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EL ARTE OSCURO

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jueves, 25 de febrero de 2010

LA CAÍDA DE LOS IDEALES

LA CAÍDA DE LOS IDEALES

H. P. Blavatsky

Artículo publicado en 1889

“El mal nos llena de deudas a pagar, el Bien libera y

redime, huye del mal, sigue el bien; ¡gobiérnate a ti

mismo! Este es el Camino. ”

GAUTAMA BUDDHA

INTRODUCCIÓN

El debate filosófico comenzó en nuestro articulo El Origen del Mal, y continúa en

éste, que es reedición de un artículo que se publicó en la revista Lucifer , en 1889.

Un cuidadoso estudio de estos dos artículos desvelará la verdad de las sabias

palabras de un gran Adepto:

“Después de tener en cuenta los males que son naturales y no pueden ser evitados –y son tan pocos que yo reto a toda la hueste de metafísicos occidentales a que los llamen males, o que los conduzcan directamente a una causa independiente –, señalaré el mayor y principal motivo de casi los dos tercios de los males que persiguen a la Humanidad desde que éste se convirtió en poder: es la religión, cualquiera que sea su forma, y en la nación que sea; es la casta sacerdotal, el clero y las Iglesias; en esas ilusiones que el hombre tiene como sagradas, es donde se tiene que hallar el origen de esa multitud de males, los cuales son la mayor maldición de la Humanidad y de casi todas las agresiones del género humano.

La ignorancia creó a los Dioses, y los astutos aprovecharon la oportunidad. Miremos la

India, el Cristianismo, el Islamismo, el Judaísmo, y el Fetichismo. Es la imposición por parte de los sacerdotes lo que hace aparecer a esos Dioses tan terribles para el hombre. La religión ha convertido a éste en un hipócrita egoísta: el fanático que odia a todo hombre que no pertenezca a su propia secta sin otorgarle nada mejor ni más moral a cambio. Es la creencia en Dios y los Dioses, lo que ha convertido a las dos terceras partes de la Humanidad en esclavos de unos pocos, de aquellos que les engañan bajo la falsa pretensión de salvarlos. ¿No está el hombre siempre dispuesto a cometer cualquier clase de males si se le dice que su Dios o Dioses se lo piden?; víctima voluntaria será de un Dios engañoso, esclavo y abyecto de sus artificiosos ministros.

Los campesinos irlandeses, italianos y eslavos morirían de hambre y verían a su familia

sucumbir de inanición y desnuda, por alimentar y vestir a su “padre ” y Papa. . Durante dos mil años la India gimió bajo el peso de las castas, los brahmanes sólo se alimentaban de las riquezas de la tierra, y hoy los seguidores de Cristo y los de Mahoma se despedazan entre ellos, en el nombre de y por el engrandecimiento y la gloria de sus respectivos mitos.

Recuerden que la suma de las miserias humanas no disminuirá hasta el día en que la mejor parte de la Humanidad destruya los altares de sus falsos dioses en nombre de la Verdad, Moralidad y Caridad Universal. ”

En un mundo de ilusión dirigido por la ley de la evolución, nada sería más natural

que los ideales del Hombre (entendiendo a éste como la totalidad del género

humano)estuvieran siempre cambiando. Una parte de la Naturaleza le rodea,

esa proteica y siempre cambiante Naturaleza, y así como cada una de sus partículas es

transformada incesantemente, mientras que el armonioso cuerpo permanece como un

todo, siempre el mismo, el hombre estará continuamente cambiando, física, intelectual,

moral, espiritualmente. En un momento dado, se encontrará en el punto más alto del

desarrollo; en otro, en el más bajo. Y como alternativamente sube y baja tanto, su moral

natural se expandirá y contraerá; así su código de moral unas veces reunirá los más

nobles, altruistas y elevados ideales, mientras que en otras, la conciencia que lo dirige

no será sino el reflejo del egoísmo, la brutalidad y la falta de fe. Pero esto, solamente es

en lo externo, en el plano ilusorio. En su interior, o mejor dicho en su constitución

esencial , tanto la Naturaleza como el hombre son lo mismo, porque su esencia es

idéntica. Todo nace, se desarrolla y se dirige hacia la perfección en la matriz donde se

originó su percepción externa, o como dijo un filósofo “siempre llegando a ”.

Pero en el último extremo de la esencia espiritual, todo es y por lo tanto permanece

inmutable. Todo va hacia esa Esencia eterna, adonde cada cosa y cada ser tienden

gradualmente, de manera casi imperceptible, pero con tanta seguridad como el

Universo poblado de estrellas y mundos se mueve hacia un misterioso punto, al que la

Astronomía aún no ha dado nombre, y que es llamado por los ocultistas el Sol Central

Espiritual.

Es señalado en casi todas las épocas históricas que un vasto intervalo –casi un vacío –

dista entre el ideal de perfección y su aplicación práctica. A pesar de esto, cada cierto

tiempo aparecieron en la Tierra grandes genios que enseñaron a la Humanidad a mirar

más allá del velo de la ilusión, y el hombre aprendió que ante él no existía un abismo

infranqueable, sino que la providencia que guía a la humanidad es quien, mediante sus

más altas y espirituales razas, ha de rellenar cada vez más el gran hueco, en cada ciclo

venidero. Pues, como una unidad, cada hombre tiene la facultad de poder llenar ese

vacío con su propio mito. Sí, todavía existen hombres que, a pesar del presente estado

caótico del mundo moral y los tristes despojos de los más altos ideales humanos,

persisten en creer y enseñar que el actual ideal de perfección humano no es un sueño,

sino una ley de naturaleza divina; y que la Humanidad aún deberá esperar quizás

millones de años hasta que llegue el día en que se transforme en una raza de dioses.

Mientras tanto, los periódicos ascensos y descensos de la naturaleza humana en su

aspecto exterior apartan al hombre de su posición, pues la percepción media de la

Humanidad es demasiado débil para ver que ambos procesos ocurren cada vez en un

nivel más elevado que el precedente. Pero para tales transformaciones no siempre se

necesitan siglos, pues algunos cambios externos son forjados por veloces fuerzas

activas –por ejemplo: guerras, nuevas teorías, epidemias, devastación por hambre o

fanatismo religioso –, y por lo tanto, las masas ciegas imaginarán que el hombre fue, es,

y será el mismo. A nuestros ojos, la humanidad es como nuestro globo, aparentemente

estacionario; sin embargo ambos se mueven en el espacio y en el tiempo con velocidad

semejante, alrededor de sí mismos y avanzando .

Además, cualquiera que sea el fin de esta evolución, el hombre era desde el

nacimiento de su conciencia, y todavía lo es, el vehículo de un espíritu dual, el bien y el

mal. Como las hermanas gemelas del gran poema póstumo de Víctor Hugo, Satanás –la

progenie surgida respectivamente de la Luz y las Tinieblas –, el ángel “Libertad ”y el

ángel “Isis-Lilith ”, han escogido al hombre como habitáculo en la Tierra, y ambos están en eterna disputa dentro de él.

Las Iglesias dicen al mundo que “el hombre nace en pecado ”, y San Juan (I Epístola III, 8)agrega que: “Aquel que cometa pecado es del mal, pues el mal pecó, desde el

principio ”. Aquellos que todavía creen en la fábula de “la costilla y la manzana ”, y en

«Satanás » –el ángel rebelde creen como consecuencia, por supuesto, en un Diablo

personal como contraste –en una religión dualista –un Dios personal. Nosotros,

filósofos esoteristas, no creemos en ninguno. Vamos, quizás, más allá de la letra muerta

de la Biblia. Pues decimos que, como entidades extracósmicas , no hay diablo ni dios; no obstante ambos existen. Y añadimos que ambos habitan en la Tierra, en el hombre, el

verdadero hombre en sí mismo, que es –como un ser físico –el diablo, el verdadero

vehículo del mal , y –como una entidad espiritual –es Dios o el bien . Por lo tanto, al

decirle a la Humanidad “tú tienes el diablo en ti ” se dice tanto de verdad metafísica

como cuando decimos a todos sus hombres “¿No conocéis a ese dios que habita en

vosotros?” Ambas declaraciones son ciertas. . Pero nosotros estamos en el punto crítico

del gran ciclo social, y es la primera evidencia la que domina ahora. Sin embargo

–parafraseando un texto de San Pablo – “hay muchos diablos pero no hay más que un Satanás ”; así, mientras nosotros tenemos una gran variedad de demonios constituyendo colectivamente la Humanidad, hay pocos, si los hay, de tan grandiosos caracteres satánicos como los descritos por Milton, Byron, y recientemente por Víctor Hugo. Por lo tanto, debido a tal mediocridad, los ideales humanos están cayendo, para permanecer irremplazados; una vida en prosa tan espiritualmente muerta como la niebla de Londres en noviembre, da tanta vitalidad al materialismo brutal y los vicios –de los que los siete pecados capitales no serían más que una pequeña parte – como esa niebla fomenta los microbios patógenos.

Ahora raramente encontramos en el corazón humano aspiraciones dirigidas al ideal

eterno, sino que, en lugar de ello, cada pensamiento tiende hacia la única y central idea

de nuestro siglo, el gran “Yo ”, que es para cada uno el único centro posible alrededor

del cual todo el Universo está para girar y rodar.

Cuando el emperador Juliano –llamado “el Apóstata ” porque, , al creer en los grandes

ideales de sus antecesores, los Iniciados, no quiso aceptar la antropomorfización –vio

por última vez a sus amados Dioses que se le aparecieron, lloró.

¡Ay!, ellos no fueron los brillantes seres espirituales que él había adorado, sino sólo las

decrépitas, pálidas y gastadas sombras de los Dioses que tanto amó. Tal vez ellos

fueron las visiones proféticas de los ideales desaparecidos de su época, y también de

nuestro propio ciclo. Estos “dioses ” son ahora considerados por la Iglesia demonios , y así son llamados; mientras que quien les guarde un poético y dilatado amor es

inmediatamente tachado como un Anticristo y un Satanás moderno.

Bien, Satanás es un término elástico y nadie ha dado todavía siquiera una definición

lógica aproximada del significado simbólico del nombre. El primero que lo

antropomorfizó fue John Milton, él es un verdadero padre intelectual putativo, como

está ampliamente admitido que el teológico Satanás de la Caída es el “Hijo de la

Mente ” del poeta ciego. . Sin sus atributos teológicos y dogmáticos, Satanás es

simplemente un adversario; no necesariamente un “diablo travieso ” o un “perseguidor

de hombres ”, sino posiblemente también un enemigo del mal. El pudo, de ese modo,

convertirse en el Salvador de los oprimidos, un paladín de los débiles y pobres,

aplastado por los demonios, menores (los hombres), los demonios de la avaricia,

egoísmo e hipocresía. Michelet lo llama el “Gran Desheredado ”, y lo acepta en su

corazón. El Satanás gigante del concepto poético no es, en realidad, sino el compendio

de todos los descontentos y nobles entendimientos de la época. Pero Víctor Hugo fue

el primero en comprender la oculta verdad. Satanás, en su poema así llamado, es una

Entidad verdaderamente grandiosa, con la suficiente humanidad en él para poder ser

comprendido por un intelecto normal.

Entender el Satanás de Milton y de Byron es como intentar apresar un puñado de

niebla: no hay nada humano en ellos. El Satanás de Milton pelea con ángeles que son

especie de marionetas volátiles, sin espontaneidad, sacadas al escenario de la existencia

y la acción por el hilo invisible de la predestinación teológica. El Lucifer de Hugo

entabla una espantosa batalla con sus propias y terribles pasiones, y nuevamente se

convierte en Arcángel de la Luz después de las agonías más pavorosas jamás concebidas por una mente mortal ni escritas por una pluma humana. Todos los demás modelos satánicos palidecen ante su esplendor. El Mefistófeles de Goethe es un verdadero diablo de la Teología; el Ahrimán del Manfredo de Byron es un personaje demasiado sobrenatural que incluso tiene poca afinidad con el elemento humano, y es tan elevado como fue el genio de su creador. Todas estas figuras se empequeñecen ante el Satanás de Víctor Hugo, quien ama tan intensamente como odia. Manfredo y Caín son las Protestas encarnadas de los oprimidos, agraviados y perseguidos individualmente, contra el “Mundo ” y la “Sociedad ” –aquellos demonios gigantes y monstruos salvajes de injusticia colectiva –. Manfredo es el modelo de una voluntad indomable, orgulloso, que no se doblega ante ninguna influencia terrenal o divina, que valora su absoluta libertad de acción por encima de cualquier sentimiento o consideración social, superior a la Naturaleza y a todo lo que hay en ella.

Pero, tanto en Manfredo como en Caín, el sí-mismo, el “Yo ”, es siempre prioritario, y

no hay una chispa de amor redentor en ellos, sino de miedo. Manfredo tampoco se

someterá al universal Espíritu del Mal; todavía permanece solo, cara a cara, con el

oscuro oponente de Ahura-Mazda (luz Universal), Ahrimán y sus incontables huestes de

la Oscuridad.

Estos modelos nacen de un intenso preguntarse, de un asombro espantoso y atrevida

actitud desafiante, pero que no mueve a resentimientos humanos; además, ellos son

sobrenaturales . Byron nunca pensó en unificar a su Arcángel con aquella chispa

imperecedera de amor, la cual constituye –y debe constituir – la esencia del

“Primer –Nacido ” fuera de la esencia homogénea de la eterna Armonía y Luz, , y es el

elemento de la piadosa reconciliación, incluso en su (según nuestra filosofía)última

progenie terrenal, la Humanidad.

La discordia es el compañero de la diferenciación, y Satanás estando en evolución,

debe en este sentido, ser un adversario, un contraste, siendo un símbolo de la materia

caótica . La esencia del amor no puede extinguirse, sino sólo pervertirse. Sin este poder

salvador redentor, imbuido en Satanás, simplemente aparecería como un absurdo

fracaso, de una omnipotente y omnisciente imbecilidad, lo cual es llamado, muy

justamente, de manera desdeñosa, antagonista, por la teología cristiana. Con ello, él se

convierte en una Entidad concebible: los Asuras de los mitos puránicos, los primeros

alientos de Brahma quienes, después de pelearse con los Dioses y derrotarles, son

finalmente ellos mismos derrotados y después arrojados a la Tierra donde encarnan en

la Humanidad. De este modo la Humanidad Satánica se hace comprensible. Y después

de moverse de un lado a otro en su ciclo de pruebas, puede –con las experiencias

acumuladas por todo el dolor de la Humanidad – emerger de nuevo a la luz, , como la

filosofía oriental enseña.

Si Víctor Hugo hubiera vivido para completar su poema, posiblemente con el

discernimiento robustecido, habría combinado su concepto satánico con el de las razas

arias, las cuales hacen que todos los poderes menores, buenos o malos, nazcan al

comienzo y mueran al final de cada “Era Divina ”. Como la naturaleza humana es

siempre la misma y, sociológica, espiritual e intelectualmente, la evolución es una

cuestión de superación paso a paso, es muy posible que en vez de apresar una unidad

del ideal satánico como hizo Hugo, el siguiente gran poeta pueda hacerlo enteramente;

haciéndose eco de su generación, con la eterna idea del equilibrio cósmico tan

noblemente enfatizado en la mitología aria.

La primera mitad de este ideal se aproxima suficientemente al ideal humano como

para hacer las torturas morales del Satanás de Hugo completamente comprensibles

para los filósofos esoteristas. ¿Cuál es el principal tormento de este Anarquista

Cósmico?Es la agonía moral causada por tal dualidad en la Naturaleza, el

desgarramiento del Espíritu del Mal y la Oposición por el inmortal elemento del amor

originario en el Arcángel. Esta chispa de amor divino, de Luz y Armonía, que ningún odio puede descomponer totalmente, le causa una tortura mucho más insoportable que su Caída y exilio por protestar y rebelarse. Esta brillante y celestial chispa, que irradia

Satanás en la negra oscuridad de su reinado de noche moral, le hace visible al lector

intuitivo. Esto hizo que Víctor Hugo le viera sollozando con una desesperación

sobrehumana, de manera que cada gemido estremecía la Tierra de un polo a otro.

Primero, sollozos de ira al no poder él extirpar el amor por la divina bondad de su

naturaleza; luego cambiando a un estado de desesperación por ser separado de ese

amor divino que tanto anhela. Todo esto es intensamente humano. Este abismo de

desesperación es la salvación de Satanás. En esta Caída una pluma se desprende de un

ala, antes blanca e inmaculada, siendo iluminada por un rayo de resplandor divino, e

inmediatamente transformada en un Ser brillante: el Ángel de la libertad. Esta es la hija

de Satanás, la hija conjuntamente de Dios y del Ángel Caído, la progenie del Bien y del

Mal, de la Luz y de la Oscuridad, y Dios reconoce esta común y “sublime paternidad ”

que los une. Es la hija de Satanás quien le salva a él. En la cima de la desesperación, al

sentirse odiado por la LUZ, Satanás oye las palabras divinas: “No; yo no te odio ”, dice la Voz. “Un Angel está entre nosotros, y sus obras te dan prestigio. El hombre sujeto a ti, por ello está ahora liberado ”.

“¡Oh Satanás, tu puedes ahora decir: yo viviré!

Ven, el Ángel de la Libertad, es tu hijo y el mío.

¡Esta paternidad sublime nos une !”

La concepción total es una eflorescencia de idealidad metafísica. Esta blanca flor de

loto del pensamiento nace ahora, como en épocas anteriores, de la corrupción del

mundo de la materia, generando Protesta y Libertad. Está naciendo entre nosotros

mismos y ante nuestros ojos del fango de la civilización moderna, lecho fecundo de

virtudes encontradas. En este sucio suelo crecieron los gérmenes que finalmente se

convirtieron en protestones que lo niegan todo, ateístas, nihilistas y anarquistas,

hombres del terror. Algunos podrán ser malos, violentos, criminales, pero ninguno

igualará a Satanás; pero tomando esta descorazonada, desesperada, amargada porción

de la Humanidad, colectivamente son Satanás mismo; pues él es la síntesis ideal de

todas las fuerzas discordantes, y cada vicio humano por separado o pasión, no son sino

un átomo de su totalidad. En lo profundo del corazón de esta humana-satánica

totalidad, arde la chispa divina, a pesar de todas las negaciones.

Se llama AMOR POR LA HUMANIDAD,

una ardiente aspiración por un reino universal de Justicia, de aquí el deseo latente de Luz, Armonía y Bondad. ¿Dónde encontramos tal chispa divina entre

los orgullosos y los ricos?En una sociedad respetable y con una correcta ortodoxia, así

llamada por los creyentes, no se encuentra sino el predominio de un sentimiento de

egoísmo y el deseo de riquezas a expensas del débil y el desposeído, de ahí el

paralelismo entre la indiferencia ante la injusticia y el mal. Ante Satanás, la Protesta

encarnada se arrepiente y reúne con los hombres en una Hermandad común, y todo

motivo de protesta habrá desaparecido de la Tierra. Y eso sólo puede ocurrir cuando la

avaricia, la marginación y los prejuicios desaparezcan ante elementos de altruismo y

justicia para todos. Ahora mismo, la libertad no es sino una palabra vana en todo el

mundo civilizado; libertad no es más que un sinónimo solapado de opresión de las

gentes en nombre de las gentes y existe para castas, nunca para unidades. Para

conseguir el reino de la libertad, tal como lo contempla el Satanás de Hugo, “el Angel

de la Libertad ” tiene que nacer simultáneamente, , por mutuo amor y con el

consentimiento de la más elevada clase dominante, y las clases inferiores –los pobres –;

en otras palabras, convertirse en progenie de Dios y Satanás, y así reconciliar a ambos.

Pero esto es una utopía en el presente. No puede acontecer antes de que las castas de

los modernos levitas y su teología –el fruto del Mar Muerto de la espiritualidad –hayan

desaparecido; y que los sacerdotes del Futuro hayan declarado ante el mundo entero en

las palabras de su Dios:

“Y yo oscurezco la noche siniestra,

y ya no queda nada,

¡Satanás ha muerto, renace, oh

LUCIFER CELESTE!”

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