Eliphas Levi
Dogma Y Ritual
De La
Alta Magia
Dogma Y Ritual
De La
Alta Magia
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Primera Parte
El Dogma
Primera Parte
El Dogma
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Datos Biograficos:
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Eliphas Levi nació en Paris, Francia, el ocho de febrero de 1810. Hijo de un zapatero.
De muchacho fue muy inteligente por lo cual su padre decidió enviarlo a la iglesia de
St. Sulpice para que recibiera allí su educación. Así decidió consagrarse a la vida
religiosa y se hizo sacerdote. Se dice que años mas tarde fuera expulsado por sostener
ideas heréticas y por no poder cumplir con su voto de castidad.
En algún momento conoció a una pareja de místicos de apellido Ganneau, El Sr.
Ganneau aclamaba ser la reencarnación de Luis XVII y también se declaraba profeta.
Su esposa decía ser la reencarnación de Maria Antonieta. De esta manera Elifas se
convirtió en uno de los seguidores de Ganneau con quien recibió sus primeras lecciones.
En 1852 conoció a J.M.H.Wronski quien lo orientó hacia el ocultismo y la cábala. En
1854 se relacionó con el novelista inglés Bulwer Lytton y con el doctor Ashburner,
quienes pertenecían a la Hermetic Brotherhood of Luxor, realizando con ellos
experimentos teúrgicos. Iniciado en la Masonería el 14 de marzo de 1861 en la Logia
Rosa del Perfecto Silencio del Gran Oriente de Francia. Consta en los registros
masónicos que Lévi asciende al tercer grado de Maestro el 28 de agosto de 1861. Antes
de su iniciación masónica había publicado dos importantes obras: Dogma y ritual de
Alta Magia (1854) e Historia de la Magia (1860). En 1873 se hizo miembro de la
Sociedad Rosacruciana in Anglia (SRIA). En este periodo el Dr. Woodman era el
secretario de la orden y cinco años mas tarde seria elevado al rango de Mago Supremo.
Woodman fundaría una nueva orden mas tarde llamada la Orden del Dorado Amanecer
en donde incorporaría las creencias de Eliphas.
El introdujo una serie de enseñanzas muy importantes que darian forma al ocultismo
moderno, de hecho a Levi se le considera el padre del ocultismo moderno. En el año
1460 Marcelo Ficcino traduciría el Corpus Hermeticum, un cuerpo de textos greco
egipcios ricos en enseñanzas esotéricas como la reencarnación , las esferas, los siete
cuerpos, y la inmortalidad de la mente superior o inteligencia.. Los conceptos claves
enseñados hoy en las distintas escuelas esotericas son derivaciones de las enseñanzas en
el Corpus. Mas tarde un joven cabalista llamado Picco de la Mirandola tomaria la
Cabala hebrea y la fusionaría con las enseñanzas del Corpus y Giordano Bruno
desarrollaría la técnica de usar imágenes nemotécnicas como puertas a otros mundos o
estados de conciencia. Sin embargo todos estos progresos fueron detenidos por la
inquisición y la quema de brujas y mas tarde por la reforma protestante. Como
resultado se formaron Sociedades Ocultas con el propósito de transmitir las enseñanzas
de manera muy secreta, se instituyeron palabras de paso y signos de reconocimientos
todos ellos muy secretos. Sin embargo para el 1850 Francia habria levantado la ley que
prohibía escribir sobre la Magia y Eliphas Levi hizo su entrada triunfal.
Elifas Levi comienza explicando que existe dentro de todas las religiones del mundo
una tradición esotérica que es universal, que existe una fraternidad universal de
iniciados en la doctrina esotérica, el esoterismo es pues la verdad que se encuentra en
todas las religiones y que las explica a todas. Este concepto del esoterismo como
fuente de todas las religiones es introducido por Levi y luego copiado por otros
prominentes esoteristas como Madame Blavatsky. Además de esto Levi utiliza por
primera vez el termino ocultismo y ocultista para definir esta enseñanza universal.
Levi también insiste en considerar el Tarot como un Libro Sagrado, capaz de explicar
todos los misterios, un resumen de la doctrina universal. Es el la primera persona que
traza un paralelismo entre los veintidós arcanos mayores del tarot con las veintidós
letras del alfabeto hebreo. También el Levi el primero en establecer una diferencia
entre el Pentagrama con la punta hacia arriba y el pentagrama con la punta hacia abajo
el cual considera estar al revés y por primera vez lo asocia con el demonio dibujando la
cabeza de un macho cabrio dentro de este de manera que los cuernos son las dos puntas
de la estrella. El pentagrama en su estado natural representaría a un hombre con los
pies y manos abiertos, la cabeza arriba dominando sobre los órganos inferiores es decir
la mente gobernando las pasiones.
El Concepto de Cuerpo Astral y el mundo astral tal y como se comprende hoy dia es
original de Levi, el termino astral para designar a esta fuerza y mundo es muy suyo
aunque hay que decir que estos misterios fueron explicados usando una terminología
diferente por Cornelius Agripa y el Corpus Hermeticum per se. Elifas Levi reconoce
como fue influenciado por el Libro llamado El Mago de Francis Barret, a su vez esta
obra es prácticamente un plagio de la obra de Cornelius Agripa Oculta Filosofía.
En su libro Historia de la Magia, Elifas explica como la gente de la India son los
descendientes de Caín y agrega que estos poseen la cabala de una manera corrupta y
critica fuertemente los conceptos de la religión vedica como perniciosos e inmorales.
Esto causa que Elena Petrovna Blavatsky, la madre del ocultismo moderno por asi
decirlo entre en una batalla filosófica con el a través de sus libros, .Blavatsky como ya
se dijo toma el concepto del esoterismo como verdad universal y también hace uso del
concepto de la Luz Astral y del Cuerpo Astral, sin embargo la Blavatsky critica la
cabala y agrega que los cabalistas modernos perdieron hace mucho la clave para
interpretar la Biblia y que la verdadera sabiduría esotérica no solo se enseña en secreto
en los monasterios de la india si no que es precisamente desde la india que este
conocimiento se esparció hacia el resto del mundo pasando de la india a Egipto, de
Egipto a Grecia, y de Grecia al resto del mundo. Blavatsky abundaría mucho mas que
Levi no solo en lo que respecta a la naturaleza de la Luz astral pero también revelaría la
existencia de otros planos y dimensiones que explica con todo lujo de detalles,
penosamente Blavatsky echa a un lado a la cabala y a la magia ceremonial por
considerarlas muy peligrosas.
Eliphas Levi muere el 31 de Mayo de 1875.
Eliphas Levi nació en Paris, Francia, el ocho de febrero de 1810. Hijo de un zapatero.
De muchacho fue muy inteligente por lo cual su padre decidió enviarlo a la iglesia de
St. Sulpice para que recibiera allí su educación. Así decidió consagrarse a la vida
religiosa y se hizo sacerdote. Se dice que años mas tarde fuera expulsado por sostener
ideas heréticas y por no poder cumplir con su voto de castidad.
En algún momento conoció a una pareja de místicos de apellido Ganneau, El Sr.
Ganneau aclamaba ser la reencarnación de Luis XVII y también se declaraba profeta.
Su esposa decía ser la reencarnación de Maria Antonieta. De esta manera Elifas se
convirtió en uno de los seguidores de Ganneau con quien recibió sus primeras lecciones.
En 1852 conoció a J.M.H.Wronski quien lo orientó hacia el ocultismo y la cábala. En
1854 se relacionó con el novelista inglés Bulwer Lytton y con el doctor Ashburner,
quienes pertenecían a la Hermetic Brotherhood of Luxor, realizando con ellos
experimentos teúrgicos. Iniciado en la Masonería el 14 de marzo de 1861 en la Logia
Rosa del Perfecto Silencio del Gran Oriente de Francia. Consta en los registros
masónicos que Lévi asciende al tercer grado de Maestro el 28 de agosto de 1861. Antes
de su iniciación masónica había publicado dos importantes obras: Dogma y ritual de
Alta Magia (1854) e Historia de la Magia (1860). En 1873 se hizo miembro de la
Sociedad Rosacruciana in Anglia (SRIA). En este periodo el Dr. Woodman era el
secretario de la orden y cinco años mas tarde seria elevado al rango de Mago Supremo.
Woodman fundaría una nueva orden mas tarde llamada la Orden del Dorado Amanecer
en donde incorporaría las creencias de Eliphas.
El introdujo una serie de enseñanzas muy importantes que darian forma al ocultismo
moderno, de hecho a Levi se le considera el padre del ocultismo moderno. En el año
1460 Marcelo Ficcino traduciría el Corpus Hermeticum, un cuerpo de textos greco
egipcios ricos en enseñanzas esotéricas como la reencarnación , las esferas, los siete
cuerpos, y la inmortalidad de la mente superior o inteligencia.. Los conceptos claves
enseñados hoy en las distintas escuelas esotericas son derivaciones de las enseñanzas en
el Corpus. Mas tarde un joven cabalista llamado Picco de la Mirandola tomaria la
Cabala hebrea y la fusionaría con las enseñanzas del Corpus y Giordano Bruno
desarrollaría la técnica de usar imágenes nemotécnicas como puertas a otros mundos o
estados de conciencia. Sin embargo todos estos progresos fueron detenidos por la
inquisición y la quema de brujas y mas tarde por la reforma protestante. Como
resultado se formaron Sociedades Ocultas con el propósito de transmitir las enseñanzas
de manera muy secreta, se instituyeron palabras de paso y signos de reconocimientos
todos ellos muy secretos. Sin embargo para el 1850 Francia habria levantado la ley que
prohibía escribir sobre la Magia y Eliphas Levi hizo su entrada triunfal.
Elifas Levi comienza explicando que existe dentro de todas las religiones del mundo
una tradición esotérica que es universal, que existe una fraternidad universal de
iniciados en la doctrina esotérica, el esoterismo es pues la verdad que se encuentra en
todas las religiones y que las explica a todas. Este concepto del esoterismo como
fuente de todas las religiones es introducido por Levi y luego copiado por otros
prominentes esoteristas como Madame Blavatsky. Además de esto Levi utiliza por
primera vez el termino ocultismo y ocultista para definir esta enseñanza universal.
Levi también insiste en considerar el Tarot como un Libro Sagrado, capaz de explicar
todos los misterios, un resumen de la doctrina universal. Es el la primera persona que
traza un paralelismo entre los veintidós arcanos mayores del tarot con las veintidós
letras del alfabeto hebreo. También el Levi el primero en establecer una diferencia
entre el Pentagrama con la punta hacia arriba y el pentagrama con la punta hacia abajo
el cual considera estar al revés y por primera vez lo asocia con el demonio dibujando la
cabeza de un macho cabrio dentro de este de manera que los cuernos son las dos puntas
de la estrella. El pentagrama en su estado natural representaría a un hombre con los
pies y manos abiertos, la cabeza arriba dominando sobre los órganos inferiores es decir
la mente gobernando las pasiones.
El Concepto de Cuerpo Astral y el mundo astral tal y como se comprende hoy dia es
original de Levi, el termino astral para designar a esta fuerza y mundo es muy suyo
aunque hay que decir que estos misterios fueron explicados usando una terminología
diferente por Cornelius Agripa y el Corpus Hermeticum per se. Elifas Levi reconoce
como fue influenciado por el Libro llamado El Mago de Francis Barret, a su vez esta
obra es prácticamente un plagio de la obra de Cornelius Agripa Oculta Filosofía.
En su libro Historia de la Magia, Elifas explica como la gente de la India son los
descendientes de Caín y agrega que estos poseen la cabala de una manera corrupta y
critica fuertemente los conceptos de la religión vedica como perniciosos e inmorales.
Esto causa que Elena Petrovna Blavatsky, la madre del ocultismo moderno por asi
decirlo entre en una batalla filosófica con el a través de sus libros, .Blavatsky como ya
se dijo toma el concepto del esoterismo como verdad universal y también hace uso del
concepto de la Luz Astral y del Cuerpo Astral, sin embargo la Blavatsky critica la
cabala y agrega que los cabalistas modernos perdieron hace mucho la clave para
interpretar la Biblia y que la verdadera sabiduría esotérica no solo se enseña en secreto
en los monasterios de la india si no que es precisamente desde la india que este
conocimiento se esparció hacia el resto del mundo pasando de la india a Egipto, de
Egipto a Grecia, y de Grecia al resto del mundo. Blavatsky abundaría mucho mas que
Levi no solo en lo que respecta a la naturaleza de la Luz astral pero también revelaría la
existencia de otros planos y dimensiones que explica con todo lujo de detalles,
penosamente Blavatsky echa a un lado a la cabala y a la magia ceremonial por
considerarlas muy peligrosas.
Eliphas Levi muere el 31 de Mayo de 1875.
_
Prólogo
Prólogo
__
Es un honor para mi poder ofrecer hoy la versión electrónica de una obra tan
importante como esta desde el punto de vista histórico. Esta es la obra que rompió el
hielo, que acabo con el silencio de muchos siglos de sigilo y que estableció un
renacimiento en el interés por la Magia y la Cabala de los antiguos iniciados. Esta obra
fue leída por las grandes mentes de las ciencias ocultas como Madame Blavatsky y
Papus, tan solo por mencionar a algunos. Contiene ideas que serian heredadas por los
mismos y ampliadas hasta llegar a formar el “Dogma” de las ciencias ocultas tal y como
se enseña hoy día.
Este es el primer libro de magia que yo compre, y cuando lo ley me desilusioné
mucho porque parecía hablar de todo menos de magia, hablaba del Tarot y de la Cabala,
de los Iniciados, de las luz astral etc etc, pero ¿En donde están los rituales de la magia
para ganar el amor de esta o aquella muchacha? Compre muchos libros mas, estudie
muchas disciplinas hasta que finalmente decidí darle una segunda lectura, ya no como
un principiante si no como un iniciado que ya había estudiado y comprendido la
teosofía de la Blavatsky, entonces entendí, todo estaba claro, incluso aquellos misterios
que el maestro temía revelar. Tomo un bolígrafo y comencé a hacer todo tipo de notas
en el libro, marque muchos conceptos clave y lo guarde.
Hoy ofrezco una versión electrónica de mi copia. He subrayado los textos en la
versión electrónica copiando lo que yo ya había subrayado previamente en el mio, las
varias notas que hice al margen de la obra las incluyo como notas al calce. Espero que
con este esfuerzo el trabajo de Eliphas Levi sea una lectura mas placentera para los
principiantes de lo que fue para mi cuando apenas gateaba en la Luz Astral….
Kox Om Pax
¡Luz en Extensión!
Es un honor para mi poder ofrecer hoy la versión electrónica de una obra tan
importante como esta desde el punto de vista histórico. Esta es la obra que rompió el
hielo, que acabo con el silencio de muchos siglos de sigilo y que estableció un
renacimiento en el interés por la Magia y la Cabala de los antiguos iniciados. Esta obra
fue leída por las grandes mentes de las ciencias ocultas como Madame Blavatsky y
Papus, tan solo por mencionar a algunos. Contiene ideas que serian heredadas por los
mismos y ampliadas hasta llegar a formar el “Dogma” de las ciencias ocultas tal y como
se enseña hoy día.
Este es el primer libro de magia que yo compre, y cuando lo ley me desilusioné
mucho porque parecía hablar de todo menos de magia, hablaba del Tarot y de la Cabala,
de los Iniciados, de las luz astral etc etc, pero ¿En donde están los rituales de la magia
para ganar el amor de esta o aquella muchacha? Compre muchos libros mas, estudie
muchas disciplinas hasta que finalmente decidí darle una segunda lectura, ya no como
un principiante si no como un iniciado que ya había estudiado y comprendido la
teosofía de la Blavatsky, entonces entendí, todo estaba claro, incluso aquellos misterios
que el maestro temía revelar. Tomo un bolígrafo y comencé a hacer todo tipo de notas
en el libro, marque muchos conceptos clave y lo guarde.
Hoy ofrezco una versión electrónica de mi copia. He subrayado los textos en la
versión electrónica copiando lo que yo ya había subrayado previamente en el mio, las
varias notas que hice al margen de la obra las incluyo como notas al calce. Espero que
con este esfuerzo el trabajo de Eliphas Levi sea una lectura mas placentera para los
principiantes de lo que fue para mi cuando apenas gateaba en la Luz Astral….
Kox Om Pax
¡Luz en Extensión!
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INTRODUCCION
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A través del velo de todas las alegorías hieráticas y místicas de los antiguos dogmas, a
través de las tinieblas y de las bizarras pruebas de todas las iniciaciones, bajo el sello de
todas las criaturas sagradas, en las ruinas de Nínive o de Tebas, sobre las carcomidas
piedras de los antiguos templos y sobre la ennegrecida faz de las esfinges de Asiria o de
Egipto, en las monstruosas o maravillosas pinturas que traducen para los creyentes las
páginas sagradas de los Vedas, en los extraños emblemas de nuestros antiguos libros de
alquimia, en las ceremonias de recepción practicadas por todas las sociedades secretas,
se encuentran las huellas de una misma doctrina yen todas partes, cuidadosamente
oculta. La filosofía oculta parece, pues, haber sido la nodriza o la madrina de todas las
religiones, la palanca secreta de todas las fuerzas intelectuales, la llave de todas las
oscuridades divinas y la reina absoluta de la sociedad, en las edades en que ella estaba
exclusivamente reservada a la educación de los sacerdotes y de los reyes.
Había reinado en Persia con los magos, que un día perecieron, como perecen los dueños
del mundo, por haber abusado de su poder; había dotado a la India de las más
maravillosas tradiciones y de un lujo increíble de poesía, de gracia y de terror en sus
emblemas; había civilizado a Grecia mediante los cuidados de la lira de Orfeo; ocultaba
los principios de todas las ciencias y de todos los progresos del espíritu humano, en los
audaces cálculos de Pitágoras; la fábula estaba llena de sus milagros, y la historia,
cuando trataba de juzgar ese poder desconocido, se confundía con la fábula;
derrumbaba o afirmaba los imperios por sus oráculos; hacía palidecer a los tiranos sobre
su trono, y dominaba en todos los espíritus por la curiosidad o por el temor. A esta
ciencia, decía la muchedumbre, nada le es imposible; manda a los elementos, sabe el
lenguaje de los astros y dirige la marcha de las estrellas; la luna, a su vez, cae sangrando
desde el cielo; los muertos se levantan de sus tumbas y articulan palabras fatales que el
viento de la noche repercute. Dueña del amor o del odio, la ciencia puede dar a su
antojo, a los corazones humanos el paraíso o el infierno; dispone, a su placer, de todas
las formas y distribuye como le place, la fealdad ola belleza; cambia, a su vez, con la
varilla de circe, a los hombres en brutos y a los animales en hombres; dispone también
de la vida o de la muerte y puede conferir a su adepto la riqueza, por la transmutación
de los metales y la inmortalidad por su quinta esencia y su elixir, compuesto de oro y de
luz. He aquí lo que había sido la Magia desde Zoroastro hasta Manes, desde Orfeo hasta
Apolonio de Tiana, cuando el cristianismo positivo, triunfante, al fin de los hermosos
sueños y de las gigantescas aspiraciones, de la escuela de Alejandría, osó fulminar
públicamente su filosofía con su anatema, reduciéndola, por esta causa, a ser más oculta
y más misteriosa que nunca.
De otra parte, circulaban con respecto a los iniciados y a los adeptos, rumores extraños
y alarmantes; esos hombres estaban rodeados por todas partes de una influencia fatal;
mataban o hacían enloquecer a aquellos que se dejaban arrastrar por su meliflua
elocuencia o por el prestigio de su sabiduría. Las mujeres a que amaban se convertían
en Estriges, sus hijos desaparecían en los conventículos nocturnos, y se hablaba, en voz
baja y temblando, de sangrientas orgías y de abominables festines. Se habían
encontrado osamentas en los subterráneos de los antiguos templos; se habían escuchado
alaridos durante la noche; las cosechas se malograban y los rebaños languidecían,
cuando el mago pasaba por delante de aquéllas y de éstos. Enfermedades, que
desafiaban el arte de la medicina, hacían su aparición en el mundo —decían-- bajo las
venenosas miradas de los adeptos. En fin, un grito universal de reprobación se eleva
contra la magia, cuyo solo nombre es un crimen, y el odio del vulgo se formula por este
decreto: «¡Al fuego los magos!», como se había dicho algunos siglos antes: «Los
cristianos a los leones.»
Las multitudes no conspiran más que contra los poderes reales; no tienen la ciencia de
lo que es verdadero, pero sí tienen el instinto de lo que es fuerte.
Estaba reservado al siglo XVIII el reírse, à la vez, de los cristianos y de la magia,
cubriendo de fango de igual modo las homilías de Jean-Jacques que los prestigios de
Cagliostro.
Sin embargo, en el fondo de la magia hay ciencia, como en el fondo del cristianismo
hay amor, y en los símbolos evangélicos vemos al Verbo encarnado, adorado en su
infancia por tres magos a quienes guía una estrella (el ternario y el signo del
microcosmos) y recibiendo de ellos el oro, el incienso y la mirra; otro temario
misterioso bajo cuyo emblema están contenidos alegóricamente los más elevados
secretos de la cábala.
El cristianismo no debía odiar a la magia; pero la ignorancia humana siempre tiene
miedo de lo desconocido. La ciencia se vio obligada a ocultarse para librarse de las
apasionadas agresiones de un amor ciego; se envolvió en nuevos jeroglíficos, disimuló
sus esfuerzos y disfrazó sus esperanzas. Entonces fue creada la jerga de la alquimia,
continua decepción para el vulgo, ansioso de oro, pero lengua viva para los verdaderos
discípulos de Hermes.
Y ¡cosa singular! existen en los sagrados libros de los cristianos, obras que la Iglesia
infalible no tiene la pretensión de comprender, ni ha tratado nunca de explicar; la
profecía de Ezequiel y el Apocalipsis; dos clavículas cabalistas, reservadas sin duda en
el cielo para que los comenten los reyes magos; libros terrados y sellados con siete
sellos para los fieles creyentes y perfectamente claros para el infiel iniciado en las
ocultas ciencias.
Otro libro existe aún; pero éste, aunque sea hasta cierto punto popular y se le encuentre
por todas partes, es más oculto y el más desconocido de todos, porque contiene la clave
de todos los demás; se le ha dado publicidad, sin ser conocido por el público; no se
preocupen de pensar en dónde está, porque perderían mil veces el tiempo. Este libro,
más antiguo quizá que el de Enoc, jamás ha sido traducido, y está escrito totalmente en
caracteres primitivos y en páginas sueltas como las tabletas de los antiguos. Un
distinguido sabio ha revelado su existencia, siendo de advertir que lo que le ha llamado
la atención, no ha sido precisamente el secreto, sino la antigüedad y su singular
conservación; otro sabio, pero de un espíritu más fantástico que juicioso, se ha pasado
treinta años estudiándolo, sin comprender nada más que su indiscutible importancia. Se
trata, en efecto, de una obra monumental y singular, sencilla y fuerte como la
arquitectura de las pirámides, y duradera, por consiguiente, como ellas; libro que
resume todas las ciencias y cuyas infinitas combinaciones pueden resolver todos los
problemas; libro que habla y hace pensar; inspirador y regulador de todas las
combinaciones posibles; la obra maestra quizá del espíritu humano, y seguramente una
de las más hermosas que nos ha legado la antigüedad; clavícula, cuyo nombre no ha
sido comprendido y explicado más que por el sabio iluminado Guillaume Postel; texto
único, cuyos primeros caracteres, tan sólo extasiaron el espíritu religioso de San Martin,
y hubieran dado la razón al sublime e infortunado Swedenborg. Este libro —ya
hablaremos de él— y su explicación matemática y rigurosa, será el complemento y la
corona de nuestro concienzudo trabajo
La alianza original del cristianismo y de la ciencia de los magos, si queda
una vez más bien demostrada, no será un descubrimiento de mediana
importancia, y no dudamos que el resultado de un estudio serio de la magia
y de la cábala, no conduzca a los espíritus serios a la conciliación, considerada hasta el
presente como imposible, de la ciencia y del dogma, de la razón
y de la fe.
Ya hemos dicho que la iglesia, cuyo atributo especial es el depósito de las llaves, no
pretende tener las del Apocalipsis o de las visiones de Ezequiel. Para los cristianos y en
opinión suya, en clavículas científicas y mágicas de Salomón se han perdido.
Es cierto, sin embargo, que en el dominio de la inteligencia, gobernada por EL VERBO,
nada de lo que está escrito se pierde, solamente las cosas que los hombres cesan de
comprender, no existen ya para ellos, al menos como verbo. Estas cosas penetran,
entonces, en el dominio del enigma y del misterio.
De otra parte, la antipatía y aun la guerra abierta de la Iglesia oficial contra todo lo que
entra en el dominio de la magia, que es una especie de sacerdocio personal y
emancipado, obedece a causas tan necesarias e inherentes como las del sacerdocio
cristiano. La iglesia ignora lo que es la magia porque debe ignorarlo todo o perecer,
como lo demostraremos más tarde. La conoce menos que su misterioso fundador, que
fue saludado en su cama por los tres magos, es decir, por los embajadores hieráticos de
las tres partes del mundo conocido y de los tres mundos analógicos de la filosofía
oculta.
En la escuela de Alejandría la magia y el cristianismo se dan casi la mano bajo los
auspicios de Ammonio Saccas y de Platón. El dogma de Hermes se encuentra casi todo
entero en los escritos atribuidos a Dionisio el Areopagita. Sinesio traza el plan de un
tratado de los sueños, que debía ser comentado más tarde por Cardan, y compuesto de
himnos que podría servir a la liturgia de la iglesia de Swedenborg, si una Iglesia de
iluminados pudiera tener una liturgia. Es también en esta época de abstracciones
ardientes y de logomaquias apasionadas cuando se une el reinado filosófico de Juliano,
llamado el Apóstata, porque en su juventud había hecho, en contra de su voluntad,
profesión de fe en el cristianismo. Todo el mundo sabe que Juliano tuvo la desgracia de
ser un héroe de Plutarco, fuera de razón, y fue, si así puede hablarse, el Don Quijote de
la Caballería romana; pero lo que todo el mundo no sabe es que Juliano era un
iluminado y un iniciado de primer orden; era un individuo que creía en la unidad de
Dios y en el dogma universal de la Trinidad; era, en una palabra, un ser que no admitía
del antiguo mundo más que sus magníficas símbolos y sus muy graciosas imágenes.
Juliano no era pagano, sino un gnóstico atiborrado de las alegorías del politeísmo
griego, y que tenía la desgracia de encontrar menos sonoro el nombre de Jesucristo que
el de Orfeo. Como emperador pagó sus gastos de colegio como filósofo y como
retórico, y, después que se hubo dado a sí mismo el placer de expirar como
Epaminondas, con las frases de Catón, tuvo de la opinión pública, ya toda cristiana,
anatemas por oración fúnebre y un epíteto deshonroso por última celebridad.
Pasemos por alto las pequeñeces del Bajo Imperio y lleguemos ala Edad Media...
Tomad ese libro, leed en la séptima página y sentaos después sobre el manto que yo voy
a extender y con una de cuyas puntas nos taparemos los ojos... Vuestra cabeza da
vueltas, ¿no es eso, y os parece así como si la tierra huyera de vuestro pies? Manteneos
firmes y no mirdis... El vértigo cesa; hemos llegado. Levantaos y abrid los ojos; pero
guardáos de hacer ningún signo y de pronunciar ninguna palabra cristiana. Estamos en
un paisaje de Salvador Rosa. Es un desierto que reposa después de haberse
desencadenado en él una tormenta. La luna no resplandece en el cielo. Pero, ¿no veis
oscilar las estrellas por entre los matorrales? ¿No escucháis a vuestro alrededor el
revoloteo de gigantescos pájaros que, al pasar, parece que murmurarán palabras
estrañas? Aproximémonos silenciosamente a la. encrucijada. Una ronca y fúnebre
trompeta se deja oir; una infinidad de antorchas e iluminan por todas partes. Una
numerosa asamblea se congrega alrededor de un círculo que está vacío; miran y
esperan. De pronto, todos los concurrentes se prosternan y murmuran: ¡Helo ahí, helo
ahí! ¡Es él! Un príncipe con cabeza de macho cabrío llega contoneándose, sube sobre su
trono, se inclina y presenta a la asamblea un rostro humano, al que todo el mundo
acude, cirio negro en mano, a ofrecerle un saludo y un ósculo; luego se endereza, lanza
una carcajada estridente y distribuye a sus fieles oro, instrucciones secretas, medicinas
ocultas y venenosas. Durante esta ceremonia las malezas se incendian y arden
mezcladas con osamentas humanas y grasas de suplicios. Druidesas coronadas de una
planta parecida al perejil y de verbena sacrifican con falces de oro niños sustraídos al
bautismo y preparan horribles ágapes. Las mesas se ponen; los hombres enmascarados
se colocan al lado de las mujeres semidesnudas, y comienza la bacanal. Nada falta allí,
excepto la sal, que es el símbolo de la sabiduría y la inmortalidad.
Corre el vino a torrentes, dejando manchas semejantes a la sangre; comienza las
conversaciones y las caricias obscenas; toda la concurrencia está borracha de vino, de
lujuria y de canciones deshonestas. Todo el mundo se levanta en desorden y se forman
los corros infernales... Llegan entonces todos los monstruos de la leyenda, todos los
fantasmas de las pesadillas; sapos enormes tocan la flauta al revés, y soplan, apretando
las ancas con sus patas; escarabajos cojitrancos se mezclan en la danza; cangrejos hacen
sonar las castañuelas; cocodrilos hacen piruetas con sus escamas; llegan elefantes y
mamuts vestidos de Cupido y levantan las patas como si danzaran... Luego los corros se
deshacen y se dispersan... se apagan, perdiéndose el humo entre las sombras... Aquí,
allíy acullá se escuchan gritos, carcajadas, blasfemias y estertores... Vamos, despertaos,
y no hagáis el signo de la cruz. Yo os he transportado y estáis en vuestro lecho, os
encontráis un tanto fatigados, un poco si es, no es magullados, a causa del viaje y de la
mala noche; pero habéis visto una cosa de la que todo el mundo habla sin conocerla.
Estáis iniciados en terribles secretos como del antro de Trofonio. ¡Habéis asistido al
Sabbat! De desear es que no os volváis locos y que os mantengáis en un saludable
temor de la justicia y a una distancia respetuosa de la Iglesia y de sus hogueras.
¿Queréis ver ahora alguna cosa menos fantástica, más real, y verdaderamente terrible?
Pues os haré asistir al súplicio de Jacques de Molay y de sus cómplices, o de sus
hermanos en martirio... Pero, no os engañéis y no confundáis al culpable con el
inocente. ¿Hanadorado realmente los templarios ä Baphomet, o han dado un humilde
abrazo a la faz posterior del macho cabrío de Mendés? ¿Qué era, pues, esa asociación
secreta y poderosa que ha puesto en peligro a la Iglesia y al Estado y la cual
exterminaron sin oírla? No juzguéis nada a la ligera; son culpables de un gran crimen,
han dejado ver a los profanos el santuario de la antigua iniciación; han recogido para
repartirlo entre sí, y hacerse los dueños del mundo, los frutos de la ciencia del bien
del mal. El decreto que los condena se remonta más allá que el mismo tribunal del Papa
o de Felipe el Hermoso. «El día que comas de este fruto, morirás», había dicho el
mismo Dios, según vemos en el Génesis.
¿Qué ha ocurrido en el mundo y por qué los sacerdotes y los reyes han temblado? ¿Qué
poder secreto amenaza las tierras y las coronas? He ahí algunos locos que corren de país
en país y que ocultan, según dicen, la piedra filosofal, bajo sus harapos y su miseria.
Pueden cambiarla tierra en oro, y sin embargo ¡carecen de pan y de asilo! Su frente está
ceñida por una aureola de gloria y por un reflejo de ignominia. Eluno ha encontrado la
ciencia universal y no sabe cómo morir para escapar a las torturas de su triunfo: es el
mallorquino Ramon Liull. El Otro cura con remedios fantásticos las enfermedades
imaginarias y ofrece un formal mentís al proverbio que comprueba la ineficacia de un
cauterio en una pierna de madera; es el maravilloso Paracelso, siempre ebrio y siempre
lúcido como los héroes de Rabelais. Aquí es Guillaume Postel, que escribe
ingenuamente a los Padres de Concilio de Trento que ha encontrado la doctrina
absoluta, oculta desde el comienzo del mundo y que ya se le hace tarde en compartirla
con los demás. El Concilio no se inquieta del loco y ni aun se digna condenarle,
pasando al examen de cuestiones tan graves como la gracia eficaz y la gracia suficiente.
Aquel que vemos morir pobre y abandonado es Cornelio Agrippa, el menos mago de
todos, y a quien el vulgo se obstina en considerarle como el mayor hechicero del
mundo, porque era a veces satírico y mistificador. ¿Qué secreto se han llevado todos
esos hombres a sus tumbas? ¿Por qué se les admira sin haberlos conocido? ¿Por qué se
les condenó sin escucharlos? ¿Por qué están inciados en esas terribles ciencias ocultas
de las que la Iglesia y las sociedad tienen miedo? ¿Por qué saben ellos los que los
demás hombres ignoran? ¿Por qué disimulan ellos lo que todo el mundo arde en saber?
¿Por qué están investidos de un poder terrible y desconocido? ¡Las ciencias ocultas! ¡La
magia! He aquí dos palabras que os dicen todo y que aún pueden hacernos pensar más.
De omnire scibili et quibusdam alus.
¿Qué es, por tanto, la magia? ¿Cuál es el poder de esos hombres tan perseguidos y tan
fieros? ¿Por qué si eran tan fuertes no han vencido a sus enemigos? ¿Por qué si eran tan
insensatos y tan débiles se les dispensaba el honor de temerles? ¿Existe una magia,
existe verdaderamente una ciencia oculta que sea ciertamente un poder y que opere
prodigios capaces de competir con los milagros de las religiones autorizadas?
A estas preguntas principales responderemos con una palabra y con un libro. El Libro
será la justificación de la palabra y esta palabra es: sí, ha existido y existe todavía una
magia poderosa y real; sí, todo cuanto las leyendas dicen es cierto; aquí, única y
contrariamente a lo que ocurre generalmente, las exageraciones populares no estaban
sólo de lado sino muy por debajo de la verdad.
Sí, existe un secreto formidable cuya revelación ya ha trastornado el mundo, como lo
atestiguan las tradiciones de Egipto, resumidas simbólicamente por Moisés en el
comienzo del Génesis. Este secreto constituye la ciencia fatal del bien y del mal y su
resultado, cuando se divulga, es la muerte. Moisés lo representa bajo la figura de un
árbol que está en el centro del paraíso terrenal, y vecino, y con las raíces comunes al
árbol de la vida; los cuatm ríos misteriosos, toman su manantial al pie de este árbol, que
está guardado por la espada flameante y parlas cuatro firmas de la esfinge bíblica, el
querubín de Ezequiel... Aquí debo detenerme y hasta temo haber dicho demasiado.
Sí, existe un dogma único, universal, imperecedero, fuerte como la razón suprema,
sencillo como todo lo que es grande, inteligible como todo lo que es universalmente y
absolutamente verdadero, y este dogma ha sido el padre de todos los demás.
Sí, existe una ciencia que confiere al hombre prerrogativas, en apariencia
sobrehúmanas, helas aquí tales y como yo las he hallado enumeradas en un manuscrito
hebreo del siglo XVI.
He aquí ahora cuáles son los privilegios y los poderes del que tiene en su mano derecha
las clavículas de Salomón, y, en la izquierda, la rama florida del almendro.
Aleph. —Ve a Dios cara a cara, sin morir, y conversa familiarmente con los siete
genios que mandan a toda la milicia celeste.
Beth. —Está por encima de todas las aflicciones y de todos los temores.
Ghimel. —Reina en todo el cielo y se hace servir por todo el infierno.
Daleth. —Dispone de su salud y de su vida y puede disponer de las de los demás.
He.~—No puede ser sorprendido ni por el infortunio, ni agobiado por los desastres, ni
vencido por sus enemigos.
Vau. —Sabe la razón del pasado, del presente y del porvenir.
Dzain. —Tiene el secreto de la resurrección de los muertos y la llave de la
inmortalidad.
Estos son los siete grandes privilegios. He aquí ahora los que vienen después.
Heth. —Tener la medicina universal.
Teth. — Encontrar la piedra filosofal.
Jod. —Conocer las leyes del movimiento continuo y poder demostrar la cuadratura
del círculo.
Caph. —Cambiar en oro, no solamente todos los metales, sino también la misma
tierra, y aun las inmundicias de la misma.
Lamed. —Domar a los animales más feroces y saber pronunciar palabras que alienten
y encanten a las serpientes.
Men. —Poseer el arte notorio que da la ciencia universal.
Nun. —Hablar sabiamente sobre todas las cosas sin preparación y sin estudio.
He aquí, por último, los siete menores poderes del mago.
Samech. -Conocer a primera vista el fondo del alma de los hombres y los misterios
del corazón de las mujeres:
Ain. —Forzar, cuando le plazca, a la naturaleza, y revelarse.
Phe. —Prever todos los acontecimientos futuros que no dependan de un libre albedrío
superior, o de una causa inapercibida.
Tsade. —Prestar en el acto a todo el mundo los consuelos más eficaces y los consejos
más saludables.
Resch. — Dominar el amor y el odio.
Schin. —Tener el secreto de las riquezas; ser siempre el amo y no el esclavo. Saber
gozar aun en la pobreza y no caer nunca ni en la abyección ni en la miseria.
Thau. —Agregaremos nosotros a estos tres septenarios que el sabio gobierna a los
dementes, aplaca las tempestades, cura las enfermedades con el tacto y resucita los
muertos.
Estas son las cosas que Salomón selló con su triple sello. Los iniciados saben y basta.
Cuanto a los demás, que rían, que crean, que duden, que amenacen o que tengan miedo,
¿qué importa a la ciencia y qué a nosotros?
Tales son, efectivamente, los resultados de la filosofía oculta, y estamos en condiciones
de no tener una acusación de locura o una suposición de charlatanismo al afirmar que
todos estos privilegios son reales.
Esto es lo que todo nuestro trabajo, acerca de la filosofía oculta tenderá a demostrar.
La piedra filosofal, la medicina universal, la transmutación de los metales, la cuadratura
del círculo y el secreto del movimiento continuo, no son, pues, ni mistificaciones de la
ciencia, ni ensueños de la locura; son términos que es preciso comprender en su
verdadero sentido, y que manifiestan todos los diferentes usos de un mismo secreto, los
diferentes caracteres de una misma operación que se define de una manera más general,
llamándola únicamente la gran obra.
Existe asimismo en la naturaleza una fuerza mucho más poderosa, siquiera sea en otra
forma que el vapor, y por medio de la cual, un solo hombre que pudiera apoderarse de
ella y supiera dirigirla, trastornaría y cambiaría la faz del mundo. Esta fuerza era
conocida por los antiguos, y consiste en agente universal cuya ley suprema es el
equilibrio y cuya dirección tiende inmediatamente al gran arcano de la magia
transcendental. Por medio de la dirección de ese agente, se puede cambiar el orden de
las estaciones; producir en la noche fenómenos inherentes al día; corresponder en un
instante de uno a otro confín del mundo; ver, como Apolonio, lo que ocurría al otro
extremo de la tierra; dara la palabra un éxito y una repercusión universal. Este agente,
que apenas se revela ante el tacto de los discípulos de Mesmer, es precisamente lo que
los aceptos de la Edad Media llamaba la materia primera de la gran obra. Los gnósticos
hacían ígneo el cuerpo del Espíritu Santo, ya él era a quien adoraban en los sitios
secretos del sabbat o del templo, bajo la jeroglífica figura del Baphomet o del macho
cabrío del Andrógino de Mendés. Todo esto quedará demostrado.
Tales son los secretos de la filosofía oculta; tal se nos aparece la magia en la historia,
veámosla, ahora, en los libros y en las obras, en las iniciaciones y en los ritos.
La clave de todas las alegorías mágicas se encuentra en las hojas que hemos señalado y
creemos son obra de Hermes. Alrededor de este libro, que se puede llamar la clave de la
bóveda de todo el edificio de las ciencias ocultas, vienen a establecerse numerosas
leyendas que son o la tradición parcial o el comentario sin cesar, renovado bajo mil
distintas formas. Algunas veces, esas ingeniosas fábulas se agrupan armoniosamente y
forman una gran epopeya que caracteriza una época, sin que la muchedumbre pueda
explicar cómo ni por qué. Así es como la fabulosa historia del Vellocino de Oro,
resume, velándolos, los dogmas herméticos y mágicos de Orfeo, y si nos remontamos
alas poesías misteriosas de Grecia, veremos cómo los Santuarios de Egipto y la India
nos espantan hasta cierto punto con su lujo y nos dejan absortos ante la acumulación de
sus riquezas; luego llegamos a la tebaida, esa asombrosa síntesis de todo el dogma
presente, pasado y futuro, a esa fábula, por decirlo así, infinita, que toca, como el dios
Orfeo, alas dos extremidades del ciclo de la vida humana. ¡Cosa extraña. La siete
puertas de Tebas defendidas y atacadas por siete jefes que han jurado sobre la sangre de
una víctima, tienen el mismo sentido que los siete sellos del libro sagrado explicado por
siete genios, y atacado por un monstruo de siete cabezas, después de haber sido abierto
por un cordero vivo e inmolado en el libro alegórico de San Juan! El origen misterioso
de Egipto, que se encuentra suspendido como un fruto sagrado sobre un árbol del
Cytheron, recuerda los símbolos de Moisés y los relatos del Génesis. Lucha contra su
padre y le mata sin conocerle; espantosa profecía de la emancipación ciega de la razón
sin la ciencia; después llega enfrente de la esfinge. ¡La esfinge! El símbolo de los
símbolos, el enigma eterno para el vulgo, el pedestal del granito de la ciencia de los
sabios, el monstruo devorador y silencioso, que manifiesta por su forma invariable el
dogma único del gran misterio universal, ¿Cómo el cuaternario se cambia en binario y
se explica por el ternario? En otros términos mas emblemáticos, pero más vulgares,
¿Cuál es el animal que por la mañana tiene cuatro patas, dos al mediodía y tres por la
noche? Filosóficamente hablando, ¿cómo el dogma de fuerzas elementales produce el
dualismo del Zoroastro y se resume por la triade de Pitágoras y Platón? ¿Cuál es la
razón final de las alegorías y de los números, la última palabra de todos los
simbolismos? Edipto responde una simple y terrible palabra que mata la esfinge y va a
convertir al adivinador en rey de Tebas; la palabra del enigma ¡es el hombre!...
¡Desgraciado! ha visto demasiado bastante claro, y muy pronto expiará su funesta e
incompleta clarividencia por una ceguera voluntaria; después desaparecerá en medio de
un huracán como todas las civilizaciones que hubiera adivinado un día, sin comprender
todo el alcance y todo el misterio, la palabra del enigma de la esfinge. Todo es
simbólico y transcendental en esa gigantesca epopeya de los destinos humanos. Los dos
hermanos enemigos, manifiestan la segunda parte del gran misterio completado divinamente
por el sacrificio de Antígona; después la guerra, la última guerra, los hermanos
enemigos muertos el uno por el otro; Capaneo, por el rayo que desafiaba; Anfirao
devorado por la tierra, son otras tantas alegorías que llenan de asombro, por su verdad y
por su grandeza, a los que penetran el triple sentido hierático. Esquilo, comentado por
Balanche, no da más que una débil idea, sean por lo demás, las que fueren las
majestades primitivas de Esquilo y la belleza del libro de Balanche.
El libro secreto de la antigua iniciación no era ignorado por Homero que traza el plan y
las principales figuras sobre el escudo de Aquiles con una precisión minuciosa. Pero las
graciosas ficciones de Homero pronto parecen hacer olvidar las sencillas y abstractas
verdades de la revelación primitiva. El hombre se agarra a la forma y olvida la idea; los
signos al multiplicarse pierden su poder; la magia también se corrompe en esa época y
va a descender con las hechiceras de Tesalia a los más profanos encantamientos. El
crimen de Edipo, ha producido sus frutos de muerte y la ciencia del bien y del mal erige
a éste en divinidad sacrílega. Los hombres fatigados de la luz se refugian en la sombra
de la sustancia corporal: el sueño del vacío que Dios llena, pronto les parece más grande
que el mismo Dios y se crea el infierno cuando en el curso de esta obra nos sirvamos de
palabras consagradas: Dios, el cielo, el infierno, sepase de una vez por todas, que
nosotros nos alejamos tanto del sentido atribuido a estas palabras profanas, como la
iniciación esta separada del pensamiento del vulgo.
Dios, para nosotros, es el ázoe de los sabios, el principio eficiente y final de la gran
obra. Ya explicaremos más adelante lo que estos términos tengan de oscuro.
Volvamos a fábula de Edipo. El crimen del rey de Tebas no es el de haber comprendido
a la esfinge, sino el de haber destruido el azote de Tebas sin ser bastante puro para
completar la expiación en el nombre de su pueblo. Así, bien pronto la peste se encarga
de vengar la muerte de la esfinge, y el rey de Tebas, forzado a abdicar, se sacrifica a las
terribles manos del monstruo, que. está más vivo y más devorador que nunca, ahora que
ha pasado del dominio de la forma al de la idea. Edipo, ha visto lo que es el hombre y se
saca los ojos para no ver lo que es Dios. Ha divulgado la mitad del grande arcano
mágico,y para salvar a su pueblo, es preciso que se lleve con él al exilio y la tumba la
otra mitad del terrible secreto.
Después de la fábulá colosal de Edipo, encontramos el gracioso poema de Psique, del
que Apuleyo no es ciertamente el inventor. El gran arcano mágico reaparece aquí bajo
la figura de la unión misteriosa entre un dios y una débil mortal abandonada, sola y
desnuda sobre una roca. Psique debe ignorar el secreto de su ideal realeza, y si
contempla a su esposo le pierde. Apuleyo interpreta y comenta aquí las alegorías de
Moisés; pero, ¿los Eloim de Israel y los dioses de Apuleyo, no ha salido igualmente de
los santuarios de Memfis, y de Tebas? Psique es la hermana de Eva, más bien es Eva
espiritualizada. Ambas quieren saber y pierden la inocencia para pagar el honor de la
prueba. Ambas merecen descender a los infiernos: una para llevarla antigua caja de
Pandora, y la otra para buscar en ellos y aplastarla cabeza de la serpiente, que es el
símbolo del tiempo y del mal. Ambas cometen el crimen que deben expiar, el Prometeo
de los antiguos tiempos y el Lucifer de la leyenda cristiana, el uno entregado, y el otro
sometido por Hércules y por el Salvador.
El gran secreto mágico, es pues, la lámpara y el puñal de Psique, es la manzana de Eva,
es el cetro ardiente de Lucifer, pero es también la cruz santa del Redentor. El saber
bastante para abusar o divulgarlo, es merecer todos los suplicios; el saber como debe
saberse para servirse de él y ocultarle, es ser dueño de lo absoluto.
Todo está encerrado en una palabra, y en una palabra de cuatro letras. Es el tetragrama
de los hebreos, es el azoe de los alquimistas, es el thot., de los bohemios, es el tarot de
los cabalistas. Esa palabra, de tan diversa manera manifestada, quiere decir Dios para
los profanos, significa el hombre para los filósofos, y ofrece a los adeptos la última
palabra de las ciencias humanas y las llave del poder divino; pero sólo al que sabe
servirse de él y comprende la necesidad de no revelarlo nunca. Si Edipto en lugar de
hacer morir a la esfinge la hubiera domado y enganchado a su carro para entrar en
Tebas, hubiera sido rey sin incesto, sin calamidades y sin exilio.
Si Psique a fuerza de sumisiones y de caricias hubiera alcanzado que el amor se revelara
por sí mismo; no lo hubiera perdido. El amor es una de las imágenes mitológicas del
gran secreto y del gran agente, porque manifiesta a la vez una acción y una pasión, y un
vacío y un lleno, una flecha y una herida.1 Los iniciados deben comprenderme, y a
causa de los profanos no puede decirse demasiado.
Después del maravilloso asno de oro de Apuleyo, no encontramos más epopeyas
mágicas. La ciencia vencida en Alejandría por el fanatismo de los asesinos de Hipatia,
se hace cristiana, o más bien, se oculta bajo los velos’ cristianos de Ammonio, Sinesio y
el anónimo autor de los libros de Dionisio el Areopagita. En ese tiempo era preciso
hacerse perdonar los milagros por las apariencias de la superstición y la ciencia por un
lenguaje ininteligible. Se. resucitó la escritura jeroglífica y se inventaron los pantáculos
y los caracteres que resumían toda una doctrina en un signo, toda una serie de
tendencias y de revelaciones, en una palabra. ¿Cuál era el fin de los aspirantes a la
ciencia? Buscaban el secreto de la gran obra o de la piedra filosofal, o el movimiento
continuo, o la cuadratura del circulo, o la medicina universal, fórmulas que los salvaba
con frecuencia de la persecución y del odio haciéndolos tildar de locura, fórmulas que
1 Refierese probablemente al Tantra o sexo sagrado. La flecha es el organo sexual masculino, la herida la
cabidad vaginal, según las tradiciones orientales el momento cercano al orgasmo genera una gran
cantidad de energia chi que puede ser usada de diversas maneras y con propositos magicos.
manifestaban cada una de por sí, una de las fases del gran secreto mágico como lo
demostraremos más tarde.
Esta ausencia de epopeyas dura hasta nuestra novela de la Rosa; pero, el símbolo de la
rosa, que manifiesta también el sentido misterioso y mágico del poema del Dante, está
tomada de la alta Cábala y ya es tiempo de que abordemos este inmenso manantial
oculto de la filosofía universal.
La Biblia, con todas 1as alegorias que encierra, no manifiesta sino de una
manera incompleta, y velada la ciencia religiosa de los hebreos.. El libro que hemos
hablado y cuyos caracteres, hieráticos explicaremos, el libro que Guillaume Postel
denomina El Génesis de Enoc, existía seguramente antes de Moisés y de los profetas,
cuyo dogma, idéntico en el fondo al de los antiguos egipcios, tenían también su
exoterismo y sus velos. Cuando Moisés hablaba el pueblo, dice alegóricamente el libro
sagrado, colocaba un velo sobre su rostro y se quitaba ese velo para hablar con Dios; tal
es la causa de esos pretendidos absurdos de la Biblia, que tanto han ejercitado el verbo
satírico de Voltaire. Los libros no estaban escritos más que para recordar la tradición, y
se escribían en símbolos inintelibles para los profanos. El Pentateuco y las poesíãs de
los profetas no eran, además, más que libros elementales, sea de dogma, sea de moral,
sea de liturgia, la verdadera filosofia secreta y tradicional no fue escrita sino más tarde,
bajo velos menos transparentes aún. Así es como nació una segunda Biblia desconocida,
o más bien incomprendida por los cristianos; un relato —dicen— de absurdos (y aquí
los creyentes confundidos en una misma ignorancia, hablan como los incrédulos); un
monumento, digamos nosotros, que reune todo lo que el genio filosófico y el religioso
han podido hacer o imaginar de sublime; tesoro rodeado de espinas y diariamente oculto
en una piedra bruta y oscura. Nuestros lectores ya habrán adivinado que quiero hablar
del Talmud.
¡Extraño destino el de los judíos! ¡Los machos cabríos emisarios, los mártires y
salvadores del mundo! ¡Familia movediza, valerosa y dura; que las persecuciones han
siempre conservado intacta, porque aún no ha cumplido su misión! Nuestras tradiciones
apostólicas, ¿no dicen que después de la declinación de la fe en los gentiles, la salvación
debe venir todavía de la casa de Jacob, y entonces el judío crucificado que han adorado
los cristianos pondrá el imperio del mundo en manos de Dios, su padre?
Se siente uno extasiado de admiración al penetrar en el santuario de la cábala, a Ja vista
de un dogma tan lógico, tan sencillo y, al mismo tiempo tan absoluto. La unión
necesaria de las ideas y de los signos, la consagración de las realidades más
fundamentales por los caracteres primitivos, la trinidad de las palabras, las letras y los
números; una filosofía sencilla como el alfabeto, profunda e infinita como el verbo;
teoremas más completos y luminosos que los de Pitágoras; una teología que resume
contando por los dedos; un infinito que puede caber en el hueco de la mano de un niño
veintidós letras, un cuadrado y un circulo; he aqui todos los elementos de la cabala.
¡Son los principios elementales del verbo escrito, reflejo de ese verbo hablando que ha
creado el mundo!
Todas las religiones verdaderamente dogmáticas han salido de la cábala, y a ella
retoman; todo lo que hay de científico y de grandioso en los sueños religiosos de todos
los iluminados, Jacob Boehme, Swedenborg, San Martin, etc., está tomado de la cábala;
todas las asociaciónes masónicas le deben sus secretos y sus símbolos. La cábala
consagra por sí sola la alianza de la razón universal y del Verbo divino; establece por
los contrapesos de dos fuerzas opuestas en apariencia, la balanza eterna del ser, concilia
la razón con la fe, el poder con la libertad, la ciencia con el misterio; tiene las llaves del
pasado, del presente y del porvenir.
Para iniciarse en la cábala, no basta leer y meditar los escritos de Reuchlin, de
Galatinus, de Kricher o de Pico de la Mirándola, es preciso también estudiar y
comprender a los e ritos hebreos de la Colección de Pistorius, el Sepher Jezirah, sobre
todo, después de la filosofía de amor de Leon el Hebreo.. Es preciso, asimismo, abordar
el gran libro de Sohar, leer atentamente en la Colección de 1689 titulada Cábala
denudata, el tratado de la pneumática cabalística y el de la revolución de las almas;
después, penetrar audazmente en las luminosas tinieblas de todo el cuerpo dogmático y
alegórico del Talmud. Entonces se podrá comprender a Guillaume Postel, y confesarse
en voz baja que, aparte de sus sueños, asaz prematuros y demasiados generosos de la
emancipación de la mujer, ese célebre y sabio iluminado podía no estar tan loco como
pretenden aquellos que ni siquiera le han leído.
Acabamos de bosquejar rápidamente la historia de la filosofía oculta, hemos indicado
los manantiales y analizado en pocas palabras los principales libros. Este trabajo no se
refiere más que a la ciencia; pero la Magia, o mejor, el poder mágico, se compone de
dos cosas: una ciencia y una fuerza.
Sin la fuerza, la ciencia no es nada, o más bien, es un peligro. No otorgar la ciencia sino
a la fuerza, tal es la ley suprema de las iniciaciones. Así, el gran revelador, ha dicho: El
reino de Dios sufre violencia, y son los violentos los que le hacen perder su fuerza. la
puerta de la verdad está cerrada como el santuario de una virgen; es preciso ser un
hombre para penetrar en él. Todos los milagros están prometidos ala fe; pero ¿qué es la
fe sino la audacia de una voluntad que no vacila en las tinieblas y que marcha hacia la
luz a través de todas las pruebas y venciendo todos los obstáculos?
Novamos a repetir aquí la historia de las antiguas iniciaciones; cuanto más peligrosas y
terribles eran, tanto más eficaces resultaban; también tenía en mundo entonces hombres
capaces de gobernarlo y de instruirlo. El arte sacerdotal y el arte real consistían
especialmente en pruebas de valor, de discreción y de voluntad. Era un noviciado
semejante al de esos sacerdotes, tan impopulares de nuestros días, conocidos con el
nombre de jesuítas, y que gobernarían todavía el mundo si tuvieran una cabeza
verdaderamente sabia e inteligente.
Después de haber pasado nuestra vida en la investigación de lo absoluto, en religión, en
ciencia y en justicia; después de haber dado vueltas en el circulo de Fausto, hemos
llegado al primer dogma y al primer libro de la humanidad. Allí nos detuvimos; allí
hemos encontrado el secreto de la omnipotencia humana y del progreso indefinido, la
llave de todos los simbolismos, el primero y el último de todos los dogmas. Y hemos
entendido también lo que quiere decir esa palabra tan frecuentemente repetida en el
Evangelio: el reino de Dios.
Dar un punto fijo por apoyo a la actividad humana, es resolver el problema de
Arquímedes, realizando el empleo de su famosa palanca. Eso es lo que hicieron esos
grandes iniciadores que produjeron sacudidas en el mundo, no pudiendo hacerlo sine
mediante el grande e incomunicable secreto. Para garantía, por otra parte, de su nueva
juventud, el fénix simbólico no reaparece nunca a los ojos del mundo sin haber
consumido solemnemente los despojos y las pruebas de su vida anterior. Así es como
Moisés hizo morir en el desierto a todos aquellos que habían podido conocer el Egipto y
sus misterios; así es también como San Pablo en Efeso quemó todos los libros que
trataban de ciencia ocultas; es así, finalmente, también como la Revolución francesa,
hija del Gran Oriente Johannita y de la ceniza de los Templarios, saquea las iglesias y
blasfema de las alegorías del culto divino. Pero todos los dogmas y todos los
renacimientos proscriben la magia y regalan los misterios al fuego o al olvido. El que
todo culto o toda filosofía que viene al mundo es un Benjamín de la humanidad, que no
puede vivir más que dando la muerte a su madre; es que la serpiente simbólica gira
siempre devorando su cola; es que hay necesidad, por razón de ser, que en toda plenitud
haya un vacío, en toda magnitud un espacio, en toda afirmación una negación; es la
realización eterna de la alegoría del fénix.
Dos ilustrados sabios me han precedido en la vía por donde marcho, pero se han pasado,
por decirlo así, la noche en blanco, y por ende, a oscuras. Hablo de Volney y de Dupuis,
de éste especialmente, cuya inmensa erudición no ha podido producir más que una obra
negativa. No ha visto en el origen de todos los cultos más que astronomía, tomando así
el cielo simbólico por el dogma, y el calendario de la leyenda. Un solo conocimiento le
ha faltado, el de la verdadera magia, que encierra los secretos de la cábala. Después ha
pasado por los antiguos santuarios, como el profeta Ezequiel por la llanura cubierta de
osamentas, y no ha entendido más que la muerte, por no saber la palabra que reúne la
virtud de los cuatro vientos del cielo, y qué puede hacer un pueblo viviente de todo ese
inmenso osario, gritando con los antiguos símbolos: ¡Levantaos! ¡Revestíos de una
nueva forma y marchad!
Lo que nadie, pues, ha podido o no ha osado hacer antes de nosotros, ha dado lugar a
que haya llegado un tiempo en que tratemos de hacerlo. Queremos, como Juliano,
reedificar el templo, y no creemos producir con esto un mentís a una sabiduría que
adoramos, y que el mismo Juliano se hubiese dignado adorar, silos doctores, rencorosos
y fanáticos de su tiempo, le hubieran permitido comprenderla. El templo, para nosotros,
tiene dos columnas, sobre una de las cuales el cristianismo ha escrito su nombre. No
tratamos de atacar al cristianismo, por el contrario, lejos de eso, queremos explicarlo.
La inteligencia y la voluntad han, alternativamente, ejercido el poder en el mundo; la
religión y la filosofía luchan todavía en nuestros días, y deben concluir por ponerse de
acuerdo. El cristianismo ha tenido por fin provisorio establecer, por la obediencia a la
fe, una igualdad sobrenatural o religiosa entre los hombres e inmovilizar la inteligencia
por la fe, en fin, dar un punto de apoyo a la virtud que destruyera la aristocracia de la
ciencia, o más bien, reemplazar esa aristocracia ya destruida. La filosofía, por el
contrario, ha trabajado por hacer volver a los hombres por la libertad y la razón, a la
desigualdad natural, y para sustituir, fundando el reino de la industria, el savoir faire, a
la virtud. Ninguna de estas dos acciones ha sido completa y suficiente; ninguna ha
conducido a los hombres a la perfección y a la dicha. Lo que ahora se sueña sin osar
casi esperarlo, es una alianza entre esas dos fuerzas, largo tiempo consideradas como
contrarias, y esa alianza se tiene razón en desearlas, porque las dos grandes potencias
del alma no son opuestas entre sí, como el sexo del hombre no es opuesto al de la
mujer; no hay duda de que son diferentes, pero sus disposiciones, contrarias en
apariencia, no proceden más que de su aptitud para encontrarse y unirse.
—¿,Se trata pues, nada menos que de una solución universal para todos los problemas?
Sin duda, puesto que se trata de explicar la piedra filosofal, el movimiento continuo, la
cuadratura del circulo, el secreto de la gran obra y de la medicina universal. Se nos
motejará de locura como al divino Paracelso, o de charlatanismo, como el grande e
infortunado Cornelio Agrippa. Si la hoguera de Urbano Grandier está apagada, quedan
las sordas prescripciones del silencio o de la calumnia. Nosotros no la desafiamos, pero
nos resignamos. Nosotros no hemos buscado la publicación de esta obra, y creemos que
ha llegado el tiempo de hablar; se habría producido por sí misma, por nosotros o por
otro cualquiera. Permaneceremos tranquilos y en espera de lo que venga.
Nuestra obra tiene dos partes. En una establecemos el dogma cabalísticos y mágico en
todas sus manifestaciones; la otra está consagrada al culto, es decir, a la magia
ceremonial. La una es lo que los antiguos sabios llaman la clavícula; la 01ra, la que
todavía los campesinos llaman el grimorio. El número y el objeto de los capítulos que se
corresponden en ambas partes no tienen nada de arbitrario y se encuentran
perfectamente indicados en la gran clavícula universal, de la que damos, por vez
primera, una explicación
completa y satisfactoria. Ahora, que esta obra vaya a donde quiera y deba ir, y que
resulte lo que quiera la Providencia. Está hecha y la creemos duradera, porque es fuerte
como todo lo que es razonable y concienzudo.
A través del velo de todas las alegorías hieráticas y místicas de los antiguos dogmas, a
través de las tinieblas y de las bizarras pruebas de todas las iniciaciones, bajo el sello de
todas las criaturas sagradas, en las ruinas de Nínive o de Tebas, sobre las carcomidas
piedras de los antiguos templos y sobre la ennegrecida faz de las esfinges de Asiria o de
Egipto, en las monstruosas o maravillosas pinturas que traducen para los creyentes las
páginas sagradas de los Vedas, en los extraños emblemas de nuestros antiguos libros de
alquimia, en las ceremonias de recepción practicadas por todas las sociedades secretas,
se encuentran las huellas de una misma doctrina yen todas partes, cuidadosamente
oculta. La filosofía oculta parece, pues, haber sido la nodriza o la madrina de todas las
religiones, la palanca secreta de todas las fuerzas intelectuales, la llave de todas las
oscuridades divinas y la reina absoluta de la sociedad, en las edades en que ella estaba
exclusivamente reservada a la educación de los sacerdotes y de los reyes.
Había reinado en Persia con los magos, que un día perecieron, como perecen los dueños
del mundo, por haber abusado de su poder; había dotado a la India de las más
maravillosas tradiciones y de un lujo increíble de poesía, de gracia y de terror en sus
emblemas; había civilizado a Grecia mediante los cuidados de la lira de Orfeo; ocultaba
los principios de todas las ciencias y de todos los progresos del espíritu humano, en los
audaces cálculos de Pitágoras; la fábula estaba llena de sus milagros, y la historia,
cuando trataba de juzgar ese poder desconocido, se confundía con la fábula;
derrumbaba o afirmaba los imperios por sus oráculos; hacía palidecer a los tiranos sobre
su trono, y dominaba en todos los espíritus por la curiosidad o por el temor. A esta
ciencia, decía la muchedumbre, nada le es imposible; manda a los elementos, sabe el
lenguaje de los astros y dirige la marcha de las estrellas; la luna, a su vez, cae sangrando
desde el cielo; los muertos se levantan de sus tumbas y articulan palabras fatales que el
viento de la noche repercute. Dueña del amor o del odio, la ciencia puede dar a su
antojo, a los corazones humanos el paraíso o el infierno; dispone, a su placer, de todas
las formas y distribuye como le place, la fealdad ola belleza; cambia, a su vez, con la
varilla de circe, a los hombres en brutos y a los animales en hombres; dispone también
de la vida o de la muerte y puede conferir a su adepto la riqueza, por la transmutación
de los metales y la inmortalidad por su quinta esencia y su elixir, compuesto de oro y de
luz. He aquí lo que había sido la Magia desde Zoroastro hasta Manes, desde Orfeo hasta
Apolonio de Tiana, cuando el cristianismo positivo, triunfante, al fin de los hermosos
sueños y de las gigantescas aspiraciones, de la escuela de Alejandría, osó fulminar
públicamente su filosofía con su anatema, reduciéndola, por esta causa, a ser más oculta
y más misteriosa que nunca.
De otra parte, circulaban con respecto a los iniciados y a los adeptos, rumores extraños
y alarmantes; esos hombres estaban rodeados por todas partes de una influencia fatal;
mataban o hacían enloquecer a aquellos que se dejaban arrastrar por su meliflua
elocuencia o por el prestigio de su sabiduría. Las mujeres a que amaban se convertían
en Estriges, sus hijos desaparecían en los conventículos nocturnos, y se hablaba, en voz
baja y temblando, de sangrientas orgías y de abominables festines. Se habían
encontrado osamentas en los subterráneos de los antiguos templos; se habían escuchado
alaridos durante la noche; las cosechas se malograban y los rebaños languidecían,
cuando el mago pasaba por delante de aquéllas y de éstos. Enfermedades, que
desafiaban el arte de la medicina, hacían su aparición en el mundo —decían-- bajo las
venenosas miradas de los adeptos. En fin, un grito universal de reprobación se eleva
contra la magia, cuyo solo nombre es un crimen, y el odio del vulgo se formula por este
decreto: «¡Al fuego los magos!», como se había dicho algunos siglos antes: «Los
cristianos a los leones.»
Las multitudes no conspiran más que contra los poderes reales; no tienen la ciencia de
lo que es verdadero, pero sí tienen el instinto de lo que es fuerte.
Estaba reservado al siglo XVIII el reírse, à la vez, de los cristianos y de la magia,
cubriendo de fango de igual modo las homilías de Jean-Jacques que los prestigios de
Cagliostro.
Sin embargo, en el fondo de la magia hay ciencia, como en el fondo del cristianismo
hay amor, y en los símbolos evangélicos vemos al Verbo encarnado, adorado en su
infancia por tres magos a quienes guía una estrella (el ternario y el signo del
microcosmos) y recibiendo de ellos el oro, el incienso y la mirra; otro temario
misterioso bajo cuyo emblema están contenidos alegóricamente los más elevados
secretos de la cábala.
El cristianismo no debía odiar a la magia; pero la ignorancia humana siempre tiene
miedo de lo desconocido. La ciencia se vio obligada a ocultarse para librarse de las
apasionadas agresiones de un amor ciego; se envolvió en nuevos jeroglíficos, disimuló
sus esfuerzos y disfrazó sus esperanzas. Entonces fue creada la jerga de la alquimia,
continua decepción para el vulgo, ansioso de oro, pero lengua viva para los verdaderos
discípulos de Hermes.
Y ¡cosa singular! existen en los sagrados libros de los cristianos, obras que la Iglesia
infalible no tiene la pretensión de comprender, ni ha tratado nunca de explicar; la
profecía de Ezequiel y el Apocalipsis; dos clavículas cabalistas, reservadas sin duda en
el cielo para que los comenten los reyes magos; libros terrados y sellados con siete
sellos para los fieles creyentes y perfectamente claros para el infiel iniciado en las
ocultas ciencias.
Otro libro existe aún; pero éste, aunque sea hasta cierto punto popular y se le encuentre
por todas partes, es más oculto y el más desconocido de todos, porque contiene la clave
de todos los demás; se le ha dado publicidad, sin ser conocido por el público; no se
preocupen de pensar en dónde está, porque perderían mil veces el tiempo. Este libro,
más antiguo quizá que el de Enoc, jamás ha sido traducido, y está escrito totalmente en
caracteres primitivos y en páginas sueltas como las tabletas de los antiguos. Un
distinguido sabio ha revelado su existencia, siendo de advertir que lo que le ha llamado
la atención, no ha sido precisamente el secreto, sino la antigüedad y su singular
conservación; otro sabio, pero de un espíritu más fantástico que juicioso, se ha pasado
treinta años estudiándolo, sin comprender nada más que su indiscutible importancia. Se
trata, en efecto, de una obra monumental y singular, sencilla y fuerte como la
arquitectura de las pirámides, y duradera, por consiguiente, como ellas; libro que
resume todas las ciencias y cuyas infinitas combinaciones pueden resolver todos los
problemas; libro que habla y hace pensar; inspirador y regulador de todas las
combinaciones posibles; la obra maestra quizá del espíritu humano, y seguramente una
de las más hermosas que nos ha legado la antigüedad; clavícula, cuyo nombre no ha
sido comprendido y explicado más que por el sabio iluminado Guillaume Postel; texto
único, cuyos primeros caracteres, tan sólo extasiaron el espíritu religioso de San Martin,
y hubieran dado la razón al sublime e infortunado Swedenborg. Este libro —ya
hablaremos de él— y su explicación matemática y rigurosa, será el complemento y la
corona de nuestro concienzudo trabajo
La alianza original del cristianismo y de la ciencia de los magos, si queda
una vez más bien demostrada, no será un descubrimiento de mediana
importancia, y no dudamos que el resultado de un estudio serio de la magia
y de la cábala, no conduzca a los espíritus serios a la conciliación, considerada hasta el
presente como imposible, de la ciencia y del dogma, de la razón
y de la fe.
Ya hemos dicho que la iglesia, cuyo atributo especial es el depósito de las llaves, no
pretende tener las del Apocalipsis o de las visiones de Ezequiel. Para los cristianos y en
opinión suya, en clavículas científicas y mágicas de Salomón se han perdido.
Es cierto, sin embargo, que en el dominio de la inteligencia, gobernada por EL VERBO,
nada de lo que está escrito se pierde, solamente las cosas que los hombres cesan de
comprender, no existen ya para ellos, al menos como verbo. Estas cosas penetran,
entonces, en el dominio del enigma y del misterio.
De otra parte, la antipatía y aun la guerra abierta de la Iglesia oficial contra todo lo que
entra en el dominio de la magia, que es una especie de sacerdocio personal y
emancipado, obedece a causas tan necesarias e inherentes como las del sacerdocio
cristiano. La iglesia ignora lo que es la magia porque debe ignorarlo todo o perecer,
como lo demostraremos más tarde. La conoce menos que su misterioso fundador, que
fue saludado en su cama por los tres magos, es decir, por los embajadores hieráticos de
las tres partes del mundo conocido y de los tres mundos analógicos de la filosofía
oculta.
En la escuela de Alejandría la magia y el cristianismo se dan casi la mano bajo los
auspicios de Ammonio Saccas y de Platón. El dogma de Hermes se encuentra casi todo
entero en los escritos atribuidos a Dionisio el Areopagita. Sinesio traza el plan de un
tratado de los sueños, que debía ser comentado más tarde por Cardan, y compuesto de
himnos que podría servir a la liturgia de la iglesia de Swedenborg, si una Iglesia de
iluminados pudiera tener una liturgia. Es también en esta época de abstracciones
ardientes y de logomaquias apasionadas cuando se une el reinado filosófico de Juliano,
llamado el Apóstata, porque en su juventud había hecho, en contra de su voluntad,
profesión de fe en el cristianismo. Todo el mundo sabe que Juliano tuvo la desgracia de
ser un héroe de Plutarco, fuera de razón, y fue, si así puede hablarse, el Don Quijote de
la Caballería romana; pero lo que todo el mundo no sabe es que Juliano era un
iluminado y un iniciado de primer orden; era un individuo que creía en la unidad de
Dios y en el dogma universal de la Trinidad; era, en una palabra, un ser que no admitía
del antiguo mundo más que sus magníficas símbolos y sus muy graciosas imágenes.
Juliano no era pagano, sino un gnóstico atiborrado de las alegorías del politeísmo
griego, y que tenía la desgracia de encontrar menos sonoro el nombre de Jesucristo que
el de Orfeo. Como emperador pagó sus gastos de colegio como filósofo y como
retórico, y, después que se hubo dado a sí mismo el placer de expirar como
Epaminondas, con las frases de Catón, tuvo de la opinión pública, ya toda cristiana,
anatemas por oración fúnebre y un epíteto deshonroso por última celebridad.
Pasemos por alto las pequeñeces del Bajo Imperio y lleguemos ala Edad Media...
Tomad ese libro, leed en la séptima página y sentaos después sobre el manto que yo voy
a extender y con una de cuyas puntas nos taparemos los ojos... Vuestra cabeza da
vueltas, ¿no es eso, y os parece así como si la tierra huyera de vuestro pies? Manteneos
firmes y no mirdis... El vértigo cesa; hemos llegado. Levantaos y abrid los ojos; pero
guardáos de hacer ningún signo y de pronunciar ninguna palabra cristiana. Estamos en
un paisaje de Salvador Rosa. Es un desierto que reposa después de haberse
desencadenado en él una tormenta. La luna no resplandece en el cielo. Pero, ¿no veis
oscilar las estrellas por entre los matorrales? ¿No escucháis a vuestro alrededor el
revoloteo de gigantescos pájaros que, al pasar, parece que murmurarán palabras
estrañas? Aproximémonos silenciosamente a la. encrucijada. Una ronca y fúnebre
trompeta se deja oir; una infinidad de antorchas e iluminan por todas partes. Una
numerosa asamblea se congrega alrededor de un círculo que está vacío; miran y
esperan. De pronto, todos los concurrentes se prosternan y murmuran: ¡Helo ahí, helo
ahí! ¡Es él! Un príncipe con cabeza de macho cabrío llega contoneándose, sube sobre su
trono, se inclina y presenta a la asamblea un rostro humano, al que todo el mundo
acude, cirio negro en mano, a ofrecerle un saludo y un ósculo; luego se endereza, lanza
una carcajada estridente y distribuye a sus fieles oro, instrucciones secretas, medicinas
ocultas y venenosas. Durante esta ceremonia las malezas se incendian y arden
mezcladas con osamentas humanas y grasas de suplicios. Druidesas coronadas de una
planta parecida al perejil y de verbena sacrifican con falces de oro niños sustraídos al
bautismo y preparan horribles ágapes. Las mesas se ponen; los hombres enmascarados
se colocan al lado de las mujeres semidesnudas, y comienza la bacanal. Nada falta allí,
excepto la sal, que es el símbolo de la sabiduría y la inmortalidad.
Corre el vino a torrentes, dejando manchas semejantes a la sangre; comienza las
conversaciones y las caricias obscenas; toda la concurrencia está borracha de vino, de
lujuria y de canciones deshonestas. Todo el mundo se levanta en desorden y se forman
los corros infernales... Llegan entonces todos los monstruos de la leyenda, todos los
fantasmas de las pesadillas; sapos enormes tocan la flauta al revés, y soplan, apretando
las ancas con sus patas; escarabajos cojitrancos se mezclan en la danza; cangrejos hacen
sonar las castañuelas; cocodrilos hacen piruetas con sus escamas; llegan elefantes y
mamuts vestidos de Cupido y levantan las patas como si danzaran... Luego los corros se
deshacen y se dispersan... se apagan, perdiéndose el humo entre las sombras... Aquí,
allíy acullá se escuchan gritos, carcajadas, blasfemias y estertores... Vamos, despertaos,
y no hagáis el signo de la cruz. Yo os he transportado y estáis en vuestro lecho, os
encontráis un tanto fatigados, un poco si es, no es magullados, a causa del viaje y de la
mala noche; pero habéis visto una cosa de la que todo el mundo habla sin conocerla.
Estáis iniciados en terribles secretos como del antro de Trofonio. ¡Habéis asistido al
Sabbat! De desear es que no os volváis locos y que os mantengáis en un saludable
temor de la justicia y a una distancia respetuosa de la Iglesia y de sus hogueras.
¿Queréis ver ahora alguna cosa menos fantástica, más real, y verdaderamente terrible?
Pues os haré asistir al súplicio de Jacques de Molay y de sus cómplices, o de sus
hermanos en martirio... Pero, no os engañéis y no confundáis al culpable con el
inocente. ¿Hanadorado realmente los templarios ä Baphomet, o han dado un humilde
abrazo a la faz posterior del macho cabrío de Mendés? ¿Qué era, pues, esa asociación
secreta y poderosa que ha puesto en peligro a la Iglesia y al Estado y la cual
exterminaron sin oírla? No juzguéis nada a la ligera; son culpables de un gran crimen,
han dejado ver a los profanos el santuario de la antigua iniciación; han recogido para
repartirlo entre sí, y hacerse los dueños del mundo, los frutos de la ciencia del bien
del mal. El decreto que los condena se remonta más allá que el mismo tribunal del Papa
o de Felipe el Hermoso. «El día que comas de este fruto, morirás», había dicho el
mismo Dios, según vemos en el Génesis.
¿Qué ha ocurrido en el mundo y por qué los sacerdotes y los reyes han temblado? ¿Qué
poder secreto amenaza las tierras y las coronas? He ahí algunos locos que corren de país
en país y que ocultan, según dicen, la piedra filosofal, bajo sus harapos y su miseria.
Pueden cambiarla tierra en oro, y sin embargo ¡carecen de pan y de asilo! Su frente está
ceñida por una aureola de gloria y por un reflejo de ignominia. Eluno ha encontrado la
ciencia universal y no sabe cómo morir para escapar a las torturas de su triunfo: es el
mallorquino Ramon Liull. El Otro cura con remedios fantásticos las enfermedades
imaginarias y ofrece un formal mentís al proverbio que comprueba la ineficacia de un
cauterio en una pierna de madera; es el maravilloso Paracelso, siempre ebrio y siempre
lúcido como los héroes de Rabelais. Aquí es Guillaume Postel, que escribe
ingenuamente a los Padres de Concilio de Trento que ha encontrado la doctrina
absoluta, oculta desde el comienzo del mundo y que ya se le hace tarde en compartirla
con los demás. El Concilio no se inquieta del loco y ni aun se digna condenarle,
pasando al examen de cuestiones tan graves como la gracia eficaz y la gracia suficiente.
Aquel que vemos morir pobre y abandonado es Cornelio Agrippa, el menos mago de
todos, y a quien el vulgo se obstina en considerarle como el mayor hechicero del
mundo, porque era a veces satírico y mistificador. ¿Qué secreto se han llevado todos
esos hombres a sus tumbas? ¿Por qué se les admira sin haberlos conocido? ¿Por qué se
les condenó sin escucharlos? ¿Por qué están inciados en esas terribles ciencias ocultas
de las que la Iglesia y las sociedad tienen miedo? ¿Por qué saben ellos los que los
demás hombres ignoran? ¿Por qué disimulan ellos lo que todo el mundo arde en saber?
¿Por qué están investidos de un poder terrible y desconocido? ¡Las ciencias ocultas! ¡La
magia! He aquí dos palabras que os dicen todo y que aún pueden hacernos pensar más.
De omnire scibili et quibusdam alus.
¿Qué es, por tanto, la magia? ¿Cuál es el poder de esos hombres tan perseguidos y tan
fieros? ¿Por qué si eran tan fuertes no han vencido a sus enemigos? ¿Por qué si eran tan
insensatos y tan débiles se les dispensaba el honor de temerles? ¿Existe una magia,
existe verdaderamente una ciencia oculta que sea ciertamente un poder y que opere
prodigios capaces de competir con los milagros de las religiones autorizadas?
A estas preguntas principales responderemos con una palabra y con un libro. El Libro
será la justificación de la palabra y esta palabra es: sí, ha existido y existe todavía una
magia poderosa y real; sí, todo cuanto las leyendas dicen es cierto; aquí, única y
contrariamente a lo que ocurre generalmente, las exageraciones populares no estaban
sólo de lado sino muy por debajo de la verdad.
Sí, existe un secreto formidable cuya revelación ya ha trastornado el mundo, como lo
atestiguan las tradiciones de Egipto, resumidas simbólicamente por Moisés en el
comienzo del Génesis. Este secreto constituye la ciencia fatal del bien y del mal y su
resultado, cuando se divulga, es la muerte. Moisés lo representa bajo la figura de un
árbol que está en el centro del paraíso terrenal, y vecino, y con las raíces comunes al
árbol de la vida; los cuatm ríos misteriosos, toman su manantial al pie de este árbol, que
está guardado por la espada flameante y parlas cuatro firmas de la esfinge bíblica, el
querubín de Ezequiel... Aquí debo detenerme y hasta temo haber dicho demasiado.
Sí, existe un dogma único, universal, imperecedero, fuerte como la razón suprema,
sencillo como todo lo que es grande, inteligible como todo lo que es universalmente y
absolutamente verdadero, y este dogma ha sido el padre de todos los demás.
Sí, existe una ciencia que confiere al hombre prerrogativas, en apariencia
sobrehúmanas, helas aquí tales y como yo las he hallado enumeradas en un manuscrito
hebreo del siglo XVI.
He aquí ahora cuáles son los privilegios y los poderes del que tiene en su mano derecha
las clavículas de Salomón, y, en la izquierda, la rama florida del almendro.
Aleph. —Ve a Dios cara a cara, sin morir, y conversa familiarmente con los siete
genios que mandan a toda la milicia celeste.
Beth. —Está por encima de todas las aflicciones y de todos los temores.
Ghimel. —Reina en todo el cielo y se hace servir por todo el infierno.
Daleth. —Dispone de su salud y de su vida y puede disponer de las de los demás.
He.~—No puede ser sorprendido ni por el infortunio, ni agobiado por los desastres, ni
vencido por sus enemigos.
Vau. —Sabe la razón del pasado, del presente y del porvenir.
Dzain. —Tiene el secreto de la resurrección de los muertos y la llave de la
inmortalidad.
Estos son los siete grandes privilegios. He aquí ahora los que vienen después.
Heth. —Tener la medicina universal.
Teth. — Encontrar la piedra filosofal.
Jod. —Conocer las leyes del movimiento continuo y poder demostrar la cuadratura
del círculo.
Caph. —Cambiar en oro, no solamente todos los metales, sino también la misma
tierra, y aun las inmundicias de la misma.
Lamed. —Domar a los animales más feroces y saber pronunciar palabras que alienten
y encanten a las serpientes.
Men. —Poseer el arte notorio que da la ciencia universal.
Nun. —Hablar sabiamente sobre todas las cosas sin preparación y sin estudio.
He aquí, por último, los siete menores poderes del mago.
Samech. -Conocer a primera vista el fondo del alma de los hombres y los misterios
del corazón de las mujeres:
Ain. —Forzar, cuando le plazca, a la naturaleza, y revelarse.
Phe. —Prever todos los acontecimientos futuros que no dependan de un libre albedrío
superior, o de una causa inapercibida.
Tsade. —Prestar en el acto a todo el mundo los consuelos más eficaces y los consejos
más saludables.
Resch. — Dominar el amor y el odio.
Schin. —Tener el secreto de las riquezas; ser siempre el amo y no el esclavo. Saber
gozar aun en la pobreza y no caer nunca ni en la abyección ni en la miseria.
Thau. —Agregaremos nosotros a estos tres septenarios que el sabio gobierna a los
dementes, aplaca las tempestades, cura las enfermedades con el tacto y resucita los
muertos.
Estas son las cosas que Salomón selló con su triple sello. Los iniciados saben y basta.
Cuanto a los demás, que rían, que crean, que duden, que amenacen o que tengan miedo,
¿qué importa a la ciencia y qué a nosotros?
Tales son, efectivamente, los resultados de la filosofía oculta, y estamos en condiciones
de no tener una acusación de locura o una suposición de charlatanismo al afirmar que
todos estos privilegios son reales.
Esto es lo que todo nuestro trabajo, acerca de la filosofía oculta tenderá a demostrar.
La piedra filosofal, la medicina universal, la transmutación de los metales, la cuadratura
del círculo y el secreto del movimiento continuo, no son, pues, ni mistificaciones de la
ciencia, ni ensueños de la locura; son términos que es preciso comprender en su
verdadero sentido, y que manifiestan todos los diferentes usos de un mismo secreto, los
diferentes caracteres de una misma operación que se define de una manera más general,
llamándola únicamente la gran obra.
Existe asimismo en la naturaleza una fuerza mucho más poderosa, siquiera sea en otra
forma que el vapor, y por medio de la cual, un solo hombre que pudiera apoderarse de
ella y supiera dirigirla, trastornaría y cambiaría la faz del mundo. Esta fuerza era
conocida por los antiguos, y consiste en agente universal cuya ley suprema es el
equilibrio y cuya dirección tiende inmediatamente al gran arcano de la magia
transcendental. Por medio de la dirección de ese agente, se puede cambiar el orden de
las estaciones; producir en la noche fenómenos inherentes al día; corresponder en un
instante de uno a otro confín del mundo; ver, como Apolonio, lo que ocurría al otro
extremo de la tierra; dara la palabra un éxito y una repercusión universal. Este agente,
que apenas se revela ante el tacto de los discípulos de Mesmer, es precisamente lo que
los aceptos de la Edad Media llamaba la materia primera de la gran obra. Los gnósticos
hacían ígneo el cuerpo del Espíritu Santo, ya él era a quien adoraban en los sitios
secretos del sabbat o del templo, bajo la jeroglífica figura del Baphomet o del macho
cabrío del Andrógino de Mendés. Todo esto quedará demostrado.
Tales son los secretos de la filosofía oculta; tal se nos aparece la magia en la historia,
veámosla, ahora, en los libros y en las obras, en las iniciaciones y en los ritos.
La clave de todas las alegorías mágicas se encuentra en las hojas que hemos señalado y
creemos son obra de Hermes. Alrededor de este libro, que se puede llamar la clave de la
bóveda de todo el edificio de las ciencias ocultas, vienen a establecerse numerosas
leyendas que son o la tradición parcial o el comentario sin cesar, renovado bajo mil
distintas formas. Algunas veces, esas ingeniosas fábulas se agrupan armoniosamente y
forman una gran epopeya que caracteriza una época, sin que la muchedumbre pueda
explicar cómo ni por qué. Así es como la fabulosa historia del Vellocino de Oro,
resume, velándolos, los dogmas herméticos y mágicos de Orfeo, y si nos remontamos
alas poesías misteriosas de Grecia, veremos cómo los Santuarios de Egipto y la India
nos espantan hasta cierto punto con su lujo y nos dejan absortos ante la acumulación de
sus riquezas; luego llegamos a la tebaida, esa asombrosa síntesis de todo el dogma
presente, pasado y futuro, a esa fábula, por decirlo así, infinita, que toca, como el dios
Orfeo, alas dos extremidades del ciclo de la vida humana. ¡Cosa extraña. La siete
puertas de Tebas defendidas y atacadas por siete jefes que han jurado sobre la sangre de
una víctima, tienen el mismo sentido que los siete sellos del libro sagrado explicado por
siete genios, y atacado por un monstruo de siete cabezas, después de haber sido abierto
por un cordero vivo e inmolado en el libro alegórico de San Juan! El origen misterioso
de Egipto, que se encuentra suspendido como un fruto sagrado sobre un árbol del
Cytheron, recuerda los símbolos de Moisés y los relatos del Génesis. Lucha contra su
padre y le mata sin conocerle; espantosa profecía de la emancipación ciega de la razón
sin la ciencia; después llega enfrente de la esfinge. ¡La esfinge! El símbolo de los
símbolos, el enigma eterno para el vulgo, el pedestal del granito de la ciencia de los
sabios, el monstruo devorador y silencioso, que manifiesta por su forma invariable el
dogma único del gran misterio universal, ¿Cómo el cuaternario se cambia en binario y
se explica por el ternario? En otros términos mas emblemáticos, pero más vulgares,
¿Cuál es el animal que por la mañana tiene cuatro patas, dos al mediodía y tres por la
noche? Filosóficamente hablando, ¿cómo el dogma de fuerzas elementales produce el
dualismo del Zoroastro y se resume por la triade de Pitágoras y Platón? ¿Cuál es la
razón final de las alegorías y de los números, la última palabra de todos los
simbolismos? Edipto responde una simple y terrible palabra que mata la esfinge y va a
convertir al adivinador en rey de Tebas; la palabra del enigma ¡es el hombre!...
¡Desgraciado! ha visto demasiado bastante claro, y muy pronto expiará su funesta e
incompleta clarividencia por una ceguera voluntaria; después desaparecerá en medio de
un huracán como todas las civilizaciones que hubiera adivinado un día, sin comprender
todo el alcance y todo el misterio, la palabra del enigma de la esfinge. Todo es
simbólico y transcendental en esa gigantesca epopeya de los destinos humanos. Los dos
hermanos enemigos, manifiestan la segunda parte del gran misterio completado divinamente
por el sacrificio de Antígona; después la guerra, la última guerra, los hermanos
enemigos muertos el uno por el otro; Capaneo, por el rayo que desafiaba; Anfirao
devorado por la tierra, son otras tantas alegorías que llenan de asombro, por su verdad y
por su grandeza, a los que penetran el triple sentido hierático. Esquilo, comentado por
Balanche, no da más que una débil idea, sean por lo demás, las que fueren las
majestades primitivas de Esquilo y la belleza del libro de Balanche.
El libro secreto de la antigua iniciación no era ignorado por Homero que traza el plan y
las principales figuras sobre el escudo de Aquiles con una precisión minuciosa. Pero las
graciosas ficciones de Homero pronto parecen hacer olvidar las sencillas y abstractas
verdades de la revelación primitiva. El hombre se agarra a la forma y olvida la idea; los
signos al multiplicarse pierden su poder; la magia también se corrompe en esa época y
va a descender con las hechiceras de Tesalia a los más profanos encantamientos. El
crimen de Edipo, ha producido sus frutos de muerte y la ciencia del bien y del mal erige
a éste en divinidad sacrílega. Los hombres fatigados de la luz se refugian en la sombra
de la sustancia corporal: el sueño del vacío que Dios llena, pronto les parece más grande
que el mismo Dios y se crea el infierno cuando en el curso de esta obra nos sirvamos de
palabras consagradas: Dios, el cielo, el infierno, sepase de una vez por todas, que
nosotros nos alejamos tanto del sentido atribuido a estas palabras profanas, como la
iniciación esta separada del pensamiento del vulgo.
Dios, para nosotros, es el ázoe de los sabios, el principio eficiente y final de la gran
obra. Ya explicaremos más adelante lo que estos términos tengan de oscuro.
Volvamos a fábula de Edipo. El crimen del rey de Tebas no es el de haber comprendido
a la esfinge, sino el de haber destruido el azote de Tebas sin ser bastante puro para
completar la expiación en el nombre de su pueblo. Así, bien pronto la peste se encarga
de vengar la muerte de la esfinge, y el rey de Tebas, forzado a abdicar, se sacrifica a las
terribles manos del monstruo, que. está más vivo y más devorador que nunca, ahora que
ha pasado del dominio de la forma al de la idea. Edipo, ha visto lo que es el hombre y se
saca los ojos para no ver lo que es Dios. Ha divulgado la mitad del grande arcano
mágico,y para salvar a su pueblo, es preciso que se lleve con él al exilio y la tumba la
otra mitad del terrible secreto.
Después de la fábulá colosal de Edipo, encontramos el gracioso poema de Psique, del
que Apuleyo no es ciertamente el inventor. El gran arcano mágico reaparece aquí bajo
la figura de la unión misteriosa entre un dios y una débil mortal abandonada, sola y
desnuda sobre una roca. Psique debe ignorar el secreto de su ideal realeza, y si
contempla a su esposo le pierde. Apuleyo interpreta y comenta aquí las alegorías de
Moisés; pero, ¿los Eloim de Israel y los dioses de Apuleyo, no ha salido igualmente de
los santuarios de Memfis, y de Tebas? Psique es la hermana de Eva, más bien es Eva
espiritualizada. Ambas quieren saber y pierden la inocencia para pagar el honor de la
prueba. Ambas merecen descender a los infiernos: una para llevarla antigua caja de
Pandora, y la otra para buscar en ellos y aplastarla cabeza de la serpiente, que es el
símbolo del tiempo y del mal. Ambas cometen el crimen que deben expiar, el Prometeo
de los antiguos tiempos y el Lucifer de la leyenda cristiana, el uno entregado, y el otro
sometido por Hércules y por el Salvador.
El gran secreto mágico, es pues, la lámpara y el puñal de Psique, es la manzana de Eva,
es el cetro ardiente de Lucifer, pero es también la cruz santa del Redentor. El saber
bastante para abusar o divulgarlo, es merecer todos los suplicios; el saber como debe
saberse para servirse de él y ocultarle, es ser dueño de lo absoluto.
Todo está encerrado en una palabra, y en una palabra de cuatro letras. Es el tetragrama
de los hebreos, es el azoe de los alquimistas, es el thot., de los bohemios, es el tarot de
los cabalistas. Esa palabra, de tan diversa manera manifestada, quiere decir Dios para
los profanos, significa el hombre para los filósofos, y ofrece a los adeptos la última
palabra de las ciencias humanas y las llave del poder divino; pero sólo al que sabe
servirse de él y comprende la necesidad de no revelarlo nunca. Si Edipto en lugar de
hacer morir a la esfinge la hubiera domado y enganchado a su carro para entrar en
Tebas, hubiera sido rey sin incesto, sin calamidades y sin exilio.
Si Psique a fuerza de sumisiones y de caricias hubiera alcanzado que el amor se revelara
por sí mismo; no lo hubiera perdido. El amor es una de las imágenes mitológicas del
gran secreto y del gran agente, porque manifiesta a la vez una acción y una pasión, y un
vacío y un lleno, una flecha y una herida.1 Los iniciados deben comprenderme, y a
causa de los profanos no puede decirse demasiado.
Después del maravilloso asno de oro de Apuleyo, no encontramos más epopeyas
mágicas. La ciencia vencida en Alejandría por el fanatismo de los asesinos de Hipatia,
se hace cristiana, o más bien, se oculta bajo los velos’ cristianos de Ammonio, Sinesio y
el anónimo autor de los libros de Dionisio el Areopagita. En ese tiempo era preciso
hacerse perdonar los milagros por las apariencias de la superstición y la ciencia por un
lenguaje ininteligible. Se. resucitó la escritura jeroglífica y se inventaron los pantáculos
y los caracteres que resumían toda una doctrina en un signo, toda una serie de
tendencias y de revelaciones, en una palabra. ¿Cuál era el fin de los aspirantes a la
ciencia? Buscaban el secreto de la gran obra o de la piedra filosofal, o el movimiento
continuo, o la cuadratura del circulo, o la medicina universal, fórmulas que los salvaba
con frecuencia de la persecución y del odio haciéndolos tildar de locura, fórmulas que
1 Refierese probablemente al Tantra o sexo sagrado. La flecha es el organo sexual masculino, la herida la
cabidad vaginal, según las tradiciones orientales el momento cercano al orgasmo genera una gran
cantidad de energia chi que puede ser usada de diversas maneras y con propositos magicos.
manifestaban cada una de por sí, una de las fases del gran secreto mágico como lo
demostraremos más tarde.
Esta ausencia de epopeyas dura hasta nuestra novela de la Rosa; pero, el símbolo de la
rosa, que manifiesta también el sentido misterioso y mágico del poema del Dante, está
tomada de la alta Cábala y ya es tiempo de que abordemos este inmenso manantial
oculto de la filosofía universal.
La Biblia, con todas 1as alegorias que encierra, no manifiesta sino de una
manera incompleta, y velada la ciencia religiosa de los hebreos.. El libro que hemos
hablado y cuyos caracteres, hieráticos explicaremos, el libro que Guillaume Postel
denomina El Génesis de Enoc, existía seguramente antes de Moisés y de los profetas,
cuyo dogma, idéntico en el fondo al de los antiguos egipcios, tenían también su
exoterismo y sus velos. Cuando Moisés hablaba el pueblo, dice alegóricamente el libro
sagrado, colocaba un velo sobre su rostro y se quitaba ese velo para hablar con Dios; tal
es la causa de esos pretendidos absurdos de la Biblia, que tanto han ejercitado el verbo
satírico de Voltaire. Los libros no estaban escritos más que para recordar la tradición, y
se escribían en símbolos inintelibles para los profanos. El Pentateuco y las poesíãs de
los profetas no eran, además, más que libros elementales, sea de dogma, sea de moral,
sea de liturgia, la verdadera filosofia secreta y tradicional no fue escrita sino más tarde,
bajo velos menos transparentes aún. Así es como nació una segunda Biblia desconocida,
o más bien incomprendida por los cristianos; un relato —dicen— de absurdos (y aquí
los creyentes confundidos en una misma ignorancia, hablan como los incrédulos); un
monumento, digamos nosotros, que reune todo lo que el genio filosófico y el religioso
han podido hacer o imaginar de sublime; tesoro rodeado de espinas y diariamente oculto
en una piedra bruta y oscura. Nuestros lectores ya habrán adivinado que quiero hablar
del Talmud.
¡Extraño destino el de los judíos! ¡Los machos cabríos emisarios, los mártires y
salvadores del mundo! ¡Familia movediza, valerosa y dura; que las persecuciones han
siempre conservado intacta, porque aún no ha cumplido su misión! Nuestras tradiciones
apostólicas, ¿no dicen que después de la declinación de la fe en los gentiles, la salvación
debe venir todavía de la casa de Jacob, y entonces el judío crucificado que han adorado
los cristianos pondrá el imperio del mundo en manos de Dios, su padre?
Se siente uno extasiado de admiración al penetrar en el santuario de la cábala, a Ja vista
de un dogma tan lógico, tan sencillo y, al mismo tiempo tan absoluto. La unión
necesaria de las ideas y de los signos, la consagración de las realidades más
fundamentales por los caracteres primitivos, la trinidad de las palabras, las letras y los
números; una filosofía sencilla como el alfabeto, profunda e infinita como el verbo;
teoremas más completos y luminosos que los de Pitágoras; una teología que resume
contando por los dedos; un infinito que puede caber en el hueco de la mano de un niño
veintidós letras, un cuadrado y un circulo; he aqui todos los elementos de la cabala.
¡Son los principios elementales del verbo escrito, reflejo de ese verbo hablando que ha
creado el mundo!
Todas las religiones verdaderamente dogmáticas han salido de la cábala, y a ella
retoman; todo lo que hay de científico y de grandioso en los sueños religiosos de todos
los iluminados, Jacob Boehme, Swedenborg, San Martin, etc., está tomado de la cábala;
todas las asociaciónes masónicas le deben sus secretos y sus símbolos. La cábala
consagra por sí sola la alianza de la razón universal y del Verbo divino; establece por
los contrapesos de dos fuerzas opuestas en apariencia, la balanza eterna del ser, concilia
la razón con la fe, el poder con la libertad, la ciencia con el misterio; tiene las llaves del
pasado, del presente y del porvenir.
Para iniciarse en la cábala, no basta leer y meditar los escritos de Reuchlin, de
Galatinus, de Kricher o de Pico de la Mirándola, es preciso también estudiar y
comprender a los e ritos hebreos de la Colección de Pistorius, el Sepher Jezirah, sobre
todo, después de la filosofía de amor de Leon el Hebreo.. Es preciso, asimismo, abordar
el gran libro de Sohar, leer atentamente en la Colección de 1689 titulada Cábala
denudata, el tratado de la pneumática cabalística y el de la revolución de las almas;
después, penetrar audazmente en las luminosas tinieblas de todo el cuerpo dogmático y
alegórico del Talmud. Entonces se podrá comprender a Guillaume Postel, y confesarse
en voz baja que, aparte de sus sueños, asaz prematuros y demasiados generosos de la
emancipación de la mujer, ese célebre y sabio iluminado podía no estar tan loco como
pretenden aquellos que ni siquiera le han leído.
Acabamos de bosquejar rápidamente la historia de la filosofía oculta, hemos indicado
los manantiales y analizado en pocas palabras los principales libros. Este trabajo no se
refiere más que a la ciencia; pero la Magia, o mejor, el poder mágico, se compone de
dos cosas: una ciencia y una fuerza.
Sin la fuerza, la ciencia no es nada, o más bien, es un peligro. No otorgar la ciencia sino
a la fuerza, tal es la ley suprema de las iniciaciones. Así, el gran revelador, ha dicho: El
reino de Dios sufre violencia, y son los violentos los que le hacen perder su fuerza. la
puerta de la verdad está cerrada como el santuario de una virgen; es preciso ser un
hombre para penetrar en él. Todos los milagros están prometidos ala fe; pero ¿qué es la
fe sino la audacia de una voluntad que no vacila en las tinieblas y que marcha hacia la
luz a través de todas las pruebas y venciendo todos los obstáculos?
Novamos a repetir aquí la historia de las antiguas iniciaciones; cuanto más peligrosas y
terribles eran, tanto más eficaces resultaban; también tenía en mundo entonces hombres
capaces de gobernarlo y de instruirlo. El arte sacerdotal y el arte real consistían
especialmente en pruebas de valor, de discreción y de voluntad. Era un noviciado
semejante al de esos sacerdotes, tan impopulares de nuestros días, conocidos con el
nombre de jesuítas, y que gobernarían todavía el mundo si tuvieran una cabeza
verdaderamente sabia e inteligente.
Después de haber pasado nuestra vida en la investigación de lo absoluto, en religión, en
ciencia y en justicia; después de haber dado vueltas en el circulo de Fausto, hemos
llegado al primer dogma y al primer libro de la humanidad. Allí nos detuvimos; allí
hemos encontrado el secreto de la omnipotencia humana y del progreso indefinido, la
llave de todos los simbolismos, el primero y el último de todos los dogmas. Y hemos
entendido también lo que quiere decir esa palabra tan frecuentemente repetida en el
Evangelio: el reino de Dios.
Dar un punto fijo por apoyo a la actividad humana, es resolver el problema de
Arquímedes, realizando el empleo de su famosa palanca. Eso es lo que hicieron esos
grandes iniciadores que produjeron sacudidas en el mundo, no pudiendo hacerlo sine
mediante el grande e incomunicable secreto. Para garantía, por otra parte, de su nueva
juventud, el fénix simbólico no reaparece nunca a los ojos del mundo sin haber
consumido solemnemente los despojos y las pruebas de su vida anterior. Así es como
Moisés hizo morir en el desierto a todos aquellos que habían podido conocer el Egipto y
sus misterios; así es también como San Pablo en Efeso quemó todos los libros que
trataban de ciencia ocultas; es así, finalmente, también como la Revolución francesa,
hija del Gran Oriente Johannita y de la ceniza de los Templarios, saquea las iglesias y
blasfema de las alegorías del culto divino. Pero todos los dogmas y todos los
renacimientos proscriben la magia y regalan los misterios al fuego o al olvido. El que
todo culto o toda filosofía que viene al mundo es un Benjamín de la humanidad, que no
puede vivir más que dando la muerte a su madre; es que la serpiente simbólica gira
siempre devorando su cola; es que hay necesidad, por razón de ser, que en toda plenitud
haya un vacío, en toda magnitud un espacio, en toda afirmación una negación; es la
realización eterna de la alegoría del fénix.
Dos ilustrados sabios me han precedido en la vía por donde marcho, pero se han pasado,
por decirlo así, la noche en blanco, y por ende, a oscuras. Hablo de Volney y de Dupuis,
de éste especialmente, cuya inmensa erudición no ha podido producir más que una obra
negativa. No ha visto en el origen de todos los cultos más que astronomía, tomando así
el cielo simbólico por el dogma, y el calendario de la leyenda. Un solo conocimiento le
ha faltado, el de la verdadera magia, que encierra los secretos de la cábala. Después ha
pasado por los antiguos santuarios, como el profeta Ezequiel por la llanura cubierta de
osamentas, y no ha entendido más que la muerte, por no saber la palabra que reúne la
virtud de los cuatro vientos del cielo, y qué puede hacer un pueblo viviente de todo ese
inmenso osario, gritando con los antiguos símbolos: ¡Levantaos! ¡Revestíos de una
nueva forma y marchad!
Lo que nadie, pues, ha podido o no ha osado hacer antes de nosotros, ha dado lugar a
que haya llegado un tiempo en que tratemos de hacerlo. Queremos, como Juliano,
reedificar el templo, y no creemos producir con esto un mentís a una sabiduría que
adoramos, y que el mismo Juliano se hubiese dignado adorar, silos doctores, rencorosos
y fanáticos de su tiempo, le hubieran permitido comprenderla. El templo, para nosotros,
tiene dos columnas, sobre una de las cuales el cristianismo ha escrito su nombre. No
tratamos de atacar al cristianismo, por el contrario, lejos de eso, queremos explicarlo.
La inteligencia y la voluntad han, alternativamente, ejercido el poder en el mundo; la
religión y la filosofía luchan todavía en nuestros días, y deben concluir por ponerse de
acuerdo. El cristianismo ha tenido por fin provisorio establecer, por la obediencia a la
fe, una igualdad sobrenatural o religiosa entre los hombres e inmovilizar la inteligencia
por la fe, en fin, dar un punto de apoyo a la virtud que destruyera la aristocracia de la
ciencia, o más bien, reemplazar esa aristocracia ya destruida. La filosofía, por el
contrario, ha trabajado por hacer volver a los hombres por la libertad y la razón, a la
desigualdad natural, y para sustituir, fundando el reino de la industria, el savoir faire, a
la virtud. Ninguna de estas dos acciones ha sido completa y suficiente; ninguna ha
conducido a los hombres a la perfección y a la dicha. Lo que ahora se sueña sin osar
casi esperarlo, es una alianza entre esas dos fuerzas, largo tiempo consideradas como
contrarias, y esa alianza se tiene razón en desearlas, porque las dos grandes potencias
del alma no son opuestas entre sí, como el sexo del hombre no es opuesto al de la
mujer; no hay duda de que son diferentes, pero sus disposiciones, contrarias en
apariencia, no proceden más que de su aptitud para encontrarse y unirse.
—¿,Se trata pues, nada menos que de una solución universal para todos los problemas?
Sin duda, puesto que se trata de explicar la piedra filosofal, el movimiento continuo, la
cuadratura del circulo, el secreto de la gran obra y de la medicina universal. Se nos
motejará de locura como al divino Paracelso, o de charlatanismo, como el grande e
infortunado Cornelio Agrippa. Si la hoguera de Urbano Grandier está apagada, quedan
las sordas prescripciones del silencio o de la calumnia. Nosotros no la desafiamos, pero
nos resignamos. Nosotros no hemos buscado la publicación de esta obra, y creemos que
ha llegado el tiempo de hablar; se habría producido por sí misma, por nosotros o por
otro cualquiera. Permaneceremos tranquilos y en espera de lo que venga.
Nuestra obra tiene dos partes. En una establecemos el dogma cabalísticos y mágico en
todas sus manifestaciones; la otra está consagrada al culto, es decir, a la magia
ceremonial. La una es lo que los antiguos sabios llaman la clavícula; la 01ra, la que
todavía los campesinos llaman el grimorio. El número y el objeto de los capítulos que se
corresponden en ambas partes no tienen nada de arbitrario y se encuentran
perfectamente indicados en la gran clavícula universal, de la que damos, por vez
primera, una explicación
completa y satisfactoria. Ahora, que esta obra vaya a donde quiera y deba ir, y que
resulte lo que quiera la Providencia. Está hecha y la creemos duradera, porque es fuerte
como todo lo que es razonable y concienzudo.
_
ELIPHAS LÉVI
TABLA DE CAPITULOS Y
PLAN DEL LIBRO
PRIMERA PARTE
El Dogma
1 A. El Recipiendario. —Unidad del dogma. —Cualidades que re
quiere el adepto.
2 B. Las columnas del templo. —Bases de la docirina. —Los dos
principios. —El agente y el paciente.
3 C. El triángulo de Salomón. —Teología universal del ternario.
—Macrocosmo.
4 D. El tetragrama. —Virtud mágica del cuaternario. —Analogías y
adaptaciones. —Espíritus elementales de la cábala.
5 E. El pentágrama. —El microcosmos y su signo. —Poder sobre los
elementos y sobre los espíritus.
6 F. El equilibrio mágico. —Acción de la voluntad. —Iniciativa y -
resistencia. —Amor sexual. —El lleno y el vacío.
7 G. La espada flamígera. —El sanctum regnum . —Los siete ángeles
y los siete genios de los planetas. —Virtud universal del sep
ternario.
8 . La realización. —Reproducción analógica de las fuerzas.
—Encarnación de ideas. —Paralelismo. —Antagonismo
necesario.
_
I. La iniciación. —La lámpara, el manto y el bastón mágico.
—Profecía e intuición. —Seguridad y estabilidad del inicia
do en medio de los peligros. —Ejercicio del poder mágico.
10 K. La cábala. —Sefirots. —Semhamphoras. —Tarots. —Las vías y
las puertas; el Bereshit y la Mercavah, la Gematría y la
Témurah.
11 L. La cadena mágica. —Comentes magnéticas. —Secretos de los
grandes éxitos. —Mesas parlantes. —Manifestaciones fluí
dicas.
12
M. La gran obra. —Magia hermética. —Dogmas de Hermes. —La
Minerva Mundi. —El grande y único Athanor. —El ahorca
do.
13 N. La nigromancia. —Revelaciones de ultratumba. —Secretos de
la muerte y de la vida. —Evocaciones.
14 O. Las transmutaciones. —Licantropía. —Posesiones mutuas o
embrujamiento de las almas. -Varilla de Circe. -El elixir
de Cagliostro.
15 P. La magia negra. —Demonomancla. —Obsesiones. —Misterios
20
de las enfermedades nerviosas. —Ursulinas de Loudun y
religiosas de Louviers. —Grandier y el Padre Girad. —El
libro de Eudes de M.
16 Q. Los hechizos. —Fuerzas peligrosas. —Poder de vida y de muer
te. —Hechos y principios. —Remedios. —Práctica de Paracelso.
17 R. La astrologia. —Conocimiento de los hombres según los
signos de su nacimiento. —Frenología. —Quiromancia.
—Metoposcopla. —Los planetas y las estrellas. —Años cli
matéricos. —Predicpones por las revoluciones astrales.
18 S. Losfiltrosy los maleficios. —Magia envenenadora. —Polvos y~
pactos hechiceros. —La jetatura en Nápoles. —El mal de~
ojos. —Las supersticiones. —Los talismanes.
19 , T. La piedra de losfilósofos. Elagabala. —Lo que es esta piedra.
-Por qué una piedra. -Singulares analogías.
20 U. La medicina universal. —Prolongación de la vida por el oro
potable. .—Resurreccionísmo. —Abolición de dolor..
21 X. La adivinación. —Sueños. —Sonambulismos. —Presentimien
tos. —Segunda vista. —Instrumentos adivinatorios. —Alliet
te y sus descubrimientos acerca del tarot.
22 Z. Resumen y clave general de las cuatro ciencias ocultas.
—Cábala. —Magia. —Alquimia. —Magnetismo o meditación
oculta.
_
SEGUNDA PARTE
Ritual
ELIPHAS LÉVI
TABLA DE CAPITULOS Y
PLAN DEL LIBRO
PRIMERA PARTE
El Dogma
1 A. El Recipiendario. —Unidad del dogma. —Cualidades que re
quiere el adepto.
2 B. Las columnas del templo. —Bases de la docirina. —Los dos
principios. —El agente y el paciente.
3 C. El triángulo de Salomón. —Teología universal del ternario.
—Macrocosmo.
4 D. El tetragrama. —Virtud mágica del cuaternario. —Analogías y
adaptaciones. —Espíritus elementales de la cábala.
5 E. El pentágrama. —El microcosmos y su signo. —Poder sobre los
elementos y sobre los espíritus.
6 F. El equilibrio mágico. —Acción de la voluntad. —Iniciativa y -
resistencia. —Amor sexual. —El lleno y el vacío.
7 G. La espada flamígera. —El sanctum regnum . —Los siete ángeles
y los siete genios de los planetas. —Virtud universal del sep
ternario.
8 . La realización. —Reproducción analógica de las fuerzas.
—Encarnación de ideas. —Paralelismo. —Antagonismo
necesario.
_
I. La iniciación. —La lámpara, el manto y el bastón mágico.
—Profecía e intuición. —Seguridad y estabilidad del inicia
do en medio de los peligros. —Ejercicio del poder mágico.
10 K. La cábala. —Sefirots. —Semhamphoras. —Tarots. —Las vías y
las puertas; el Bereshit y la Mercavah, la Gematría y la
Témurah.
11 L. La cadena mágica. —Comentes magnéticas. —Secretos de los
grandes éxitos. —Mesas parlantes. —Manifestaciones fluí
dicas.
12
M. La gran obra. —Magia hermética. —Dogmas de Hermes. —La
Minerva Mundi. —El grande y único Athanor. —El ahorca
do.
13 N. La nigromancia. —Revelaciones de ultratumba. —Secretos de
la muerte y de la vida. —Evocaciones.
14 O. Las transmutaciones. —Licantropía. —Posesiones mutuas o
embrujamiento de las almas. -Varilla de Circe. -El elixir
de Cagliostro.
15 P. La magia negra. —Demonomancla. —Obsesiones. —Misterios
20
de las enfermedades nerviosas. —Ursulinas de Loudun y
religiosas de Louviers. —Grandier y el Padre Girad. —El
libro de Eudes de M.
16 Q. Los hechizos. —Fuerzas peligrosas. —Poder de vida y de muer
te. —Hechos y principios. —Remedios. —Práctica de Paracelso.
17 R. La astrologia. —Conocimiento de los hombres según los
signos de su nacimiento. —Frenología. —Quiromancia.
—Metoposcopla. —Los planetas y las estrellas. —Años cli
matéricos. —Predicpones por las revoluciones astrales.
18 S. Losfiltrosy los maleficios. —Magia envenenadora. —Polvos y~
pactos hechiceros. —La jetatura en Nápoles. —El mal de~
ojos. —Las supersticiones. —Los talismanes.
19 , T. La piedra de losfilósofos. Elagabala. —Lo que es esta piedra.
-Por qué una piedra. -Singulares analogías.
20 U. La medicina universal. —Prolongación de la vida por el oro
potable. .—Resurreccionísmo. —Abolición de dolor..
21 X. La adivinación. —Sueños. —Sonambulismos. —Presentimien
tos. —Segunda vista. —Instrumentos adivinatorios. —Alliet
te y sus descubrimientos acerca del tarot.
22 Z. Resumen y clave general de las cuatro ciencias ocultas.
—Cábala. —Magia. —Alquimia. —Magnetismo o meditación
oculta.
_
SEGUNDA PARTE
Ritual
_
1.— Disposiciones y principios de la operación mágica, preparaciones personales del
operador.
2.— Empleo alterno de las fuerzas. —Oposiciones necesarias en la práctica.
—Ataque y resistencia simultáneas. —La paleta y la espada de los Templarios.
3.— Empleo del temario en los conjuros y los sacrificios mágicos. —El triángulo de
las evocaciones y de los pentáculos. —Las combinaciones tringulares. —El tridente
mágico de Paracelso.
4.— Los elementos ocultos y su uso. —Conjuro de cuatro. —Modo de dominar y de
servirse de los espíritus elementales y de los genios malhechores.
5.— Uso y consagración del pentagrama.
6.— Aplicación de la voluntad al Gran agente. —El médium natural y el mediador
extra-natural.
7.— Ceremonias, vestidos y perfumes propios para los siete días de la semana. -
Confección de los siete talismanes y consagración de los instrumentos mágicos.
8.— Precauciones que deben adoptarse al realizar las grandes obras de la ciencia.
9.— Ceremonias de las iniciaciones. —Su finalidad y su espíritu.
lo.— Uso de los pantáculos. —Los misterios antiguos y modernos. -Clave de las
oscuridades bíblicas. —Ezequiel y San Juan.
11.— Tres modos de formar la cadena mágica.
12.— Procedimientos y secretos de la Gran obra. — Ramon Lluil y Nicholas Flamel.
13.— Ceremonial para la resurrección de los muertos y la nicromancia.
14.— Medios para cambiar la naturaleza de las cosas. —El cordero de Cyges. Palabras
que operan las transmutaciones.
15.— Ritos de Sabbat y de las evocaciones particulares. —El macho cabrío de Mendés
y su culto. —Aberraciones de Catalina de Médicis y de Gifles de Laval, señor de Raiz.
16.— Ceremonia de los hechizos y de los maleficios. —Modo de defenderse.
17.— Adivinación por las estrellas. —Planisferio de Gaffarel. -Cómo puede leerse en
el cielo el destino de los hombres y de los Imperios.
18.— Composición de filtros. —Modo de influenciar los destinos. —Remedios y
preservativos.
19.— Uso de la piedra filosofal. -Cómo debe conservarse, disolverla en partes y
recomponerla inmediatamente.
20.— Taumaturgia. —Terapéutica. —Insuflaciones frías y calientes. —Pases cony sin
contacto. —Imposición de las manos. —Diversas virtudes de la saliva. —El aceite y el
vino. —La incubación y el mensaje.
21.— Ceremonial de las operaciones adivinatorias. —La clavícula deTrithemo. —El
porvenir probable de Europa y del mundo.
22.— Cómo toda esta ciencia está contenida en el libro de Hermes. —Antigüedad de
este libro. —Trabajos de Court de Gebelin y de Etteilla. Los theraphines de los hebreos,
según Gaffarel. —La clave de Guillaume Postel. —Un libro de San Martin. —La
verdadera figura del Arca de la Alianza. —Tarots italianos y alemanes. —Tarots chinos.
22
—Una medalla del siglo XVI. —Clave universal del tarot. —Su aplicación a las
figuras de la Apocalipsis. —Los siete sellos de la cábala cristiana. —Conclusión
de toda la obra.
23
El esoterismo sacerdotal formulando la reprobación
_
1 A
EL RECIPIENDARIO
Disciplina - Ensoph - Keter
1.— Disposiciones y principios de la operación mágica, preparaciones personales del
operador.
2.— Empleo alterno de las fuerzas. —Oposiciones necesarias en la práctica.
—Ataque y resistencia simultáneas. —La paleta y la espada de los Templarios.
3.— Empleo del temario en los conjuros y los sacrificios mágicos. —El triángulo de
las evocaciones y de los pentáculos. —Las combinaciones tringulares. —El tridente
mágico de Paracelso.
4.— Los elementos ocultos y su uso. —Conjuro de cuatro. —Modo de dominar y de
servirse de los espíritus elementales y de los genios malhechores.
5.— Uso y consagración del pentagrama.
6.— Aplicación de la voluntad al Gran agente. —El médium natural y el mediador
extra-natural.
7.— Ceremonias, vestidos y perfumes propios para los siete días de la semana. -
Confección de los siete talismanes y consagración de los instrumentos mágicos.
8.— Precauciones que deben adoptarse al realizar las grandes obras de la ciencia.
9.— Ceremonias de las iniciaciones. —Su finalidad y su espíritu.
lo.— Uso de los pantáculos. —Los misterios antiguos y modernos. -Clave de las
oscuridades bíblicas. —Ezequiel y San Juan.
11.— Tres modos de formar la cadena mágica.
12.— Procedimientos y secretos de la Gran obra. — Ramon Lluil y Nicholas Flamel.
13.— Ceremonial para la resurrección de los muertos y la nicromancia.
14.— Medios para cambiar la naturaleza de las cosas. —El cordero de Cyges. Palabras
que operan las transmutaciones.
15.— Ritos de Sabbat y de las evocaciones particulares. —El macho cabrío de Mendés
y su culto. —Aberraciones de Catalina de Médicis y de Gifles de Laval, señor de Raiz.
16.— Ceremonia de los hechizos y de los maleficios. —Modo de defenderse.
17.— Adivinación por las estrellas. —Planisferio de Gaffarel. -Cómo puede leerse en
el cielo el destino de los hombres y de los Imperios.
18.— Composición de filtros. —Modo de influenciar los destinos. —Remedios y
preservativos.
19.— Uso de la piedra filosofal. -Cómo debe conservarse, disolverla en partes y
recomponerla inmediatamente.
20.— Taumaturgia. —Terapéutica. —Insuflaciones frías y calientes. —Pases cony sin
contacto. —Imposición de las manos. —Diversas virtudes de la saliva. —El aceite y el
vino. —La incubación y el mensaje.
21.— Ceremonial de las operaciones adivinatorias. —La clavícula deTrithemo. —El
porvenir probable de Europa y del mundo.
22.— Cómo toda esta ciencia está contenida en el libro de Hermes. —Antigüedad de
este libro. —Trabajos de Court de Gebelin y de Etteilla. Los theraphines de los hebreos,
según Gaffarel. —La clave de Guillaume Postel. —Un libro de San Martin. —La
verdadera figura del Arca de la Alianza. —Tarots italianos y alemanes. —Tarots chinos.
22
—Una medalla del siglo XVI. —Clave universal del tarot. —Su aplicación a las
figuras de la Apocalipsis. —Los siete sellos de la cábala cristiana. —Conclusión
de toda la obra.
23
El esoterismo sacerdotal formulando la reprobación
_
1 A
EL RECIPIENDARIO
Disciplina - Ensoph - Keter
_
Cuando un filósofo ha tomado como base de una nueva revelación de la sabiduría
humana este razonamiento; Yo pienso, luego existo, ha cambiado en cierto modo, y a
despecho suyo, según la revelación cristiana, la noción antigua del Ser Supremo.
Moisés hace decir al Ser de los seres: Yo soy el que soy. Descartes hace decir al
hombre: Yo soy el que piensa, y como pensar es hablar interiormente, el hombre de
Descartes puede decir como el Dios de San Juan el Evangelista: Yo soy aquel en quien
está y por quien se manifiesta el Verbo, in principio erat verbum.
¿Qué es lo que es un principio? Es una base de la palabra, es una razón de ser del verbo.
La esencia del verbo está en el principio; el principio es lo que es; la inteligencia es un
principio que habla.
¿Qué cosa es la luz intelectual? Es la palabra. ¿Qué cosa es la revelación? Es la palabra;
el ser es el principio, la palabra el medio, y la plenitud o el desenvolvimiento y la
perfección de ser, es el fin; hablar es crear.
Pero decir: Yo pienso, luego existo, es deducir de la consecuencia el principio, y
recientes contradicciones elaboradas por un gran escritor, por Lamennais, han
demostrado suficientemente la imperfección filosófica de este método. Yo soy, luego
existe alguna cosa, nos parece ser una base más primitiva y más sencilla de la filosofía
experimental.
Yo soy, luego el ser existe
Ego sum qui sum: he aquí la revelación primera de Dios en el hombre y del hombre en
el mundo, y es también el primer axioma de la filosofía oculta
El ser es el ser
Esta filosofía tiene, pues, por principio lo que es, y no tiene nada de hipotético ni de
aventurado.
Mercurio Trismegisto comienza su admirable símbolo, conocido bajo el nombre de
tabla de esmeralda, por esta triple afirmación: Es verdad, es cierto sin error, es del todo
verdad. Así, lo verdadero confirmado por la experiencia en física, la certidumbre
desprendida de toda aleación de error en filosofía, la verdad absoluta indicada por la
analogía en el dominio de la religión o de lo infinito, tales son las primeras necesidades
de las verdadera ciencia, y es lo que la magia sola puede acordar a sus adeptos.
Pero, ante todas las cosas, ¿quién eres tú que tienes este libro entre tus manos y que te
propones leerlo?...
Sobre el frontis de un templo que la antigüedad había dedicado al Dios de la luz, se leía
esta inscripción de dos palabras: conócete.
Este mismo consejo es el que yo debo ofrecer a todo hombre que quiera aproximarse a
la ciencia.
La magia, a laque los antiguos llamaban Sanctum regnum, el santo reino, o el reino de
Dios, Regnum Dei, no se ha hecho más que para los reyes y para los sacerdotes. ¿Sois
sacerdote? ¿Sois rey? El sacerdocio de la magia no es vulgar, y sus reinado no tiene
nada que debatir en los principios de este mundo. Los reyes de la ciencia son los
sacerdotes de la verdad, y su reino está oculto para la muchedumbre, como suš
sacrificios y sus plegarias. Los reyes de la ciencia son los hombres que conocen la
verdad ya quienes la verdad ha libertado según la formal promesa del más poderoso de
los iniciados.
El hombre que es esclavo de sus pasiones o de prejuicios de este mundo, no puede ser
iniciado y no podrá serlo tampoco mientras no se reforme; no podrá ser, pues, un
adepto, porque la palabra adepto significa aquel que ha llegado por su voluntad y por
sus obras.
El hombre que ama sus ideas y que tiene miedo de desprenderse de ellas; aquel que
teme las nuevas verdades y está dispuesto a dudar de todo antes que admitir alguna cosa
al azar, ése debe cerrar este libro, puesto que resultaría peligroso o inútil para él; lo
comprenderá mal y se encontrará perturbado, pero lo estaría mucho más si por ventura
llegara a comprenderlo bien.
Si amáis más al mundo que a la razón, a la verdad ya la justicia; si vuestra voluntad es
incierta y vacilante, sea én el bien sea en el mal; si la lógica os espanta, si la verdad
desnuda os hace enrojecer; si se os hiere al tocar los errores en que habéis sido criados,
condenad inmediatamente el libro y haced, al no leerlo, como si no existiera para
vosotros; pero no le motejéis de peligroso; los secretos que revela serán comprendidos
sólo por un pequeño número de hombres, y aquellos que los comprendan no los
revelarán ciertamente. Mostrarla luz alas aves nocturnas es ocultársela, puesto que las
ciega y se convierte para ellas en algo más oscuro que las tinieblas. Hablaré, pues,
claramente; lo diré todo y tengo la firme confianza de que sólo los iniciados, o los que
sean dignos de serlo, lo leerán y comprenderán algo.
Hay una verdadera y una falsa ciencia, una magia divina y una magia infernal, es decir,
embustera y tenebrosa; vamos a revelar la una ya desvelar la otra; vamos a distinguir al
mago del hechicero, y al adepto del charlatán.
El mago dispone de una fuerza que conoce; el hechicero se esfuerza por abusar de lo
que ignora.
El diablo, si está permitido emplearen un libro de ciencia esta palabra despreciable y
vulgar, se entrega al mago y el hechicero se entrega al diablo.
El mago es el soberano pontífice de la naturaleza, el hechicero no es otra cosa que el
profanador de la misma.
El hechicero es al mago lo que el supersticioso y el fanático al hombre verdaderamente
religioso.
Antes de ir más lejos, definamos claramente lo que es la Magia.
La Magia es la ciencia tradicional de los secretos de la naturaleza, que nos viene de los
magos.
Por medio de esta ciencia, el adepto se encuentra investido de una omnipotencia
relativa, y puede operar sobrehumanamente, es decir, de una manera que no está al
alcance de los demás hombres.
Así es como muchos adeptos célebres, tales como Mercurio, Trismegisto, Osiris, Orfeo,
Apolonio de Tiana y otros, que podrían ser inconveniente o peligroso nombrar, han
podido ser adorados o invocados después de su
muerte como dioses. También es así como algunos otros han llegado a ser prosélitos del
infierno o aventureros sospechosos como el emperador Juliano, Apuleyo, el encantador
Merlín y el arqui-hechicero, como se le llamaba en su época, al ilustre y desgraciado
Cornelio Agrippa.
Volviendo al Sanctun regnun, es decir, a la ciencia y al poder de los magos, diremos
que se les son indispensables cuatro cosas: una inteligencia esclarecida por el estudio,
una audacia sin limites, una voluntad inquebrantables y una discreción que no pueda
corromperse o enervarse por nada.
Saber, Osar, Querer y Callar. He ahí los cuatro verbos del mago, que estan escritos en
las cuatro formas simbólicas de la esfinge. Estos cuatro verbos pueden combinarse
juntos de cuatro maneras, y se explican cuatro veces los unos por los otros. 2
En la primera página del libro de Hermes, el adepto está representado cubierto con un
basto sombrero que, al bajarse, puede cubrirle toda la cabeza. Tiene una mano elevada
hacia el cielo, al cual parece mandar con su varilla, y la otra mano sobre el pecho;
presenta ante sí los principales símbolos o instrumentos de la ciencia, y oculta otros en
un cubilete de escamoteador. Su cuerpo y sus brazos forman la letra Aleph, la primera
del alfabeto que los hebreos tomaron de los egipcios; pero ya volveremos luego a
ocuparnos de este símbolo.
El mago es verdaderamente lo que los cabalistas hebreos llaman el microprosopo, es
decir, el creador del mundo pequeño. Estribando la primera ciencia mágicas en el
conocimiento de sí mismo; ésta es también la primera de todas las obras de la ciencia, la
que encierra todas las demás y la que es el principio de la gran obra, esto es, la creación
de sí mismo; esta palabra tiene necesidad de mayores explicaciones.
Siendo larazón suprema el único principio invariable, y, por consiguiente,
imperecedero, puesto que el cambio es lo que nosotros llamamos la muerte, la
inteligencia que se adhiere fuertemente y se identifica de algún modo a este principio,
se hace, por lo mismo, invariable, y, por consiguiente, inmortal. Se comprende que, para
adherirse invariablemente ala razón, es preciso haberse independizado de todas las
fuerzas que producen, por el movimiento fatal y necesario las alternativas de la vida y
de la muerte. Saber sufrir, abstenerse y morir, tales son, pues, los primeros secretos que
nos colocan por encima del dolor, de las angustias sensuales y del miedo a lanada. El
hombre que busca y encuentra una muerte gloriosa, tiene fe en la inmortalidad y toda la
humanidad cree en él, con él y por él, porque ésta le eleva altares o estatuas, como signo
de vida inmortal.
El hombre no se hace rey de los animales más que domándolos o domesticándolos, pues
de otro modo sería su víctima o su esclavo. Los animales son, pues, la figura de nuestras
pasiones; estas son las fuerzas instintivas de la naturaleza.
El mundo es un campo de batalla en donde la libertad dispuesta con la fuerza de la
inercia oponiéndola la fuerza activa. Las leyes físicas son las muelas de las que tú serás
el grano, si no sabes ser el molinero.
Estás llamado a ser el rey del aire, del agua, de la tierra y del fuego, pero, para reinar
sobre esos cuatro animales del simbolismo, es preciso vencerlos y encadenarlos.
2 Véase el juego de cartas llamado TAROT.
Aquel que aspira a ser un sabio ya conocer el gran enigma de la naturaleza, debe de ser
el heredero y el espoliador de la esfinge; debe de tener la cabeza humana para poseer la
palabra, las alas del águila para conquistar las alturas, las nalgas del toro para labrar las
profundidades, y las garras del león para abrirse camino a derecha y a izquierda,
adelante y atrás.
Tú que quieres ser iniciado, ¿eres un sabio como Fausto? ¿Eres impasible como Job?
No. ¿No lo eres? Pues puedes serlo si quieres, ¿Has vencido a los vagos torbellinos de
ideas vagas y confusas? ¿Eres hombre sin indecisión y sin caprichos? ¿No aceptas el
placer más que cuando quieres y no quieres sino cuando debes? ¿No eres siempre así?
Pues todo, todo eso puedes ser si tú lo quieres.
La esfinge, no solamente tiene una cabeza humana, tiene también senos de mujer.
¿Sabes tú resistir a los atractivos de la mujer? ¿No? Y a que ríes al responder y te jactas
de tu debilidad moral para glorificar, para ensalzar en ti, al propio tiempo, la fuerza vital
y material. Sea; yo te permito rendir pleito homenaje al asno de Sterne o de Apuleyo.
Que el asno tiene su mérito, convengo en ello, por algo estaba consagrado a Priapo,
como el macho cabrío al dios de Mendés. Pero dejémosle tal cual es y sepamos
únicamente si es tu maestro o tú puedes ser el suyo. El solo puede verdaderamente
poseer la voluptuosidad del amor que ha vencido al amor de la voluptuosidad.
Poder usar y abstenerse, es poder dos veces. La mujer te encadena por tus deseos; se
dueño de tus deseos y tu encadenarás a la mujer.
La mayor injuria que se puede hacer a un hombre es llamarle cobarde. Ahora bien, ¿qué
es ser un cobarde?
Un cobarde es el que no tiene cuidado de su dignidad moral a causa de obedecer
ciegamente a los instintos de la naturaleza.
En efecto; en presencia del peligro es natural tener miedo y tratar de huir; ¿por qué es
esto una vergüenza? Porque el honor nos dicta una ley según la cual preferimos nuestro
deber a nuestras atracciones o a nuestros temores. ¿Qué es, desde ese punto de vista, el
honor? Es el presentimiento. universal de la inmortalidad y la estimación de los medios
que a ella pueden conducirnos. La última victoria que el hombre puede alcanzar sobre
in muerte es la de triunfar del gusto de la vida, no por desesperación, sino por una más
elevada esperanza, que está encerrada en la fe, por todo lo que es bello y honesto,
debido al consentimiento de todo el mundo.
Aprender a vencerse, es aprender a vivir; las austeridades del estoicismo no eran sino
una yana ostentación de libertad.
Ceder a las fuerzas de la naturaleza, es seguir la corriente de la vida colectiva, es ser
esclavo de causas secundarias.
Resistir a la naturaleza y dominarla, es hacerse una vida personal, imperecedera; el
franquear las vicisitudes de la vida y de in muerte.
Todo hombre que se halla dispuesto a morir antes de abjurar de la verdad y de la
justicia, está verdaderamente vivo, porque es inmortal en su alma.
Todas las iniciaciones antiguas tenían por objeto encontrar o formar hombres de temple
semejante.
Pitágoras ejercitaba a sus discípulos en el silencio yen las abstinencias de todo género;
en Egipto se probaba a los recipiendarios por los cuatro elementos; en la India, es sabio
a qué prodigiosas austeridades se condenaban los faquires y los brahmanes para llegar
al reinado de la libre voluntad y de la independencia divina.
Todas las maceraciones del ascetismo están tomadas de las iniciaciones en los antiguos
misterios, y no han cesado, porque los iniciables, no encontrando ya iniciadores y
habiéndose convertido los directores de las conciencias en seres ignorantes como el
vulgo, los ciegos se han dejado guiar por los ciegos, y nadie ha querido sufrir ni
sujetarse a pruebas que no conducían más que a la duda ya la desesperación; el camino
de in verdadera luz se había perdido.
Para hacer alguna cosa es preciso saber lo que se quiere hacer, o por lo menos, tener fe
en alguien que lo sepa. Pero, ¿cómo arriesgaré mi vida a la aventura y seguiré al azar, a
aquel que ni él mismo sabe adónde va?
En la vía de las altas ciencias no hay que comprometerse temerariamente, sino, una vez
en marcha, es preciso llegar o perecer. Dudar es volverse loco; detenerse es caer,
retroceder, es precipitarse en un abismo.
Tú, pues, que has comenzado la lectura de este libro, silo comprendes y quieres leerlo
hasta el fin, hará de ti un monarca o un insensato. En cuanto a ti, haz del volumen lo que
quieras, no podrás ni despreciarlo, ni olvidarlo. Si eres puro, este libro será para ti una
luz; si eres fuerte, será tu arma; si eres santo, será tu religión; si eres sabio, regulará tu
sabiduría.
Pero si eres pecador, si eres malvado, este libro será para ti como una antorcha infernal;
destrozará tu pecho como si fuera un puñal, quedará en tu memoria como un
remordimiento, te llenará la imaginación de quimeras y te conducirá, por las vías del
vesanismo, a la desesperación. Querrás reir y no alcanzarás más que a rechinar los
dientes porque este libro será para ti como la lima de la fábula, lima que una serpiente
trataba de roer, siendo aquélla la que rayó todos los dientes a la serpiente.
Cuando un filósofo ha tomado como base de una nueva revelación de la sabiduría
humana este razonamiento; Yo pienso, luego existo, ha cambiado en cierto modo, y a
despecho suyo, según la revelación cristiana, la noción antigua del Ser Supremo.
Moisés hace decir al Ser de los seres: Yo soy el que soy. Descartes hace decir al
hombre: Yo soy el que piensa, y como pensar es hablar interiormente, el hombre de
Descartes puede decir como el Dios de San Juan el Evangelista: Yo soy aquel en quien
está y por quien se manifiesta el Verbo, in principio erat verbum.
¿Qué es lo que es un principio? Es una base de la palabra, es una razón de ser del verbo.
La esencia del verbo está en el principio; el principio es lo que es; la inteligencia es un
principio que habla.
¿Qué cosa es la luz intelectual? Es la palabra. ¿Qué cosa es la revelación? Es la palabra;
el ser es el principio, la palabra el medio, y la plenitud o el desenvolvimiento y la
perfección de ser, es el fin; hablar es crear.
Pero decir: Yo pienso, luego existo, es deducir de la consecuencia el principio, y
recientes contradicciones elaboradas por un gran escritor, por Lamennais, han
demostrado suficientemente la imperfección filosófica de este método. Yo soy, luego
existe alguna cosa, nos parece ser una base más primitiva y más sencilla de la filosofía
experimental.
Yo soy, luego el ser existe
Ego sum qui sum: he aquí la revelación primera de Dios en el hombre y del hombre en
el mundo, y es también el primer axioma de la filosofía oculta
El ser es el ser
Esta filosofía tiene, pues, por principio lo que es, y no tiene nada de hipotético ni de
aventurado.
Mercurio Trismegisto comienza su admirable símbolo, conocido bajo el nombre de
tabla de esmeralda, por esta triple afirmación: Es verdad, es cierto sin error, es del todo
verdad. Así, lo verdadero confirmado por la experiencia en física, la certidumbre
desprendida de toda aleación de error en filosofía, la verdad absoluta indicada por la
analogía en el dominio de la religión o de lo infinito, tales son las primeras necesidades
de las verdadera ciencia, y es lo que la magia sola puede acordar a sus adeptos.
Pero, ante todas las cosas, ¿quién eres tú que tienes este libro entre tus manos y que te
propones leerlo?...
Sobre el frontis de un templo que la antigüedad había dedicado al Dios de la luz, se leía
esta inscripción de dos palabras: conócete.
Este mismo consejo es el que yo debo ofrecer a todo hombre que quiera aproximarse a
la ciencia.
La magia, a laque los antiguos llamaban Sanctum regnum, el santo reino, o el reino de
Dios, Regnum Dei, no se ha hecho más que para los reyes y para los sacerdotes. ¿Sois
sacerdote? ¿Sois rey? El sacerdocio de la magia no es vulgar, y sus reinado no tiene
nada que debatir en los principios de este mundo. Los reyes de la ciencia son los
sacerdotes de la verdad, y su reino está oculto para la muchedumbre, como suš
sacrificios y sus plegarias. Los reyes de la ciencia son los hombres que conocen la
verdad ya quienes la verdad ha libertado según la formal promesa del más poderoso de
los iniciados.
El hombre que es esclavo de sus pasiones o de prejuicios de este mundo, no puede ser
iniciado y no podrá serlo tampoco mientras no se reforme; no podrá ser, pues, un
adepto, porque la palabra adepto significa aquel que ha llegado por su voluntad y por
sus obras.
El hombre que ama sus ideas y que tiene miedo de desprenderse de ellas; aquel que
teme las nuevas verdades y está dispuesto a dudar de todo antes que admitir alguna cosa
al azar, ése debe cerrar este libro, puesto que resultaría peligroso o inútil para él; lo
comprenderá mal y se encontrará perturbado, pero lo estaría mucho más si por ventura
llegara a comprenderlo bien.
Si amáis más al mundo que a la razón, a la verdad ya la justicia; si vuestra voluntad es
incierta y vacilante, sea én el bien sea en el mal; si la lógica os espanta, si la verdad
desnuda os hace enrojecer; si se os hiere al tocar los errores en que habéis sido criados,
condenad inmediatamente el libro y haced, al no leerlo, como si no existiera para
vosotros; pero no le motejéis de peligroso; los secretos que revela serán comprendidos
sólo por un pequeño número de hombres, y aquellos que los comprendan no los
revelarán ciertamente. Mostrarla luz alas aves nocturnas es ocultársela, puesto que las
ciega y se convierte para ellas en algo más oscuro que las tinieblas. Hablaré, pues,
claramente; lo diré todo y tengo la firme confianza de que sólo los iniciados, o los que
sean dignos de serlo, lo leerán y comprenderán algo.
Hay una verdadera y una falsa ciencia, una magia divina y una magia infernal, es decir,
embustera y tenebrosa; vamos a revelar la una ya desvelar la otra; vamos a distinguir al
mago del hechicero, y al adepto del charlatán.
El mago dispone de una fuerza que conoce; el hechicero se esfuerza por abusar de lo
que ignora.
El diablo, si está permitido emplearen un libro de ciencia esta palabra despreciable y
vulgar, se entrega al mago y el hechicero se entrega al diablo.
El mago es el soberano pontífice de la naturaleza, el hechicero no es otra cosa que el
profanador de la misma.
El hechicero es al mago lo que el supersticioso y el fanático al hombre verdaderamente
religioso.
Antes de ir más lejos, definamos claramente lo que es la Magia.
La Magia es la ciencia tradicional de los secretos de la naturaleza, que nos viene de los
magos.
Por medio de esta ciencia, el adepto se encuentra investido de una omnipotencia
relativa, y puede operar sobrehumanamente, es decir, de una manera que no está al
alcance de los demás hombres.
Así es como muchos adeptos célebres, tales como Mercurio, Trismegisto, Osiris, Orfeo,
Apolonio de Tiana y otros, que podrían ser inconveniente o peligroso nombrar, han
podido ser adorados o invocados después de su
muerte como dioses. También es así como algunos otros han llegado a ser prosélitos del
infierno o aventureros sospechosos como el emperador Juliano, Apuleyo, el encantador
Merlín y el arqui-hechicero, como se le llamaba en su época, al ilustre y desgraciado
Cornelio Agrippa.
Volviendo al Sanctun regnun, es decir, a la ciencia y al poder de los magos, diremos
que se les son indispensables cuatro cosas: una inteligencia esclarecida por el estudio,
una audacia sin limites, una voluntad inquebrantables y una discreción que no pueda
corromperse o enervarse por nada.
Saber, Osar, Querer y Callar. He ahí los cuatro verbos del mago, que estan escritos en
las cuatro formas simbólicas de la esfinge. Estos cuatro verbos pueden combinarse
juntos de cuatro maneras, y se explican cuatro veces los unos por los otros. 2
En la primera página del libro de Hermes, el adepto está representado cubierto con un
basto sombrero que, al bajarse, puede cubrirle toda la cabeza. Tiene una mano elevada
hacia el cielo, al cual parece mandar con su varilla, y la otra mano sobre el pecho;
presenta ante sí los principales símbolos o instrumentos de la ciencia, y oculta otros en
un cubilete de escamoteador. Su cuerpo y sus brazos forman la letra Aleph, la primera
del alfabeto que los hebreos tomaron de los egipcios; pero ya volveremos luego a
ocuparnos de este símbolo.
El mago es verdaderamente lo que los cabalistas hebreos llaman el microprosopo, es
decir, el creador del mundo pequeño. Estribando la primera ciencia mágicas en el
conocimiento de sí mismo; ésta es también la primera de todas las obras de la ciencia, la
que encierra todas las demás y la que es el principio de la gran obra, esto es, la creación
de sí mismo; esta palabra tiene necesidad de mayores explicaciones.
Siendo larazón suprema el único principio invariable, y, por consiguiente,
imperecedero, puesto que el cambio es lo que nosotros llamamos la muerte, la
inteligencia que se adhiere fuertemente y se identifica de algún modo a este principio,
se hace, por lo mismo, invariable, y, por consiguiente, inmortal. Se comprende que, para
adherirse invariablemente ala razón, es preciso haberse independizado de todas las
fuerzas que producen, por el movimiento fatal y necesario las alternativas de la vida y
de la muerte. Saber sufrir, abstenerse y morir, tales son, pues, los primeros secretos que
nos colocan por encima del dolor, de las angustias sensuales y del miedo a lanada. El
hombre que busca y encuentra una muerte gloriosa, tiene fe en la inmortalidad y toda la
humanidad cree en él, con él y por él, porque ésta le eleva altares o estatuas, como signo
de vida inmortal.
El hombre no se hace rey de los animales más que domándolos o domesticándolos, pues
de otro modo sería su víctima o su esclavo. Los animales son, pues, la figura de nuestras
pasiones; estas son las fuerzas instintivas de la naturaleza.
El mundo es un campo de batalla en donde la libertad dispuesta con la fuerza de la
inercia oponiéndola la fuerza activa. Las leyes físicas son las muelas de las que tú serás
el grano, si no sabes ser el molinero.
Estás llamado a ser el rey del aire, del agua, de la tierra y del fuego, pero, para reinar
sobre esos cuatro animales del simbolismo, es preciso vencerlos y encadenarlos.
2 Véase el juego de cartas llamado TAROT.
Aquel que aspira a ser un sabio ya conocer el gran enigma de la naturaleza, debe de ser
el heredero y el espoliador de la esfinge; debe de tener la cabeza humana para poseer la
palabra, las alas del águila para conquistar las alturas, las nalgas del toro para labrar las
profundidades, y las garras del león para abrirse camino a derecha y a izquierda,
adelante y atrás.
Tú que quieres ser iniciado, ¿eres un sabio como Fausto? ¿Eres impasible como Job?
No. ¿No lo eres? Pues puedes serlo si quieres, ¿Has vencido a los vagos torbellinos de
ideas vagas y confusas? ¿Eres hombre sin indecisión y sin caprichos? ¿No aceptas el
placer más que cuando quieres y no quieres sino cuando debes? ¿No eres siempre así?
Pues todo, todo eso puedes ser si tú lo quieres.
La esfinge, no solamente tiene una cabeza humana, tiene también senos de mujer.
¿Sabes tú resistir a los atractivos de la mujer? ¿No? Y a que ríes al responder y te jactas
de tu debilidad moral para glorificar, para ensalzar en ti, al propio tiempo, la fuerza vital
y material. Sea; yo te permito rendir pleito homenaje al asno de Sterne o de Apuleyo.
Que el asno tiene su mérito, convengo en ello, por algo estaba consagrado a Priapo,
como el macho cabrío al dios de Mendés. Pero dejémosle tal cual es y sepamos
únicamente si es tu maestro o tú puedes ser el suyo. El solo puede verdaderamente
poseer la voluptuosidad del amor que ha vencido al amor de la voluptuosidad.
Poder usar y abstenerse, es poder dos veces. La mujer te encadena por tus deseos; se
dueño de tus deseos y tu encadenarás a la mujer.
La mayor injuria que se puede hacer a un hombre es llamarle cobarde. Ahora bien, ¿qué
es ser un cobarde?
Un cobarde es el que no tiene cuidado de su dignidad moral a causa de obedecer
ciegamente a los instintos de la naturaleza.
En efecto; en presencia del peligro es natural tener miedo y tratar de huir; ¿por qué es
esto una vergüenza? Porque el honor nos dicta una ley según la cual preferimos nuestro
deber a nuestras atracciones o a nuestros temores. ¿Qué es, desde ese punto de vista, el
honor? Es el presentimiento. universal de la inmortalidad y la estimación de los medios
que a ella pueden conducirnos. La última victoria que el hombre puede alcanzar sobre
in muerte es la de triunfar del gusto de la vida, no por desesperación, sino por una más
elevada esperanza, que está encerrada en la fe, por todo lo que es bello y honesto,
debido al consentimiento de todo el mundo.
Aprender a vencerse, es aprender a vivir; las austeridades del estoicismo no eran sino
una yana ostentación de libertad.
Ceder a las fuerzas de la naturaleza, es seguir la corriente de la vida colectiva, es ser
esclavo de causas secundarias.
Resistir a la naturaleza y dominarla, es hacerse una vida personal, imperecedera; el
franquear las vicisitudes de la vida y de in muerte.
Todo hombre que se halla dispuesto a morir antes de abjurar de la verdad y de la
justicia, está verdaderamente vivo, porque es inmortal en su alma.
Todas las iniciaciones antiguas tenían por objeto encontrar o formar hombres de temple
semejante.
Pitágoras ejercitaba a sus discípulos en el silencio yen las abstinencias de todo género;
en Egipto se probaba a los recipiendarios por los cuatro elementos; en la India, es sabio
a qué prodigiosas austeridades se condenaban los faquires y los brahmanes para llegar
al reinado de la libre voluntad y de la independencia divina.
Todas las maceraciones del ascetismo están tomadas de las iniciaciones en los antiguos
misterios, y no han cesado, porque los iniciables, no encontrando ya iniciadores y
habiéndose convertido los directores de las conciencias en seres ignorantes como el
vulgo, los ciegos se han dejado guiar por los ciegos, y nadie ha querido sufrir ni
sujetarse a pruebas que no conducían más que a la duda ya la desesperación; el camino
de in verdadera luz se había perdido.
Para hacer alguna cosa es preciso saber lo que se quiere hacer, o por lo menos, tener fe
en alguien que lo sepa. Pero, ¿cómo arriesgaré mi vida a la aventura y seguiré al azar, a
aquel que ni él mismo sabe adónde va?
En la vía de las altas ciencias no hay que comprometerse temerariamente, sino, una vez
en marcha, es preciso llegar o perecer. Dudar es volverse loco; detenerse es caer,
retroceder, es precipitarse en un abismo.
Tú, pues, que has comenzado la lectura de este libro, silo comprendes y quieres leerlo
hasta el fin, hará de ti un monarca o un insensato. En cuanto a ti, haz del volumen lo que
quieras, no podrás ni despreciarlo, ni olvidarlo. Si eres puro, este libro será para ti una
luz; si eres fuerte, será tu arma; si eres santo, será tu religión; si eres sabio, regulará tu
sabiduría.
Pero si eres pecador, si eres malvado, este libro será para ti como una antorcha infernal;
destrozará tu pecho como si fuera un puñal, quedará en tu memoria como un
remordimiento, te llenará la imaginación de quimeras y te conducirá, por las vías del
vesanismo, a la desesperación. Querrás reir y no alcanzarás más que a rechinar los
dientes porque este libro será para ti como la lima de la fábula, lima que una serpiente
trataba de roer, siendo aquélla la que rayó todos los dientes a la serpiente.
_
Comencemos ahora la serie de las iniciaciones.
Comencemos ahora la serie de las iniciaciones.
_
Ya he dicho que la revelación es el verbo. El verbo, en efecto, o in palabra, es el velo
del ser y el signo característico de la vida. Toda forma es el velo de mi verbo, porque la
idea madre del verbo es la única razón de ser de las formas. Toda figura es un carácter;
todo carácter pertenece y retorna a un verbo. Por esta razón, los antiguos sabios, de los
que Trismegisto es el órgano, formularon su único dogma en estos términos:
Lo que esta arriba es como lo que esta abajo y lo que esta abajo es como lo que esta
arriba.
- En otros términos: in forma guarda proporción con la idea; la sombra es la medida del
cuerpo calculada en su relación con el rayo luminoso. La vaina es tan profunda como el
largo de la espada; la negación es proporcional a in afirmación contraria la producción
es igual a la destrucción en el movimiento que conserva la vida, y no hay un solo punto
en el espacio infinito que no sea el centro del circulo, cuya circunferencia se agrada y
retrocede indefinidamente en el espacio.
Toda individualidad es, por tanto, indefinidamente imperceptible, puesto que el orden
moral guarda analogía con el orden físico, y porque no se podrían concebir un punto
que no pueda dilatarse, agrandarse y lanzar rayos en un circulo filosóficamente infinito.
Lo que puede decirse del alma entera, se puede decir también de cada una de las
facultades del alma.
La inteligencia y la voluntad del hombre son instrumentos de un alcance y de una fuerza
incalculables.
Pero la inteligencia y la voluntad tienen como auxiliares y como instrumento una
facultad muy poco conocida y cuyo poderio pertenece exclucivamenteal dominio de la
magia; me refiero a la imaginación, la cual los cabalistas llamaban lo diafano o traslucido.
La imaginación, en efecto, es algo así como los ojos del alma, siendo en ella en donde
se dibujan y se conservan las formas; es por ella también por donde vemos los reflejos
del mundo invisible, y asimismo, en fin, es el espejo de las visiones y el aparato de la
vida mágica. Por medio de ella curamos las enfermedades, influenciamos las
estaciones, apartamos los muertos de los vivos, y hasta resucitamos los muertos, porque
es ella la que exalta la voluntad y la que la adquiere del agente universal.
La imaginación determina la forma del hijo en el seno de la madre y fija el destino de
los hombres, da alas al contagio y dirige a los combatientes en el campo de la batalla.
¿Estáis en peligro de un combate? Pues consideraos invulnerables como Aquiles y lo
seréis, dice Paracelso. El miedo atrae las balas en la guerra, en tanto que el valor las
hace desviar o retroceder. Ya se sabe que los amputados se quejan, con frecuencia, de
los miembros que ya no poseen.
Paracelso operaba sobre sangre viviente, medicamentado el resultado de una sangría.
Curaba los dolores de cabeza a distancia, operando- sobre cabellos cortados. Se había
anticipado en mucho para la ciencia, acerca de la unidad imaginaria y la solidaridad del
todo o de las partes, teorías todas, o más bien conjunto de todas las experiencias de
nuestros más célebres magnetizadores. Por esto sus curaciones eran maravillosas,
milagrosas, y mereció que se agregara a su nombre de Felipe Teofrasto Bombast, el de
Aureola Paracelso, agregándole, todavía el epíteto de divino.
La imaginación es el instrumento de la adaptación del verbo.
Ya he dicho que la revelación es el verbo. El verbo, en efecto, o in palabra, es el velo
del ser y el signo característico de la vida. Toda forma es el velo de mi verbo, porque la
idea madre del verbo es la única razón de ser de las formas. Toda figura es un carácter;
todo carácter pertenece y retorna a un verbo. Por esta razón, los antiguos sabios, de los
que Trismegisto es el órgano, formularon su único dogma en estos términos:
Lo que esta arriba es como lo que esta abajo y lo que esta abajo es como lo que esta
arriba.
- En otros términos: in forma guarda proporción con la idea; la sombra es la medida del
cuerpo calculada en su relación con el rayo luminoso. La vaina es tan profunda como el
largo de la espada; la negación es proporcional a in afirmación contraria la producción
es igual a la destrucción en el movimiento que conserva la vida, y no hay un solo punto
en el espacio infinito que no sea el centro del circulo, cuya circunferencia se agrada y
retrocede indefinidamente en el espacio.
Toda individualidad es, por tanto, indefinidamente imperceptible, puesto que el orden
moral guarda analogía con el orden físico, y porque no se podrían concebir un punto
que no pueda dilatarse, agrandarse y lanzar rayos en un circulo filosóficamente infinito.
Lo que puede decirse del alma entera, se puede decir también de cada una de las
facultades del alma.
La inteligencia y la voluntad del hombre son instrumentos de un alcance y de una fuerza
incalculables.
Pero la inteligencia y la voluntad tienen como auxiliares y como instrumento una
facultad muy poco conocida y cuyo poderio pertenece exclucivamenteal dominio de la
magia; me refiero a la imaginación, la cual los cabalistas llamaban lo diafano o traslucido.
La imaginación, en efecto, es algo así como los ojos del alma, siendo en ella en donde
se dibujan y se conservan las formas; es por ella también por donde vemos los reflejos
del mundo invisible, y asimismo, en fin, es el espejo de las visiones y el aparato de la
vida mágica. Por medio de ella curamos las enfermedades, influenciamos las
estaciones, apartamos los muertos de los vivos, y hasta resucitamos los muertos, porque
es ella la que exalta la voluntad y la que la adquiere del agente universal.
La imaginación determina la forma del hijo en el seno de la madre y fija el destino de
los hombres, da alas al contagio y dirige a los combatientes en el campo de la batalla.
¿Estáis en peligro de un combate? Pues consideraos invulnerables como Aquiles y lo
seréis, dice Paracelso. El miedo atrae las balas en la guerra, en tanto que el valor las
hace desviar o retroceder. Ya se sabe que los amputados se quejan, con frecuencia, de
los miembros que ya no poseen.
Paracelso operaba sobre sangre viviente, medicamentado el resultado de una sangría.
Curaba los dolores de cabeza a distancia, operando- sobre cabellos cortados. Se había
anticipado en mucho para la ciencia, acerca de la unidad imaginaria y la solidaridad del
todo o de las partes, teorías todas, o más bien conjunto de todas las experiencias de
nuestros más célebres magnetizadores. Por esto sus curaciones eran maravillosas,
milagrosas, y mereció que se agregara a su nombre de Felipe Teofrasto Bombast, el de
Aureola Paracelso, agregándole, todavía el epíteto de divino.
La imaginación es el instrumento de la adaptación del verbo.
_
La imaginación, aplicada a la razón, es el genio.
La imaginación, aplicada a la razón, es el genio.
_
La razón es una, como el genio es uno en Ia multiplicidad de sus creaciones.
Hay un principio, hay una verdad, hay una razón y hay una filosofía absoluta o
universal.
Lo que está en la unidad, considerada como principio, retorna a la unidad considerada
como fin.
Uno esta en uno, es decir, todo esta en todo.
La unidad es el principio de los números y es también el principio del movimiento, y
por consiguiente, de la vida.
Todo el cuerpo humano se resume en la unidad de un solo órgano, que es el cerebro.
Todas las religiones se resumen en la unidad de un solo dogma, que es la afirmación del
ser y de su igualdad a sí mismo, que constituye su valor matemático.
No hay más que un dogma en magia, y helo aquí: lo visible es la manifestación de lo
invisible, o en otros términos: el verbo perfecto está en las cosas apreciables y visibles,
en proporción exacta con las cosas inapreciables para nuestros sentidos e invisibles para
nuestros ojos.
El mago eleva una mano hacia el cielo y baja la otra hacia la tierra, y dice:
¡La alta inmensidad y la baja inmensidad todavía! ¡La inmensidad igual a la
inmensidad! Estos es verdad en las cosas visibles, tanto como también lo es en las
invisibles.
La primera letra del alfabeto de la lengua sagrada. Alep, ,representa un hombre que
eleva una mano hacia el cielo y baja la otra hacia la tierra.
Esta es la expresión del principio activo de toda cosa; es la creación en el celo,
correspondiente a la omnipotencia del verbo aquí abajo. Esta letra es, poi sí sola, un
pan~áculo, es decir, un carácter que manifiesta la ciencia universal.
La letra puede suplir a los signos sagrados del macroscomo y del microcosmo;
explica el doble triángulo masónico y la brillante estrella de cinco puntas, porque el
verbo es unoy la revelación una sola. Dios, dando al hombre la razón, le ha dado la
palabra, y la revelación, múltiples en formas, pero una en su principio, está completa en
el verbo universal, interprete de la razón absoluta.
Esto es lo que quiere decir la palabra tan mal comprendida catolicismo, que en lenguaje
hierático moderno significa infalibilidad.
Lo universal en razón es lo absoluto, y lo absoluto es infalible.
Si la razón absoluta conduce a toda la sociedad a creer irresistiblemente
en la palabra de un niño, este niño será infalible, ante Dios y ante toda la humanidad.
La fe no es otra cosa que la confianza razonable en esta unidad de la razón y en esta
universalidad del verbo.
Creer es aquiescer a lo que aún no se sabe, pero de lo que la razón nos da
anticipadamente seguridades que sabremos, o por lo menos, conoceremos algún día.
Absurdos son, pues, los pretendidos filósofos que dicen: Yo no creeré en lo que yo no
sepa.
¡Pobre infelices! Si lo supierais, ¿qué necesidad tendríais de creer? creencia es
aventurada, es la superstición y la locura. Es preciso creer en las causas cuya existencia
nos obliga a admitir la razón mediante el testimonio de efectos conocidos y apreciados
por la ciencia.
¡La ciencia! ¡Gran palabra y gran problema!
¿Qué es la ciencia?
Responderemos a esta pregunta en el segundo capítulo de este libro.
_
2 B
LAS COLUMNAS DEL TEMPLO
Chocmah - Domus - Gnosis
La razón es una, como el genio es uno en Ia multiplicidad de sus creaciones.
Hay un principio, hay una verdad, hay una razón y hay una filosofía absoluta o
universal.
Lo que está en la unidad, considerada como principio, retorna a la unidad considerada
como fin.
Uno esta en uno, es decir, todo esta en todo.
La unidad es el principio de los números y es también el principio del movimiento, y
por consiguiente, de la vida.
Todo el cuerpo humano se resume en la unidad de un solo órgano, que es el cerebro.
Todas las religiones se resumen en la unidad de un solo dogma, que es la afirmación del
ser y de su igualdad a sí mismo, que constituye su valor matemático.
No hay más que un dogma en magia, y helo aquí: lo visible es la manifestación de lo
invisible, o en otros términos: el verbo perfecto está en las cosas apreciables y visibles,
en proporción exacta con las cosas inapreciables para nuestros sentidos e invisibles para
nuestros ojos.
El mago eleva una mano hacia el cielo y baja la otra hacia la tierra, y dice:
¡La alta inmensidad y la baja inmensidad todavía! ¡La inmensidad igual a la
inmensidad! Estos es verdad en las cosas visibles, tanto como también lo es en las
invisibles.
La primera letra del alfabeto de la lengua sagrada. Alep, ,representa un hombre que
eleva una mano hacia el cielo y baja la otra hacia la tierra.
Esta es la expresión del principio activo de toda cosa; es la creación en el celo,
correspondiente a la omnipotencia del verbo aquí abajo. Esta letra es, poi sí sola, un
pan~áculo, es decir, un carácter que manifiesta la ciencia universal.
La letra puede suplir a los signos sagrados del macroscomo y del microcosmo;
explica el doble triángulo masónico y la brillante estrella de cinco puntas, porque el
verbo es unoy la revelación una sola. Dios, dando al hombre la razón, le ha dado la
palabra, y la revelación, múltiples en formas, pero una en su principio, está completa en
el verbo universal, interprete de la razón absoluta.
Esto es lo que quiere decir la palabra tan mal comprendida catolicismo, que en lenguaje
hierático moderno significa infalibilidad.
Lo universal en razón es lo absoluto, y lo absoluto es infalible.
Si la razón absoluta conduce a toda la sociedad a creer irresistiblemente
en la palabra de un niño, este niño será infalible, ante Dios y ante toda la humanidad.
La fe no es otra cosa que la confianza razonable en esta unidad de la razón y en esta
universalidad del verbo.
Creer es aquiescer a lo que aún no se sabe, pero de lo que la razón nos da
anticipadamente seguridades que sabremos, o por lo menos, conoceremos algún día.
Absurdos son, pues, los pretendidos filósofos que dicen: Yo no creeré en lo que yo no
sepa.
¡Pobre infelices! Si lo supierais, ¿qué necesidad tendríais de creer? creencia es
aventurada, es la superstición y la locura. Es preciso creer en las causas cuya existencia
nos obliga a admitir la razón mediante el testimonio de efectos conocidos y apreciados
por la ciencia.
¡La ciencia! ¡Gran palabra y gran problema!
¿Qué es la ciencia?
Responderemos a esta pregunta en el segundo capítulo de este libro.
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2 B
LAS COLUMNAS DEL TEMPLO
Chocmah - Domus - Gnosis
_
La ciencia es la posesión absoluta y completa de la verdad.
Así, pues, los sabios de todos los tiempos han temblado ante esta palabra absoluta y
terrible; todos han temido abrogarse el primer privilegio de la divinidad, al atribuirse la
ciencia, por lo cual se han contentado, en lugar del verbo saber, con el que expresa
conocimientos, y en lugar de la palabra ciencia, adoptaron la de gnosis, que solamente
quiere indicar la idea de conocimiento por intuición.
¿Qué sabe el hombre, en efecto? Nada, y sin embargo, no le es permitido ignorar nada.
No sabe nada, y está llamado a conocerlo todo.
Ahora bien, el conocimiento supone el binario.
El binario es el generador de la sociedad y de la ley; es también el número de la gnosis.
El binario es la unidad, multiplicandose a si misma para crear, y es por esto por lo que
los símbolos sagrados hacen salir a Eva del mismo pecho de Adam.
Adam es el tetrágrama humano que se resume en el jod misterioso imagen del falso
cabalísticos.
Agregad a ese jod el nombre ternario de Eva y formaréis el nombre de
Jehová, el tetragrama divino, que es la palabra cabalística y mágica por excelencia:
que el gran sacerdote en el templo pronunciaba Jodcheva.
Así es como la unidad completa en la fecundidad del temario forma, con él, el
cuaternario, que es la clave de todos los números, de todos los movimientos y de todas
las formas.
El cuadrado girando sobre sí mismo, produce el circulo, y es a la cuadratura del círculo
lo que el movimiento circular de cuatro ángulos iguales girando alrededor de un mismo
punto.
Lo que está arriba —dice Hermes— iguala a lo que está abajo; he aquí el binario
sirviendo de medida la unidad, y la relación de igualdad entre lo de arriba y lo de abajo
es lo que forma el temario.
El principio creador es el falo ideal, y el principio creado el cteis formal.
La inserción del falo vertical en el cteis horizontal forma el stauros de los gnósticos, o
la cruz filosófica de los masones. Así, el cruzamiento de dos produce cuatro, que
moviendose, determina el circulo con todos sus grados.’ —-
Aleph es el hombre; Beth es la mujer, I, es el principio; 2, es el verbo; A, es el activo;
B, es el pasivo; la unidad es Bohas y el binario Jakin.
En los tetragramas de Fohi, la unidad es el yang; el binario es el yin.
La ciencia es la posesión absoluta y completa de la verdad.
Así, pues, los sabios de todos los tiempos han temblado ante esta palabra absoluta y
terrible; todos han temido abrogarse el primer privilegio de la divinidad, al atribuirse la
ciencia, por lo cual se han contentado, en lugar del verbo saber, con el que expresa
conocimientos, y en lugar de la palabra ciencia, adoptaron la de gnosis, que solamente
quiere indicar la idea de conocimiento por intuición.
¿Qué sabe el hombre, en efecto? Nada, y sin embargo, no le es permitido ignorar nada.
No sabe nada, y está llamado a conocerlo todo.
Ahora bien, el conocimiento supone el binario.
El binario es el generador de la sociedad y de la ley; es también el número de la gnosis.
El binario es la unidad, multiplicandose a si misma para crear, y es por esto por lo que
los símbolos sagrados hacen salir a Eva del mismo pecho de Adam.
Adam es el tetrágrama humano que se resume en el jod misterioso imagen del falso
cabalísticos.
Agregad a ese jod el nombre ternario de Eva y formaréis el nombre de
Jehová, el tetragrama divino, que es la palabra cabalística y mágica por excelencia:
que el gran sacerdote en el templo pronunciaba Jodcheva.
Así es como la unidad completa en la fecundidad del temario forma, con él, el
cuaternario, que es la clave de todos los números, de todos los movimientos y de todas
las formas.
El cuadrado girando sobre sí mismo, produce el circulo, y es a la cuadratura del círculo
lo que el movimiento circular de cuatro ángulos iguales girando alrededor de un mismo
punto.
Lo que está arriba —dice Hermes— iguala a lo que está abajo; he aquí el binario
sirviendo de medida la unidad, y la relación de igualdad entre lo de arriba y lo de abajo
es lo que forma el temario.
El principio creador es el falo ideal, y el principio creado el cteis formal.
La inserción del falo vertical en el cteis horizontal forma el stauros de los gnósticos, o
la cruz filosófica de los masones. Así, el cruzamiento de dos produce cuatro, que
moviendose, determina el circulo con todos sus grados.’ —-
Aleph es el hombre; Beth es la mujer, I, es el principio; 2, es el verbo; A, es el activo;
B, es el pasivo; la unidad es Bohas y el binario Jakin.
En los tetragramas de Fohi, la unidad es el yang; el binario es el yin.
_
I
I I
Yang Yin
I
I I
Yang Yin
_
Bohas y Jakin son los nombres de dos columnas simbólicas que estaban delante de la
puerta principal del templo cabalístico de Salomón.
Estas dos columnas explican en cábala todos los misterios del antagonismo, sea natural,
sea político, sea religioso, como asimismo la lucha entre el hombre y la mujer, porque,
según la ley de la naturaleza la mujer debe resistir al hombre y éste debe encantarla o
someterla.
El principio activo busca al principio pasivo; la plenitud está enamorada del vacío. Las
fauces de la serpiente atraen su cola y, al girar sobre sí misma, se huye y se persigue.
La mujeres la creación del hombre y la creación universal es la mujer del primer
principio.
Cuando el ser principio se ha hecho creador, ha erigido un jod o un falo, y para abrirle
camino en la plenitud de la luz increada, ha debido cavar un cteis o una fosa de sombra
igual a la dimensión determinada por su deseo creador y atribuida por él al jod ideal de
la luz radiante.
Tal es el lenguaje misterioso de los cabalistas en el Talmud, y a causa de las ignorancias
y maldades de vulgo, no es imposible explicarle o simplificare algo más.
¿Qué es, por consiguiente la creación? Es la casa del Verbo creador. ¿Qué es el cteis?
Es la casa del falso. ¿Cuál es la naturaleza del principio activo? La de expandirse. ¿Cuál
la del principio pasivo? La de reunirse y fecundar.
¿Qué es el hombre? El iniciador, el que rompe, trabaja y siembra.
¿Qué es la mujer? La formadora, laque reúne, riega y cosecha.
El hombre hace la guerra y la mujer procura la paz; el hombre destruye para crear; la
mujer edifica para conservar; el hombre es la revolución; la mujer es la conciliación; el
hombre es el padre de Caín; la mujer es la madre de Abel.
¿Qué es la sabiduría? Es la conciliación y la unión de dos principios; es la dulzura de
Abel dirigiendo la energía de Caín; es el hombre siguiendo las dulces inspiraciones de
la mujer; es el vicio vencido por el legítimo matrimonio; es la energía revolucionaria
dulcificada y domada por las suavidades del orden y de la paz; es el orgullo sometido al
amor, es la ciencia reconociendo las inspiraciones de la fe.
Cuando la ciencia humana se hace prudente por su modestia, y se somete a la
infalibilidad de la razón universal, enseñada por el amor o por la caridad universal,
puede tomar entonces el nombre de Gnosis, porque conoce, por lo menos, lo que aún no
puede vanagloriarse de saber perfectamente.
La unidad no puede manifestarse más que por el binario; la unidad por sí sola ý la idea
de la unidad son ya dos.
La unidad del macrocosmo se revela por los dos vértices opuestos de los dos triángulos.
_
Bohas y Jakin son los nombres de dos columnas simbólicas que estaban delante de la
puerta principal del templo cabalístico de Salomón.
Estas dos columnas explican en cábala todos los misterios del antagonismo, sea natural,
sea político, sea religioso, como asimismo la lucha entre el hombre y la mujer, porque,
según la ley de la naturaleza la mujer debe resistir al hombre y éste debe encantarla o
someterla.
El principio activo busca al principio pasivo; la plenitud está enamorada del vacío. Las
fauces de la serpiente atraen su cola y, al girar sobre sí misma, se huye y se persigue.
La mujeres la creación del hombre y la creación universal es la mujer del primer
principio.
Cuando el ser principio se ha hecho creador, ha erigido un jod o un falo, y para abrirle
camino en la plenitud de la luz increada, ha debido cavar un cteis o una fosa de sombra
igual a la dimensión determinada por su deseo creador y atribuida por él al jod ideal de
la luz radiante.
Tal es el lenguaje misterioso de los cabalistas en el Talmud, y a causa de las ignorancias
y maldades de vulgo, no es imposible explicarle o simplificare algo más.
¿Qué es, por consiguiente la creación? Es la casa del Verbo creador. ¿Qué es el cteis?
Es la casa del falso. ¿Cuál es la naturaleza del principio activo? La de expandirse. ¿Cuál
la del principio pasivo? La de reunirse y fecundar.
¿Qué es el hombre? El iniciador, el que rompe, trabaja y siembra.
¿Qué es la mujer? La formadora, laque reúne, riega y cosecha.
El hombre hace la guerra y la mujer procura la paz; el hombre destruye para crear; la
mujer edifica para conservar; el hombre es la revolución; la mujer es la conciliación; el
hombre es el padre de Caín; la mujer es la madre de Abel.
¿Qué es la sabiduría? Es la conciliación y la unión de dos principios; es la dulzura de
Abel dirigiendo la energía de Caín; es el hombre siguiendo las dulces inspiraciones de
la mujer; es el vicio vencido por el legítimo matrimonio; es la energía revolucionaria
dulcificada y domada por las suavidades del orden y de la paz; es el orgullo sometido al
amor, es la ciencia reconociendo las inspiraciones de la fe.
Cuando la ciencia humana se hace prudente por su modestia, y se somete a la
infalibilidad de la razón universal, enseñada por el amor o por la caridad universal,
puede tomar entonces el nombre de Gnosis, porque conoce, por lo menos, lo que aún no
puede vanagloriarse de saber perfectamente.
La unidad no puede manifestarse más que por el binario; la unidad por sí sola ý la idea
de la unidad son ya dos.
La unidad del macrocosmo se revela por los dos vértices opuestos de los dos triángulos.
_
El Triángulo de Salomón
_
La unidad humana es completa por la derecha y por la izquierda. El hombre primitivo es
andrógino. Todos los órganos del cuerpo humano están dispuesto por pares, excepto la
nariz, la lengua, el ombligo y el jod cabalístico.
La divinidad, es una en su esencia, tiene dos condiciones esenciales, como bases
fundamentales de su ser; la necesidad y la libertad.
Las leyes de la razón suprema necesitan de Dios y regulan la libertad, que es
necesariamente razonable y sabia.
Para hacer visible la luz, es por lo que únicamente Dios ha impuesto la sombra.
Para manifestar la verdad, ha hecho posible la duda.
La sombra es la tenaza de la luz, y la posibilidad de error es necesaria para la
manifestación temporal de la verdad.
Sí el broquel de Satanás no detuviera la lanza de Miguel, el poder del ángel se perdería
en el vacío, o debería manifestarse por una destrucción infinita, dirigida de arriba a
abajo.
Y si el pie de Miguel no detuviera en su ascensión a Satanás, Satanás iría a destronar a
Dios, o más bien se perdería él mismo en los abismos de la altura.
Satanás es, por tanto, necesario a Miguel, como el pedestal a la estatua, y Miguel es
preciso a Satanás como el freno a la locomotora.
En dinámica analógica y universal no se apoya uno más que en lo que resisté.
Así el universo está contrabalanceado por dos fuerzas que le mantienen en equilibrio; la
fuerza que atrae y la fuerza que repele. Estas dos fuerzas existen en física, en filosofía
yen religión. Ambas producen: en física, el equilibrio; en filosofía, la crítica; en
religión, la revelación progresiva. Los antiguos han representado este misterio por la
lucha de Eros y de Anteros; por el combate de Jacob con el ángel; por el equilibrio de la
montaña de oro, que está sujeta, con la serpiente simbólica de la India; los dioses de un
lado y del otro lado los demonios.
Se encuentra también figurado por el caduceo de Hermanubis, por los dos querubines
del Arca, por las dos esfinges del carro de Osiris, por los dos Serapis, el blanco y el
negro.
Su realidad científica está demostrada por los fenómenos de la polaridad y por la ley
universal de las simpatías y de las antipatías.
Los discípulos de Zoroastro, que eran inteligentes, dividieron el binario sin referirse a la
unidad , separando así las columnas del templo y queriendo descuartizar a Dios. El
binario en dios no existe mas que por el ternario. Si concebís lo absoluto como dos, es
preciso concebirle inmediatamente como tres para encontrar el principio unitario.
Por esta razón, los elementos materiales análogos a los elementos divinos, se conciben
como cuatro, se explican como dos y no existen. Finalmente mas que como tres.
La revelación es el binario; todo verbo es doble y supone, por consiguiente, dos.
La moral que resulta de la revelación, está fundada en el antagonismo, que es la
consecuencia del binario. El espíritu y la forma se atraen y se repelen como la idea y el
signo, como la verdad y la ficción. La razón suprema necesita el dogma al comunicarse
con las inteligencias finitas, y el dogma, al pasar del dominio de las ideas al de las
formas, se hace partícipe de ambos mundos y tiene, necesariamente, dos sentidos que
hablan sucesivamente, o a la vez, sea al espíritu, sea a la carne.
Así, pues, en el dominio moral hay dos fuerzas; una que espera y otra que reprime o
expía. Estas dos fuerzas están figuradas en los mitos del Génesis por los personajes
típicos de Caín y Abel.
Abel oprime a Caín por su superioridad moral; Caín, para librarse de esa opresión
inmortaliza a su hermano dándole muerte, y se convierte en víctima de su propia acción.
Caín ha podido dejar que Abel viviera, y la sangre de Abel no deja dormir a Caín.
En el Evangelio, el tipo Caín está reemplazado por el del hijo pródigo, a quien su padre
perdona, porque vuelve al hogar después de haber sufrido mucho.
En Dios hay misericordia y justicia; hice justicia a los justos y emplea Ja misericordia
con los pecadores.
En el alma del mundo, que es el agente universal, hay corriente de amor y corriente de
cólera.
Ese fluido ambiente que penetra en todas las cosas; ese rayo desprendido del nimbo del
sol y fijado por el peso de la atmósfera y por la fuerza de atracción central, ese cuerpo
de espíritu santo que nosotros llamamos el agente universal, y que los antiguos
representaron bajo la forma de una serpiente que se muerde la cola, ese éter eléctricomagnético,
ese calórico vital y luminoso está figurado en los antiguos monumentos por
el cinturón de Isis que se tuerce y se retuerce en un nudo de amor, älrededor de dos
polos y por la serpiente que se muerde la cola, emblema de la prudencia y de Saturno.
El movimiento y la vida consisten en la tensión extrema de dos fuerzas.
¡Plugue a Dios —dice el maestro— que fueseis todo frío o todo caliente!
En efecto, un gran culpable está más vivo que un hombre cobarde o tímido, y su retorno
a la virtud estará en razón con la energía de sus compromisos.
La mujer que debe aplastar la cabeza de la serpiente es la inteligencia que flota siempre
sobre la corriente de las fuerzas ciegas , es, dicen los cabalistas virgen del mar, a la que
el dragón infernal viene a lamer los pies húmedos con sus lenguas de fuego, y la cual se
duerme de voluptuosidad.
Tales son los misterios hieráticos del binario. Pero ahí uno que no puede ser revelado y
este es el ultimo de todos. La razón de la prohibición está, según Hermes Trimegistro en
que la inteligencia del vulgo daría las necesidades de la ciencia todo el alcance inmortal
de una fatalidad ciega. Es preciso contener al vulgo dice una vez mas por el espanto de
lo desconocido. El Cristo decía también, no echéis perlas a los cerdos, por miedo de
que no escarben con los pies y volviéndose contra vosotros os devoren. El árbol de la
ciencia del bien y del mal cuyo frutos causaban la muerte, es la imagen de ese secreto
hieratico del binario. Ese secreto en efecto, si se divulgase no podría sino ser mal
comprendido y hasta podría llegarse a la negación impía del libre albedrío 3que es el
principio moral de la vida. Es pues en la esencia de las cosas como la revelación de ese
secreto que causa la muerte y no es sin embargo este el gran arcano de la magia, pero el
secreto del binario conduce al del cuaternario o mas bien procede de el y se resuelve por
el ternario que contiene la palabra del enigma de la esfinge, tal cual ha debido
encontrarse para salvar la vida, espiar el crimen involuntario y asegurar el reino de
Egipto.
El libro jeroglífico de Hermes,’ que se llama también el libro de Thot, el binario está
representado, sea por una gran sacerdotisa que tiene los cuernos de Isis, la cabeza
cubierta con un velo y un libro abierto, que oculta a medias con su manto, o, por la
mujer soberana, la diosa Juno de los griegos, teniendo una mano elevada hacia el cielo y
la otra descendiendo hacia la tierra, como si formulara por ese gesto el dogma único y
dualista, que es la base de la magia, y que comienza los maravillosos símbolos de la
tabla de esmeralda de Hennes.
En el Apocalipsis de San Juan es cuestión de dos testigos o mártires, a los cuales la
tradición profética da los nombres de Elías y de Henoch, Elías, el hombre de la fe, del
celo y de los milagros, y Henoch, el mismo a quien los egipcios han llamado Hermes,
ya quien los fenicios honraban con el nombre de Cadmo, el autor del alfabeto sagrado y
de la llave universal de las iniciaciones al Verbo, el padre de la cábala, aquel que, según
las alegorías santas, no ha muerto como los demás hombres, sino que ha sido llevado al
cielo para volver al final de los tiempos. Se decía, poco más o menos, idéntica cosa del
3 Debe referirse al karma, concepto oriental que enseña que tras la muerte las faltas cometidas sobreviven
hasta que el hombre vuelve a nacer en el mundo mortal por segunda o tercera vez para pagar sus faltas.
El concepto del karma cuando es mal comprendido puede entenderse como el destino irrevocable de los
hombres y es capaz de desarrollar una percepción fatalista de la vida. A veces es llamada ley de Causa y
Efecto y por tanto Ley del Binario.
mismo San Juan, quien encontró y explicó en su Apocalipsis los símbolos del Verbo de
Henoch. Esta resurrección de San Juan y de Henoch, esperaba al final de siglos y siglos
de ignorancia, será la renovación de su doctrina por la inteligencia de las claves
cabalísticas que abren el templo de la unidad y de la filosofía universal, demasiado
tiempo oculta y reservada solamente a los elegidos que el mundo hace morir.
Pero ya hemos dicho que la reproducción de la unidad por el binario conduce
forzosamente a la noción y al dogma de los ternarios, y llegamos, por fin, a ese gran
número que es la plenitud y el verbo perfecto de la unidad.
_
3 C
EL TRIANGULO DE SALOMON
Plenitudo vocis - Binah - Physis
La unidad humana es completa por la derecha y por la izquierda. El hombre primitivo es
andrógino. Todos los órganos del cuerpo humano están dispuesto por pares, excepto la
nariz, la lengua, el ombligo y el jod cabalístico.
La divinidad, es una en su esencia, tiene dos condiciones esenciales, como bases
fundamentales de su ser; la necesidad y la libertad.
Las leyes de la razón suprema necesitan de Dios y regulan la libertad, que es
necesariamente razonable y sabia.
Para hacer visible la luz, es por lo que únicamente Dios ha impuesto la sombra.
Para manifestar la verdad, ha hecho posible la duda.
La sombra es la tenaza de la luz, y la posibilidad de error es necesaria para la
manifestación temporal de la verdad.
Sí el broquel de Satanás no detuviera la lanza de Miguel, el poder del ángel se perdería
en el vacío, o debería manifestarse por una destrucción infinita, dirigida de arriba a
abajo.
Y si el pie de Miguel no detuviera en su ascensión a Satanás, Satanás iría a destronar a
Dios, o más bien se perdería él mismo en los abismos de la altura.
Satanás es, por tanto, necesario a Miguel, como el pedestal a la estatua, y Miguel es
preciso a Satanás como el freno a la locomotora.
En dinámica analógica y universal no se apoya uno más que en lo que resisté.
Así el universo está contrabalanceado por dos fuerzas que le mantienen en equilibrio; la
fuerza que atrae y la fuerza que repele. Estas dos fuerzas existen en física, en filosofía
yen religión. Ambas producen: en física, el equilibrio; en filosofía, la crítica; en
religión, la revelación progresiva. Los antiguos han representado este misterio por la
lucha de Eros y de Anteros; por el combate de Jacob con el ángel; por el equilibrio de la
montaña de oro, que está sujeta, con la serpiente simbólica de la India; los dioses de un
lado y del otro lado los demonios.
Se encuentra también figurado por el caduceo de Hermanubis, por los dos querubines
del Arca, por las dos esfinges del carro de Osiris, por los dos Serapis, el blanco y el
negro.
Su realidad científica está demostrada por los fenómenos de la polaridad y por la ley
universal de las simpatías y de las antipatías.
Los discípulos de Zoroastro, que eran inteligentes, dividieron el binario sin referirse a la
unidad , separando así las columnas del templo y queriendo descuartizar a Dios. El
binario en dios no existe mas que por el ternario. Si concebís lo absoluto como dos, es
preciso concebirle inmediatamente como tres para encontrar el principio unitario.
Por esta razón, los elementos materiales análogos a los elementos divinos, se conciben
como cuatro, se explican como dos y no existen. Finalmente mas que como tres.
La revelación es el binario; todo verbo es doble y supone, por consiguiente, dos.
La moral que resulta de la revelación, está fundada en el antagonismo, que es la
consecuencia del binario. El espíritu y la forma se atraen y se repelen como la idea y el
signo, como la verdad y la ficción. La razón suprema necesita el dogma al comunicarse
con las inteligencias finitas, y el dogma, al pasar del dominio de las ideas al de las
formas, se hace partícipe de ambos mundos y tiene, necesariamente, dos sentidos que
hablan sucesivamente, o a la vez, sea al espíritu, sea a la carne.
Así, pues, en el dominio moral hay dos fuerzas; una que espera y otra que reprime o
expía. Estas dos fuerzas están figuradas en los mitos del Génesis por los personajes
típicos de Caín y Abel.
Abel oprime a Caín por su superioridad moral; Caín, para librarse de esa opresión
inmortaliza a su hermano dándole muerte, y se convierte en víctima de su propia acción.
Caín ha podido dejar que Abel viviera, y la sangre de Abel no deja dormir a Caín.
En el Evangelio, el tipo Caín está reemplazado por el del hijo pródigo, a quien su padre
perdona, porque vuelve al hogar después de haber sufrido mucho.
En Dios hay misericordia y justicia; hice justicia a los justos y emplea Ja misericordia
con los pecadores.
En el alma del mundo, que es el agente universal, hay corriente de amor y corriente de
cólera.
Ese fluido ambiente que penetra en todas las cosas; ese rayo desprendido del nimbo del
sol y fijado por el peso de la atmósfera y por la fuerza de atracción central, ese cuerpo
de espíritu santo que nosotros llamamos el agente universal, y que los antiguos
representaron bajo la forma de una serpiente que se muerde la cola, ese éter eléctricomagnético,
ese calórico vital y luminoso está figurado en los antiguos monumentos por
el cinturón de Isis que se tuerce y se retuerce en un nudo de amor, älrededor de dos
polos y por la serpiente que se muerde la cola, emblema de la prudencia y de Saturno.
El movimiento y la vida consisten en la tensión extrema de dos fuerzas.
¡Plugue a Dios —dice el maestro— que fueseis todo frío o todo caliente!
En efecto, un gran culpable está más vivo que un hombre cobarde o tímido, y su retorno
a la virtud estará en razón con la energía de sus compromisos.
La mujer que debe aplastar la cabeza de la serpiente es la inteligencia que flota siempre
sobre la corriente de las fuerzas ciegas , es, dicen los cabalistas virgen del mar, a la que
el dragón infernal viene a lamer los pies húmedos con sus lenguas de fuego, y la cual se
duerme de voluptuosidad.
Tales son los misterios hieráticos del binario. Pero ahí uno que no puede ser revelado y
este es el ultimo de todos. La razón de la prohibición está, según Hermes Trimegistro en
que la inteligencia del vulgo daría las necesidades de la ciencia todo el alcance inmortal
de una fatalidad ciega. Es preciso contener al vulgo dice una vez mas por el espanto de
lo desconocido. El Cristo decía también, no echéis perlas a los cerdos, por miedo de
que no escarben con los pies y volviéndose contra vosotros os devoren. El árbol de la
ciencia del bien y del mal cuyo frutos causaban la muerte, es la imagen de ese secreto
hieratico del binario. Ese secreto en efecto, si se divulgase no podría sino ser mal
comprendido y hasta podría llegarse a la negación impía del libre albedrío 3que es el
principio moral de la vida. Es pues en la esencia de las cosas como la revelación de ese
secreto que causa la muerte y no es sin embargo este el gran arcano de la magia, pero el
secreto del binario conduce al del cuaternario o mas bien procede de el y se resuelve por
el ternario que contiene la palabra del enigma de la esfinge, tal cual ha debido
encontrarse para salvar la vida, espiar el crimen involuntario y asegurar el reino de
Egipto.
El libro jeroglífico de Hermes,’ que se llama también el libro de Thot, el binario está
representado, sea por una gran sacerdotisa que tiene los cuernos de Isis, la cabeza
cubierta con un velo y un libro abierto, que oculta a medias con su manto, o, por la
mujer soberana, la diosa Juno de los griegos, teniendo una mano elevada hacia el cielo y
la otra descendiendo hacia la tierra, como si formulara por ese gesto el dogma único y
dualista, que es la base de la magia, y que comienza los maravillosos símbolos de la
tabla de esmeralda de Hennes.
En el Apocalipsis de San Juan es cuestión de dos testigos o mártires, a los cuales la
tradición profética da los nombres de Elías y de Henoch, Elías, el hombre de la fe, del
celo y de los milagros, y Henoch, el mismo a quien los egipcios han llamado Hermes,
ya quien los fenicios honraban con el nombre de Cadmo, el autor del alfabeto sagrado y
de la llave universal de las iniciaciones al Verbo, el padre de la cábala, aquel que, según
las alegorías santas, no ha muerto como los demás hombres, sino que ha sido llevado al
cielo para volver al final de los tiempos. Se decía, poco más o menos, idéntica cosa del
3 Debe referirse al karma, concepto oriental que enseña que tras la muerte las faltas cometidas sobreviven
hasta que el hombre vuelve a nacer en el mundo mortal por segunda o tercera vez para pagar sus faltas.
El concepto del karma cuando es mal comprendido puede entenderse como el destino irrevocable de los
hombres y es capaz de desarrollar una percepción fatalista de la vida. A veces es llamada ley de Causa y
Efecto y por tanto Ley del Binario.
mismo San Juan, quien encontró y explicó en su Apocalipsis los símbolos del Verbo de
Henoch. Esta resurrección de San Juan y de Henoch, esperaba al final de siglos y siglos
de ignorancia, será la renovación de su doctrina por la inteligencia de las claves
cabalísticas que abren el templo de la unidad y de la filosofía universal, demasiado
tiempo oculta y reservada solamente a los elegidos que el mundo hace morir.
Pero ya hemos dicho que la reproducción de la unidad por el binario conduce
forzosamente a la noción y al dogma de los ternarios, y llegamos, por fin, a ese gran
número que es la plenitud y el verbo perfecto de la unidad.
_
3 C
EL TRIANGULO DE SALOMON
Plenitudo vocis - Binah - Physis
_
El verbo perfecto es el ternario, porque supone un principio inteligente, un principio
parlante y un principio hablado.
Lo absoluto que se revela por la palabra da a esta palabra un sentido igual a sí mišmo y
crea un tercer sí mismo en la inteligencia de esta palabra.
Así es como el sol se manifiesta por su luz y prueba esa manifestación o las hace eficaz
por su calórico.
El ternario está trazado en el espacio por el punto culminante del cielo, el infinito en
altura, que se une por dos líneas rectas y divergentes al oriente y al occidente.
Pero, a ese triángulo visible, la razón compara otro triángulo invisible, que
afirma ser igual al primero; es éste el que tiene por cima la profundidad, y
cuya base invertida es paralela a la línea horizontal que va de Oriente a
Occidente.
Estos dos triángulos, reunidos en una sola figura, que es la de una estrella de seis rayos,
forman el signo sagrado del sello de Salomón.
La idea de lo infinito y de lo absoluto está manifestada por este signo, que es el gran
pantáculo, es decir, el más sencillo y el más completo comprendido de la ciencia de
todas las cosas.
La misma Gramática atribuye tres personas al verbo.
La primera es la que habla, la segunda a quien se a la y la tercera la de que se habla.
El principio infinito creando habla en si mismo a si mismo.
He aquí la explicación del temario ye origen e ogma e la Trinidad.
El dogma mágico, también, es uno en tres y tres en uno.
Lo que está encima parece o es igual a lo que está debajo.
Así, dos cosas que se parecen y el verbo que manifiesta su semejanza, hacen tres.
El temario es el dogma universal.
En magia, principio, realización, adaptación; en alquimia, azoe, incorporación,
transmutación; en teología, dios, encarnación, redención; en el alma humana,
pensamiento, amor y acción; en la familia, padre, madre, hijo. El temario es el fin y la
expresión suprema del amor; no se busca a dos sino para convertirse en tres.
Hay tres mundos inteligibles que corresponden los unos con los otros por la analogía
jerárquica: el mundo natural o físico, el mundo espiritual o metafísico y el mundo
divino o religioso.
De este principio resulta la jerarquía de los espíritus divididos en tres órdenes, siempre
por el temario.
Todas estas revelaciones son deducciones lógicas de las primeras nociones matemáticas
del ser y del número.
La unidad, para hacerse activa, debe multiplicarse. Un principio indivisible, inmóvil e
infecundo, sería la unidad muerta e incomprensible.
Si Dios no fuera más que uno, no sería creador ni padre. Si sólo fuera dos, habría en ello
antagonismo o división en el infinito, y esto sería la repartición o la muerte de toda cosa
posible. Hay, pues, necesidad de tres para crear de sí mismo, ya su imagen la multitud
infinita de los seres y de los números. Así es, realmente, único es sí mismo y triple en
nuestra concepción, lo que nos le hace ver tan triple en sí mismo, como único en nuestra
inteligencia y en nuestro amor.
Esto es un misterio para el creyente y una necesidad lógica para el iniciado en las
ciencias absolutas y reales.
El Verbo, manifestaciones por la vida, es la realización ola encarnación.
La vida del Verbo, cumpliendo su movimiento cíclico, es la adaptación o la redención.
Este triple dogma ha sido conocido en todos los santuarios esclarecidos por la tradición
de los sabios. ¿Queréis saber cuál es la verdadera religión? Buscad aquella qúe realiza
lo más en el orden divino, la que humaniza a Dios y diviniza al hombre; la que conserva
intacto el dogma ternario que encarna el Verbo, haciendo ver y tocar a Dios a los más
ignorantes; aquella, en fin, cuya doctrina conviene a todos y puede adaptarse a todo; la
religión, que es hierática y cíclica, que tiene para los niños alegorías e imágenes, para
los hombres maduros una elevada filosofía, y sublimes esperanzas y dulces consuelos
para los ancianos.
Los primeros sabios que han buscado la causa de las causas, han visto el bien y el mal
en el mundo; han observado la luz y la sombra; han comparado el invierno con la
primavera, la vejez con la juventud, la vida con la muerte, y han dicho: La causa
primera es bienhechora y rigurosa; vivifica y destruye.
—¿Hay, pues, dos principios contrarios, uno bueno y otro malo? —se han preguntado
los discípulos de Manes.
—No, los dos principios del equilibrio universal no son contrarios, aunque sean
opuestos en apariencia; porque es una sabiduría única la que los opone
el uno al otro.
El bien está a la derecha, el mal a la izquierda; pero la inteligencia suprema está por
encima de ambos y ella hará servir el mal para el triunfo del bien, y el bien
a la reparación del mal.
El principio de armonía está en la unidad, yeso es lo que da en magia tanto poder al
número par.
Pero el más perfecto de los números impares es el tres, porque es la trilogía de la
unidad.
En los trigramas de Fohi, el ternario superior se compone de tres yang o figuras
masculinas, porque en la idea de Dios, considerada como principio de la fecundidad en
los tres mundos no podría admitirse nada de pasivo.
Es también por esto por lo que la trinidad cristiana no admite en forma alguna la
personificación de la madre, que está implícitamente enunciada en la del hijo. También
es por esto por lo que es contraria a las leyes de la simbólica hierática y ortodoxa de
personificar al Espíritu Santo bajo la figura de una mujer.
La mujer sale del hombre como la naturaleza sale de Dios; también el Cristo se eleva él
mismo al cielo y asume la Virgen madre; se dice la ascensión del Salvador y la asunción
de la madre de Dios.
Dios, considerado como padre, tiene a la naturaleza por hija.
Como hijo, tiene a la Virgen por madre y a la Iglesia por esposa.
Como Espíritu Santo, regenera y fecunda a la humanidad.
Por esto en los trigramas de Fohi a los tres yang superiores corresponden los tres yig
inferiores, porque los trigramas de Fohi son un pantáculo semejante a los dos triángulos
de Salomón, pero con una interpretación ternaria de seis puntos de la estrella brillante.
_______________ _______________
_______________ _______________
_______________ _______________
El dogma no es divino en tanto que no es verdaderamente humano, es decir, que reuna
la más elevada razón de la humanidad; así el maestro, a quien llamamos el hombre-
Dios; se llamaba a sí mismo el hijo del hombre.
La revelación es la expresión de la creencia admitida y formulada por la razón universal
en el verbo humano.
Por esto se dice que en el hombre-Dios la divinidad es humana y la humanidad divina.
Nosotros decimos todo esto filosóficamente y no teológicamente, y esto no toca en nada
a la enseñanza de la Iglesia, que condena y debe condenar siempre a la magia.
Paracelso y Agrippa no han elevado altar contra altar y se han sometido a la religión
dominante en su época. A los elegidos de la ciencia las cosas de la ciencia; a los fieles
las cosas de la fe.
El emperador Juliano, en su himno al Rey Sol, da una teoría del ternario, que es casi
idéntica a la del iluminado Swedenborg.
El sol del mundo divino es la luz la finita, espiritual e increada; esta luz se verbaliza,
puede hablarse así en el mundo filosófico, y se hace el foco de las almas y de la verdad,
pues se incorpora y se convierte en luz visible en el sol, tercer mundo, sol central de
nuestros soles y cuyas estrellas fijas son chispas siempre vivas.
Los cabalistas comparan el espíritu a una sustancia que queda fluida en el medio divino
y bajo la influencia de la luz esencial, pero cuyo exterior se endurece como una cera
expuesta al aire en las más frías regiones del razonamiento de las formas visibles. Estas
cortezas o envolturas petrificadas (nosotros diríamos mejor carnificadas, si fuera
admisible la palabra), son la causa de los errores o del mal, que tiende ala pesantez ya la
dureza de las envolturas anímicas. En el libro de Sohar y en el de las revoluciones de las
almas, los espíritus perversos o malos demonios no son llamado de otro modo que las
cortesas, cortices.
Las cortezas del mundo de los espíritus son transparentes, las del mundo material son
opacas, los cuerpos no son masque cortezas temporales, y las que las almas deben ser
libertadas, pero aquellas que obedecen al cuerpo en esta vida, se forman un cuerpo
interior, o una corteza fluidita, que se hace su prisión y suplicio después de la muerte,
hasta el momento en que consigue fundirla en el calor de la luz divina, o su pesantez les
impide subir, no llegan sino por medio de infinitos esfuerzos y con el socorro de los
justos, que les tienden la mano, y durante todo ese tiempo son devorados por la
actividad interna del espíritu cautivo como en un hormo en completa combustión.
Aquellos que llegan a la hoguera de la expiación, se queman por sí mismos en ella,
como Hércules sobre el monte Oeta y se libran así de sus tormentos; pero el mayor
número carece de valor ante esta ultima prueba, que les parece una segunda muerte
mucho mas espantosa que la primera y permanecen asi en el infierno que es eterno de
hecho y de derecho, pero en el cual las almas nunca son precipitadas ni retenidas a pesar
suyo.
Los tres mundos se corresponden conjuntamente por las treinta y dos vías de luz, que
son los peldaños de la escalera santa; todo pensamiento verdadero corresponde a una
gracia divina en el cielo ya una obra, útil en la tierra. Toda gracia de Dios suscita una
verdad y produce uno o muchos actos y recíprocamente todo acto remueve en los cielos
una verdad o una mentira, una gracia o un castigo. Cuando un hombre pronuncia el
tetragrama, escriben los cabalistas, los nueve cielos reciben una sacudida, y todos los
espíritus gritan unos a otros: ¿Quién turba así el reino del cielo? Entonces la tierra
revela al primer cielo los pecados del temerario, que pretende el nombre del eterno en
vano, y el verbo acusador es transmitido de círculo en círculo, estrella en estrella, y de
jerarquía en jerarquía.
Toda palabra tiene tres sentidos; todo acto un triple alcance; toda forma una triple idea,
porque lo absoluto corresponde de mundo en mundo con sus formas. Toda
determinación de la voluntad humana modifica la naturaleza, interesa la filosofía y
escribe en el cielo. Hay, pues, dos fatalidades, la una resultante de la voluntad de lo
increado, de acuerdo con su sabiduría, la otra resultante de las voluntades creadas y de
acuerdo con la necesidad de las causas secundarias en sus relaciones con la causa
primitiva.
Nada es, pues, indiferente en la vida, y nuestras más sencillas determinaciones deciden
con frecuencia una serie incalculable de bienes o de males, sobre todo en las relaciones
de nuestro diáfano con el gran agente mágico, como ya lo explicaremos.
Siendo lo ternario el principio fundamental de toda la cábala o tradición sagrada de
nuestros padres, ha debido ser el dogma fundamental del cristianismo, del que explica el
dualismo aparente por la intervención de una armoniosa y toda poderosa unidad. El
Cristo no ha escrito su dogma y no lo ha revelado en secreto más que a su discípulo
favorito, el único cabalista, y gran cabalista entre los apóstoles. Así el Apocalipsis es el
libro de la gnosis o doctrina secreta de los primeros cristianos, doctrina cuya clave esta
indicada en un versículo secreto de Pater, que la vulgata no traduce y el rito griego
(conservador de las tradiciones de San Juan) no permite mas que a los sacerdotes
pronunciar. Este versículo completamente cabalista se encuentra en el texto griego del
evangelio, según San Mateo y en muchos ejemplares hebraicos. Helo aquí en las dos
lenguas sagradas:
El verbo perfecto es el ternario, porque supone un principio inteligente, un principio
parlante y un principio hablado.
Lo absoluto que se revela por la palabra da a esta palabra un sentido igual a sí mišmo y
crea un tercer sí mismo en la inteligencia de esta palabra.
Así es como el sol se manifiesta por su luz y prueba esa manifestación o las hace eficaz
por su calórico.
El ternario está trazado en el espacio por el punto culminante del cielo, el infinito en
altura, que se une por dos líneas rectas y divergentes al oriente y al occidente.
Pero, a ese triángulo visible, la razón compara otro triángulo invisible, que
afirma ser igual al primero; es éste el que tiene por cima la profundidad, y
cuya base invertida es paralela a la línea horizontal que va de Oriente a
Occidente.
Estos dos triángulos, reunidos en una sola figura, que es la de una estrella de seis rayos,
forman el signo sagrado del sello de Salomón.
La idea de lo infinito y de lo absoluto está manifestada por este signo, que es el gran
pantáculo, es decir, el más sencillo y el más completo comprendido de la ciencia de
todas las cosas.
La misma Gramática atribuye tres personas al verbo.
La primera es la que habla, la segunda a quien se a la y la tercera la de que se habla.
El principio infinito creando habla en si mismo a si mismo.
He aquí la explicación del temario ye origen e ogma e la Trinidad.
El dogma mágico, también, es uno en tres y tres en uno.
Lo que está encima parece o es igual a lo que está debajo.
Así, dos cosas que se parecen y el verbo que manifiesta su semejanza, hacen tres.
El temario es el dogma universal.
En magia, principio, realización, adaptación; en alquimia, azoe, incorporación,
transmutación; en teología, dios, encarnación, redención; en el alma humana,
pensamiento, amor y acción; en la familia, padre, madre, hijo. El temario es el fin y la
expresión suprema del amor; no se busca a dos sino para convertirse en tres.
Hay tres mundos inteligibles que corresponden los unos con los otros por la analogía
jerárquica: el mundo natural o físico, el mundo espiritual o metafísico y el mundo
divino o religioso.
De este principio resulta la jerarquía de los espíritus divididos en tres órdenes, siempre
por el temario.
Todas estas revelaciones son deducciones lógicas de las primeras nociones matemáticas
del ser y del número.
La unidad, para hacerse activa, debe multiplicarse. Un principio indivisible, inmóvil e
infecundo, sería la unidad muerta e incomprensible.
Si Dios no fuera más que uno, no sería creador ni padre. Si sólo fuera dos, habría en ello
antagonismo o división en el infinito, y esto sería la repartición o la muerte de toda cosa
posible. Hay, pues, necesidad de tres para crear de sí mismo, ya su imagen la multitud
infinita de los seres y de los números. Así es, realmente, único es sí mismo y triple en
nuestra concepción, lo que nos le hace ver tan triple en sí mismo, como único en nuestra
inteligencia y en nuestro amor.
Esto es un misterio para el creyente y una necesidad lógica para el iniciado en las
ciencias absolutas y reales.
El Verbo, manifestaciones por la vida, es la realización ola encarnación.
La vida del Verbo, cumpliendo su movimiento cíclico, es la adaptación o la redención.
Este triple dogma ha sido conocido en todos los santuarios esclarecidos por la tradición
de los sabios. ¿Queréis saber cuál es la verdadera religión? Buscad aquella qúe realiza
lo más en el orden divino, la que humaniza a Dios y diviniza al hombre; la que conserva
intacto el dogma ternario que encarna el Verbo, haciendo ver y tocar a Dios a los más
ignorantes; aquella, en fin, cuya doctrina conviene a todos y puede adaptarse a todo; la
religión, que es hierática y cíclica, que tiene para los niños alegorías e imágenes, para
los hombres maduros una elevada filosofía, y sublimes esperanzas y dulces consuelos
para los ancianos.
Los primeros sabios que han buscado la causa de las causas, han visto el bien y el mal
en el mundo; han observado la luz y la sombra; han comparado el invierno con la
primavera, la vejez con la juventud, la vida con la muerte, y han dicho: La causa
primera es bienhechora y rigurosa; vivifica y destruye.
—¿Hay, pues, dos principios contrarios, uno bueno y otro malo? —se han preguntado
los discípulos de Manes.
—No, los dos principios del equilibrio universal no son contrarios, aunque sean
opuestos en apariencia; porque es una sabiduría única la que los opone
el uno al otro.
El bien está a la derecha, el mal a la izquierda; pero la inteligencia suprema está por
encima de ambos y ella hará servir el mal para el triunfo del bien, y el bien
a la reparación del mal.
El principio de armonía está en la unidad, yeso es lo que da en magia tanto poder al
número par.
Pero el más perfecto de los números impares es el tres, porque es la trilogía de la
unidad.
En los trigramas de Fohi, el ternario superior se compone de tres yang o figuras
masculinas, porque en la idea de Dios, considerada como principio de la fecundidad en
los tres mundos no podría admitirse nada de pasivo.
Es también por esto por lo que la trinidad cristiana no admite en forma alguna la
personificación de la madre, que está implícitamente enunciada en la del hijo. También
es por esto por lo que es contraria a las leyes de la simbólica hierática y ortodoxa de
personificar al Espíritu Santo bajo la figura de una mujer.
La mujer sale del hombre como la naturaleza sale de Dios; también el Cristo se eleva él
mismo al cielo y asume la Virgen madre; se dice la ascensión del Salvador y la asunción
de la madre de Dios.
Dios, considerado como padre, tiene a la naturaleza por hija.
Como hijo, tiene a la Virgen por madre y a la Iglesia por esposa.
Como Espíritu Santo, regenera y fecunda a la humanidad.
Por esto en los trigramas de Fohi a los tres yang superiores corresponden los tres yig
inferiores, porque los trigramas de Fohi son un pantáculo semejante a los dos triángulos
de Salomón, pero con una interpretación ternaria de seis puntos de la estrella brillante.
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El dogma no es divino en tanto que no es verdaderamente humano, es decir, que reuna
la más elevada razón de la humanidad; así el maestro, a quien llamamos el hombre-
Dios; se llamaba a sí mismo el hijo del hombre.
La revelación es la expresión de la creencia admitida y formulada por la razón universal
en el verbo humano.
Por esto se dice que en el hombre-Dios la divinidad es humana y la humanidad divina.
Nosotros decimos todo esto filosóficamente y no teológicamente, y esto no toca en nada
a la enseñanza de la Iglesia, que condena y debe condenar siempre a la magia.
Paracelso y Agrippa no han elevado altar contra altar y se han sometido a la religión
dominante en su época. A los elegidos de la ciencia las cosas de la ciencia; a los fieles
las cosas de la fe.
El emperador Juliano, en su himno al Rey Sol, da una teoría del ternario, que es casi
idéntica a la del iluminado Swedenborg.
El sol del mundo divino es la luz la finita, espiritual e increada; esta luz se verbaliza,
puede hablarse así en el mundo filosófico, y se hace el foco de las almas y de la verdad,
pues se incorpora y se convierte en luz visible en el sol, tercer mundo, sol central de
nuestros soles y cuyas estrellas fijas son chispas siempre vivas.
Los cabalistas comparan el espíritu a una sustancia que queda fluida en el medio divino
y bajo la influencia de la luz esencial, pero cuyo exterior se endurece como una cera
expuesta al aire en las más frías regiones del razonamiento de las formas visibles. Estas
cortezas o envolturas petrificadas (nosotros diríamos mejor carnificadas, si fuera
admisible la palabra), son la causa de los errores o del mal, que tiende ala pesantez ya la
dureza de las envolturas anímicas. En el libro de Sohar y en el de las revoluciones de las
almas, los espíritus perversos o malos demonios no son llamado de otro modo que las
cortesas, cortices.
Las cortezas del mundo de los espíritus son transparentes, las del mundo material son
opacas, los cuerpos no son masque cortezas temporales, y las que las almas deben ser
libertadas, pero aquellas que obedecen al cuerpo en esta vida, se forman un cuerpo
interior, o una corteza fluidita, que se hace su prisión y suplicio después de la muerte,
hasta el momento en que consigue fundirla en el calor de la luz divina, o su pesantez les
impide subir, no llegan sino por medio de infinitos esfuerzos y con el socorro de los
justos, que les tienden la mano, y durante todo ese tiempo son devorados por la
actividad interna del espíritu cautivo como en un hormo en completa combustión.
Aquellos que llegan a la hoguera de la expiación, se queman por sí mismos en ella,
como Hércules sobre el monte Oeta y se libran así de sus tormentos; pero el mayor
número carece de valor ante esta ultima prueba, que les parece una segunda muerte
mucho mas espantosa que la primera y permanecen asi en el infierno que es eterno de
hecho y de derecho, pero en el cual las almas nunca son precipitadas ni retenidas a pesar
suyo.
Los tres mundos se corresponden conjuntamente por las treinta y dos vías de luz, que
son los peldaños de la escalera santa; todo pensamiento verdadero corresponde a una
gracia divina en el cielo ya una obra, útil en la tierra. Toda gracia de Dios suscita una
verdad y produce uno o muchos actos y recíprocamente todo acto remueve en los cielos
una verdad o una mentira, una gracia o un castigo. Cuando un hombre pronuncia el
tetragrama, escriben los cabalistas, los nueve cielos reciben una sacudida, y todos los
espíritus gritan unos a otros: ¿Quién turba así el reino del cielo? Entonces la tierra
revela al primer cielo los pecados del temerario, que pretende el nombre del eterno en
vano, y el verbo acusador es transmitido de círculo en círculo, estrella en estrella, y de
jerarquía en jerarquía.
Toda palabra tiene tres sentidos; todo acto un triple alcance; toda forma una triple idea,
porque lo absoluto corresponde de mundo en mundo con sus formas. Toda
determinación de la voluntad humana modifica la naturaleza, interesa la filosofía y
escribe en el cielo. Hay, pues, dos fatalidades, la una resultante de la voluntad de lo
increado, de acuerdo con su sabiduría, la otra resultante de las voluntades creadas y de
acuerdo con la necesidad de las causas secundarias en sus relaciones con la causa
primitiva.
Nada es, pues, indiferente en la vida, y nuestras más sencillas determinaciones deciden
con frecuencia una serie incalculable de bienes o de males, sobre todo en las relaciones
de nuestro diáfano con el gran agente mágico, como ya lo explicaremos.
Siendo lo ternario el principio fundamental de toda la cábala o tradición sagrada de
nuestros padres, ha debido ser el dogma fundamental del cristianismo, del que explica el
dualismo aparente por la intervención de una armoniosa y toda poderosa unidad. El
Cristo no ha escrito su dogma y no lo ha revelado en secreto más que a su discípulo
favorito, el único cabalista, y gran cabalista entre los apóstoles. Así el Apocalipsis es el
libro de la gnosis o doctrina secreta de los primeros cristianos, doctrina cuya clave esta
indicada en un versículo secreto de Pater, que la vulgata no traduce y el rito griego
(conservador de las tradiciones de San Juan) no permite mas que a los sacerdotes
pronunciar. Este versículo completamente cabalista se encuentra en el texto griego del
evangelio, según San Mateo y en muchos ejemplares hebraicos. Helo aquí en las dos
lenguas sagradas:
_
_
La palabra sagrada de Malkout, empleada por Keter, que es su correspondiente
cabalístico, y la balanza de Géburah y de Chesed, repitiéndose en los círculos o ciclos
que los gnósticos llamaban Eones, dan en este versículo oculto la clave de la bóveda de
todo el templo cristiano. los protestantes lo han traducido y conservado en su Nuevo
Testamento, sin encontrar la elevada y maravillosa inteligencia que les hubiera
desvelado todos los misterios del Apocalipsis; pero es una tradición en la Iglesia que la
revelación de esos misterios está reservada para la consumación de los tiempos.
Malkout, apoyado sobre Géburab y sobre Chesed, es el iemplo de~ Salomón, que tiene
por columnas Jakin y Bohas. Este es el dogma Adámico, apoyado, por una parte, en la
resignación de Abel, y por la otra, en el trabajo yen los remordimientos de Caín; éste es
el equilibrio universal del ser basado en la necesidad y en la libertad, en la fijeza y en el
movimiento; es la demostración de la palanca universal, buscada vanamente por
Arquímedes. Un sabio, que ha empleado todo su talento en hacerse oscuro y que ha
muerto sin haber querido hacerse comprender, había resuelto esta suprema ecuación,
encontrada por él en la cábala, y temía, por encima de todo, que pudiera saberse, si se
explicaba más claramente, el origen de sus descubrimientos. Nosotros hemos oído a uno
de sus discípulos y a algunos de sus admiradores indignarse, quizá de buena fe,
oyéndole llamar cabalista, y, no obstante hemos decir, para gloria de ese sabio, que sus
investigaciones han abreviado notablemente nuestro trabajo sobre las ciencias ocultas, y
que la clave de la alta cábala, sobre todo, indicada en el versículo oculto que acabamos
de citar, ha sido doctamente aplicado a una reforma absoluta de todas las ciencias en los
libros de Hoene Wronski.
La virtud secreta de los Evangelios está, pues, contenida en tres palabras,
y esas tres palabras han fundado tres dogmas y tres jerarquías. Toda ciencia
reposa sobre tres principios, como el silogismo sobre tres términos..Hay tambien tres
clases distintas, o tres rangos originales y naturales entre lo hombres, los cuales estan
llamados a elevarse de lo ms bajo a lo mas alto. Los hebreos llaman a esas tres series o
grados de progreso de los espiritus, asiah, jezirah y briah.. Los gnosticos, que eran los
cabalistas cristianos, los llamaban Hyle. Psique y Gnosis; el circulo supremo se
denominaba, entre los hebreos Atziluth y entre los gnósticos, Pléroma.
En el tetragrama, el ternario, tomando al comienzo de la palabra, manifiesta la
copulación divina; tomada al final manifiesta lo femenino y la maternidad. Eva lleva un
nombre de tres letras, pero el Adam primitivo está manifestado por la sola letra Jod, de
modo que Jehová debería pronunciarse Jevá. Esto nos conduce al grande y supremo
misterio de la magia, manifestado por el cuaternario.
_
4 Ð
EL TETRAGRAMATON
Géburah Chesed - Porta Librorum -
Elementa
La palabra sagrada de Malkout, empleada por Keter, que es su correspondiente
cabalístico, y la balanza de Géburah y de Chesed, repitiéndose en los círculos o ciclos
que los gnósticos llamaban Eones, dan en este versículo oculto la clave de la bóveda de
todo el templo cristiano. los protestantes lo han traducido y conservado en su Nuevo
Testamento, sin encontrar la elevada y maravillosa inteligencia que les hubiera
desvelado todos los misterios del Apocalipsis; pero es una tradición en la Iglesia que la
revelación de esos misterios está reservada para la consumación de los tiempos.
Malkout, apoyado sobre Géburab y sobre Chesed, es el iemplo de~ Salomón, que tiene
por columnas Jakin y Bohas. Este es el dogma Adámico, apoyado, por una parte, en la
resignación de Abel, y por la otra, en el trabajo yen los remordimientos de Caín; éste es
el equilibrio universal del ser basado en la necesidad y en la libertad, en la fijeza y en el
movimiento; es la demostración de la palanca universal, buscada vanamente por
Arquímedes. Un sabio, que ha empleado todo su talento en hacerse oscuro y que ha
muerto sin haber querido hacerse comprender, había resuelto esta suprema ecuación,
encontrada por él en la cábala, y temía, por encima de todo, que pudiera saberse, si se
explicaba más claramente, el origen de sus descubrimientos. Nosotros hemos oído a uno
de sus discípulos y a algunos de sus admiradores indignarse, quizá de buena fe,
oyéndole llamar cabalista, y, no obstante hemos decir, para gloria de ese sabio, que sus
investigaciones han abreviado notablemente nuestro trabajo sobre las ciencias ocultas, y
que la clave de la alta cábala, sobre todo, indicada en el versículo oculto que acabamos
de citar, ha sido doctamente aplicado a una reforma absoluta de todas las ciencias en los
libros de Hoene Wronski.
La virtud secreta de los Evangelios está, pues, contenida en tres palabras,
y esas tres palabras han fundado tres dogmas y tres jerarquías. Toda ciencia
reposa sobre tres principios, como el silogismo sobre tres términos..Hay tambien tres
clases distintas, o tres rangos originales y naturales entre lo hombres, los cuales estan
llamados a elevarse de lo ms bajo a lo mas alto. Los hebreos llaman a esas tres series o
grados de progreso de los espiritus, asiah, jezirah y briah.. Los gnosticos, que eran los
cabalistas cristianos, los llamaban Hyle. Psique y Gnosis; el circulo supremo se
denominaba, entre los hebreos Atziluth y entre los gnósticos, Pléroma.
En el tetragrama, el ternario, tomando al comienzo de la palabra, manifiesta la
copulación divina; tomada al final manifiesta lo femenino y la maternidad. Eva lleva un
nombre de tres letras, pero el Adam primitivo está manifestado por la sola letra Jod, de
modo que Jehová debería pronunciarse Jevá. Esto nos conduce al grande y supremo
misterio de la magia, manifestado por el cuaternario.
_
4 Ð
EL TETRAGRAMATON
Géburah Chesed - Porta Librorum -
Elementa
_
Existen en la Naturaleza dos fuerzas que producen un equilibrio, no obediendo los tres
más que a una sola ley. He aquí el ternario resumiéndose en la unidad, y agregando la
idea de la unidad a la del ternario, se llega al cuaternario, primer número cuadrado y
perfecto, manantial de todas las combinaciones numéricas y principio de las formas.
Afirmación, negación, discusión, solución; tales son las cuatro operaciones filosóficas
el espíritu humano. La discusi n concilia la negación con la afirmación, haciéndolas
necesarias la una a la otra. Por esta causa el ternario filosófico, al producirse del binario
antagónico, se completa por el cuartenario, base cuadrada de toda verdad. En Dios,
según el dogma consagrado, hay tres personas, y esas tres personas no son más que un
solo Dios. Tres y uno dan la idea de cuatro, porque la unidad es precisa para explicar los
tres. Así, en casi todos los idiomas, el nombre de Dios consta de cuatro letras, y en
hebreo esas cuatro letras no hacen más que tres, porque hay en él una que se repite dos
veces: la que manifiesta el Verbo y la creación del Verbo.
Dos afirmaciones hacen posible o necesarias dos negaciones correspondientes. El ser
está significado, la nada no lo está. La afirmación, como Verbo, produce la afirmación
como realización o encarnación del Verbo, y cada una de esas afirmaciones corresponde
a la negación de su contraria.
También resulta que, según el decir de los cabalistas, el nombre del demonio se
compone de letras vueltas del Dios o del bien.
Este mal es el reflejo perdido o el miraje imperfecto de la luz en la sombra.
Pero, todo lo que existe, sea en mal, sea en la luz, sea en la sombra, existe y se revela
por el cuaternario.4
La afirmación de la unidad supone el número cuatro, si esta afirmación no ha de girar
en la unidad misma como en un circulo vicioso. Así, pues, el ternario, como ya lo
hemos observado, se explica por el binario y se resuelve por el cuaternario, que es la
unidad cuadrada de los números pares y la base cuadrangular del cubo, una
construcción, de solidez y de medida.
E1tetrágrama cabalistico Jodheva manifiesta a Dios en la humanidad y la humanidad en
Dios.
Los cuatro puntos cardinales astronómicos son, relativamente a nosotros, el sí y el no de
la luz el Oriente y el Occidente, y el sí y el no del calor; el Mediodía y el Norte.
Lo que está en la Naturaleza visible revela, como ya hemos dicho, según el dogma
4 Aquí Levi parece parafrasear a Isaias 45:7 “Que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo
la adversidad, yo IHVH (cuaternario) soy el que hago todo esto”
único de la cábala, lo que está en el dominio de la Naturaleza invisible, o de causas
secundarias, todas proporcionales y análogas a las manifestaciones de la causa primera.
Así, pues, esta causa primera está siempre revelada por la cruz; la cruz, si, era unidad
compuesta dedos, que se dividen en otras dos para formar cuatro; la cruz era clave de
los misterios de la India y de Egipto, la Tau de los patriarcas, el signo divino de Osiris,
el Stauros de los gnósticos, la llave de la bóveda del templo, el símbolo de la masonería
oculta; la cruz, ese punto central de la conjunción de los ángulos rectos de dos
triángulos infinitos; la cruz que en el idioma francés parece ser la raíz primitiva y el
sustantivo fundamental del verbo creer y del verbo crecer, reuniendo de este modo las
ideas de la ciencia, de religión y de progresos.
El gran agente mágico se revela por cuatro especies de fenómenos y ha sido sometido a
los tanteos de la ciencia profanas bajo cuatro nombres:
Calorico, Luz, Electricidad y Magnetismo.
Se le ha dado también los nombres tetragramaton, de luz, de ázoe, de ether, de od, de
fluido magnético, de alma de la tierra, de serpiente, de Lucifer, etcétera.
El gran agente mágico es la cuarta emanación de la vida-principio de que el sol es la
tercera forma (ver los iniciados de la escuela de Alejandría y el dogma de Hermes
Trismegisto).
De manera que el ojo del mundo (como le llamaban los antiguos) es el miraje del reflejo
de Dios, así como el alma de la tierra es una mirada permanente del sol, que la tierra
concibe y conserva por impregnación.
La luna concurrente a esa impregnación de la tierra rechazando hacia ella una imagen
solar durante la noche, de modo que Hermes ha tenido razón en decir, hablando del
Gran Agente: El Sol es su padre, la luna es su madre. Luego agrega: El viento le ha
llevado en su vientre, porque la atmósfera es el recipiente, y como el crisol de los rayos
solares, por medio de los cuales se forma esa imagen viviente del sol, que penetra hasta
las entrañas de la tierra, la vivifica, la fecunda y determina todo cuanto depende en su
superficie, por sus efluvios y sus corrientes continuas, análogas alas del mismo sol.
Este agente solar está vivificado por dos fuerzas contrarias: una de atracción y otra de
proyección, lo que hace decir a Hermes que siempre sube y desciende.
La fuerza de atracción se fija siempre en el centro de los cuerpos, y la de proyeccion en
los contornos, o en su superficie.
Es por esta doble fuerza, por lo que todo esta creado y todo subsiste. Su movimiento es
un enrollamiento y un desembrollamiento sucesivos e indefinidos, o mas bien,
simultáneos y perpetuos, por espirales de movimientos contrarios que no se encuentran
nunca
Este es el mismo movimiento que el del sol, que atrae y rechaza al mismo tiempo a
todos los demás astros de su sistema.
Conocer el movimiento de ese sol terrestre, a fin y en forma de poder aprovechar sus
corrientes y dirigirlas, es haber cumplido la gran obra y es ser el dueño del mundo.
Armado con semejante fuerza os podéis hacer adorar; la ignorante muchedumbre os
creerá un Dios.
El secreto absoluto de esta dirección ha sido poseído por algunos hombres y puede,
todavía, encontrarse. Es el gran arcano mágico, depende de un axioma incomunicable y
de un instrumento, que es el gran atanor de los herméticos del más elevado grado.
El axioma incomunicable está encerrado cabalísticamente en las cuatro letras del
tetrágramaton, dispuestas de este modo:Los cuatro grandes nombres cabalísticos
En las letras de las palabras AZOTH E INRI escritas cabalísticamente, y en el
monograma de Cristo, tal y como estaba bordado sobre el lábaro, y que el cabalista
Postel interpreta por la palabra ROTA, de la que los adeptos han formado el TARO O
TAROT, repitiendo después la primera letra para indicar el circulo y dar a comprender
que la palabra está invertida.
Toda la ciencia mágica estriba en el conocimiento de este secreto. El sabery osar, sin
servidumbre, consiste ial omnipotencia humana; pero el revelarla aun profano es
perderla; revelarla, igualmente, a un discípulo es abdicar en favor de ese discípulo,
quien, a partir de ese instante, tiene derecho de vida y de muerte sobre su mismo
iniciador (hablo desde el punto de vista mágico) y le dará muerte seguramente ante el
temor de morir a su vez a sus manos. (Esto no tiene nada de común con los actos
calificados de asesinato en la legislación criminal; la filosofía práctica que sirve de base
y punto de partida a nuestras leyes, no admite los hechos de hechizos y de influencias
ocultas.)
Penetramos aquí en las más extrañas revelaciones, y esperamos ser objeto de todas las
incredulidades y de no pocos encogimientos de hombros por parte del fanatismo
incrédulo, porque la religión volteriana tiene también sus fanáticos y no agrada a las
grandes sombras que deben vagar ahora de un modo implacable en las cuevas del
Pantheón, en tanto que el catolicismo, fuerte en sus prácticas y engreído con su
prestigio, canta el oficio de difuntos sobre sus cabezas.
La palabra perfecta, la que es adecuada al pensamiento que manifiesta contiene siempre,
virtualmente o supuesto, un cuaternario, la idea y sus tres formas necesarias y
correlativas, y también la imagen de la cosa manifestada con los tres términos de juicio
quela califican. Cuando yo digo: El ser existe, afirmo implícitamente que no existe la
nada.
Una altura, una extensión que divide la altura geométrica endos y una profundidad
separada de la altura por la intersección de la extensión, he aquí el cuaternario natural
compuesto de-dos líneas que se cruzan. Existen también en la naturaleza cuatro
movimientos producidos por dos fuerzas que se sostienen una a otra por su tendencia en
sentido contrario. Ahora bien, la ley que rige a los cuerpos es análoga y proporcionada a
la que gobierna a los espíritus, y ésta es la manifestación también del secreto de Dios, es
decir, del misterio de la creación.
Suponed un reloj con dos resortes paralelos con un engranaje que los haga mover y
maniobrar en sentido contrario, de manera que al detenerse el uno aprieta el otro; un
reloj asi construido se dara cuerda por si mismo, y habreis hallado el movimiento
continuo. Ese engranaje debe abarcar dos fines y ser de una gran precision. ¿es
incontrastable? No lo creemos. Pero cuando algún hombre lo haya descubierto, ese
hombre podrá comprender por analogía todos los secretos de la naturaleza: el progreso
en razon directa con la resistencia..
El movimiento absoluto de la vida es también el resultado continuo de dos tendencias
contrarias, que no se encuentran jamás en oposición. Cuando una de ambas parece ceder
a la otra, es un resorte que toma fuerza, y podéis seguramente esperar y confiar en una
reacción, de la que es muy posible prever el momento y hasta determinar el carácter; así
es cómo en la época de mayor fervor del cristianismo, el reinado del ANTICRISTO,
fue conocido y predicho.
Pero, el Anticristo, preparará y determinará el nuevo acontecimiento y el triunfo
definitivo del Hombre-Dios. Esta es, una vez más, una conclusión rigurosa y cabalística
contenida en las premisas evangélicas.
Así la profecía cristiana contiene una cuádruple revelación: l, caída del antiguo mundo y
triunfo del Evangelio bajo el primer acontecimiento; 2, grande apostasía y venida del
Anticristo; 3, caída del Anticristo y retomo a las ideas cristianas; 4, triunfo definitivo
del Evangelio o segundo acontecimiento, designado con el nombre de juicio final. Esta
cuádruple profecía contiene, como puede verse, dos afirmaciones y dos negaciones; la
ideade dos ruinas o muertes universales y de dos renacimientos; porque a toda idea que
aparece en el horizonte social, se le puede asignar, sin temores a incurrir en error, un
Oriente y un Occidente, un cenit y un nadir. Así es cómo la cruz filosófica es ¡a llave de
la profecía y cómo se puede abrir todas las puertas de la ciencia con el pantáculo de
Ezequiel, cuyo centro es una estrella formada por el cruzamiento de dos cruces.
+ +
¿No se forma la vida humana también de estas tres fases o transformaciones sucesivas:
nacimiento, vida, muerte e inmortalidad? Y advertir aquí que la inmortalidad del alma,
necesitada como complemento del cuaternario y cabalísticamente probada por la
analogía, que es el dogma único de la religión verdaderamente universal, es la llave de
la ciencia y la ley inviolable de la Naturaleza.
La muerte en efecto, no puede ser un fin absoluto, así como el nacimiento no es sino un
comienzo real. El nacimiento prueba la pre existencia del ser humano puesto que nada
puede producirse de nada, y la muerte prueba la inmortalidad desde el momento en que
el ser no-puede cesar de ser, como la nada no puede cesar de no ser. Ser y nada son dos
ideas absolutamente inconciliables, con esta diferencia: que la idea de la nada (idea
completamente negativa) emana de la idea misma del ser, en la que la nada, ni siquiera
puede ser comprendida como una negación absoluta, en tanto que la idea del ser no
puede nunca aproximarse a la de la nada, desde muy lejos que se tome.
Decir que el mundo ha salido de la nada, es proferir un monstruoso absurdo. Todo lo
que es procede de lo que eras; por consecuencia, nada de lo que es no podría nunca
dejar de serlo. La sucesión de formas se produce por las alternativas del movimiento;
estos son fenómenos de la vida que se reemplazan unos a otros sin destruirse. Todo
cambia pero nada perece. El sol no muere cuando desaparece en el horizonte; las
formas, aun las más movibles, son inmortales y subsisten siempre en la permanencia de
su razón de ser, que es la combinación de la luz con las potencias agregativas de las
moléculas de la sustancia primera. Así se conservan en el fluido astral y pueden ser
evocadas y reproducidas a voluntad del sabio, como ya lo veremos cuando tratemos de
la segunda vista y de la evocación de los recuerdos en la nigromancia y en otras
operaciones mágicas.
Volveremos también sobre el gran agente mágico en el IV capítulo del Ritual, en donde
acabaremos de indicar los caracteres del gran arcano y los medios de apoderarse de este
formidable poder:
Digamos aquí algunas palabras acerca de los cuatro elementos mágicos y de los
espíritus elementales.
Los elementos mágicos son: en alquimia, la sal, el mercurio el asufre y el ázoe; en
cábala, el macroprosopo, el microprosopo y las dos madres; en jeroglíficos, , el hombre,
el águila, el león y el toro; en física antigua según los términos y las ideas vulgares, el
aire, el agua, la tierra y el fuego.
En ciencia mágica sabido es que el agua no es el agua común; que el fuego no es
sencillamente el fuego que arde, etc. Estas expresiones ocultan el sentido más elevado.
La ciencia moderna ha descompuesto estos cuatro elementos de los antiguos y ha
encontrado muchos cuerpos que tienen la pretensión de que sean simples. Lo que es
simple es la sustancia material y este elemento se manifiesta siempre por el cuaternario
en sus formas. Conservaremos, por tanto, la sabia distinción de las apariencias
elementales admitidas por los antiguos y reconoceremos la tierra, el agua, el fuego y el
aire, como los cuatro elementos positivos y visibles de la magia.
Lo sutil y lo espeso; el disolvente rápido y el disolvente lento, o los instrumentos en
caliente y en frío, forman en física oculta los dos principios positivos y los dos
principios negativos del cuaternario, y deben figurarse así:
El Azoe
El Aguila
El Aire
El Azufre El mercurio
El Leon___________________________ ______________________El Hombre
El Fuego El Agua
El Sol
El Toro
La Tierra
Así la tierra y el aire representan el principio macho; el fuego y el agua se refieren al
principio hembra, puesto que la cruz filosófica de los pentáculos es, como ya lo hemos
dicho, un jeroglífico primitivo y elemental del lingam de los gimnosofistas
A estas cuatro formas de elementales corresponden las cuatro ideas filosóficas
siguientes:
El espíritu.
La materia.
El movimiento.
El reposo.
Toda ciencia está, en efecto, en la inteligencia de estas cuatro cosas, que la alquimia
reduce a tres:
Lo absoluto;
Lo fijo
Lo volátil.
Y que la cábala atribuye ala idea misma de Dios, que es razón absoluta, necesidad y
libertad, triple noción manifestada en los libros de los hebreos.
Bajo los nombres de Kether, de Chocmah y de Binah, para el mundo divino, de
Tiphereth, de Chesed y de Géburah en el mundo moral, y, en fin, de Jesod, Hod y
Nestsath en el mundo físico que, con el mundo moral, está contenido en la idea de
reinado o Malkout, explicaremos en el décimo capítulo de este libro esta teogonía, tan
racional como sublime.
Ahora bien; estando llamados los espíritus creados a la emancipación por medio de la
prueba, estan colocados, desde su nacimiento, entre estas cuatro fuerzas positivas y dos
negativas, lon la facultad de admitir o de negar el bien y escoger la vida o la muerte.
Encontrar el punto fijo, es decir, el centro moral de la cruz, es el primer problema que se
somete a su resolución, su primera conquista debe ser la de su propia libertad.
Comienzan pues, por ser arrastrados los unos hacia el Norte, los otros al Sur, estos al
mediodía, algunos a la derecha y aquellos a la izquierda, y mientras no son libres, no
pueden hacer uso de la razón ni encarnar de otro modo que en formas animales. Estos
espíritus no emancipados, esclavos de los cuatro elementos, son los que los cabalistas
llaman demonios elementales y pueblan los elementos que corresponden a su estado de
servidumbre. Existen, pues, realmente, silfos, ondinas, gnomos y salamandras, los unos
errantes y tratando de encamar, y los otros ya encamados y viviendo en la tierra. Estos
son los hombres viciosos e imperfectos.
Volveremos sobre este tema en el capítulo XV, que trata de los encantamientos y de los
demonios.
Es también una tradición de física oculta, que hizo advertir a los antiguos la existencia
de las cuatro edades del mundo; selamente que no se dice al vulgo que esas cuatro
edades debían ser sucesivas, como las cuatro estaciones del año, y renovarse como éstas
se renuevan. Pero todo esto se refiere al espíritu de profecía, y de ello hablaremos en el
capítulo IX, que trata del iniciado y del vidente.
Agreguemos ahora la unidad al cuaternario y tendremos conjunta y separadamente las
ideas de la síntesis y del análisis divinos, el Dios de los iniciados y el Dios de los
profanos. Aquí el dogma se populariza y se hace menos abstracto; el gran hierofante
interviene.
_
5 E
EL PENTAGRAMA
Gebura - Ecce
Existen en la Naturaleza dos fuerzas que producen un equilibrio, no obediendo los tres
más que a una sola ley. He aquí el ternario resumiéndose en la unidad, y agregando la
idea de la unidad a la del ternario, se llega al cuaternario, primer número cuadrado y
perfecto, manantial de todas las combinaciones numéricas y principio de las formas.
Afirmación, negación, discusión, solución; tales son las cuatro operaciones filosóficas
el espíritu humano. La discusi n concilia la negación con la afirmación, haciéndolas
necesarias la una a la otra. Por esta causa el ternario filosófico, al producirse del binario
antagónico, se completa por el cuartenario, base cuadrada de toda verdad. En Dios,
según el dogma consagrado, hay tres personas, y esas tres personas no son más que un
solo Dios. Tres y uno dan la idea de cuatro, porque la unidad es precisa para explicar los
tres. Así, en casi todos los idiomas, el nombre de Dios consta de cuatro letras, y en
hebreo esas cuatro letras no hacen más que tres, porque hay en él una que se repite dos
veces: la que manifiesta el Verbo y la creación del Verbo.
Dos afirmaciones hacen posible o necesarias dos negaciones correspondientes. El ser
está significado, la nada no lo está. La afirmación, como Verbo, produce la afirmación
como realización o encarnación del Verbo, y cada una de esas afirmaciones corresponde
a la negación de su contraria.
También resulta que, según el decir de los cabalistas, el nombre del demonio se
compone de letras vueltas del Dios o del bien.
Este mal es el reflejo perdido o el miraje imperfecto de la luz en la sombra.
Pero, todo lo que existe, sea en mal, sea en la luz, sea en la sombra, existe y se revela
por el cuaternario.4
La afirmación de la unidad supone el número cuatro, si esta afirmación no ha de girar
en la unidad misma como en un circulo vicioso. Así, pues, el ternario, como ya lo
hemos observado, se explica por el binario y se resuelve por el cuaternario, que es la
unidad cuadrada de los números pares y la base cuadrangular del cubo, una
construcción, de solidez y de medida.
E1tetrágrama cabalistico Jodheva manifiesta a Dios en la humanidad y la humanidad en
Dios.
Los cuatro puntos cardinales astronómicos son, relativamente a nosotros, el sí y el no de
la luz el Oriente y el Occidente, y el sí y el no del calor; el Mediodía y el Norte.
Lo que está en la Naturaleza visible revela, como ya hemos dicho, según el dogma
4 Aquí Levi parece parafrasear a Isaias 45:7 “Que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo
la adversidad, yo IHVH (cuaternario) soy el que hago todo esto”
único de la cábala, lo que está en el dominio de la Naturaleza invisible, o de causas
secundarias, todas proporcionales y análogas a las manifestaciones de la causa primera.
Así, pues, esta causa primera está siempre revelada por la cruz; la cruz, si, era unidad
compuesta dedos, que se dividen en otras dos para formar cuatro; la cruz era clave de
los misterios de la India y de Egipto, la Tau de los patriarcas, el signo divino de Osiris,
el Stauros de los gnósticos, la llave de la bóveda del templo, el símbolo de la masonería
oculta; la cruz, ese punto central de la conjunción de los ángulos rectos de dos
triángulos infinitos; la cruz que en el idioma francés parece ser la raíz primitiva y el
sustantivo fundamental del verbo creer y del verbo crecer, reuniendo de este modo las
ideas de la ciencia, de religión y de progresos.
El gran agente mágico se revela por cuatro especies de fenómenos y ha sido sometido a
los tanteos de la ciencia profanas bajo cuatro nombres:
Calorico, Luz, Electricidad y Magnetismo.
Se le ha dado también los nombres tetragramaton, de luz, de ázoe, de ether, de od, de
fluido magnético, de alma de la tierra, de serpiente, de Lucifer, etcétera.
El gran agente mágico es la cuarta emanación de la vida-principio de que el sol es la
tercera forma (ver los iniciados de la escuela de Alejandría y el dogma de Hermes
Trismegisto).
De manera que el ojo del mundo (como le llamaban los antiguos) es el miraje del reflejo
de Dios, así como el alma de la tierra es una mirada permanente del sol, que la tierra
concibe y conserva por impregnación.
La luna concurrente a esa impregnación de la tierra rechazando hacia ella una imagen
solar durante la noche, de modo que Hermes ha tenido razón en decir, hablando del
Gran Agente: El Sol es su padre, la luna es su madre. Luego agrega: El viento le ha
llevado en su vientre, porque la atmósfera es el recipiente, y como el crisol de los rayos
solares, por medio de los cuales se forma esa imagen viviente del sol, que penetra hasta
las entrañas de la tierra, la vivifica, la fecunda y determina todo cuanto depende en su
superficie, por sus efluvios y sus corrientes continuas, análogas alas del mismo sol.
Este agente solar está vivificado por dos fuerzas contrarias: una de atracción y otra de
proyección, lo que hace decir a Hermes que siempre sube y desciende.
La fuerza de atracción se fija siempre en el centro de los cuerpos, y la de proyeccion en
los contornos, o en su superficie.
Es por esta doble fuerza, por lo que todo esta creado y todo subsiste. Su movimiento es
un enrollamiento y un desembrollamiento sucesivos e indefinidos, o mas bien,
simultáneos y perpetuos, por espirales de movimientos contrarios que no se encuentran
nunca
Este es el mismo movimiento que el del sol, que atrae y rechaza al mismo tiempo a
todos los demás astros de su sistema.
Conocer el movimiento de ese sol terrestre, a fin y en forma de poder aprovechar sus
corrientes y dirigirlas, es haber cumplido la gran obra y es ser el dueño del mundo.
Armado con semejante fuerza os podéis hacer adorar; la ignorante muchedumbre os
creerá un Dios.
El secreto absoluto de esta dirección ha sido poseído por algunos hombres y puede,
todavía, encontrarse. Es el gran arcano mágico, depende de un axioma incomunicable y
de un instrumento, que es el gran atanor de los herméticos del más elevado grado.
El axioma incomunicable está encerrado cabalísticamente en las cuatro letras del
tetrágramaton, dispuestas de este modo:Los cuatro grandes nombres cabalísticos
En las letras de las palabras AZOTH E INRI escritas cabalísticamente, y en el
monograma de Cristo, tal y como estaba bordado sobre el lábaro, y que el cabalista
Postel interpreta por la palabra ROTA, de la que los adeptos han formado el TARO O
TAROT, repitiendo después la primera letra para indicar el circulo y dar a comprender
que la palabra está invertida.
Toda la ciencia mágica estriba en el conocimiento de este secreto. El sabery osar, sin
servidumbre, consiste ial omnipotencia humana; pero el revelarla aun profano es
perderla; revelarla, igualmente, a un discípulo es abdicar en favor de ese discípulo,
quien, a partir de ese instante, tiene derecho de vida y de muerte sobre su mismo
iniciador (hablo desde el punto de vista mágico) y le dará muerte seguramente ante el
temor de morir a su vez a sus manos. (Esto no tiene nada de común con los actos
calificados de asesinato en la legislación criminal; la filosofía práctica que sirve de base
y punto de partida a nuestras leyes, no admite los hechos de hechizos y de influencias
ocultas.)
Penetramos aquí en las más extrañas revelaciones, y esperamos ser objeto de todas las
incredulidades y de no pocos encogimientos de hombros por parte del fanatismo
incrédulo, porque la religión volteriana tiene también sus fanáticos y no agrada a las
grandes sombras que deben vagar ahora de un modo implacable en las cuevas del
Pantheón, en tanto que el catolicismo, fuerte en sus prácticas y engreído con su
prestigio, canta el oficio de difuntos sobre sus cabezas.
La palabra perfecta, la que es adecuada al pensamiento que manifiesta contiene siempre,
virtualmente o supuesto, un cuaternario, la idea y sus tres formas necesarias y
correlativas, y también la imagen de la cosa manifestada con los tres términos de juicio
quela califican. Cuando yo digo: El ser existe, afirmo implícitamente que no existe la
nada.
Una altura, una extensión que divide la altura geométrica endos y una profundidad
separada de la altura por la intersección de la extensión, he aquí el cuaternario natural
compuesto de-dos líneas que se cruzan. Existen también en la naturaleza cuatro
movimientos producidos por dos fuerzas que se sostienen una a otra por su tendencia en
sentido contrario. Ahora bien, la ley que rige a los cuerpos es análoga y proporcionada a
la que gobierna a los espíritus, y ésta es la manifestación también del secreto de Dios, es
decir, del misterio de la creación.
Suponed un reloj con dos resortes paralelos con un engranaje que los haga mover y
maniobrar en sentido contrario, de manera que al detenerse el uno aprieta el otro; un
reloj asi construido se dara cuerda por si mismo, y habreis hallado el movimiento
continuo. Ese engranaje debe abarcar dos fines y ser de una gran precision. ¿es
incontrastable? No lo creemos. Pero cuando algún hombre lo haya descubierto, ese
hombre podrá comprender por analogía todos los secretos de la naturaleza: el progreso
en razon directa con la resistencia..
El movimiento absoluto de la vida es también el resultado continuo de dos tendencias
contrarias, que no se encuentran jamás en oposición. Cuando una de ambas parece ceder
a la otra, es un resorte que toma fuerza, y podéis seguramente esperar y confiar en una
reacción, de la que es muy posible prever el momento y hasta determinar el carácter; así
es cómo en la época de mayor fervor del cristianismo, el reinado del ANTICRISTO,
fue conocido y predicho.
Pero, el Anticristo, preparará y determinará el nuevo acontecimiento y el triunfo
definitivo del Hombre-Dios. Esta es, una vez más, una conclusión rigurosa y cabalística
contenida en las premisas evangélicas.
Así la profecía cristiana contiene una cuádruple revelación: l, caída del antiguo mundo y
triunfo del Evangelio bajo el primer acontecimiento; 2, grande apostasía y venida del
Anticristo; 3, caída del Anticristo y retomo a las ideas cristianas; 4, triunfo definitivo
del Evangelio o segundo acontecimiento, designado con el nombre de juicio final. Esta
cuádruple profecía contiene, como puede verse, dos afirmaciones y dos negaciones; la
ideade dos ruinas o muertes universales y de dos renacimientos; porque a toda idea que
aparece en el horizonte social, se le puede asignar, sin temores a incurrir en error, un
Oriente y un Occidente, un cenit y un nadir. Así es cómo la cruz filosófica es ¡a llave de
la profecía y cómo se puede abrir todas las puertas de la ciencia con el pantáculo de
Ezequiel, cuyo centro es una estrella formada por el cruzamiento de dos cruces.
+ +
¿No se forma la vida humana también de estas tres fases o transformaciones sucesivas:
nacimiento, vida, muerte e inmortalidad? Y advertir aquí que la inmortalidad del alma,
necesitada como complemento del cuaternario y cabalísticamente probada por la
analogía, que es el dogma único de la religión verdaderamente universal, es la llave de
la ciencia y la ley inviolable de la Naturaleza.
La muerte en efecto, no puede ser un fin absoluto, así como el nacimiento no es sino un
comienzo real. El nacimiento prueba la pre existencia del ser humano puesto que nada
puede producirse de nada, y la muerte prueba la inmortalidad desde el momento en que
el ser no-puede cesar de ser, como la nada no puede cesar de no ser. Ser y nada son dos
ideas absolutamente inconciliables, con esta diferencia: que la idea de la nada (idea
completamente negativa) emana de la idea misma del ser, en la que la nada, ni siquiera
puede ser comprendida como una negación absoluta, en tanto que la idea del ser no
puede nunca aproximarse a la de la nada, desde muy lejos que se tome.
Decir que el mundo ha salido de la nada, es proferir un monstruoso absurdo. Todo lo
que es procede de lo que eras; por consecuencia, nada de lo que es no podría nunca
dejar de serlo. La sucesión de formas se produce por las alternativas del movimiento;
estos son fenómenos de la vida que se reemplazan unos a otros sin destruirse. Todo
cambia pero nada perece. El sol no muere cuando desaparece en el horizonte; las
formas, aun las más movibles, son inmortales y subsisten siempre en la permanencia de
su razón de ser, que es la combinación de la luz con las potencias agregativas de las
moléculas de la sustancia primera. Así se conservan en el fluido astral y pueden ser
evocadas y reproducidas a voluntad del sabio, como ya lo veremos cuando tratemos de
la segunda vista y de la evocación de los recuerdos en la nigromancia y en otras
operaciones mágicas.
Volveremos también sobre el gran agente mágico en el IV capítulo del Ritual, en donde
acabaremos de indicar los caracteres del gran arcano y los medios de apoderarse de este
formidable poder:
Digamos aquí algunas palabras acerca de los cuatro elementos mágicos y de los
espíritus elementales.
Los elementos mágicos son: en alquimia, la sal, el mercurio el asufre y el ázoe; en
cábala, el macroprosopo, el microprosopo y las dos madres; en jeroglíficos, , el hombre,
el águila, el león y el toro; en física antigua según los términos y las ideas vulgares, el
aire, el agua, la tierra y el fuego.
En ciencia mágica sabido es que el agua no es el agua común; que el fuego no es
sencillamente el fuego que arde, etc. Estas expresiones ocultan el sentido más elevado.
La ciencia moderna ha descompuesto estos cuatro elementos de los antiguos y ha
encontrado muchos cuerpos que tienen la pretensión de que sean simples. Lo que es
simple es la sustancia material y este elemento se manifiesta siempre por el cuaternario
en sus formas. Conservaremos, por tanto, la sabia distinción de las apariencias
elementales admitidas por los antiguos y reconoceremos la tierra, el agua, el fuego y el
aire, como los cuatro elementos positivos y visibles de la magia.
Lo sutil y lo espeso; el disolvente rápido y el disolvente lento, o los instrumentos en
caliente y en frío, forman en física oculta los dos principios positivos y los dos
principios negativos del cuaternario, y deben figurarse así:
El Azoe
El Aguila
El Aire
El Azufre El mercurio
El Leon___________________________ ______________________El Hombre
El Fuego El Agua
El Sol
El Toro
La Tierra
Así la tierra y el aire representan el principio macho; el fuego y el agua se refieren al
principio hembra, puesto que la cruz filosófica de los pentáculos es, como ya lo hemos
dicho, un jeroglífico primitivo y elemental del lingam de los gimnosofistas
A estas cuatro formas de elementales corresponden las cuatro ideas filosóficas
siguientes:
El espíritu.
La materia.
El movimiento.
El reposo.
Toda ciencia está, en efecto, en la inteligencia de estas cuatro cosas, que la alquimia
reduce a tres:
Lo absoluto;
Lo fijo
Lo volátil.
Y que la cábala atribuye ala idea misma de Dios, que es razón absoluta, necesidad y
libertad, triple noción manifestada en los libros de los hebreos.
Bajo los nombres de Kether, de Chocmah y de Binah, para el mundo divino, de
Tiphereth, de Chesed y de Géburah en el mundo moral, y, en fin, de Jesod, Hod y
Nestsath en el mundo físico que, con el mundo moral, está contenido en la idea de
reinado o Malkout, explicaremos en el décimo capítulo de este libro esta teogonía, tan
racional como sublime.
Ahora bien; estando llamados los espíritus creados a la emancipación por medio de la
prueba, estan colocados, desde su nacimiento, entre estas cuatro fuerzas positivas y dos
negativas, lon la facultad de admitir o de negar el bien y escoger la vida o la muerte.
Encontrar el punto fijo, es decir, el centro moral de la cruz, es el primer problema que se
somete a su resolución, su primera conquista debe ser la de su propia libertad.
Comienzan pues, por ser arrastrados los unos hacia el Norte, los otros al Sur, estos al
mediodía, algunos a la derecha y aquellos a la izquierda, y mientras no son libres, no
pueden hacer uso de la razón ni encarnar de otro modo que en formas animales. Estos
espíritus no emancipados, esclavos de los cuatro elementos, son los que los cabalistas
llaman demonios elementales y pueblan los elementos que corresponden a su estado de
servidumbre. Existen, pues, realmente, silfos, ondinas, gnomos y salamandras, los unos
errantes y tratando de encamar, y los otros ya encamados y viviendo en la tierra. Estos
son los hombres viciosos e imperfectos.
Volveremos sobre este tema en el capítulo XV, que trata de los encantamientos y de los
demonios.
Es también una tradición de física oculta, que hizo advertir a los antiguos la existencia
de las cuatro edades del mundo; selamente que no se dice al vulgo que esas cuatro
edades debían ser sucesivas, como las cuatro estaciones del año, y renovarse como éstas
se renuevan. Pero todo esto se refiere al espíritu de profecía, y de ello hablaremos en el
capítulo IX, que trata del iniciado y del vidente.
Agreguemos ahora la unidad al cuaternario y tendremos conjunta y separadamente las
ideas de la síntesis y del análisis divinos, el Dios de los iniciados y el Dios de los
profanos. Aquí el dogma se populariza y se hace menos abstracto; el gran hierofante
interviene.
_
5 E
EL PENTAGRAMA
Gebura - Ecce
_
Hasta aquí hemos expuesto el dogma mágico en su parte más árida y más abstracta, aquí
comienzan los hechizos; aquí ya podemos anunciar los prodigios y revelar las cosas más
ocultas.
El Pentagrama de Fausto
y
El pentagrama expresa la dominacion del espiritu.sobre los elementos y es por medio de
este signo como se encadena a los demonios del aire, a los espiritus del fuego a los
espectros del agua y a los fantasmas de la tierra.
Armado de ese signo y convenientemente dispuesto, podéis ver el infinito a través de
esa facultad, que es como el ojo de vuestra alma, y haceros servir por legiones de
ángeles y columnas de demonios.
Primeramente propongamos principios:
No hay mundo invisible; existen solamente muchos grados de perfección en los
órganos.
El cuerpo es la representación grosera y es como la corteza pasajera del alma.
El alma puede percibir por sí misma y sin el intermedio de los órganos corporales por
medio de su sensibilidad y de su diáphana, las cosas sean espirituales, sean corporales,
que existen en el universo.
Espiritual y corporal son palabras que manifiestan únicamente los grados de tenuidad o
de densidad a la sustancia.
Eso que se llama en nosotros imaginación, no es más que la propiedad inherente a
nuestra alma, de asimilarse las imágenes y los reflejos contenidos en la luz viviente, que
es el gran agente magnético.
Esas imágenes y esos reflejos son revelaciones cuando la ciencia interviene para
revelamos el cuerpo ola luz. El hombre de genio difiere del soñador y del loco en esto
únicamente; en que sus creaciones son análogas a la verdad, mientras que los de los
soñadores y de los locos, son reflejos perdidos e imágenes descarriadas.
Así, para el sabio imaginar, es ver, como para el mago hablar es crear.
Se pueden ver realmente y de verdad los demonios, las almas etc por medio de la
imaginación, pero la imaginación del adepto es diafana, en tanto que la del vulgo es
opaca; la luz de la verdad atraviesa a la una como a un mirador espléndido y se refracta
en el otro como una masa viscosa llena de escorias y de cuerpos extraños.
Lo que más contribuye a los errores del vulgo y a las extravagancias de la insanidad,
son los reflejos de las imaginaciones depravadas las unas en las otras.
Pero el vidente sabe que las cosas imaginadas por él son verdaderas y la experiencia
confirma siempre sus visiones.
Ya decimos en el Ritual por qué medios se adquiere esta lucidez.
Por medio de esta luz los visionarios estáticos se ponen en comunicación con todos los
mundos, como sucedía con frecuencia a Emmanuel Sweden-borg, quien, sin embargo,
no era más que imperfectamente lucido, puesto que no discernía los reflejos de los rayos
y mezclaba, a menudo, ensueños a sus más admirables sueños.
Decimos sueños, porque el sueño es el resultado de un éxtasis natural y periódico que se
llama sueño. Entrar en éxtasis, es dormir; el sonambulismo magnético es una
reproducción y una dirección del éxtasis.
Los errores en el sonambulismo son ocasiones por los reflejos del diáphana de las
personas despiertas, y especialmente del magnetizador.
El sueño es la visión producida por la refracción de un rayo de verdad; el sueño es la
alucinación ocasionada por un reflejo.
La tentación de San Antonio, con sus pesadillas y visiones horripilantes y sus
monstruos, representa la confusión de reflejos con los rayos directos. Cuanto más lucha
el alma es tanto más razonable; cuando sucumbe a esta especie de embriaguez invasora,
es más loca.
Romper la mezcla del rayo directo y separarle del reflejo, tal es la obra del
iniciado.
Ahora digamos muy alto que este trabajo lo realizaron siempre algunos hombres
selectos en el mundo, que la revelación por intuición es también permanente y que no
hay barrera infranqueable que separe las almas, pues no existen en la Naturaleza, ni
bruscas interrupciones, ni murallas abruptas que puedan separar a los espíritus. Todo es
transición y matices, y si se supone la perfectibilidad, si no infinita, por lo menos
indefinida, de las facultades humanas, se verá que todo hombre puede llegar a verlo
todo, y, por consiguiente, a saberlo todo también, por lo menos en un círculo que puede
indefinidamente ensanchar.
No hay nada vacío en la Naturaleza; todo está poblado.
No hay muerte real en la Naturaleza; todo está vivo.
«~Veis esa estrella? —preguntaba Napoleón al Cardenal Fesch. —Nô señor.
—Pues bien, yo la veo.» Y ciertamente la veía.
Por este motivo se acusa a los grandes hombres de haber sido supersticiosos; es que
ellos veían lo que el vulgo no puede ver.
Los hombres de genio difieren de los simples videntes por la facultad que poseen de
hacer sentir a los demás hombres lo que ellos ven y hacerse creer por entusiasmo y por
simpatía
Estos son los medium del Verbo divino.
Digamos ahora cómo se opera la visión.
Todas las formas corresponden a ideas, pues no hay idea que no tenga su forma propia y
particular.
La luz primordial, vehículo de todas las ideas, es la madre de todas las formas y las
transmite de emanación en emanación, disminuidas únicamente o alteradas en razón de
la densidad de los medios.
Las formas de objetos, son una modificación de la luz y quedan en ella, de donde el
reflejo las envía.
Asi la luz astral o el fluido terrestre que llamamos el gran agente mágico esta saturada
de imágenes o de reflejos de toda especie que nuestra alma puede evocar y someter a su
diáphana, como dicen los cabalistas. Estas imágenes las tenemos siempre presentes y
son borradas únicamente por las impresiones más fuertes de la realidad durante la
vigilia, o por las preocupaciones de nuestro pensamiento que obliga a nuestra
imaginación a estar inatenta al móvil panorama dela luz astral.
Cuando dormimos, este espectáculo se presenta por sí mismo a nosotros y asíes como se
producen los sueños; sueños incoherentes y vagos, si alguna voluntad dominante no
permanece activa durante el sueño y no ofrece, a cuenta de nuestra inteligencia, una
dirección al sueño que entonces se transforma en ensueño.
El magnetismo animal, no es otra cosa que un sueño artificial producido por la unión,
sea voluntaria, sea forzada, dedos almas, una de las cuales vela, en tanto que la otra
duerme, es decir, una de las cuales dirige a la otra en la elección de reflejos para
cambiar los sueños en ensueños y saber la verdad por medio de imágenes.
Así, pues, los sonámbulos no ven realmente en el sitio a donde el magnetizador los
envía, sino que evocan las imágenes en la luz astral y no pueden ver nada de lo que no
exista en esta luz.
La luz astral tiene una acción directa sobre los nervios, que son los conductores en la
economía animal, acción que llevan al cerebro; así, en el estado de sonambulismo,
pueden verlos nervios y sin tener necesidad ni aun de la luz radiante, pues que el fluido
astral es una luz latente, como ya la física ha reconocido que hay calórico latente.
El magnetismo entre dos es, sin duda, un maravilloso descubrimiento; pero el
magnetismo en uno sólo, es decir, el automagnetismo, volviéndose lúcido a voluntad, y
dirigiéndose a sí mismo, es la perfección del arte mágico,
y el secreto de esta gran obra no está por descubrir; ha sido conocido y practicado por
gran número de iniciados, y, especialmente, por el célebre Apolonio de Tiana, quien nos
ha legado una teoría que veremos en nuestro Ritual.
El secreto de la lucidez magnética y de la dirección de los fenómenos del magnetismo,
tiende a dos cosas: a la armonía de las inteligencias ya la unión perfecta de las
voluntades en una dirección posible y determinada por la ciencia; esto por lo que se
refiere al magnetismo entre muchos. El auto-magnetismo requiere preparaciones, de que
hemos hablado en nuestro primer capitulo, al enumerar y hacer ver en toda su dificultad
las cualidades requeridas para ser un verdadero adepto.
Ya esclareceremos este punto importante y fundamental en capítulos sucesivos.
Este imperio de la voluntad sobre la luz astral, que es el alma física de los cuatro
elementos,está figurada en Magia por el pentágrama, cuya figura hemos colocado al
frente de este capítulo.
También los espíritus elementales están sometidos a este signo cuando se le emplea con
inteligencia, y se puede, colocándolo en un circulo o encima de la mesa de las
evocaciones, hacerlos dóciles, a lo que se llama en Magia aprisionar.
Expliquemos en pocas palabras esta maravilla. Todos los espíritus creados comunican
entre sí por signos y se adhieren todos a un cierto número de verdades expresadas por
ciertas formas determinadas.
La perfección de las formas aumentan en razón del desprendimiento de los espíritus, y
aquellos que no sientan el peso de la materia o no estén encadenados a ella, reconocen a
la primera intuición si un signo es la expresión del poder real o de una voluntad
temeraria.
La inteligencia del sabio proporciona pues, valor a su pantaculo, como su ciencia da
paso a su voluntad, y los espiritus comprenden inmediatamente ese poder.
pues, con el pentágrama se puede obligar a los espíritus a aparecerse en ensueños, sea
durante la vigilia, sea durante el sueño propiamente dicho, trayendo consigo, ante
nuestra disciplina, su reflejo, que existe en la luz astral, si han vivido, un reflejo
análogo a su verbo espiritual, si no han vivido en la tierra. Esto explica todas las
visiones, y demuestra, sobre todo, por qué los muertos aparecen siempre a los videntes,
sea tales como eran en la tierra, sea tales como están todavía en la tumba, nunca como
están en una existencia que escapa a las perfecciones de nuestro organismo actual.
Las mujeres embarazadas estan mas que otras bajo la influencia de la luz astral, que
concurre a la formación de su hijo y que les presente sin cesar las reminiscencias de
formas de que ellas están llenas.
También es por esta causa por lo que las mujeres virtuosas engallan, por semejanzas
equívocas, la malignidad de los observadores. Imprimen con frecuencia, a la obra de su
matrimonio, una imagen que les ha llamado la atención en sueños, y de aquí también
que las mismas fisonomías se perpetúen de siglo en siglo.
EL uso cabalístico del pentágrama puede pues determinar el rostro de los hijos a nacer y
una mujer iniciada podría dar a su hijo los rasgos de Nerea o de Aquiles, como los de
Luis XIVo los de Napoleón. Indicamos el medio en nuestro Ritual.
El pentágrama es lo que se llama en cábala el signo del microcosmos, este signo de que
Goethe ensalza el poder en el hermoso monólogo de Fausto.
«¡Ah, cómo a esta vista todos mis sentidos se estremecen! Siento la joven y santa
voluptuosidad de la vida rebullir en mis nervios y hervir en mis venas. ¿Era un Dios el
que trazó este signo que aplaca el vértigo de mi alma, llena de alegría mi pobre corazón,
y, en un vuelo misterioso, desvela alrededor de mí las fuerzas de la Naturaleza? ¿Soy yo
un dios? Todo se aclara ante mi viste; veo en esos sencillos trazos la Naturaleza activa
revelarse a mi espíritu. Ahora, por vez primera, reconozco la verdad de esta palabra del
sabio. ¡El mundo de los espíritus no está cerrado! ¡Tu sentido es obtuso, tu corazón ¿Štá
muerto! ¡En piel Baña, tu pecho, ¡oh adepto de la ciencia! ,todavía envuelto en un velo
terrestre, en los esplendores del naciente día!...»
Fausto, 1 ra parte, escena 1ra.
Fue el 24 de julio de 1854, cuando el autor de este libro, Eliphas Lévi, hizo en Londres
la experiencia de la evocación por el pentágrama, después de haberse preparado con
todas las ceremonias que están marcadas en el ritual. El éxito de este experiencia,
detallada en el capítulo XIII de este libro y en el capítulo que lleva el mismo número en
el Ritual , establece un nuevo hecho patológico que los hombres de verdadera ciencia
admitirán sin esfuerzo. La experiencia, reiterada por tres veces, ofreció resultados
verdaderamente extraordinarios, pero positivos y sin ninguna mezcla de alucinación.
Nosotros invitamos a los incrédulos a hacer un ensayo concienzudo y razonado, antes
de encogerse de hombros y sonreír.
La figura del pentágrama, perfeccionada según la ciencia, y que ha servido al autor para
esta prueba, es la que se encuentra al comienzo de este capítulo, y que no se halla tan
completa, ni en las clavículas de Salomón, ni en los calendarios mágicos de Tycho
Brahe y de Duchenteau.
Observemos únicamente que el uso del pentágrama es muy peligroso para los
operadores que no poseen la complete y perfecta inteligencia de él. La dirección de las
puntas de la estrella no es arbitraria, y puede cambiar el carácter de toda operación,
como ya lo explicaremos en el Ritual.
Paracelso este innovador de la Magia, que ha excedido a todos los demas iniciados por
los exitos obtenidos por si solo, afirma que todas las figuras magicas y todos los signos
cabalisticos de lo pantaculos a los cuales obedecen los espiritus se reducen a dos., que
son la síntesis de los demás: el signo del macrocosmos o el sello de Salomón, que ya lo
hemos dado y que volvemos a reproducir aquí, y el del microcosmos, más poderoso
todavía que el primero, es decir, el pentágrama, del que hace en la filosofía oculta una
minuciosa descripción.
Si se nos pregunta cómo un signo puede tener tanto poder sobre los espíritus, nosotros
preguntaremos a nuestra vez por qué el mundo cristiano se ha prosternado ante el signo
de la cruz. El signo no es nada por sí mismo, y no tiene fuerza sino por el dogma de que
es resumen y verbo. Ahora bien, un signo que resume expresandolas, todas las fuerzas
ocultas de la naturaleza, un signo que siempre a manifestado a los espiritus
elementalesy a otros un poder superior a su naturaleza les infunde temor y respeto y les
obliga a obedecer, por el imperio de la ciencia y de la voluntad sobre la ignorancia y
la debilidad.
También, por este mismo pentágrama, se miden las proporciones exactas del grande y
único atanor necesario para la confección de la piedra filosofal y para el cumplimiento
de la gran obra. El alambique más perfecto que puede elaborar la quinta esencia, está
conforme con esta figura, y la misma quinta esencia está figurada por el signo del
pentagrama.
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Hasta aquí hemos expuesto el dogma mágico en su parte más árida y más abstracta, aquí
comienzan los hechizos; aquí ya podemos anunciar los prodigios y revelar las cosas más
ocultas.
El Pentagrama de Fausto
y
El pentagrama expresa la dominacion del espiritu.sobre los elementos y es por medio de
este signo como se encadena a los demonios del aire, a los espiritus del fuego a los
espectros del agua y a los fantasmas de la tierra.
Armado de ese signo y convenientemente dispuesto, podéis ver el infinito a través de
esa facultad, que es como el ojo de vuestra alma, y haceros servir por legiones de
ángeles y columnas de demonios.
Primeramente propongamos principios:
No hay mundo invisible; existen solamente muchos grados de perfección en los
órganos.
El cuerpo es la representación grosera y es como la corteza pasajera del alma.
El alma puede percibir por sí misma y sin el intermedio de los órganos corporales por
medio de su sensibilidad y de su diáphana, las cosas sean espirituales, sean corporales,
que existen en el universo.
Espiritual y corporal son palabras que manifiestan únicamente los grados de tenuidad o
de densidad a la sustancia.
Eso que se llama en nosotros imaginación, no es más que la propiedad inherente a
nuestra alma, de asimilarse las imágenes y los reflejos contenidos en la luz viviente, que
es el gran agente magnético.
Esas imágenes y esos reflejos son revelaciones cuando la ciencia interviene para
revelamos el cuerpo ola luz. El hombre de genio difiere del soñador y del loco en esto
únicamente; en que sus creaciones son análogas a la verdad, mientras que los de los
soñadores y de los locos, son reflejos perdidos e imágenes descarriadas.
Así, para el sabio imaginar, es ver, como para el mago hablar es crear.
Se pueden ver realmente y de verdad los demonios, las almas etc por medio de la
imaginación, pero la imaginación del adepto es diafana, en tanto que la del vulgo es
opaca; la luz de la verdad atraviesa a la una como a un mirador espléndido y se refracta
en el otro como una masa viscosa llena de escorias y de cuerpos extraños.
Lo que más contribuye a los errores del vulgo y a las extravagancias de la insanidad,
son los reflejos de las imaginaciones depravadas las unas en las otras.
Pero el vidente sabe que las cosas imaginadas por él son verdaderas y la experiencia
confirma siempre sus visiones.
Ya decimos en el Ritual por qué medios se adquiere esta lucidez.
Por medio de esta luz los visionarios estáticos se ponen en comunicación con todos los
mundos, como sucedía con frecuencia a Emmanuel Sweden-borg, quien, sin embargo,
no era más que imperfectamente lucido, puesto que no discernía los reflejos de los rayos
y mezclaba, a menudo, ensueños a sus más admirables sueños.
Decimos sueños, porque el sueño es el resultado de un éxtasis natural y periódico que se
llama sueño. Entrar en éxtasis, es dormir; el sonambulismo magnético es una
reproducción y una dirección del éxtasis.
Los errores en el sonambulismo son ocasiones por los reflejos del diáphana de las
personas despiertas, y especialmente del magnetizador.
El sueño es la visión producida por la refracción de un rayo de verdad; el sueño es la
alucinación ocasionada por un reflejo.
La tentación de San Antonio, con sus pesadillas y visiones horripilantes y sus
monstruos, representa la confusión de reflejos con los rayos directos. Cuanto más lucha
el alma es tanto más razonable; cuando sucumbe a esta especie de embriaguez invasora,
es más loca.
Romper la mezcla del rayo directo y separarle del reflejo, tal es la obra del
iniciado.
Ahora digamos muy alto que este trabajo lo realizaron siempre algunos hombres
selectos en el mundo, que la revelación por intuición es también permanente y que no
hay barrera infranqueable que separe las almas, pues no existen en la Naturaleza, ni
bruscas interrupciones, ni murallas abruptas que puedan separar a los espíritus. Todo es
transición y matices, y si se supone la perfectibilidad, si no infinita, por lo menos
indefinida, de las facultades humanas, se verá que todo hombre puede llegar a verlo
todo, y, por consiguiente, a saberlo todo también, por lo menos en un círculo que puede
indefinidamente ensanchar.
No hay nada vacío en la Naturaleza; todo está poblado.
No hay muerte real en la Naturaleza; todo está vivo.
«~Veis esa estrella? —preguntaba Napoleón al Cardenal Fesch. —Nô señor.
—Pues bien, yo la veo.» Y ciertamente la veía.
Por este motivo se acusa a los grandes hombres de haber sido supersticiosos; es que
ellos veían lo que el vulgo no puede ver.
Los hombres de genio difieren de los simples videntes por la facultad que poseen de
hacer sentir a los demás hombres lo que ellos ven y hacerse creer por entusiasmo y por
simpatía
Estos son los medium del Verbo divino.
Digamos ahora cómo se opera la visión.
Todas las formas corresponden a ideas, pues no hay idea que no tenga su forma propia y
particular.
La luz primordial, vehículo de todas las ideas, es la madre de todas las formas y las
transmite de emanación en emanación, disminuidas únicamente o alteradas en razón de
la densidad de los medios.
Las formas de objetos, son una modificación de la luz y quedan en ella, de donde el
reflejo las envía.
Asi la luz astral o el fluido terrestre que llamamos el gran agente mágico esta saturada
de imágenes o de reflejos de toda especie que nuestra alma puede evocar y someter a su
diáphana, como dicen los cabalistas. Estas imágenes las tenemos siempre presentes y
son borradas únicamente por las impresiones más fuertes de la realidad durante la
vigilia, o por las preocupaciones de nuestro pensamiento que obliga a nuestra
imaginación a estar inatenta al móvil panorama dela luz astral.
Cuando dormimos, este espectáculo se presenta por sí mismo a nosotros y asíes como se
producen los sueños; sueños incoherentes y vagos, si alguna voluntad dominante no
permanece activa durante el sueño y no ofrece, a cuenta de nuestra inteligencia, una
dirección al sueño que entonces se transforma en ensueño.
El magnetismo animal, no es otra cosa que un sueño artificial producido por la unión,
sea voluntaria, sea forzada, dedos almas, una de las cuales vela, en tanto que la otra
duerme, es decir, una de las cuales dirige a la otra en la elección de reflejos para
cambiar los sueños en ensueños y saber la verdad por medio de imágenes.
Así, pues, los sonámbulos no ven realmente en el sitio a donde el magnetizador los
envía, sino que evocan las imágenes en la luz astral y no pueden ver nada de lo que no
exista en esta luz.
La luz astral tiene una acción directa sobre los nervios, que son los conductores en la
economía animal, acción que llevan al cerebro; así, en el estado de sonambulismo,
pueden verlos nervios y sin tener necesidad ni aun de la luz radiante, pues que el fluido
astral es una luz latente, como ya la física ha reconocido que hay calórico latente.
El magnetismo entre dos es, sin duda, un maravilloso descubrimiento; pero el
magnetismo en uno sólo, es decir, el automagnetismo, volviéndose lúcido a voluntad, y
dirigiéndose a sí mismo, es la perfección del arte mágico,
y el secreto de esta gran obra no está por descubrir; ha sido conocido y practicado por
gran número de iniciados, y, especialmente, por el célebre Apolonio de Tiana, quien nos
ha legado una teoría que veremos en nuestro Ritual.
El secreto de la lucidez magnética y de la dirección de los fenómenos del magnetismo,
tiende a dos cosas: a la armonía de las inteligencias ya la unión perfecta de las
voluntades en una dirección posible y determinada por la ciencia; esto por lo que se
refiere al magnetismo entre muchos. El auto-magnetismo requiere preparaciones, de que
hemos hablado en nuestro primer capitulo, al enumerar y hacer ver en toda su dificultad
las cualidades requeridas para ser un verdadero adepto.
Ya esclareceremos este punto importante y fundamental en capítulos sucesivos.
Este imperio de la voluntad sobre la luz astral, que es el alma física de los cuatro
elementos,está figurada en Magia por el pentágrama, cuya figura hemos colocado al
frente de este capítulo.
También los espíritus elementales están sometidos a este signo cuando se le emplea con
inteligencia, y se puede, colocándolo en un circulo o encima de la mesa de las
evocaciones, hacerlos dóciles, a lo que se llama en Magia aprisionar.
Expliquemos en pocas palabras esta maravilla. Todos los espíritus creados comunican
entre sí por signos y se adhieren todos a un cierto número de verdades expresadas por
ciertas formas determinadas.
La perfección de las formas aumentan en razón del desprendimiento de los espíritus, y
aquellos que no sientan el peso de la materia o no estén encadenados a ella, reconocen a
la primera intuición si un signo es la expresión del poder real o de una voluntad
temeraria.
La inteligencia del sabio proporciona pues, valor a su pantaculo, como su ciencia da
paso a su voluntad, y los espiritus comprenden inmediatamente ese poder.
pues, con el pentágrama se puede obligar a los espíritus a aparecerse en ensueños, sea
durante la vigilia, sea durante el sueño propiamente dicho, trayendo consigo, ante
nuestra disciplina, su reflejo, que existe en la luz astral, si han vivido, un reflejo
análogo a su verbo espiritual, si no han vivido en la tierra. Esto explica todas las
visiones, y demuestra, sobre todo, por qué los muertos aparecen siempre a los videntes,
sea tales como eran en la tierra, sea tales como están todavía en la tumba, nunca como
están en una existencia que escapa a las perfecciones de nuestro organismo actual.
Las mujeres embarazadas estan mas que otras bajo la influencia de la luz astral, que
concurre a la formación de su hijo y que les presente sin cesar las reminiscencias de
formas de que ellas están llenas.
También es por esta causa por lo que las mujeres virtuosas engallan, por semejanzas
equívocas, la malignidad de los observadores. Imprimen con frecuencia, a la obra de su
matrimonio, una imagen que les ha llamado la atención en sueños, y de aquí también
que las mismas fisonomías se perpetúen de siglo en siglo.
EL uso cabalístico del pentágrama puede pues determinar el rostro de los hijos a nacer y
una mujer iniciada podría dar a su hijo los rasgos de Nerea o de Aquiles, como los de
Luis XIVo los de Napoleón. Indicamos el medio en nuestro Ritual.
El pentágrama es lo que se llama en cábala el signo del microcosmos, este signo de que
Goethe ensalza el poder en el hermoso monólogo de Fausto.
«¡Ah, cómo a esta vista todos mis sentidos se estremecen! Siento la joven y santa
voluptuosidad de la vida rebullir en mis nervios y hervir en mis venas. ¿Era un Dios el
que trazó este signo que aplaca el vértigo de mi alma, llena de alegría mi pobre corazón,
y, en un vuelo misterioso, desvela alrededor de mí las fuerzas de la Naturaleza? ¿Soy yo
un dios? Todo se aclara ante mi viste; veo en esos sencillos trazos la Naturaleza activa
revelarse a mi espíritu. Ahora, por vez primera, reconozco la verdad de esta palabra del
sabio. ¡El mundo de los espíritus no está cerrado! ¡Tu sentido es obtuso, tu corazón ¿Štá
muerto! ¡En piel Baña, tu pecho, ¡oh adepto de la ciencia! ,todavía envuelto en un velo
terrestre, en los esplendores del naciente día!...»
Fausto, 1 ra parte, escena 1ra.
Fue el 24 de julio de 1854, cuando el autor de este libro, Eliphas Lévi, hizo en Londres
la experiencia de la evocación por el pentágrama, después de haberse preparado con
todas las ceremonias que están marcadas en el ritual. El éxito de este experiencia,
detallada en el capítulo XIII de este libro y en el capítulo que lleva el mismo número en
el Ritual , establece un nuevo hecho patológico que los hombres de verdadera ciencia
admitirán sin esfuerzo. La experiencia, reiterada por tres veces, ofreció resultados
verdaderamente extraordinarios, pero positivos y sin ninguna mezcla de alucinación.
Nosotros invitamos a los incrédulos a hacer un ensayo concienzudo y razonado, antes
de encogerse de hombros y sonreír.
La figura del pentágrama, perfeccionada según la ciencia, y que ha servido al autor para
esta prueba, es la que se encuentra al comienzo de este capítulo, y que no se halla tan
completa, ni en las clavículas de Salomón, ni en los calendarios mágicos de Tycho
Brahe y de Duchenteau.
Observemos únicamente que el uso del pentágrama es muy peligroso para los
operadores que no poseen la complete y perfecta inteligencia de él. La dirección de las
puntas de la estrella no es arbitraria, y puede cambiar el carácter de toda operación,
como ya lo explicaremos en el Ritual.
Paracelso este innovador de la Magia, que ha excedido a todos los demas iniciados por
los exitos obtenidos por si solo, afirma que todas las figuras magicas y todos los signos
cabalisticos de lo pantaculos a los cuales obedecen los espiritus se reducen a dos., que
son la síntesis de los demás: el signo del macrocosmos o el sello de Salomón, que ya lo
hemos dado y que volvemos a reproducir aquí, y el del microcosmos, más poderoso
todavía que el primero, es decir, el pentágrama, del que hace en la filosofía oculta una
minuciosa descripción.
Si se nos pregunta cómo un signo puede tener tanto poder sobre los espíritus, nosotros
preguntaremos a nuestra vez por qué el mundo cristiano se ha prosternado ante el signo
de la cruz. El signo no es nada por sí mismo, y no tiene fuerza sino por el dogma de que
es resumen y verbo. Ahora bien, un signo que resume expresandolas, todas las fuerzas
ocultas de la naturaleza, un signo que siempre a manifestado a los espiritus
elementalesy a otros un poder superior a su naturaleza les infunde temor y respeto y les
obliga a obedecer, por el imperio de la ciencia y de la voluntad sobre la ignorancia y
la debilidad.
También, por este mismo pentágrama, se miden las proporciones exactas del grande y
único atanor necesario para la confección de la piedra filosofal y para el cumplimiento
de la gran obra. El alambique más perfecto que puede elaborar la quinta esencia, está
conforme con esta figura, y la misma quinta esencia está figurada por el signo del
pentagrama.
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6 F
EL EQUILIBRIO MAGICO
Tipheret - Uncus
EL EQUILIBRIO MAGICO
Tipheret - Uncus
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La inteligencia suprema es necesariamente razonable. Dios en filosofía, puede no ser
más que una hipótesis, pero es una hipótesis impuesta por el buen sentido a la razón
humana. Personificar la razón absoluta, es determinar el ideal divino.
Necesidad, libertad y razón, he aquí el grande y supremo triángulo de los cabalistas, que
llaman a la razón Keter, a la necesidad Chochmah y a la libertad Binah, en su primer
temario divino.
Fatalidad, voluntad, poder, tal es el temario mágico que, en las cosas humanas,
corresponde al triángulo divino.
La fatalidad es el encadenamiento inevitable de efectos y de causas en un orden dado.
La voluntad es la facultad directriz de las fuerzas inteligentes para conciliar la libertad
de las personas con la necesidad de las cosas.
El poder es el prudente empleo de la voluntad, que aún hace servir a la fatalidad al
cumplimiento de los deseos del sabio.
Cuando Moisés golpea en la roca, él no crea el manantial de agua y la revela, sin
embargo, al pueblo, porque una ciencia oculta se le ha revelado a él por medio de la
varita adivinatoria.
Así sucede en todos los milagros de la Magia: existe una ley que el vulgo desconoce,
pero de la que el iniciado se sirve.
Las leyes ocultas son con frecuencia opuestas a las ideas comunes. Así, por ejemplo, el
vulgo cree en la simpatía de los afines y la guerra de los contrarios; es la ley opuesta la
que es verdadera.
En otros tiempos se decía: la Naturaleza tiene horror al vacío; es preciso decir: la
naturaleza está enamorada del vacío; si así no fuera la física, sería la más absurda de las
ficciones.
El vulgo toma habitualmente en todas las cosas, la sombra por la realidad. Vuelva la
espalda a la luz y se contempla en la oscuridad que él mismo proyecta.
Las fuerzas de la naturaleza están a la disposición de aquel que sabe resistirlas. ¿Sóis
bastante dueño de vuestra voluntad para no estar nunca ebrio? ¿Disponéis del terrible y
fatal poder de la embriaguez? Pues bien: si queréis embriagar a los demás, inspiradles
deseos de beber, pero no bebáis.
Aquel que dispone del amor de los demás, es porque se ha hecho dueño del suyo.
Queréis poseer, no os entreguéis.
El mundo está imantado por la luz del sol y nosotros estamos imantados por la luz astral
del mundo.
Lo que se opera en el cuerpo del planeta se repite en nosotros. Hay en nosotros tres
mundos análogos y jerárquicos como en la Naturaleza.
El hombre es el microcosmos o pequeño mundo, y según el dogma de las analogías,
todo lo que está en el gran mundo se repite en el pequeño. Hay pues en nosotros tres
centros de atraccion y de proyeccion fluidica; el cerebro, el corazón o el epigastrio,y el
organo genital.5
Cada uno de estos órganos es único y doble, es decir, que en ellos se halla la idea del
temario. Cada uno de esos órganos atrae por un lado y repele por el otro.
Por medio de estos aparatos, nos ponemos en comunicación con el fluido universal
transmitido a nosotros por el sistema nervioso. También esos tres centros son el asiento
de la triple operación magnética, como explicaremos en otra parte.
Cuando el mago ha llegado a la lucidez, sea por intermedio de una sonámbula, sea por
sus propios esfuerzos, comunica y dirige a voluntad vibraciones magnéticas en toda la
masa de la luz astral, cuya corrientes adivina con la varita mágica. Esa es una varita
mágica adivinatoria perfeccionada. Por medio de esas vibraciones, influencia el sistema
nervioso de las personas sometidas a su acción, precipita o suspende las corrientes de la
vida, calma o atormenta, cura o hace enfermar, da muerte, en fin, o resucita... Pero aquí
nos detendremos ante la sonrisa de la incredulidad. Dejémosle el triunfo fácil de negar
lo que no sabe.
Más adelante demostraremos que la muerte llega siempre precedida de un sueño
letárgico y que no se opera sino por grados; que la resurrección en ciertos casos, es
posible, que la letargia es una muerte real y que muchos muertos acaban de morir
después de su inhumanación.
Pero no es de esto de lo que se trata en este capítulo. Decíamos, pues, que una voluntad
lúcida puede obrar sobre la masa de la luz astral, y con el concurso de otras voluntades
que ella absorbe y que ella arrastra, determinar grandes e irresistibles corrientes.
Decíamos también, que la luz astral se condensa o se ratifica, según que las corrientes la
acumulen más o menos en ciertos centros. Cuando carece de energía para alimentar la
vida, se producen enfermedades de descomposición súbita que causan la desesperación
de la medicina. El cólera morbo, por ejemplo, no obedece a otra causa, y las legiones de
animáculos observadas o supuestas, por ciertos sabios, pueden ser más bien el efecto
que la causa. Sería, pues, necesario tratar el cólera por la insuflación, sien semejante
tratamiento el operador no se expusiera a hacer con paciente un cambio demasiado
temible para el primero.
Todo esfuerzo inteligente de la voluntad es una proyección de fluido o de luz humana, y
aquí importa distinguir la luz humana de la luz astral, y el magnetismo animal del
magnetismo universal.
Al servirnos de la palabra fluido, empleamos una expresión recibida y, tratamos de
hacemos entender por ese medio; pero estamos muy lejos de decir que la luz latente sea
un fluido. Todo nos induciría, por el contrario, a preferir en la explicación de este hecho
fenomenal, el sistema de las vibraciones. Sea lo que fuere, siendo esta luz el
instrumento de la vida, se fijará naturalmente en todos los centros vivientes; se adhiere
al núcleo de los planetas como el corazón del hombre (y por su corazón, entendemos en
5 Según la tradición taoista de la cual ya Levi ha hecho referencia previamente el cuerpo energetico del
hombre posee siete centros de energia o chakras de los cuales tres de ellos conocidos como Tan Tien
reciben y distribuyen la energia, estos quedan distribuidos aproximadamente al nivel del organo sexual el
primero; una pulgada por encima del ombligo, el segundo; y dentro del cerebro en el hipotalamo, el
tercero.
Magia, el gran simpático) identificándose a la propia vida del seraque anima, y es por
esta propiedad de asimilación simpática como se comparte sin confusión. Es terrestre en
sus relaciones con el globo terráqueo, y exclusivamente humana en sus relaciones con
los hombres.
Es por esta causa por lo que la electricidad, el calórico, la luz y la imantación
producidos por los medios físicos ordinarios, no sólo no producen, sino que tienden, por
el contrario, a neutralizar los efectos del magnetismo animal. La luz astral, subordinada
a un mecanismo ciego y procediendo de centros dotados de autotelia, es una luz muerta
y opera matemáticamente siguiendo las impulsiones dadas o siguiendo leyes fatales; la
luz humana, por el contrario, no es fatal mas que en el ignorante que hace tentativas al
azar; en el vidente está subordinada a inteligencia, sometida a la imaginación y
dependiente de la voluntad.
Esta luz que proyectada sin cesar por nuestra voluntad, forma lo que Swedenborg llama
las atmósfera personales. El cuerpo absorbe lo que rodea, e irradia sin cesar
proyectando sus miasmas y sus moléculas invisibles; lo propio sucede con el espíritu, de
modo que este fenómeno, llamado por algunos místicos el respiro, tiene realmente la
influencia que se le atribuye, sea en lo físico, sea en lo moral. Es realmente contagioso
respirar el mismo aire que los enfermos y que encontrarse en el círculo de atracción y de
expansión de agentes malignos.
Cuando la atmósfera magnética de dos personas está de tal modo equilibrada que el
atractivo de una aspira la expansión de la otra, se produce un afecto llamado simpatía;
entonces la imaginación, evocando así todos los rayos o todos los reflejos análogos a los
que ella experimenta, se forma un poema de deseos que arrastran la voluntad, y si las
personas son de sexo diferente, se produce entre ellas, o lo más frecuentemente en la
más débil de ellas, una completa embriaguez de luz astral, que se llama la pasión
propiamente dicha o el amor.
El amor es uno de los mas grandes instrumentos del poder magico; pero está
formalmente prohibido almagista al menos como embriaguez o como pasion.
¡Desdichado el Sansón de la cábala que se deja dormir por Dalila! ¡El Hercules de la
ciencia que cambia su cetro real por el huso de Onfalia, sentirá
bien pronto las venganzas de Deyanira, y no le quedará más que la hoguera del monte
Eta para escapar a los devoradores tormentos de la túnica de Neso! El amor sexual es
siempre una ilusión, puesto que es el resultado de un miraje imaginario. La luz astral es
el seductor universal figurado por la serpiente del Génesis. Este agente sutil, siempre
activo, siempre ávido de savia, siempre acompañado de seductores ensueños y de dulces
imágenes; esa fuerza, ciega por sí misma, y subordinada a todas las voluntades, sea para
el bien, sea para el mal; ese circulus siempre renaciente de una vida indomada que
proporciona el vértigo a los imprudentes; ese espíritu corporal, ese cuerpo ígneo, ese
ether impalpable y presente en todas partes; esa inmensa seducción de la naturaleza,
¿cómo hacer su completa definición y cómo clasificar su acción? Indiferente hasta
cierto punto por sí mismo, lo mismo se presta al bien que al mal; lleva en sí la luz, y
propaga a veces las tinieblas; lo mismo puede nombrarse Lucifer que Lucífugo; es una
serpiente, pero es también una aureola; es un fuego, pero lo mismo puede pertenecer a
las hogueras del infierno que a las ofrendas de incienso prometidas y dedicadas al cielo.
Para apoderarse de él es preciso, como la mujer predestinada, aplastar su cabeza con el
pie.
El que corresponde a la mujer cabalística en el mundo elemental es el agua, y el que
corresponde a la serpiente, es el fuego. Para domar a la serpiente es decir, para dominar
el circulo de la luz astral, es precisos conseguir ponerse fuera del alcance de las
corrientes, es decir, aislarse. Por este motivo es por lo que Apolonio de Tiana se
envolvia completamenteen un manto de lana, sobre el cual posaba sus pies y se envolvía
la cabeza; despues rodeaba en semicírculo su columna vertebral y cerraba los ojos una
vez cumplidos ciertos ritos, que debían ser pases magnéticos y palabras sacramentales,
que tenían por objeto fijar la imaginación y determinar la acción de la voluntad. El
manto de Tiana es de uso muy corriente en Magia, siendo también el vehículo ordinario
de las brujas que van al aquelarre, lo que prueba que las brujas no iban realmente al
sabbat, sino que éste venía a encontrar a las brujas aisladas en su manto, aportando a su
diapahana imágenes análogas a sus preocupaciones mágicas, mezcladas con los reflejos
de todos los actos del mismo género que se habían verificado anteriormente a ellas en el
mundo.
Este torrente de la vida universal, está también figurado en los dogmas religiosos por el
fuego expiatorio del infierno. Es el instrumento de la iniciación; es el monstruo adornar,
es el enemigo a vencer; él es el que envía a nuestras evocaciones y a los conjuros de la
Goecia tantas larvas y tantos fantasmas; es en él en donde se conservan todas las formas
cuyo fantástico y abigarrado conjunto, puebla nuestras pesadillas, y en el que, aparecen
tan abominables monstruos. Dejarse arrastrar suavemente por ese río circulante, es caer
en los abismos de la locura, más espantosos que ¡os de la muerte; arrojar las sombras de
ese caos y hacer que ofrezcan formas perfectas con nuestros pensamientos, es ser
hombres de genio, es crear, es haber triunfado del infierno.
La luz astral dirige los instintos de los animales y libra este combate con la inteligencia
del hombre, a quien tiende a pervertir por el lujo de sus reflejos y la mentira de sus
imágenes, acción fatal y necesaria que dirigen y hacen más funestas todavía los espíritus
elementales y las almas en pena, cuyas inquietas voluntades buscan simpatías en
nuestras debilidades y no tientan, menos para perdemos que por proporcionarse amigos.
El libro de las conciencias que, según el dogma cristiano, debe manifestarse el último
día, el del juicio final, no es otro que la luz astral en la cual se conservan las
impresiones de todos los verbos, es decir, de todas las acciones y de todas las formas.
Nuestros actos modifican nuestro respiro magnético de tal modo, que un vidente puede
decir, aproximándose a una persona por vez primera, si esa persona es inocente o
culpable, y cuáles son sus virtudes o sus crímenes. Esta facultad, que pertenece a la
adivinación, era llamada por los místicos cristianos de la primitiva iglesia, el
discernimiento de los espíritus.
Las personas que renuncian al imperio de la razón y que gustan de comprometer su
voluntad en la persecución de reflejos de la luz astral, están sujetas a alternativas de
furor y de tristeza, que hacen imaginar todas las maravillas de la posesión del demonio.
Es verdad que, por medio de esos reflejos, los espíritus impuros pueden obrar sobre
semejantes almas; hacer de ellas instrumentos dóciles y hasta acostumbrarse a
atormentar su organismo, en el cual vienen a residir por obsesión o por embrionato.
Estas palabras cabalísticas están explicadas en el libro hebreo de la Revolución de las
almas, del cual nuestro capítulo XIII contendrá un análisis sucinto.
Es por tanto, extremadamente peligroso entretenerse con los misterios de la Magia y
sumamente temerario practicar los ritos por curiosidad, como ensayo y para intentar
reducir potencias superiores. Los curiosos que, sin ser adeptos, se entretienen o se
mezclan en invocaciones, o se dedican, sin condiciones, a las prácticas del magnetismo
oculto, se parecen a una reunión de niños que jugaran con el fuego en los alrededores de
un barril repleto de pólvora: tarde o temprano serían víctimas de una terrible explosión.
Para aislarse de la luz astral, no es suficiente aislarse en un genero de lana es
absolutamente necesario haber impuesto una quietud absoluta a su espíritu y a su
corazón; haberse independizado del dominio de las pasiones y haberse, asegurado de la
perseverancia por medio de los actos espontáneos de una voluntad inflexible. También
es preciso reiterar con frecuencia los actos de esa voluntad, porque, como ya lo veremos
en el Ritual, la voluntad no se asegura por sí misma, sino por actos, como las religiones
no han adquirido su imperio y su duración sino mediante ceremonias y ritos.
Existen sustancias enervadoras que al exaltar la sensibilidad nerviosa, aumentan al
poder de las representaciones, y, por consiguiente las producciones astrales; por los
mismos medios, pero siguiendo una dirección contraria, se pueden espantar y aun turbar
los espíritus. Estas sustancias, magnéticas por sí mismas y magnetizadas, una vez más,
por los prácticos, son lo que se llama filtros o bebidas encantadas. Pero no debemos
abordar esta peligrosa aplicación de la magia, que el mismo Cornelio Agrippa, califica
de magia envenenadora. Ya no existen hogueras para brujos y brujas, pero sí códigos
que castigan los delitos de gentes poco escrupulosas. Limitémonos, pues, a comprobar
ahora la realidad de este poder.
Para disponer de la luz astral, es preciso comprenderla doble vibración y conocer la
balanza de las fuerzas llamadas el equilibrio mágico y que se manifiesta en cábala por el
senario.
Este equilibrio, considerado en su causa primera, es la voluntad de Dios; en el hombre
es la libertad; en la materia es el equilibrio matemático.
El equilibro produce la estabilidad y la duración.
La libertad engendra la inmortalidad del hombre y la voluntad de Dios pone en obra las
leyes de la razón eterna. El equilibrio en las ideas es la sabiduría, y en las fuerzas el
verdadero poder. El equilibrio es riguroso. Obsérvese la ley; viólense su espfritu y su
letra y ya no hay ley.
Por esta razón es por lo que no hay nada inútil ni perdido. Toda palabra y todo
movimiento marchan en pro o en contra del equilibrio, o en pro o en contra de la
verdad; porque el equilibrio representa la verdad que se compone del pro y del contra
conciliados, o por lo menos del equilibrio del pro.
Decimos en la introducción del Ritual de qué modo el equilibrio mágico debe
producirse y por qué éste es necesario al éxito de todas las operaciones.
La omnipotencia es la libertad más absoluta. Luego la libertad absoluta no podría existir
sin un equilibrio perfecto. El equilibrio mágico, es, por tanto, una de las condiciones
primordiales del éxito en las operaciones de la ciencia y debe buscarse aun en la
química oculta, aprendiendo a combinar los contrarios sin neutralizar al uno con el otro.
Por el equilibrio mágico es como se explica el grande y antiguo misterio de la existencia
y de la necesidad relativa del mal.
Esta necesidad relativa da, en magia negra, la medida del poder de los demonios o
espíritus impuros, a los cuales las virtudes que se practican en la tierra dan más furor, y
en apariencia aun más fuerza.
En épocas en que los santos y los ángeles hacían abiertamente milagros las brujas,
hechiceras y los diablos, realizaban, a su vez, maravillas y prodigios.
Es la rivalidad la que ofrece, a menudo, el éxito; todo el mundo se apoya siempre sobre
lo que mas resiste.
_
La inteligencia suprema es necesariamente razonable. Dios en filosofía, puede no ser
más que una hipótesis, pero es una hipótesis impuesta por el buen sentido a la razón
humana. Personificar la razón absoluta, es determinar el ideal divino.
Necesidad, libertad y razón, he aquí el grande y supremo triángulo de los cabalistas, que
llaman a la razón Keter, a la necesidad Chochmah y a la libertad Binah, en su primer
temario divino.
Fatalidad, voluntad, poder, tal es el temario mágico que, en las cosas humanas,
corresponde al triángulo divino.
La fatalidad es el encadenamiento inevitable de efectos y de causas en un orden dado.
La voluntad es la facultad directriz de las fuerzas inteligentes para conciliar la libertad
de las personas con la necesidad de las cosas.
El poder es el prudente empleo de la voluntad, que aún hace servir a la fatalidad al
cumplimiento de los deseos del sabio.
Cuando Moisés golpea en la roca, él no crea el manantial de agua y la revela, sin
embargo, al pueblo, porque una ciencia oculta se le ha revelado a él por medio de la
varita adivinatoria.
Así sucede en todos los milagros de la Magia: existe una ley que el vulgo desconoce,
pero de la que el iniciado se sirve.
Las leyes ocultas son con frecuencia opuestas a las ideas comunes. Así, por ejemplo, el
vulgo cree en la simpatía de los afines y la guerra de los contrarios; es la ley opuesta la
que es verdadera.
En otros tiempos se decía: la Naturaleza tiene horror al vacío; es preciso decir: la
naturaleza está enamorada del vacío; si así no fuera la física, sería la más absurda de las
ficciones.
El vulgo toma habitualmente en todas las cosas, la sombra por la realidad. Vuelva la
espalda a la luz y se contempla en la oscuridad que él mismo proyecta.
Las fuerzas de la naturaleza están a la disposición de aquel que sabe resistirlas. ¿Sóis
bastante dueño de vuestra voluntad para no estar nunca ebrio? ¿Disponéis del terrible y
fatal poder de la embriaguez? Pues bien: si queréis embriagar a los demás, inspiradles
deseos de beber, pero no bebáis.
Aquel que dispone del amor de los demás, es porque se ha hecho dueño del suyo.
Queréis poseer, no os entreguéis.
El mundo está imantado por la luz del sol y nosotros estamos imantados por la luz astral
del mundo.
Lo que se opera en el cuerpo del planeta se repite en nosotros. Hay en nosotros tres
mundos análogos y jerárquicos como en la Naturaleza.
El hombre es el microcosmos o pequeño mundo, y según el dogma de las analogías,
todo lo que está en el gran mundo se repite en el pequeño. Hay pues en nosotros tres
centros de atraccion y de proyeccion fluidica; el cerebro, el corazón o el epigastrio,y el
organo genital.5
Cada uno de estos órganos es único y doble, es decir, que en ellos se halla la idea del
temario. Cada uno de esos órganos atrae por un lado y repele por el otro.
Por medio de estos aparatos, nos ponemos en comunicación con el fluido universal
transmitido a nosotros por el sistema nervioso. También esos tres centros son el asiento
de la triple operación magnética, como explicaremos en otra parte.
Cuando el mago ha llegado a la lucidez, sea por intermedio de una sonámbula, sea por
sus propios esfuerzos, comunica y dirige a voluntad vibraciones magnéticas en toda la
masa de la luz astral, cuya corrientes adivina con la varita mágica. Esa es una varita
mágica adivinatoria perfeccionada. Por medio de esas vibraciones, influencia el sistema
nervioso de las personas sometidas a su acción, precipita o suspende las corrientes de la
vida, calma o atormenta, cura o hace enfermar, da muerte, en fin, o resucita... Pero aquí
nos detendremos ante la sonrisa de la incredulidad. Dejémosle el triunfo fácil de negar
lo que no sabe.
Más adelante demostraremos que la muerte llega siempre precedida de un sueño
letárgico y que no se opera sino por grados; que la resurrección en ciertos casos, es
posible, que la letargia es una muerte real y que muchos muertos acaban de morir
después de su inhumanación.
Pero no es de esto de lo que se trata en este capítulo. Decíamos, pues, que una voluntad
lúcida puede obrar sobre la masa de la luz astral, y con el concurso de otras voluntades
que ella absorbe y que ella arrastra, determinar grandes e irresistibles corrientes.
Decíamos también, que la luz astral se condensa o se ratifica, según que las corrientes la
acumulen más o menos en ciertos centros. Cuando carece de energía para alimentar la
vida, se producen enfermedades de descomposición súbita que causan la desesperación
de la medicina. El cólera morbo, por ejemplo, no obedece a otra causa, y las legiones de
animáculos observadas o supuestas, por ciertos sabios, pueden ser más bien el efecto
que la causa. Sería, pues, necesario tratar el cólera por la insuflación, sien semejante
tratamiento el operador no se expusiera a hacer con paciente un cambio demasiado
temible para el primero.
Todo esfuerzo inteligente de la voluntad es una proyección de fluido o de luz humana, y
aquí importa distinguir la luz humana de la luz astral, y el magnetismo animal del
magnetismo universal.
Al servirnos de la palabra fluido, empleamos una expresión recibida y, tratamos de
hacemos entender por ese medio; pero estamos muy lejos de decir que la luz latente sea
un fluido. Todo nos induciría, por el contrario, a preferir en la explicación de este hecho
fenomenal, el sistema de las vibraciones. Sea lo que fuere, siendo esta luz el
instrumento de la vida, se fijará naturalmente en todos los centros vivientes; se adhiere
al núcleo de los planetas como el corazón del hombre (y por su corazón, entendemos en
5 Según la tradición taoista de la cual ya Levi ha hecho referencia previamente el cuerpo energetico del
hombre posee siete centros de energia o chakras de los cuales tres de ellos conocidos como Tan Tien
reciben y distribuyen la energia, estos quedan distribuidos aproximadamente al nivel del organo sexual el
primero; una pulgada por encima del ombligo, el segundo; y dentro del cerebro en el hipotalamo, el
tercero.
Magia, el gran simpático) identificándose a la propia vida del seraque anima, y es por
esta propiedad de asimilación simpática como se comparte sin confusión. Es terrestre en
sus relaciones con el globo terráqueo, y exclusivamente humana en sus relaciones con
los hombres.
Es por esta causa por lo que la electricidad, el calórico, la luz y la imantación
producidos por los medios físicos ordinarios, no sólo no producen, sino que tienden, por
el contrario, a neutralizar los efectos del magnetismo animal. La luz astral, subordinada
a un mecanismo ciego y procediendo de centros dotados de autotelia, es una luz muerta
y opera matemáticamente siguiendo las impulsiones dadas o siguiendo leyes fatales; la
luz humana, por el contrario, no es fatal mas que en el ignorante que hace tentativas al
azar; en el vidente está subordinada a inteligencia, sometida a la imaginación y
dependiente de la voluntad.
Esta luz que proyectada sin cesar por nuestra voluntad, forma lo que Swedenborg llama
las atmósfera personales. El cuerpo absorbe lo que rodea, e irradia sin cesar
proyectando sus miasmas y sus moléculas invisibles; lo propio sucede con el espíritu, de
modo que este fenómeno, llamado por algunos místicos el respiro, tiene realmente la
influencia que se le atribuye, sea en lo físico, sea en lo moral. Es realmente contagioso
respirar el mismo aire que los enfermos y que encontrarse en el círculo de atracción y de
expansión de agentes malignos.
Cuando la atmósfera magnética de dos personas está de tal modo equilibrada que el
atractivo de una aspira la expansión de la otra, se produce un afecto llamado simpatía;
entonces la imaginación, evocando así todos los rayos o todos los reflejos análogos a los
que ella experimenta, se forma un poema de deseos que arrastran la voluntad, y si las
personas son de sexo diferente, se produce entre ellas, o lo más frecuentemente en la
más débil de ellas, una completa embriaguez de luz astral, que se llama la pasión
propiamente dicha o el amor.
El amor es uno de los mas grandes instrumentos del poder magico; pero está
formalmente prohibido almagista al menos como embriaguez o como pasion.
¡Desdichado el Sansón de la cábala que se deja dormir por Dalila! ¡El Hercules de la
ciencia que cambia su cetro real por el huso de Onfalia, sentirá
bien pronto las venganzas de Deyanira, y no le quedará más que la hoguera del monte
Eta para escapar a los devoradores tormentos de la túnica de Neso! El amor sexual es
siempre una ilusión, puesto que es el resultado de un miraje imaginario. La luz astral es
el seductor universal figurado por la serpiente del Génesis. Este agente sutil, siempre
activo, siempre ávido de savia, siempre acompañado de seductores ensueños y de dulces
imágenes; esa fuerza, ciega por sí misma, y subordinada a todas las voluntades, sea para
el bien, sea para el mal; ese circulus siempre renaciente de una vida indomada que
proporciona el vértigo a los imprudentes; ese espíritu corporal, ese cuerpo ígneo, ese
ether impalpable y presente en todas partes; esa inmensa seducción de la naturaleza,
¿cómo hacer su completa definición y cómo clasificar su acción? Indiferente hasta
cierto punto por sí mismo, lo mismo se presta al bien que al mal; lleva en sí la luz, y
propaga a veces las tinieblas; lo mismo puede nombrarse Lucifer que Lucífugo; es una
serpiente, pero es también una aureola; es un fuego, pero lo mismo puede pertenecer a
las hogueras del infierno que a las ofrendas de incienso prometidas y dedicadas al cielo.
Para apoderarse de él es preciso, como la mujer predestinada, aplastar su cabeza con el
pie.
El que corresponde a la mujer cabalística en el mundo elemental es el agua, y el que
corresponde a la serpiente, es el fuego. Para domar a la serpiente es decir, para dominar
el circulo de la luz astral, es precisos conseguir ponerse fuera del alcance de las
corrientes, es decir, aislarse. Por este motivo es por lo que Apolonio de Tiana se
envolvia completamenteen un manto de lana, sobre el cual posaba sus pies y se envolvía
la cabeza; despues rodeaba en semicírculo su columna vertebral y cerraba los ojos una
vez cumplidos ciertos ritos, que debían ser pases magnéticos y palabras sacramentales,
que tenían por objeto fijar la imaginación y determinar la acción de la voluntad. El
manto de Tiana es de uso muy corriente en Magia, siendo también el vehículo ordinario
de las brujas que van al aquelarre, lo que prueba que las brujas no iban realmente al
sabbat, sino que éste venía a encontrar a las brujas aisladas en su manto, aportando a su
diapahana imágenes análogas a sus preocupaciones mágicas, mezcladas con los reflejos
de todos los actos del mismo género que se habían verificado anteriormente a ellas en el
mundo.
Este torrente de la vida universal, está también figurado en los dogmas religiosos por el
fuego expiatorio del infierno. Es el instrumento de la iniciación; es el monstruo adornar,
es el enemigo a vencer; él es el que envía a nuestras evocaciones y a los conjuros de la
Goecia tantas larvas y tantos fantasmas; es en él en donde se conservan todas las formas
cuyo fantástico y abigarrado conjunto, puebla nuestras pesadillas, y en el que, aparecen
tan abominables monstruos. Dejarse arrastrar suavemente por ese río circulante, es caer
en los abismos de la locura, más espantosos que ¡os de la muerte; arrojar las sombras de
ese caos y hacer que ofrezcan formas perfectas con nuestros pensamientos, es ser
hombres de genio, es crear, es haber triunfado del infierno.
La luz astral dirige los instintos de los animales y libra este combate con la inteligencia
del hombre, a quien tiende a pervertir por el lujo de sus reflejos y la mentira de sus
imágenes, acción fatal y necesaria que dirigen y hacen más funestas todavía los espíritus
elementales y las almas en pena, cuyas inquietas voluntades buscan simpatías en
nuestras debilidades y no tientan, menos para perdemos que por proporcionarse amigos.
El libro de las conciencias que, según el dogma cristiano, debe manifestarse el último
día, el del juicio final, no es otro que la luz astral en la cual se conservan las
impresiones de todos los verbos, es decir, de todas las acciones y de todas las formas.
Nuestros actos modifican nuestro respiro magnético de tal modo, que un vidente puede
decir, aproximándose a una persona por vez primera, si esa persona es inocente o
culpable, y cuáles son sus virtudes o sus crímenes. Esta facultad, que pertenece a la
adivinación, era llamada por los místicos cristianos de la primitiva iglesia, el
discernimiento de los espíritus.
Las personas que renuncian al imperio de la razón y que gustan de comprometer su
voluntad en la persecución de reflejos de la luz astral, están sujetas a alternativas de
furor y de tristeza, que hacen imaginar todas las maravillas de la posesión del demonio.
Es verdad que, por medio de esos reflejos, los espíritus impuros pueden obrar sobre
semejantes almas; hacer de ellas instrumentos dóciles y hasta acostumbrarse a
atormentar su organismo, en el cual vienen a residir por obsesión o por embrionato.
Estas palabras cabalísticas están explicadas en el libro hebreo de la Revolución de las
almas, del cual nuestro capítulo XIII contendrá un análisis sucinto.
Es por tanto, extremadamente peligroso entretenerse con los misterios de la Magia y
sumamente temerario practicar los ritos por curiosidad, como ensayo y para intentar
reducir potencias superiores. Los curiosos que, sin ser adeptos, se entretienen o se
mezclan en invocaciones, o se dedican, sin condiciones, a las prácticas del magnetismo
oculto, se parecen a una reunión de niños que jugaran con el fuego en los alrededores de
un barril repleto de pólvora: tarde o temprano serían víctimas de una terrible explosión.
Para aislarse de la luz astral, no es suficiente aislarse en un genero de lana es
absolutamente necesario haber impuesto una quietud absoluta a su espíritu y a su
corazón; haberse independizado del dominio de las pasiones y haberse, asegurado de la
perseverancia por medio de los actos espontáneos de una voluntad inflexible. También
es preciso reiterar con frecuencia los actos de esa voluntad, porque, como ya lo veremos
en el Ritual, la voluntad no se asegura por sí misma, sino por actos, como las religiones
no han adquirido su imperio y su duración sino mediante ceremonias y ritos.
Existen sustancias enervadoras que al exaltar la sensibilidad nerviosa, aumentan al
poder de las representaciones, y, por consiguiente las producciones astrales; por los
mismos medios, pero siguiendo una dirección contraria, se pueden espantar y aun turbar
los espíritus. Estas sustancias, magnéticas por sí mismas y magnetizadas, una vez más,
por los prácticos, son lo que se llama filtros o bebidas encantadas. Pero no debemos
abordar esta peligrosa aplicación de la magia, que el mismo Cornelio Agrippa, califica
de magia envenenadora. Ya no existen hogueras para brujos y brujas, pero sí códigos
que castigan los delitos de gentes poco escrupulosas. Limitémonos, pues, a comprobar
ahora la realidad de este poder.
Para disponer de la luz astral, es preciso comprenderla doble vibración y conocer la
balanza de las fuerzas llamadas el equilibrio mágico y que se manifiesta en cábala por el
senario.
Este equilibrio, considerado en su causa primera, es la voluntad de Dios; en el hombre
es la libertad; en la materia es el equilibrio matemático.
El equilibro produce la estabilidad y la duración.
La libertad engendra la inmortalidad del hombre y la voluntad de Dios pone en obra las
leyes de la razón eterna. El equilibrio en las ideas es la sabiduría, y en las fuerzas el
verdadero poder. El equilibrio es riguroso. Obsérvese la ley; viólense su espfritu y su
letra y ya no hay ley.
Por esta razón es por lo que no hay nada inútil ni perdido. Toda palabra y todo
movimiento marchan en pro o en contra del equilibrio, o en pro o en contra de la
verdad; porque el equilibrio representa la verdad que se compone del pro y del contra
conciliados, o por lo menos del equilibrio del pro.
Decimos en la introducción del Ritual de qué modo el equilibrio mágico debe
producirse y por qué éste es necesario al éxito de todas las operaciones.
La omnipotencia es la libertad más absoluta. Luego la libertad absoluta no podría existir
sin un equilibrio perfecto. El equilibrio mágico, es, por tanto, una de las condiciones
primordiales del éxito en las operaciones de la ciencia y debe buscarse aun en la
química oculta, aprendiendo a combinar los contrarios sin neutralizar al uno con el otro.
Por el equilibrio mágico es como se explica el grande y antiguo misterio de la existencia
y de la necesidad relativa del mal.
Esta necesidad relativa da, en magia negra, la medida del poder de los demonios o
espíritus impuros, a los cuales las virtudes que se practican en la tierra dan más furor, y
en apariencia aun más fuerza.
En épocas en que los santos y los ángeles hacían abiertamente milagros las brujas,
hechiceras y los diablos, realizaban, a su vez, maravillas y prodigios.
Es la rivalidad la que ofrece, a menudo, el éxito; todo el mundo se apoya siempre sobre
lo que mas resiste.
_
7 G
LA ESPADA FLAMIGERA
Netsah - Gladius
LA ESPADA FLAMIGERA
Netsah - Gladius
_
_El septenario es el número sagrado en todas las teogonías y en todo los símbolos porque
se compone del ternario y del cuaternario.
El número 7 representa el poder mágico en toda su fuerza; es el espíritu ayudado de
todas las potencias elementales, es el alma servida por la Naturaleza, es el sanctum
regnum, deque se ha hablado en las clavículas de Salomón, y que representando en el
tarot por un guerrero coronado que lleva un triángulo sobre su coraza y de pie sobre un
cubo, y al cual van uncidas dos esfinges, la una blanca y la otra negra, que tiran en
sentido contrario y vuelven la cabeza mirándose.
Este guerrero está armado de una espada flamígera y tiene en la otra mano un cetro cuya
punta concluye en un triángulo y en una bola.
El cubo es la piedra filosofal; las esfinges son las dos fuerzas del gran agente,
correspondientes a Jakin y Bohas, que son las dos columnas del templo; la coraza es la
ciencia de las cosas divinas que hace invulnerable la sabiduría a los ataques humanos; la
espada flamígera es el signo de la victoria sobre los vicios que son, con respecto al
número siete, como las virtudes; las ideas de estas virtudes y de estos vicios, estaban
figuradas por los antiguos, bajo los símbolos de los siete planetas entonces conocidos.
Así, la fe, esa aspiración a lo infinito, esa noble confianza en sí mismo sostenida por la
creencia en todas las virtudes; la fe, que en las naturalezas débiles puede degenerar en
orgullo, era representada por el Sol; la esperanza, enemiga de la avaricia, por la Luna: la
caridad, opuesta a la lujuria por Venus, la brillante estrella de los crepúsculos; la fuerza,
superior a la cólera, por Marte; la prudencia, opuesta a la pereza, por Mercurio; la
templanza, opuesta a la glotonería, por Saturno, a quien se le da a comer una piedra en
lugar de sus hijos, y la justicia, por último, opuesta a la envidia, por Júpiter, vencedor de
los titanes. Tales son los símbolos que la astrología toma del culto helénico. En la
cábala de los hebreos, el Sol representa al ángel de luz; la Luna al ángel de las
aspiraciones y de los sueños; Marte, al ángel exterminador; Venus, al ángel de los
amores; Mercurio, al ángel civilizador, Júpiter, al ángel del poder; Saturno, al ángel de
la solicitud.
Se les llama así: Miguel, Gabriel, Samahel, Anael, Raphael, Zachariel y Orifiel.
Estas potencias dominadoras de las almas, se repartían la vida humana por periodos,
que los astrólogos median por las revoluciones de los planetas correspondientes. Pero,
no hay que confundir la astrología cabalística con la astrología judiciaria. Ya
explicaremos esta distinción. La infancia esta dedicada al Sol, la adolescencia a la Luna,
la juventud a Marte y a Venus, la virilidad a Mercurio, la edad madura a Jupiter y la
vejez a Saturno. Ahora bien, toda la humanidad, vive bajo leyes de análogo
desenvolvimiento a las de la vida individual. Es sobre esta base como Trithemo
establece su clavícula profética de los siete espíritus, de los que ya hablaremos, ypor
medio de la cual se puede, siguiendo las proporciones analógicas de los
desenvolvimientos sucesivos, predecir con certidumbre los grandes acontecimientos
futuros y fijar anticipadamente de período en período, los destinos de los pueblos y del
mundo.
San Juan, depositario de la doctrina secreta de Cristo, ha consignado esta doctrina enel
libro cabalístico del Apocalipsis, que él representa cerrado con los siete sellos. En ella
se encuentran los siete genios de las mitologías antiguas, con las copas y las espadas del
Tarot. El dogma, oculto bajo estos emblemas, es pura cábala, ya perdida paralos
fariseòs en la época de la venida del Salvador los cuadros que se suceden en esta
maravillosa epopeya profética, son otros tantos pentáculos, cuyo ternario, cuaternario,
septenario y duodenario son las llaves. Las figuras jeroglíficas son análogas a las del
libro de Hermes, o del Génesis de Enoc, para servimos del título aventurado, que sólo
manifiesta la opinión personal del sabio Guillaume Postel.
El querube o toro simbólico que Moisés coloca a la puerta del mundo edénico, y que
tiene en la mano una espada flameante, es una esfinge, que tiene cuerpo de toro y
cabeza humana; es la antigua esfinge asiria, en laque el combate y la victoria de Míthra
era el análisis geroglifico. Esta esfinge armada, representa la ley del misterio, que vela a
la puerta de la iniciación para apartar a los profanos. Voltaire, que no sabía nada de todo
esto, ha reído mucho al ver un buey sostenido una espada.
¿Qué habría diçho si hubiera visitado las ruinas de Memfis o de T bas y cómo hubiera
podido responder a sus sarcasmos, tan aplaudidos en Francia, ese eco de los pasados
siglos que duerme en las sepulturas de Psammética y de Ramsés?
El querube de Moisés representa, asimismo, el gran misterio mágico, cuyo septenario
manifiesta todos los elementos, sin ofrecer, no obstante, la última palabra. Ese verbum
innenarrable de los sabios de la escuela de Alejandría; esa palabra que los cabalisticas
hebreos escribían y traducían por manifestaba, también, la triplicidad del
principio secundario, el dualismo de los medios y la unidad tanto del principio como del
fin; lo mismo que la alianza del ternario con el cuaternario en una palabra compuesta de
cuatro letras, que forman siete por medio de una triple y de una doble repetición; esta
palabra se pronuncia ARÀRITA.
La virtud del septenario es absoluta en magia, porque el número es decisivo en todas las
cosas. Así todas las religiones le han consagrado en sus ritos. El séptimo año para los
judíos era jubilario; el séptimo día está consagrado al reposo y a la oración; tiene siete
sacramentos, etcétera.
Los siete colores del prisma, las siete notas de la música, corresponden a los siete
planetas de los antiguos, es decir, a las siete cuerdas de la lira humana. El cielo
espiritual no ha cambiado nunca y la astrología ha quedado más invencible que la
astronomía.
Los siete planetas no son otra cosa, en efecto, que símbolos jeroglíficos del clavero de
nuestra afecciones. Confeccionar talismanes al Sol ya la Luna, o a Saturno, es agregar
magnéticamente la voluntad a signos que corresponden a los principales poderes del
alma; consagrar alguna cosa a Venus o a Mercurio, es magnetizar esa cosa con una
intención directa, sea de placer, sea de ciencia, sea de provecho. Los metales, los
animales, las planetas y los perfumes análogos son en estos nuestros auxiliares
Los siete animales mágicos son: entre las aves correspondientes al mundo divino: el
cisne, la alondra, el vampiro, la paloma, la cigüeña, el águila y la abubilla; entre los
peces, corresponden al mundo espiritual o científico: la foca, el oelurus, lucio,
thimallus, mújol, delfín y la sepia, y entre los cuadrúpedos correspondiendo al mundo
natural son: el león, el gato, el lobo, el macho cabrío, el mono, el ciervo y el topo. La sangre, la grasa, el hígado y la hiel de estos animales sirven paralos hechizos; su cerebro
se combina con los perfumes de los planetas y está reconocido por la práctica de los
antiguos, que poseían virtudes magnéticas correspondientes a las siete influencias
planetarias.
Los talismanes de los siete espíritus se hacen: sea sobre piedras preciosas, tales como
carbunclo, cristal, diamante, esmeralda, ágata, zafiro y onix; sea sobre metales, como
oro, plata, hierro, cobre, mercurio fijado, estaño y plomo. Los signos cabalísticos de los
siete espíritus son: para el Sol, una serpiente con cabeza de león: para la Luna, un globo
cortado por dos medias lunas: para Marte un dragón mordiendo las guardas de una
espada; para Venus, un lingam; para Mercurio, el caduceo hermético y el cinocéfalo;
para Júpiter, el pentagrama flameante, en las garras o en el pico de un águila; para
Saturno un viejo cojuela o una serpiente enlazada con la piedra helíacà Se encuentran
todos estos signos sobre piedras grabadas por los antiguos hombres, y particularmente,
en talismanes de las épocas gnósticas, conocidas bajo el nombre de Abraxas. En la
colección de talismanes de Paracelso, Júpiter está representado por un sacerdote en traje
eclesiástico, y en el tarot, tiene la figura de un gran hierofante, en cuya cabeza ostenta
la tiara de tres diademas y sustentado en la mano la cruz de tres pisos, que forman el
triángulo mágico y representan a la vez, el cetro y la llave de tres mundos.
Reuniendo todo cuanto hemos dicho acerca de la unidad, del temario y del cuaternario,
se tendrá todo lo que nos restaría por decir del septenario, esta grand.
se compone del ternario y del cuaternario.
El número 7 representa el poder mágico en toda su fuerza; es el espíritu ayudado de
todas las potencias elementales, es el alma servida por la Naturaleza, es el sanctum
regnum, deque se ha hablado en las clavículas de Salomón, y que representando en el
tarot por un guerrero coronado que lleva un triángulo sobre su coraza y de pie sobre un
cubo, y al cual van uncidas dos esfinges, la una blanca y la otra negra, que tiran en
sentido contrario y vuelven la cabeza mirándose.
Este guerrero está armado de una espada flamígera y tiene en la otra mano un cetro cuya
punta concluye en un triángulo y en una bola.
El cubo es la piedra filosofal; las esfinges son las dos fuerzas del gran agente,
correspondientes a Jakin y Bohas, que son las dos columnas del templo; la coraza es la
ciencia de las cosas divinas que hace invulnerable la sabiduría a los ataques humanos; la
espada flamígera es el signo de la victoria sobre los vicios que son, con respecto al
número siete, como las virtudes; las ideas de estas virtudes y de estos vicios, estaban
figuradas por los antiguos, bajo los símbolos de los siete planetas entonces conocidos.
Así, la fe, esa aspiración a lo infinito, esa noble confianza en sí mismo sostenida por la
creencia en todas las virtudes; la fe, que en las naturalezas débiles puede degenerar en
orgullo, era representada por el Sol; la esperanza, enemiga de la avaricia, por la Luna: la
caridad, opuesta a la lujuria por Venus, la brillante estrella de los crepúsculos; la fuerza,
superior a la cólera, por Marte; la prudencia, opuesta a la pereza, por Mercurio; la
templanza, opuesta a la glotonería, por Saturno, a quien se le da a comer una piedra en
lugar de sus hijos, y la justicia, por último, opuesta a la envidia, por Júpiter, vencedor de
los titanes. Tales son los símbolos que la astrología toma del culto helénico. En la
cábala de los hebreos, el Sol representa al ángel de luz; la Luna al ángel de las
aspiraciones y de los sueños; Marte, al ángel exterminador; Venus, al ángel de los
amores; Mercurio, al ángel civilizador, Júpiter, al ángel del poder; Saturno, al ángel de
la solicitud.
Se les llama así: Miguel, Gabriel, Samahel, Anael, Raphael, Zachariel y Orifiel.
Estas potencias dominadoras de las almas, se repartían la vida humana por periodos,
que los astrólogos median por las revoluciones de los planetas correspondientes. Pero,
no hay que confundir la astrología cabalística con la astrología judiciaria. Ya
explicaremos esta distinción. La infancia esta dedicada al Sol, la adolescencia a la Luna,
la juventud a Marte y a Venus, la virilidad a Mercurio, la edad madura a Jupiter y la
vejez a Saturno. Ahora bien, toda la humanidad, vive bajo leyes de análogo
desenvolvimiento a las de la vida individual. Es sobre esta base como Trithemo
establece su clavícula profética de los siete espíritus, de los que ya hablaremos, ypor
medio de la cual se puede, siguiendo las proporciones analógicas de los
desenvolvimientos sucesivos, predecir con certidumbre los grandes acontecimientos
futuros y fijar anticipadamente de período en período, los destinos de los pueblos y del
mundo.
San Juan, depositario de la doctrina secreta de Cristo, ha consignado esta doctrina enel
libro cabalístico del Apocalipsis, que él representa cerrado con los siete sellos. En ella
se encuentran los siete genios de las mitologías antiguas, con las copas y las espadas del
Tarot. El dogma, oculto bajo estos emblemas, es pura cábala, ya perdida paralos
fariseòs en la época de la venida del Salvador los cuadros que se suceden en esta
maravillosa epopeya profética, son otros tantos pentáculos, cuyo ternario, cuaternario,
septenario y duodenario son las llaves. Las figuras jeroglíficas son análogas a las del
libro de Hermes, o del Génesis de Enoc, para servimos del título aventurado, que sólo
manifiesta la opinión personal del sabio Guillaume Postel.
El querube o toro simbólico que Moisés coloca a la puerta del mundo edénico, y que
tiene en la mano una espada flameante, es una esfinge, que tiene cuerpo de toro y
cabeza humana; es la antigua esfinge asiria, en laque el combate y la victoria de Míthra
era el análisis geroglifico. Esta esfinge armada, representa la ley del misterio, que vela a
la puerta de la iniciación para apartar a los profanos. Voltaire, que no sabía nada de todo
esto, ha reído mucho al ver un buey sostenido una espada.
¿Qué habría diçho si hubiera visitado las ruinas de Memfis o de T bas y cómo hubiera
podido responder a sus sarcasmos, tan aplaudidos en Francia, ese eco de los pasados
siglos que duerme en las sepulturas de Psammética y de Ramsés?
El querube de Moisés representa, asimismo, el gran misterio mágico, cuyo septenario
manifiesta todos los elementos, sin ofrecer, no obstante, la última palabra. Ese verbum
innenarrable de los sabios de la escuela de Alejandría; esa palabra que los cabalisticas
hebreos escribían y traducían por manifestaba, también, la triplicidad del
principio secundario, el dualismo de los medios y la unidad tanto del principio como del
fin; lo mismo que la alianza del ternario con el cuaternario en una palabra compuesta de
cuatro letras, que forman siete por medio de una triple y de una doble repetición; esta
palabra se pronuncia ARÀRITA.
La virtud del septenario es absoluta en magia, porque el número es decisivo en todas las
cosas. Así todas las religiones le han consagrado en sus ritos. El séptimo año para los
judíos era jubilario; el séptimo día está consagrado al reposo y a la oración; tiene siete
sacramentos, etcétera.
Los siete colores del prisma, las siete notas de la música, corresponden a los siete
planetas de los antiguos, es decir, a las siete cuerdas de la lira humana. El cielo
espiritual no ha cambiado nunca y la astrología ha quedado más invencible que la
astronomía.
Los siete planetas no son otra cosa, en efecto, que símbolos jeroglíficos del clavero de
nuestra afecciones. Confeccionar talismanes al Sol ya la Luna, o a Saturno, es agregar
magnéticamente la voluntad a signos que corresponden a los principales poderes del
alma; consagrar alguna cosa a Venus o a Mercurio, es magnetizar esa cosa con una
intención directa, sea de placer, sea de ciencia, sea de provecho. Los metales, los
animales, las planetas y los perfumes análogos son en estos nuestros auxiliares
Los siete animales mágicos son: entre las aves correspondientes al mundo divino: el
cisne, la alondra, el vampiro, la paloma, la cigüeña, el águila y la abubilla; entre los
peces, corresponden al mundo espiritual o científico: la foca, el oelurus, lucio,
thimallus, mújol, delfín y la sepia, y entre los cuadrúpedos correspondiendo al mundo
natural son: el león, el gato, el lobo, el macho cabrío, el mono, el ciervo y el topo. La sangre, la grasa, el hígado y la hiel de estos animales sirven paralos hechizos; su cerebro
se combina con los perfumes de los planetas y está reconocido por la práctica de los
antiguos, que poseían virtudes magnéticas correspondientes a las siete influencias
planetarias.
Los talismanes de los siete espíritus se hacen: sea sobre piedras preciosas, tales como
carbunclo, cristal, diamante, esmeralda, ágata, zafiro y onix; sea sobre metales, como
oro, plata, hierro, cobre, mercurio fijado, estaño y plomo. Los signos cabalísticos de los
siete espíritus son: para el Sol, una serpiente con cabeza de león: para la Luna, un globo
cortado por dos medias lunas: para Marte un dragón mordiendo las guardas de una
espada; para Venus, un lingam; para Mercurio, el caduceo hermético y el cinocéfalo;
para Júpiter, el pentagrama flameante, en las garras o en el pico de un águila; para
Saturno un viejo cojuela o una serpiente enlazada con la piedra helíacà Se encuentran
todos estos signos sobre piedras grabadas por los antiguos hombres, y particularmente,
en talismanes de las épocas gnósticas, conocidas bajo el nombre de Abraxas. En la
colección de talismanes de Paracelso, Júpiter está representado por un sacerdote en traje
eclesiástico, y en el tarot, tiene la figura de un gran hierofante, en cuya cabeza ostenta
la tiara de tres diademas y sustentado en la mano la cruz de tres pisos, que forman el
triángulo mágico y representan a la vez, el cetro y la llave de tres mundos.
Reuniendo todo cuanto hemos dicho acerca de la unidad, del temario y del cuaternario,
se tendrá todo lo que nos restaría por decir del septenario, esta grand.
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