordenados en tiempos de la construcción de la torre de Babel y del templo de Jerusalén.
42. ¿Cuántos puntos propios hay (de los masones)? –Cinco: pie contra pie, rodilla contra rodilla, mano contra mano, corazón contra corazón y oreja contra oreja.
43. ¿De dónde proviene el arca? –De la arquitectura.
44. ¿A qué se parece? –Al arco iris.
45. ¿Cuántos órdenes de arquitectura existen? –Cinco: el toscano, el dórico, el jónico, el corintio y el compuesto.
46. ¿A qué responden? –Responden a la base, a la perpendicular, al diámetro, a la circunferencia y al cuadrado.
47. ¿Cuál es la verdadera palabra o punto de un verdadero masón? –Adios.
El juramento
Debéis servir a Dios según lo mejor de vuestro conocimiento y de la institución, ser un verdadero hombre fiel al rey, y ayudar y asistir a todo hermano de la antigua y noble ciencia durante tanto tiempo como vuestros medios os lo permitan. Tal es el juramento que debéis prestar sobre el contenido de este sagrado escrito. ¡Que Dios acuda en vuestra ayuda!
(Manera de formular) el brindis.
Salud ahora a nuestra sociedad y a todo hermano que guarde fielmente su juramento de secreto, tal como hemos jurado amarnos el uno al otro. El mundo no conoce mandamiento comparable a éste de nuestra noble y antigua fraternidad. Dejemos que se pregunten sobre nuestro misterio. Aquí, compañero, a vuestra salud bebo.
Cómo reconocer a un franc-masón
.....................
Tercer año (del reinado) de Enrique IV. Cap. 1. Un acta del parlamento se ha elaborado para abolir la sociedad de los franc-masones, teniendo por felón a cualquiera que participe en sus reuniones.
Alfabeto
.......
la marca distintiva de un masón
Si poseen todas las virtudes sociales del espíritu
si extienden su amor a toda la humanidad
si se muestran hospitalarios en la acogida de los invitados
si tienen una caridad solícita por los afligidos
si manifiestan hacia la libertad y las leyes el respeto que les es debido
si tienen celo por nuestro rey y por la causa de nuestro país
dejad a los masones gozar de la alabanza que reivindican.
EL MANUSCRITO GRAHAM (1726)
Publicado en "Ars Quatuor Coronatorum", vol. 80, Londres, 1967, pp. 77-80. Traducción francesa en Textes fondateurs de la Tradition maçonnique 1390-1760. Introduction à la pensée de la franc-maçonnerie primitive, traduits et présentés par Patrick Négrier, París, Bernard Grasset, 1995. Contrariamente a las Constituciones de 1723, en las que Anderson había intentado alinear las posiciones de la masonería especulativa con la "religión natural", el Graham es un texto de clara confesión cristiana. El tema esencial de este catecismo
simbólico es el de la eficacia pneumatológica de la palabra. ¿Nos hallamos ante la evidencia escrita del tema masónico de la búsqueda de la palabra perdida, comúnmente referido al Masonry Dissected de Samuel Prichard? Son claras las relaciones entre dicho tema y el juramento masónico del secreto. El Graham propone numerosos ejemplos de hombres dotados de una palabra eficaz, asunto éste tradicionalmente relacionado con la dominación de las pasiones.
Todas las instituciones de la franc-masonería puestas al descubierto y probadas por lo mejor de la tradición así como por referencias a la Escritura.
Observad en primer lugar que todos nuestros signos provienen de la escuadra, de acuerdo con su empleo habitual. La prueba de ello se encuentra en el versículo 7 del capítulo 6 del primer libro de los Reyes.
El saludo se hace como sigue, de cualquier sitio del que vengáis: Yo vengo de la muy respetable logia de maestros y de compañeros perteneciente a Dios y al bienaventurado san Juan, que saluda a todos los hermanos verdaderos y perfectos de nuestros santos secretos, como yo mismo lo hago, encontrando que sois tales.
- Yo os saludo, hermano, y os ruego que me digáis vuestro nombre.
Responded J. y el otro debe decir que su nombre es B.
El examen continúa como sigue:
- ¿Cómo sabré que sois franc-masón? – Por las verdaderas palabras, signos y toques de mi entrada.
- ¿Cómo habéis sido hecho masón? – En una logia verdadera y perfecta.
- ¿Qué es una logia perfecta? – El centro de un corazón sincero.
- Pero, ¿a cuántos masones llamáis así? – A cualquier número impar entre 3 y 13.
- ¿Por qué tantos, y por qué en número impar?
- El primer número hace referencia a la santa Trinidad, y el otro a la venida de Cristo, con sus 12 apóstoles.
- ¿Cuál fue el primer paso de vuestra entrada?
- Un deseo intenso de conocer los secretos de la franc-masonería.
- ¿Por qué se llama franc-masonería? – En primer lugar, porque ella es un libre don de Dios a los hijos de los hombres; en segundo lugar, porque está liberada de la intrusión de los espíritus infernales; y en tercer lugar porque es la libre unión de los hermanos de ese santo secreto que debe subsistir para siempre.
- ¿Cómo habéis sido introducido en logia? – Pobre y sin un real, ciego e ignorante de nuestros secretos.
- ¿Y ello por qué razón? – Así como nuestro salvador se hizo pobre para nuestra redención, yo me hice pobre en ese momento en vistas al conocimiento de Dios resumido en la escuadra.
- ¿Qué habéis visto en logia cuando se os permitió ver? – Yo vi la verdad, el mundo y la justicia del amor fraternal.
- ¿Dónde? – Delante de mí.
- ¿Qué había detrás de vos? – El perjurio y el odio de la fraternidad para siempre si yo descubriera nuestros secretos sin el consentimiento de una logia, a menos que los haya obtenido de una triple voz habiendo sido recibido, pasado y elevado en las reglas por tres logias distintas, y a condición de que haya jurado adecuarme a nuestros artículos...
- ¿Cómo estaba orientada la logia durante vuestra recepción? – Al este, al oeste y al sur.
- ¿Por qué no al norte? – Ya que nosotros residimos en la parte norte del mundo, y ya que no enterramos a los muertos en el lado norte de nuestras iglesias, igualmente dejamos vacío el lado norte de nuestras logias.
- ¿Y por qué al este y al oeste? – Porque las iglesias están orientadas de este a oeste, y sus patios se encuentran al sur.
- ¿Por qué las iglesias están orientadas de este a oeste? – Hay cuatro razones para ello.
- ¿Cuáles son? – La primera: nuestros primeros padres fueron situados al este en el Edén; la segunda: un viento del este secó el mar (Rojo) ante los hijos de Israel, y el templo del Señor debía ser construido de la misma manera; la tercera: el sol se eleva en el este y se oculta en el oeste por encima de aquellos que habitan cerca del ecuador; la cuarta: la estrella apareció por el oeste para advertir a todos los pastores y hombres sabios que nuestro salvador iba a venir en la carne.
- ¿Quién os guió en el interior de la logia? – El vigilante y el más mayor de los compañeros del oficio.
- ¿Por qué no el más joven de los compañeros del oficio? – Por seguir a nuestro salvador, que ordenó al jefe servir la mesa, exhortación a la humildad que siempre debemos observar.
- ¿En qué postura habéis prestado vuestro juramento? – No estaba ni tendido ni de pie, ni andaba, ni corría; no daba vueltas, no estaba ni colgado ni a punto de volar, ni desnudo ni vestido, ni calzado ni descalzo.
- ¿Por qué razón estabais en esa postura? – Porque un Dios y un hombre componen al verdadero Cristo, y así un sujeto desnudo que estuviera medio desnudo y medio vestido, medio calzado y medio descalzo, medio arrodillado y medio de pie, sería la mitad de todo y no sería nada, demostrando así un corazón humilde y obediente dispuesto a marchar lleno de fe tras ese justo Jesús.
- ¿Qué habéis jurado? –Oír y callar nuestros secretos.
- ¿Cuál era el contenido de vuestro juramento? –El segundo punto de mi (juramento) era obedecer a Dios y a todas las verdaderas escuadras hechas o dirigidas a mí por un hermano. El tercer (punto) era no robar jamás, por temor a ofender a Dios y a arrojar vergüenza sobre la escuadra. El cuarto (punto) era jamás cometer adulterio con la esposa de un hermano, ni mentirle de manera deliberada. El quinto (punto de mi juramento) era no desear vengarme de manera injusta de un hermano, sino, por el contrario, socorrerle en tanto esté en mi poder y no me acarree un grave perjuicio.
- Admito que habéis estado en una logia; así que os pregunto: ¿cuántas luces posee una logia? – Yo respondo 12.
- ¿Cuáles son? – Las tres primeras joyas son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; el sol, la luna, el maestro masón; la escuadra, la regla; la plomada, el nivel, el mallete y el cincel.
- Probadme que todas ellas son verdaderas luces. – En lo que concierne a la santa Trinidad, ella da la razón. El sol nos da la luz día y noche. La luna es un cuerpo sombrío que, surgido del agua, recibe su luz del sol y además es la reina de las aguas, que son el mejor de los niveles. El maestro masón enseña el oficio y debería tener una palabra tres veces potente cuando enseña nuestros secretos como hombre brillante, porque nosotros creemos en un poder oratorio superior, ya que los 70 tenían un gran poder, y los 11 tenían otro aún mayor, pues escogieron a Matías para reemplazar a Judas. En lo que concierne a la escuadra, la regla, la plomada, el nivel, el mallete y el cincel, son seis instrumentos sin los cuales ningún masón puede realizar un verdadera trabajo.
- ¿A qué pueden referirse estas 12 luces? – Deducimos que se refieren a los 12 patriarcas, así como a los doce bueyes con respecto a los cuales leemos en el capítulo 7 del primer libro de los Reyes que soportaban el mar fundido en bronce: eran símbolos de los 12 discípulos que debían ser enseñados por Cristo.
- Admito que vos habéis entrado, así que os pregunto si habéis sido elevado.
- Sí.
- ¿Dónde habéis sido elevado? – He sido elevado en el conocimiento de nuestros orígenes, gracias a la vez a la tradición y a la Escritura.
- ¿Qué palabra pronunciáis sobre los cimientos cuando eleváis un edificio, allí donde teméis que un espíritu infernal de destrucción, frecuentando esos lugares, pueda derribar el trabajo de vuestras manos? – Oh, ven, déjanos y tendrás.
- ¿A quién os dirigís? – Rezo a la santa Trinidad.
- ¿De qué manera pronunciáis estas palabras? – De rodillas, con la cabeza descubierta, mirando hacia el este.
- ¿Qué queréis decir con estas palabras? – Queremos decir que despreciamos la justicia propia y que en ello diferimos de esos babilonios que creían poder construir hasta el cielo. Por el contrario, rogamos a la santa Trinidad que nos permita construir en verdad y en escuadra; y cada cual tendrá la recompensa que merece.
- ¿Cuándo fueron pronunciadas estas palabras, o para qué servían? – Yo respondo que desde el origen, antes de que el evangelio se extendiera por el mundo cubierto de espíritus infernales de destrucción. A menos que los hombres construyeran con fe y en oración, sus trabajos eran a menudo demolidos.
- Pero, ¿cómo fue posible que los trabajos de los babilonios fueran erigidos antes de que el evangelio comenzara a brillar? – Yo os respondo devolviendoos vuestra propia pregunta, porque la presunción de los babilonios de los que acabo de hablar había ofendido de tal modo al espíritu de Dios que las lenguas dejaron de ser comprendidas por su pecado a fin de que la humanidad no volviera jamás a actuar así sin el permiso divino, que quiere que nada pueda hacerse sin fe ni oración.
- ¿Esto es tradicional? – Sabemos esto por tradición, y también por referencia a la Escritura, que dice que Shem, Ham y Japheth, deseosos de llegar junto a la tumba de su padre Noah, trataron de ver si podrían encontrar allí algo susceptible de conducirles al secreto del poder detentado por ese famoso predicador. En efecto, deseo que todos reconozcan que todas las cosas necesarias al mundo nuevo se encontraban en el arca con Noah.
Ahora bien, estos tres hombres ya habían acordado que, si no encontraban lo que buscaban, lo primero que encontraran debería servirles de secreto. No dudaban, sino que creían muy firmemente que Dios tenía el poder, y también que manifestaría su voluntad por medio de su fe, su oración y su obediencia, de manera que lo que encontraran se mostraría ante ellos tan potente como si hubieran recibido el secreto de Dios mismo en su origen. Llegaron entonces a la tumba, donde no encontraron nada más que el cadáver casi enteramente descompuesto. Cuando cogieron un dedo, éste se desprendió falange por falange, y lo mismo ocurrió con el puño y con el codo. Entonces levantaron el cadáver y lo sostuvieron, poniendo un pie contra su pie, una rodilla contra su rodilla, el pecho contra su pecho, una mejilla contra su mejilla, y una mano en su espalda, y se pusieron a gritar: Ayuda, oh Padre, como si dijeran: Oh, Padre del cielo, ayúdanos ahora, porque nuestro padre terrestre ya no puede hacerlo. Entonces, dejando de nuevo el cadáver, y no sabiendo qué hacer, uno de ellos dijo: Hay tuétano en este hueso, y el segundo dijo: Pero es un hueso seco, y el tercero dijo: apesta. Se pusieron de acuerdo entonces para darle un nombre que fuera conocido por la masonería hasta este día. Después, se fueron a sus asuntos y a partir de ese momento sus obras fueron buenas.
Es por ello que debe creerse, pero también comprenderse, que su poder no venía de lo que encontraron o del nombre que le dieron, sino de su fe y de su oración. Las cosas continuaron así, y la voluntad dio firmeza a la acción.
Cuando reinaba el rey Alboyne nació Bazalliell, que fue llamado así por Dios antes de su concepción. Este hombre santo sabía por inspiración que los títulos secretos y los símbolos primitivos del principio divino tenían el poder de proteger, y construyó de tal manera que ningún espíritu infernal de destrucción osó quebrantar la obra de sus manos. Así que sus obras se hicieron tan famosas que los dos hermanos más jóvenes del rey del que se acaba de hablar desearon ser instruidos por él en la noble ciencia que él dominaba. A ello consintió a condición de que no la revelaran (oralmente) sin unir (para ello) sus propias voces a la de un tercero. Prestaron juramento y él les enseñó la parte teórica y la parte práctica de la masonería. Después hicieron su obra. En esta época, los salarios de los masones aumentaron en este reino; se veía entonces a los masones en compañía de reyes y príncipes. Pero cuando la hora de su muerte estaba cerca, Bazalliell deseó que se le enterrara en el valle de Josaphat, y que sobre (su tumba) se grabara una inscripción conforme a su mérito, lo cual realizaron ambos príncipes. Esta (inscripción) estaba (formulada) como sigue:
- Aquí yace la flor de la masonería, que, superior a muchos otros, fue el compañero de un rey y el hermano de dos príncipes. Aquí yace el corazón que podía albergar todos los secretos. Aquí yace la lengua que jamás reveló ninguno.
Tras su muerte, los habitantes del lugar pensaron que, con él, los secretos de la masonería se habían perdido totalmente, pues ya no oían hablar de ellos, y nadie conocía los secretos excepto esos dos príncipes, y durante su recepción habían jurado no revelarlos si no unían sus voces a la de un tercero. Es por ello que debe creerse y también comprenderse que un secreto tan santo no podía jamás perderse mientras quedara vivo sobre la tierra un buen servidor de Dios. Pues todo buen servidor de Dios siempre tiene y tendrá una gran parte en este santo secreto, aunque los demás ignoren dicho secreto, así como los medios que deben usarse. En efecto, ocurrió en el mundo de esta época lo que ocurrió en la Iglesia samaritana a propósito de Cristo.
Buscaban lo que no conocían. Pero su profunda ignorancia no podía discernir esto, y así todo siguió en las tinieblas y la oscuridad durante los 840 años que duró el éxodo de los hijos de Israel fuera del país de Egipto. En el cuarto año de su reinado sobre Israel, Salomón comenzó a construir la casa del Señor, casa que deseaba construir su padre David, pero que no obtuvo permiso para realizar, pues sus manos eran culpables de las guerras sangrientas (que hacían estragos) en todas partes.
He aquí todo lo que se refiere a los días en que Salomón, su hijo, comenzó a construir la casa del Señor. Es mi deseo que todo el mundo convenga en que todo lo que era necesario aportar para esta santa construcción no provenía (únicamente) de este sabio rey. Todos debemos reconocer esto, so pena de acusar a Dios de una injusticia que ningún frágil mortal osaría reprocharle, y de la que su divina bondad no ha podido hacerse culpable. Leemos ahora en el versículo 13 del capítulo 7 del primer libro de los Reyes que Salomón envió a buscar a Hiram de Tiro. Éste era el hijo de una viuda de la tribu de Neftalí, y su padre era un hombre de Tiro.
(Era) un artesano experto en bronce, lleno de sabiduría, hábil en la realización de todas las obras en bronce. Llegó ante el rey Salomón y construyó para él toda su obra. La explicación de estos versículos es la siguiente: la palabra hábil expresa la ingeniosidad; en cuanto a la sabiduría y la comprensión, cuando se encuentran reunidas en la misma persona, ésta ya nada tiene que desear. Así, con respecto a este pasaje de la Escritura, debemos convenir en que el hijo de la viuda cuyo nombre era Hiram estaba dotado de una inspiración sagrada comparable a la del sabio rey Salomón, o aún a la de san Bazalliell.
Se saca generalmente de la tradición que hubo durante la erección (de esta Casa) una tumultuosa riña entre los obreros manuales y los masones a causa de los salarios. Para calmar a todo el mundo y facilitar las cosas, el rey en su sabiduría dijo: Estad todos contentos, pues todos seréis pagados de la misma manera. Dio entonces a los masones un signo que desconocían los obreros manuales, a fin de que aquel que fuera capaz de hacerlo en el sitio de la paga pudiera ser pagado como masón. Los obreros manuales, no conociendo (este signo), fueron pagados como antes. Esto bien pudo pasar así, y si en efecto fue el caso, debemos juzgar como muy llenas de gracia las palabras del sabio rey Salomón, pues debe comprenderse y también creerse (por ellas) que el sabio rey deseaba dar a cada uno lo que merecía.
Comprendo ahora mejor el versículo 7 del capítulo 6 del primer libro de los Reyes, en el que se dice que la Casa fue, durante su erección, construida en piedras ya preparadas antes de ser llevadas al lugar, de tal manera que no se oía ni martillo, ni hacha, ni instrumento alguno de hierro en la casa durante su construcción. Puede deducirse de ello que todo estaba preparado de antemano, pero que no podía ser sacado (de la cantera) sin verificación previa. Y cuando para buscar (un medio de verificación, se removió) cielo y tierra, no pudo entonces encontrarse nada más conveniente que la escuadra, que se convirtió en su signo y que significa lo que debían hacerse el uno al otro. El trabajo continuó y prosperó. Lo que no podía ser bueno era malo. Trabajaron para un buen maestro, y tenían como vigilante al hombre más sabio de la tierra. Por ello, en parte por su mérito, pero aún más en razón de la libre gracia, la masonería obtuvo un nombre y un mandamiento nuevo. Su nombre significa Fuerza, a lo cual responden: Belleza; y su mandamiento es el Amor. Leed en prueba (de ello) los capítulos 7 y 6 del primer libro de los Reyes, en los que encontraréis (descritas) las maravillosas obras de Hiram durante la construcción de la casa del Señor.
Cuando todo acabó, los secretos de la masonería fueron ordenados con justicia como lo están ahora y como lo estarán hasta el fin del mundo, en la medida en que se los comprenda con exactitud. Forman 3 partes cuando se refieren a la santa Trinidad que hizo todas las cosas; forman además 13 ramas en referencia a Cristo y a sus 12 apóstoles; son como sigue: una palabra para el teólogo, seis para el clero y seis para el compañero de oficio, y para estar plena y totalmente de acuerdo, seguir con los cinco puntos de los compañeros franc-masones, que son pie contra pie, rodilla contra rodilla, pecho contra pecho, mejilla contra mejilla y mano en la espalda, cinco puntos que aluden a los cinco principales signos que son la cabeza, el pie, el torso, la mano y el corazón, así como a los cinco puntos de la arquitectura y a los cinco órdenes de la masonería. Obtienen además su fuerza de cinco (figuras) primitivas: una divina y cuatro temporales, que son como sigue: primero el Cristo, el jefe y la piedra angular; en segundo lugar, Pedro, llamado Kephás; en tercer lugar Moisés, que grabó los mandamientos; en cuarto lugar, Bazalliell, el mejor de los masones; en quinto lugar, Hiram, que estaba lleno de sabiduría y de
inteligencia .../...
Graham, por suerte maestro de las logias, además de Enquam Ebo, a 24 de octubre de 1726, a todos y a cada uno de aquellos de nuestra fraternidad que quieran instruirse con esto.
John Tillotson
LA MASONERÍA SEGÚN LAS ESCRITURAS (1737)
No muchas son las referencias que se conservan de John Tillotson; Montesquieu lo menciona, así como el caballero de Ramsay en una de sus cartas. Según la Encyclopaedia britannica, Tillotson (1630-1694) fue deán de la catedral de Saint-Paul en Londres, antes de convertirse en 1691 en arzobispo de Cantorbéry. En 1675 editó los Principios de la religión natural, de Wilkins. Han quedado bastantes compilaciones de sus sermones, como Cincuenta sermones y la regla de fe (1691), Cuatro sermones referentes a la divinidad y a la encarnación de nuestro bienaventurado salvador (1693) y los Sermones póstumos (1694). Una curiosa recopilación de algunos de ellos, titulada Selección de discursos sobre diversos temas (Select orations on various subjects), impresa a título póstumo en 1737, contiene el texto que presentamos a continuación. En él, el autor intenta demostrar que la Franc-Masonería se enmarca en el ámbito de una hermenéutica tradicional de la Biblia, con la peculiaridad de poseer un simbolismo tomado de la arquitectura. Hemos prescindido de ofrecer anotaciones con las referencias bíblicas del texto, pues son demasiado numerosas y apenas aclararían el sentido del documento. Parece claro que, para Tillotson, la Iglesia cristiana es una verdadera masonería espiritual. Más que un tratado de apologética, la Masonería según las Escrituras constituye una defensa cristiana de la masonería. On Scripture masonry fue publicado posteriormente en el vol. 74, pp. 89-98, de "Ars Quatuor Coronatorum", Londres, 1961, y Patrick Négrier realizó la traducción francesa (Textes fondateurs de la Tradition maçonnique, 1390-1760, París, Grasset, 1995).
La divinidad y lo sublime de la masonería tal como aparece en los oráculos sagrados...
Al muy respetable gran maestro de la antigua y honorable sociedad de los masones libres y aceptados, este texto está a él dedicado por el más humilde y obediente servidor de su señor. El autor.
La masonería según la Escritura
"Por lo tanto, el Señor, el Ser eterno, dice así: He aquí que yo fundo en Sión una piedra, piedra de fortaleza, piedra angular, escogida, sólidamente cimentada... Haré del derecho un cordel, y de la justicia un nivel" (Is. 28, 16-17).
Habiendo ordenado el edificio del universo en número, peso y medida, y habiendo echado los cimientos del mundo, Dios nuestro muy sabio maestro desplegó el cordel sobre sí, y, como dice Job, lo suspendió en el vacío por (medio) de una misteriosa geometría. Se convirtió así en la imagen sensible de la masonería
divina, cuyo eterno plan, cuyo modelo arquetípico, era el objeto de su sabiduría y de su inmenso conocimiento antes de que el mundo fuera. Todo lo hizo gracias a su Hijo, que le era fiel en todos los asuntos de su Casa, y distribuyó a sus obreros y servidores sus tareas y sus pagas. Nada cumplió Dios sin trazado, sin modelo en su decreto oculto, que secretamente guarda al abrigo de las miradas humanas. Pues sus caminos son insondables; sus pasos son ignorados; ¿quién ha comprendido al Espíritu del Señor, o quién ha sido su consejero? Las huellas de su omnipotente providencia subsisten en el jardín de la noche; él mismo habita en una luz inaccesible; pasa a nuestro lado y no le vemos. El masón celestial es un excelente obrero; pero, ¿quién puede dar cuenta de la manera como engendra, de su nombre o del nombre de su Hijo? Él, cuyas primeras actuaciones tuvieron lugar hace tanto tiempo, es invisible como el camino de un águila en el aire, como la aguja de un reloj de sol (a mediodía), o como la revolución silenciosa de la gran rueda del mundo, hasta que él alcance el punto final en que el edificio deberá ser derribado, y su materia dispersada en la región del infinito.
En Heb., 11, 10, Dios es llamado el constructor de la ciudad y de sus fundaciones.
Se le describe ciñéndose él mismo de fuerza, apoyando un compás sobre la superficie del abismo, desplegando los cielos como un pabellón, y afirmando la tierra sobre sus pilares; fijando el número de las estrellas, llamándolas a todas por sus nombres; construyendo las cámaras del sur bajo la bóveda del firmamento; pesando las colinas y las montañas en los platillos de una balanza. Además, dice David, su secreto no es sino para aquellos que le temen; a ellos mostrará su pacto. Si obráis con rectitud, ¿no seréis aceptados? dice Dios. En cada nación, aquel que teme a Dios y obra rectamente es admitido por él. Pero, ¿puede un hombre hacer salir lo limpio de lo que está sucio? Nadie llega al ungido, al constructor de la Casa, si el Padre no le conduce hasta su enviado. Debe ser fiel a la obligación cristiana que ha prometido; debe observar las reglas particulares de la compañía y de la santa comunión, (vivir) en el amor fraterno, separado del mundo y sin conformarse a él. Debe edificarse a sí mismo y edificar a los demás como piedras vivientes, según el mandamiento de su maestro, en todo lo que es digno de elogio, y debe esperar a la Jerusalén de lo alto, cuyos muros son de piedras preciosas, y su pavimento de oro puro.
El Libro de Dios, su voluntad y sus obras son los modelos de la masonería sagrada. Está llena de sublimes misterios, no comunicados a todos. No todos toman parte en el Espíritu de Dios, sólo son hermanos de la santa liga aquellos que han (recibido) la adopción para poder decir Abba, Padre. No tengas miedo, pequeño rebaño, dice el ungido, yo te he escogido y (retirado) del mundo, que no me conoce a mí ni conoce al Padre; pero yo le conozco, y te lo he mostrado. ¿Puede darse a una compañía decreto más elevado y venerable que los emblemas y las imágenes de la comunión, que están colocados tan comprimidos en el volumen del Espíritu santo como las estrellas que centellean alegremente en la bóveda del cielo? Somos llamados el edificio de Dios, su obra, su templo, su morada, a la que ha prometido volver, y ha fijado su domicilio entre nosotros.
Caín no fue aceptado porque abatió a su hermano. Una lección para todos los hombres fieles y benévolos: construyó una ciudad que, al no estar hecha con justicia y virtud, no fue masonería; la moralidad y la piedad son tan esenciales a la ciudad como la arquitectura. Los constructores de Babel fueron dispersados, ya que no poseían ni los signos de la verdadera masonería ni el espíritu que la caracteriza. Nuestros padres antes del diluvio vivían en tiendas, imagen del tabernáculo de la ley y del deseo de nuestro Señor de erigir su tienda con nosotros en el Evangelio, y de conducirnos a su Casa sobre el monte Sión, construida en la roca eterna. La estructura de estas tiendas fue el primer punto exterior de la masonería sagrada en ser inventado. San Pablo, el gran doctor de las naciones, y de esta isla, como insinúa Clemente, era un fabricante de tiendas, tal como leemos en el libro de los Hechos. Dios es el Padre de las luces, el autor de todo bien y de todo don perfecto, y entre otros dones el de la masonería es un talento divino. Moisés dice de Betsael en Ex.
25 que Dios el Dios lo llenó de su Espíritu de sabiduría, de inteligencia, de conocimiento en toda clase de obras. Noé construyó el arca siguiendo las instrucciones del maestro celestial. Moisés hizo todo el exterior del edificio (guardando) la Ley según el modelo (mostrado) en la montaña. Y nosotros asentamos los mejores cimientos, lo más profundamente, en la humildad, ofreciendo nuestra habilidad a Dios y a su gloria; así, el alma construye con la mirada puesta en el cielo, sin (correr el riesgo) de la confusión de una segunda Babel.
¿Qué decir de los pilares de Seth, de la construcción de Babilonia por Nemrod, del templo, del trono, de la flota y de los palacios de Salomón, del complejo de Tamar en el desierto, cuyas asombrosas ruinas todavía subsisten, del templo de Diana en Éfeso, de las estatuas y las imágenes de Nabucodonosor y otros, de la reconstrucción del templo por Ciro y Herodes, de las galerías y los patios del palacio de Assuerus, que (el libro) de Esther describe ornado de columnas de mármol, y dotado de capas de oro y de láminas de alabastro incrustadas de esmeraldas? Todos estos ejemplos de esta sublime ciencia, y otros que (igualmente) se encuentran en los escritos inspirados, son una (fuente) continua de elogios para ella, y citarlos todos se convertiría en una fastidiosa repetición.
Permitidme más bien ilustrar y afinar el proyecto (de esta ciencia) profundizando en los ejemplos que ofrece la Escritura. Señaladas sociedades, formadas según los principios de la sabiduría, de la virtud y de la bondad, que no comunican enteramente su medio de unión, su misterio específico a nadie más que a sus miembros, son y han sido siempre una práctica de todos los tiempos y naciones. Dice Dios: he amado a Jacob, y a Esaú le he odiado, es decir: He aceptado y preferido a uno antes que a otro. De hecho, Dios hizo de la raza de Abraham una sociedad elegida, un pueblo particular que debería ser la regla de la masonería. David comprendió que no había actuado así con ningún otro pueblo, y que los paganos no tenían conocimiento de sus leyes. Estas últimas eran el secreto de la comunidad judía, y estaban asociadas en el culto judío a símbolos y a signos sensibles. Además, nadie, excepto el sumo sacerdote una vez al año, podía penetrar en el Santo de los santos; nadie más que él podía pronunciar el nombre de Dios, estatuir sobre los leprosos, probar las aguas de los celos, responder por los Urîm y los Toumîm, y cumplir otras funciones propias. Éstos son secretos (ignorados) por las naciones. ¿Hubo entre las naciones reyes que poseyeran estas leyes y esta inteligencia? Y la ley, el culto, el arca, eran signos exteriores del modo de unirse.
La primera comunicación de Dios al hombre fue una regla particular, asociada al signo del árbol del conocimiento del bien y del mal. Adán fue expulsado del jardín por haber roto su obligación; el arco iris fue para Noé y su posteridad un signo del nuevo pacto de Dios. La Ley y el Evangelio son pactos que incluyen obligaciones. Los signos (dados) a Abraham eran la circuncisión y la aparición de los mensajeros. Los patriarcas y sus familias formaban una sociedad separada del mundo y agradable a Dios, que poseía los signos de su palabra y un sacrificio no comunicado a los paganos, aunque imitado por ellos. La perfección de la Ley y la obra de santificación fueron hasta entonces en gran medida exactas.
Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios, y en particular en el dominio de la masonería. Él, Jacob y los demás tenían visiones y revelaciones, no acordadas al mundo, y sus prosélitos debían jurar su obligación antes de poder ser aceptados. Buscaban una ciudad permanente no hecha por mano de hombre, aunque el velo sobre el rostro de Moisés probaba que existían misterios que todavía no habían sido revelados. De esta tradición recibieron los paganos sus propia doctrina, reservada sólo a los iniciados. El Credo era antiguamente una palabra, una prueba entre dos cristianos destinada a permitir que se reconocieran en todo lugar. Se le llamó después un símbolo, un signo; otros signos eran las ceremonias exteriores.
Desde la antigüedad hasta este día no se permite a los catecúmenos penetrar enseguida en todo lo que concierne al cristianismo; hay todavía una doctrina oculta en las revelaciones, los profetas y otros libros, y la primera noción de los escritos apocalípticos no estaba, como tampoco está, indiferentemente abierta a todos.
En sus instrucciones, san Pablo establece una distinción entre la leche y el alimento sólido, así como hace una distinción entre los principios y la perfección. El ungido enseñaba mediante parábolas a un pequeño número (de discípulos). La Iglesia del ungido es una sociedad de masonería espiritual, escogida en el mundo, que se comunica con signos exteriores y que asiste a misterios. Ella tiene efectos discernibles con el ojo espiritual, no por el hombre natural. Se le llama casa, construcción; el ungido es la piedra angular, y los apóstoles los cimientos. Subsiste gracias a la edificación (de sus miembros), es el único edificio bien concebido, y éste es todo el trabajo de la vida cristiana que expresa el término de masonería. El ungido tenía muchas cosas que decir a sus discípulos, pero en su tiempo no podían entenderlas, y nosotros todavía miramos a través de un cristal opaco. Hay misterios en la Iglesia del ungido, el maestro masón que negó a los fariseos el signo que otorgó a los apóstoles. Sus instrucciones son excelentes, tanto en el plano de la moral como en el de la inteligencia de esta última. De muchos círculos trazados uno dentro de otro, el último es el más cercano al centro. Igualmente, la grandeza y la vida pública no son pruebas de beatitud, y el último puede ser el mayor en el reino de Dios. La firmeza del símbolo de la escuadra nos enseña que la verdadera sabiduría no debe ser quebrantada; y el nivel (nos enseña) que el corazón sigue siempre sus inclinaciones sin alcanzar un enderezamiento, que jamás es igual, y por ello no encontramos aquí abajo ni reposo completo ni satisfacción.
Una regla que intenta ser justa nos prohibe abandonar nuestra razón por nuestras pasiones, y (nos obliga) a conservar la regulación (ejercida) por el juicio. El corte de las rocas con el cincel nos enseña que el arte y la industria superarán las dificultades. Un ingenio hidráulico nos enseña que el pecado nos obliga a compensar nuestra labor con nuestras lágrimas. Una rueda que no mueve a ninguna otra a menos de ser ella misma movida nos muestra que nuestro propio corazón debería estar preparado ante los sentimientos que queremos inspirar, y que deberíamos amar a Dios para poder ser amados. Una pirámide nos muestra que deberíamos, aunque aparentemente fijados en el suelo, aspirar al cielo. Una columna nos muestra que los inferiores son el soporte de los superiores, un templo que estamos dedicados a la virtud y al honor. Un compás que traza un círculo de un solo trazo muestra que una acción puede tener consecuencias sin fin, tanto en el bien como en el mal. Y el hecho de que una columna invertida parezca más grande en su parte inferior nos enseña que el Espíritu (también reside) en la adversidad y en la muerte, que las aflicciones deberían animarnos, y que la pérdida de la vida (debería) recordarnos una gozosa resurrección.
Hay un principio vital emanado de Dios en esas piedras y esos minerales que son la materia primera de la masonería. Dios es todo en todos. Pero así como los ojos de los apóstoles estaban constreñidos a no poder reconocer a nuestro Señor en su cuerpo espiritual, sólo un pequeño número es capaz de discernir el fuego interior de la tierra cuando madura los frutos de este elemento, así como los minerales utilizados en la construcción y en la vida cotidiana, y que exhala constantemente un vapor que san Juan comparaba con la hoguera y el humo del infierno. Oremos para que la voluntad de Dios pueda realizarse sobre la tierra como en el cielo, que la energía y las potencias de la naturaleza puedan subsistir gracias a su presencia, con respecto a la cual David declara que nada podría disimularla. La sal de la tierra nutre a las piedras, como el maná alimentó a los israelitas en el desierto. De ahí viene que los adeptos nos enseñen que esta sal es llamada con el nombre de Dios, ‘eheyeh, Yo soy, que es el autor y la vida de esta sal, así como ésta lo es de otros seres. San Juan, cuya Revelación es el programa de la masonería espiritual, conocía la piedra blanca, y vio al Hijo de Dios ceñir alrededor de su pecho un cinturón de oro.
El número 3 aparece de manera señalada en el Libro de Dios para ilustrar la Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu santo; (está) el cuerpo, el alma y el espíritu; el hebreo, el griego y el latín puestos encima de la cruz; Santo, santo, santo, dicen los serafines; (está) el día en que (Jesús) trabaja, aquel en que descansa y aquel en que volverá a trabajar; Job, Daniel y Noé, los tres profetas que se habrían salvado juntos; Eliphaz, Sophar y Bildad; Ananías, Azarías y Misaël, Shem, Ham y Japhet. También los tres hijos de Adán más conocidos, que eran Abel, Caín y Seth; están además los de Terah, de quienes hemos recibido las promesas, Haran, Nahor y Abram. En fin, tres ángeles aparecieron; tres joyas (adornadas) de piedras preciosas se hallaban sobre el pecho de Aarón; tres letras componen la raíz de cada palabra hebrea; tres veces al año los judíos debían acercarse a Jerusalén; tres días durante los cuales Jonás estuvo en la ballena, y el ungido en la tumba. Hay tres Juanes: el Bautista, el Evangelista, y Marcos, sin contar con que hay otros Marcos distintos a éste.
Por su parte, el número 7 era el del (día del) sabbat, cuando el Creador descansó de sus obras; 7 es el número del jubileo, del año de gracia; los siete ojos de Dios son mencionados, así como los siete brazos del candelabro del templo; está el libro de los siete sellos, y siete ángeles, los siete meses (de la construcción) del tabernáculo. El templo fue construido en siete años. La sabiduría séptuple y la providencia de Dios se muestran en sus acciones. La Pascua se celebra siete veces siete días antes (del don de) la Ley. Éste es un ejemplo de la presencia de los números más perfectos en la Biblia.
Jeremías recibió la orden de construir y de demoler. Fue para disuadir la impiedad, (el signo) del riesgo de que se construya para ver a otro habitar, o de que el Señor abandone el edificio a la desolación. Las piedras del muro gritaron contra la opresión y la injusticia. Es un estímulo al deber, y (el signo) de que la palabra de Dios es capaz de construirnos en derechura, y también (el signo) de que probará la obra de cada hombre mediante el fuego, para demostrar que no se puede poner cimiento distinto de aquel del cual él mismo es el fundamento, el ungido salvador. Es un aliento a la caridad, a que seamos edificados juntos para (convertirnos) en una morada de Dios en el Espíritu, y a que mantengamos firme la profesión de nuestra fe hasta que la piedra rechazada por los constructores se haya convertido en cabeza de ángulo. Es un estimulante para la obediencia (saber) que aquel que ha construido todas las cosas es Dios.
La palabra masón, que es una de las últimas palabras exotéricas (el nombre trascendente, el nombre sagrado, es menos conocido y no puede ser verdaderamente pronunciado más que por los iluminados) viene del francés maison, que significa casa. Somos la morada del ungido, dice el apóstol en Heb. 3, 6. El Señor construyó Jerusalén, dice David en el salmo 147, 2. Ha trazado un camino hacia ella. El ungido es el camino en Jn. 14, 6. Abre la puerta que introduce; el ungido es la puerta en Mt. 7, 13; y nos regala en su morada con su cuerpo y su sangre los frutos de la rectitud. No os enorgullezcáis, dice el ungido, de tener a Abram por Padre, pues Dios es capaz de hacer brotar hijos de Abram de estas piedras. El ungido es llamado por el apóstol el peñasco espiritual, y la conversión de nuestros corazones de piedra en corazones de carne es (el efecto) de su redención, que nos aporta para nuestro arrepentimiento. (Dice en) Jn. 14, 2: En la casa de mi Padre hay muchas moradas. Morada viene de maneo, morar, que sugiere un objetivo a alcanzar cuando se es miembro de la logia celestial. Muchas iglesias y condiciones particulares son etapas en el camino que conduce a la casa que ningún terremoto puede destruir y que ninguna tempestad puede sumergir. Lo que era de su Padre también era suyo. Todo lo que posee el Padre me pertenece, dice el ungido; y es como si nuestros bienes también fueran suyos. En la esperanza de ello, los elegidos, aquellos que son aceptados, siempre se han lamentado: ¡Desgracia a mí, por residir en Mechek y habitar entre las tiendas de Kedar!
Por su parte, una temible representación de la logia celestial (Gen. 28, 16) arrancó a Jacob esta exclamación: Esto no es sino una casa de Dios, y es la puerta del cielo. ¡Álzate! dijo Dios, he puesto ante ti
una puerta abierta que nadie puede cerrar (Ap. 3, 8). La Iglesia es la Casa de Dios, y está en todas partes. Job la encontró en la tierra, Ezequías en su lecho de muerte, Jeremías en su celda, Jonás en el mar, Daniel en la fosa, los tres niños en la hoguera ardiente, Pedro y Pablo en la prisión, el ladrón en la cruz. El cuerpo, llamado templo del Espíritu Santo, debe ser reconstruido en la resurrección en vistas a la adoración durante el reposo eterno. La Iglesia, la Casa de Dios, era antaño llamada, dice el Doctor Donne, el famoso deán de Saint-Paul, oratorio (porque se) pedían a la providencia divina las cosas necesarias. Pues vanos son nuestros esfuerzos sin su asistencia. A menos que el Señor construya la Casa, los obreros trabajarán en vano, dice David.
Y Mt. 21, 44: Aquel que caiga sobre esta piedra fracasará, y aquel sobre el cual caiga, ella le triturará. Aquel que ofenda al ungido, la piedra sobre la que se apoyó Jacob, será confundido. Y si en el juicio ella cae sobre el delincuente, su peso le aplastará más fuertemente a como la piedra de David (aplastó) la frente de Goliath, y le destruirá incluso más que la tumba.
Así como los lugares santos del templo de Diana fueron preservados, así nosotros somos un modelo de lo divino. Aunque los cielos de los cielos no puedan contenerle, se aloja en un corazón contrito. David rezó para tener un frenillo sobre el umbral de sus labios. El hombre interior es el lugar santo, el coro, y las bellas cualidades son sus tesoros y sus ornamentos. El santo de los santos es la conciencia arrepentida, en la que la fe y la caridad son dos querubines que recubren la misericordia de las sillas. Aquí está el oráculo divino, el Dios de quien dan testimonio nuestros espíritus que son sus hijos. Sólo el gran sacerdote, el salvador, puede entrar aquí y contentarnos.
Aquí se encuentra el arca de la Ley, el maná del perdón y de la consolación, el candelabro dorado del entendimiento iluminado, los panes de la rememoración, el velo de la rectitud, con el que el salvador oculta nuestros defectos; las columnas, los utensilios, las decoraciones, son la verdad y la justicia, ornamentos de un espíritu bien dispuesto, que son de gran valor ante los ojos de Dios.
Las elevaciones de este género a partir de la Escritura son infinitas. No hay un aspecto de la masonería, desde el porche hasta las murallas, del umbral y del dintel asperjado contra el mal mensajero, hasta la cámara elevada donde los apóstoles se reúnen; no hay un instrumento, desde el hacha que Eliseo ordenó recuperar hasta la plomada del profeta, ni una figura, desde la línea hasta el círculo de los cielos, que no estén santificados por una mención expresada en la lengua de Canaan. Y la referencia a la totalidad de este sistema, en cualquier sociedad, está autorizada por los muchos paralelos (que se encuentran) en la tribuna sagrada de la Escritura.
Pero en el momento de la consumación de todas las cosas, la ciudad de nuestro Dios tiene doce puertas para que los elegidos penetren por el este, por el oeste, por el norte y por el sur, a fin de residir en el reino de Dios. La puerta estrecha es el pasaje a lo que se llama belleza, por el cual entraremos en el corazón (al son de) la alabanza.
Es así que David prefería ser guardián del umbral antes que habitar en las tiendas de la perversidad. La condición para poder pasar esta puerta es creer en el salvador; los dos (senderos ascendentes) laterales son la paciencia y la inocencia; el techo es la caridad. Permaneced firmes en la fe, dice san Pablo. De aquí viene que la Iglesia tienda a que la fe sea llamada pilar y fundamento de la verdad. La entrada de este jardín está guardada por la espada flamígera de la justicia divina. El muro (del recinto) no puede ser medido más que por la caña del ángel. Es un secreto para la razón humana. Por siempre está en la cumbre de las colinas eternas. Aquellos que las frecuentan son justos y perfectos.
Ser, en virtud de la obligación cristiana, miembros libres de esta ciudad consiste, como Agustín decía de Roma, en exaltar la arcilla como si fuera mármol, y en revestirnos de nuestra Casa de lo alto, que en los cielos es eterna.
DIÁLOGO ENTRE SIMÓN Y FELIPE (1740)
Dialogue between Simon and Philip, publicado en Harry Carr, The Early masonic catechisms, 1963, reed. por la Kessinger Publishing Company, Kila MT, s. d., p. 176-178. Trad. francesa en Patrick Négrier, La Franc-Maçonnerie d’apres ses textes classiques. Anthologie 1599-1967, París, Dietrad, 1996.
Diálogo entre Simón, masón de ciudad, y Felipe, un masón que está de paso.
Simón: Señor, acabo de recibir una carta que contiene este trozo de papel. Os ruego que me digáis qué es lo que queréis.
Felipe: Estoy de paso, busco una cierta asociación y, habiendo oído decir que sois un hermano masón, me he permitido contactar con vos.
Simón: ¿Sois masón?
Felipe: Sí (como tal soy tenido por todos los compañeros y hermanos).
Simón: ¿Y cómo sabré que sois masón?
Felipe: La palabra es justa.
Simón: Si es justa, dádmela justa.
Felipe: La deletrearé con vos, si os place.
Simón: Dadme la primera letra y yo os daré la segunda.
Felipe: B.
Simón: O.
Felipe: A.
Simón: Z.
Felipe: La palabra es Boaz, pero dado que no os conozco, y que vos tampoco me conocéis, y que, por razones de prudencia, no debemos responder a más de tres preguntas, pues podrían sernos planteadas por un impostor, os pregunto: ¿cuáles son vuestros signos?
Simón: Nuestros signos son todos escuadras, ángulos y perpendiculares.
Felipe: ¿Y cuáles son vuestros toques?
Simón: Todos son agarres fraternales hechos con la mano y gracias a los cuales los hermanos se reconocen entre sí.
Felipe: ¿Cuáles son los puntos de vuestra recepción?
Simón: Oír y callar los secretos de un masón.
Felipe: ¿Cómo habéis sido recibido masón?
Simón: Por tres golpes dados a la puerta, el último después de un tiempo doble al primer intervalo, y con más fuerza.
Felipe: ¿Cuál es la primera pregunta que el maestro os hizo cuando fuisteis recibido?
Simón: Me preguntó si era por mi propia y libre voluntad que yo venía allí para ser hecho masón. Respondí que sí.
Felipe: ¿Qué habéis visto antes de ser hecho masón?
Simón: Nada que pueda comprender.
Felipe: ¿Qué habéis visto después?
Simón: Tres grandes luces.
Felipe: ¿Cómo las llamáis?
Simón: El sol, la luna y el maestro.
Felipe: ¿Dónde estaba vuestro maestro?
Simón: Al este.
Felipe: ¿Por qué al este?
Simón: Para esperar el amanecer, a fin de enviar a los hombres al trabajo.
Felipe: ¿Dónde estaban los vigilantes?
Simón: Al oeste.
Felipe: ¿Por qué al oeste?
Simón: Para esperar que el sol se oculte, a fin de que los hombres abandonen el trabajo.
Felipe: ¿Dónde estaban los compañeros de oficio?
Simón: Al sur.
Felipe: ¿Por qué al sur?
Simón: Para recibir e instruir a todos los nuevos hermanos.
Felipe: ¿Dónde estaban los aprendices recibidos?
Simón: Al norte, para oír y callar, y esperar al maestro.
Felipe: Decís que visteis tres grandes luces; ¿no habéis visto otra luz?
Simón: Sí, una, que superaba en mucho al sol y a la luna.
Felipe: ¿Qué era?
Simón: La luz del evangelio.
Felipe: ¿Por qué habéis sido hecho masón?
Simón: Por el amor de la letra G.
Felipe: ¿Qué significa?
Simón: Geometría.
Felipe: ¿Por qué Geometría?
Simón: Porque ella es la raíz y el fundamento de todas las artes y ciencias.
Felipe: Decidme, os lo ruego, cuánto dinero teníais en vuestra bolsa cuando habéis sido hecho masón.
Simón: Absolutamente ninguno.
Felipe: ¿Y cómo habéis sido hecho masón?
Simón: Ni desnudo ni vestido, ni de pie ni acostado, ni de rodillas ni alzado, ni descalzo ni calzado, sino en un estado correcto.
Felipe: Y ese estado, ¿cuál era?
Simón: Tenía una rodilla descubierta en tierra, con los brazos de un compás en forma de escuadra sobre mi pecho. Es entonces, y en esta postura, que presté el solemne y sagrado juramento de masón.
Felipe: Repetid vuestro juramento.
Simón: Prometo solemnemente, y declaro ante Dios y ante esta respetable asamblea, que callaré y no revelaré jamás lo que he oído, a saber, los secretos o el secreto de los masones o de la masonería que me han sido, me son aquí o me serán desvelados, sea a un hombre, a una mujer o a un niño; no los imprimiré, ni los picaré, ni los grabaré, sea sobre un soporte móvil o inmóvil, o de cualquier otra manera que pudiera permitir descubrir los secretos de un masón o de la masonería. Ello bajo pena de que se me arranque el corazón del pecho, de que se me arranque la lengua del paladar, se me corte la garganta, se haga trizas mi cuerpo con caballos salvajes, y sea enterrado en las arenas de la playa, allí donde la marea sube cada 24 horas; o también bajo pena de que se ate mi cuerpo, se reduzca a cenizas y sean dispersadas a los cuatro vientos, de manera que no subsista el menor recuerdo de mí. Que Dios venga en mi ayuda.
Luego el primer vigilante me puso un mandil blanco diciéndome estas palabras: Yo os pongo la marca distintiva de los masones, que es más antigua y más honorable que la Orden de los Caballeros de la Jarretera.
Felipe: Estoy contento de constatar que sois masón, después de lo que me habéis repetido de vuestro juramento. Si queréis, podéis preguntarme lo que penséis oportuno.
Simón: Quisiera preguntaros dónde está vuestra logia.
Felipe: En el valle de Josaphat, fuera del alcance del chismorreo de las gallinas, del canto del gallo y del ladrido de un perro.
Simón: ¿Cuál es la altura de vuestra logia?
Felipe: Es tan alta como el cielo, y tan profunda como la tierra.
Simón: ¿Cuántos pilares hay en vuestra logia?
Felipe: Tres.
Simón: ¿Cómo los llamáis?
Felipe: Belleza, Fuerza y Sabiduría.
Simón: ¿Qué representan?
Felipe: La belleza adorna, la fuerza sostiene, y la sabiduría inventa.
Simón: ¿De qué logia sois?
Felipe: De la muy respetable logia de san Juan.
Simón: ¿Cuántos signos posee un masón?
Felipe: Cinco.
Simón: ¿Cómo los llamáis?
Felipe: El signo pedestre, el signo manual, el signo pectoral, el signo gutural y el signo oral.
EL MANUSCRITO ESSEX (1750)
Según la traducción francesa de Patrick Négrier aparecida en La Franc-Maçonnerie d’après ses textes classiques. Anthologie 1599-1967, Detrad, 1996 (impreso en Atenas). El texto fue publicado por primera vez en Harry Carr, The Early Masonic catechism, Kila (MT), Kessinger Publishing Company, 1963, p. 183.
Pregunta: ¿Qué es una logia perfecta?
Respuesta: El interior de un corazón sincero.
P.: ¿Y cuántos masones fueron llamados así?
R.: (Masones) en número impar, de 3 a 13.
P.: ¿Cuál fue vuestro primer paso cuando fuisteis admitido?
R.: Un fuerte deseo de conocer el secreto.
P.: ¿Cómo habéis sido introducido en logia?
R.: En un estado de ignorancia y de desconocimiento.
P.: ¿Qué habéis visto?
R.: He visto la verdad, el mundo y la justicia.
P.: ¿Qué dejasteis detrás de vos?
R.: El perjurio y la exclamación de nuestra fraternidad.
P.: ¿Cuál era la orientación de vuestra logia cuando entrasteis?
R.: Sur, este y oeste.
P.: ¿Por qué esta orientación?
R.: Es porque las iglesias están orientadas de este a oeste, y los predicadores se hallan en el sur.
P.: ¿Por qué las iglesias están orientadas de este a oeste?
R.: A causa de que el viento secó el mar ante los hijos de Israel.
P.: ¿En qué postura habéis prestado vuestro juramento?
R.: No estaba ni de pie, ni sentado, ni acostado, ni de rodillas, ni vestido, ni desnudo, ni calzado, ni descalzo, sino como sólo un hermano sabe que yo estaba.
P.: ¿Qué habéis jurado hacer?
R.: Oír y callar.
P.: ¿Cuál era el objeto de vuestro juramento?
R.: Obedecer a Dios en todas las verdaderas escuadras que un hermano pudiera enviarme; jamás alargar la mano para robar o para cometer un adulterio con la esposa de un hermano; y no planear ninguna venganza injusta con respecto a este último; sino (por el contrario) amarle y socorrerle en la medida en que ello no me perjudique.
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