na ondina llamada Prathé se enamoró de un príncipe, con el que se desposó abandonando su morada del lago. Al casarse con su enamorado la ondina adquirió un alma humana perfecta. Sin embargo, cuando la Reina del lago dio su consentimiento para la boda, le impuso una única condición: su matrimonio sería dichoso mientras su marido le fuese fiel. Naturalmente, la Reina del lago conocía la debilidad que los hombres sienten hacia el sexo contrario de su misma raza, y confiaba en esa debilidad para volver a tener a la ondina en el lago. Efectivamente, el príncipe, hombre galanteador y casquivano, no tardó en encapricharse de una dama de su corte y la pobre ondina, deshecha en su llanto, no tuvo más remedio que regresar al lago. Pero el príncipe, que en el fondo amaba a su mujer, se arrepintió de su desliz, y llamó desesperadamente a la ondina desde la orilla del lago. Al oír aquellas ardientes súplicas, la ondina, siempre con el permisode la Reina, surgió de entre las apacibles aguas del lago y le advirtió al príncipe que a partir de aquel instante ella iba a representar un riesgo mortal para él. El príncipe enamorado como nunca de ella, puesto que el roce del agua embellecía aún más a la ondina, juró que no quería separarse de ella. Esta lo atrajo, pues, hacia sí, y el príncipe al penetrar en las profundas aguas del lago, se ahogó en ellas, desapareciendo con la ondina Prathé bajo un feroz remolino.
LEYENDA DE GALES
na conocida leyenda nos habla de un joven que solía apacentar su ganado junto a un pequeño lago próximo a las Montañas Negras de Gales. Un día vio a una encantadora criatura que remaba despacio de un lado a otro, en una barca dorada, en la superficie del lago. Al punto se enamoró perdidamente de ella y le ofreció el pan que había traído consigo para su comida del medio día. Respondióle ella que el pan estaba demasiado duro y desapareció en el abismo. Al día siguiente, la madre del joven, le dió para que se la llevara consigo, una masa sin cocer y él se la ofreció al hada, pero ella le contestó que estaba demasiado blanda y desapareció de nuevo. Al tercer día, su madre le entregó pan ligeramente cocido y ya este lo aceptó. Surgieron del lago tres figuras: un viejo con una preciosa hija a cada lado. Las muchachas eran idénticas y el padre le dijo al joven granjero que estaba dispuesto a ofrecerle a su hija, de la que estaba enamorado, si era capaz de reconocerla. A punto estaba el granjero de renunciar a ella, desesperado, cuando una adelantó levemente un pie y entonces, al reconocer su chinela, obtuvo su mano. Al hada del lago le otorgaron una magnífica dote y así vivieron juntos felizmente. Ahora bien, al joven granjero le habían advertido que perdería a su bella esposa si llegase a golpearla tres veces sin motivo. Y ocurrió que, aun cuando eran, sin duda dulcemente felices, estas hadas se comportan a veces de una manera extraña, lo mismo podían llorar en una boda que reírse y cantar en el entierro de un niño, lo que acababa por dar lugar a que su amante esposo la reprendiese tres veces, más bien, con una amorosa palmada que con un golpe, pero esto bastó para que se viese forzada a abandonarle. No obstante, no se olvidó de sus hijos y a escondidas la ondina solía enseñarles muchos secretos de la medicina para que pudieran llegar a ser médicos afamados.
LEYENDA DE COLOMBIA
os que la han visto dicen que es una niña de cabellos dorados que hipnotiza con sus bellos ojos azules y que al igual que el duende tiene los pies volteados hacia atrás, por eso, quién encuentra sus rastros, cree seguir sus huellas, pero se desorienta porque ella va en sentido contrario. Por lo general hipnotiza a los niños, los cuales una vez hechizados, enferman de melancolía, sueñan con ella y son fácilmente atraídos por una canción que los guía a una laguna o río para ahogarlos y llevarlos a su palacio en el fondo de las aguas. También cuentan que cuando le echa el ojo a algún pescador, se le mete por debajo de la lancha hasta que lo hace voltear, ahogándolo.LEYENDA DEL BIERZO (La verdadera historia de las Médulas) "El Bierzo un país encantado"
l joven general Carisio estaba perdidamente enamorado de la bellísima hija de Medulio: Borenia. Después del desastre que sufrieron las legiones de su mando, Carisio juró vencer a los astures y conseguir el amor de la hermosa doncella. Alrededor del Tejo, los guerreros celtas celebraron su ritual de guerra, implorando protección y fortaleza a los espíritus de sus antepasados. Poco después se produjo el inevitable enfrentamiento. Se desató la terrible batalla y Medulio murió por un rayo, que a la vez fundió sus tesoros y los esparció en pepitas en la masa granítica de la montaña. Borenia huyó al bosque como le había dicho su padre y allí esperó y esperó llena de incertidumbre y angustia. Carisio fue a su encuentro y la engañó diciéndole que habían firmado la paz. Con la alegre noticia la muchacha se dejó seducir por el apuesto Carisio. A la mañana siguiente Borenia regresó a su pueblo. Ante sus atónitos ojos, observó aterrorizada que su pueblo ha sido sometido y esclavizado por los romanos. Tanto lloró Borenia que sus lágrimas inundaron poco a poco aquel valle, hasta formar un lago cuyas aguas arrastraron su cuerpo hasta el fondo, mientras que su espíritu se transformó en una ondina: la ondina Caricea. Desde entonces, allí habita el espíritu de Borenia y no son pocos los que aseguran haberla visto peinando sus cabellos dorados a la orilla del lago en las noches de San Juan.
LEYENDA DE ALEMANIA
l hijo del guardabosques de Tuttlingen, en la Selva Negra, volvía a una hora avanzada de la noche de una sesion báquina en la que se había vaciado más botellas de lo razonable. El joven que se llamaba Berthold, atravesaba canturreando los prados inundados por los rayos de luna y los agradables bosques de abetos más oscuros. De repente se detuvo bruscamente. Algo sobrenatural parecía clavarlo en el suelo. A pocos metros del camino se extendía una laguna llena de flores, cuyas orillas suavemente inclinadas se perdían entre las cañas. A dos pasos de la orilla, una joven encantadora, sumergida en el agua hasta la cintura, peinaba su larga cabellera. Pero la impresión de Berthold fue mayor todavía cuando la joven, en vez de huir, le respondió con dulzura, sin mostrar el menor temor. El joven volvió a ver a la muchacha al dia siguiente y pronto nació entre los dos una profunda pasión. Entonces la muchacha de las aguas hizo saber a su enamorado que se llamaba Evelina, que era de la raza de las ondinas y que para casarse con ella debería hacer una extraña promesa: la de no ir nunca con ella sobre el agua. Berthold hizo la promesa y se consumó el matrimonio. Era una alegría verlos, y de la mañana a la noche, igual que de la noche a la mañana, las dos criaturas se amaban con tanto abandono y tanta naturalidad que los vecinos sentían deseos de imitarlos. La llegada del invierno no cambió esta feliz armonía. Una mañana Berthold dijo a su mujer: "-Luego saldrás conmigo; te he preparado una sorpresa". Cuando llegaron a la laguna en la que Eveline se había aparecido por primera vez, el joven sacó de un paquete dos pares de patines y exclamó: "-Qué alegría esposa mía, te voy a enseñar a patinar". Pero Eveline se puso pálida como la nieve. "-¡Tu promesa! ¡Olvidas tu promesa!"- exclamó con una voz lamentable. Berthold se echó a reir y levantando a su mujer en volandas, la depositó sobre el hielo. Pero ¡ay! el hielo se rompió y, mientras Berthold se agarraba desesperado a los bloques de hielo, Eveline se sumergió y desapareció para siempre. Han pasado dos años. El tiempo ha secado las lágrimas del guardabosques. Sus amigos le han hecho comprender que es demasiado joven para quedarse viudo. Se ha vuelto a casar con una graciosa muchacha que no pide otra cosa que hacer feliz a un joven y apuesto muchacho. Mientras los violines resuenan todavía a lo lejos, los dos recién casados han penetrado en la cámara nupcial. De golpe, una sombra se yergue en medio de ellos y los separa. Es Eveline. Al día siguiente, y al otro, y al otro... la misma escena se repite. Eveline aparece siempre para reclamar sus derechos. La recién casada ha regresado a casa de su madre y Berthold está encerradó en una casa de salud, donde habla sin cesar de la bella ondina que vive en el fondo de la laguna. |
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