El árbol del pan
Ana María Shua
CARIDAD en una leyenda de la India.
En una choza, cerca del
bosque, vivía un anciano con su hijo, su criado y su perro. Vivían humildemente
y nadie se interesaban en ellos, pero eran amados por Brahma, el omnipotente,
el compasivo.
Un día comenzó a caer una
lluvia torrencial. Era la temporada lluviosa y parecía que iba a llover
eternamente. Los habitantes de la choza no se atrevían a salir y todo lo que
tenían para comer eran cuatro grandes hogazas de pan, con lo que esperaban
subsistir hasta que terminase la lluvia.
Una de esas noches de
tormenta, cuando los tres hombres estaban sentados a la mesa y el perro dormía
a los pies de su amor, golpearon a la puerta. Era un mendigo que rogaba un
pedazo de pan. El viejo abrió el arca donde guardaba el pan y sin un instante
de duda le dijo a su criado:
- Dale a ese hombre mi pan:
es más desgraciado que yo, porque ni siquiera tiene techo que lo proteja. El
dios Brahma velará por nosotros.
Con pocas ganas, el criado
le entregó el pan al mendigo, que se alejó entre bendiciones.
Pasaron siete días de
lluvia sin que amainara la tormenta y otra vez apareció el mendigo, miserable y
hambriento.
- Dale tu pan –dijo el
anciano a su criado-. El es viejo, tú eres joven. Ayuda al desgraciado y Brahma
te premiará.
Con más alegría de la que
tenía cuando entregó el pan de su amo, el criado dio su pan al mendigo.
Pero la lluvia no cesaba y
cuando, transcurridos siete días, el vagabundo volvió a golpear la puerta de la
choza, sus habitantes se encontraban en gran desolación y desamparo. Sin
embargo, el anciano tuvo fuerzas para tomar una triste resolución:
- Dale a este hombre el pan
de mi hijo –le ordenó- y demos gracias a Brahma que permite que un niño tan
pequeño aprenda cómo ayudar al prójimo.
Pasaron otros siete días de
angustia y nuevamente se presentó el mendigo, hambriento y desesperado.
- No nos queda más que el
pan del perro –dijo el noble señor-. Bendito sea Brahma, que nos permite aliviar
con algo el hambre de nuestro hermano. Es justo que se sacrifique ahora el
animal, aunque no pueda gozar de su buena obra.
Y cuando el servidor estaba
entregando la hogaza de pan al mendigo, sucedió el milagro. Los sucios ropajes
cayeron y una luz resplandeciente lo envolvió. Y en lugar de un viejo cansado y
miserable, apareció el dios Brahma, en su eterna fuerza y juventud.
El Dios entregó al criado
una semilla del tamaño de una almendra y le dijo:
- Que tu señor la siembre.
Crecerá un árbol y sus frutos darán alimento. Quienes socorren al necesitado,
están bajo la protección de Brahma.
Cuando el criado relató lo
que había sucedido, el anciano y su hijo corrieron a la puerta, pero ya nada
vieron. Sin embargo, la semilla estaba ahí. Y las grandes lluvias habían
terminado.
El anciano sembró la
semilla en lo alto de una colina, agradeciendo y adorando a Brahma. Una lluvia
cálida y bienhechora humedeció la tierra cuando fue necesario. Un tallo duro
creció subiendo recto hasta formar un fuerte tronco. Y entre las ramas del
árbol aparecieron cuatro grandes frutos que parecían cuatro panes blandos y
sabrosos.
Así, como un don de Brahma,
nació en la India el primer árbol del pan.
La caridad es una virtud constantemente
pregonada y exigida por las múltiples religiones de la India. Casi todas ella
tienen en común el Baghavad
Ghita, el libro que relata las dudas de
Adjunta, el príncipe pandava, en emprender una batalla contra sus propios
parientes. Su cochero, que resulta ser el divino Krishna encarnado en forma
humana, lo persuade de que debe actuar, pero actuar en forma desinteresada, con
desapego de las ventajas o desdichas materiales que podrían provenir del
triunfo o la derrota, ya que el mundo físico no es más que una ilusión. Y
propone varios caminos para liberarse de la rueda del karma, es decir, del
regreso al mundo material una u otra vez en sucesivas reencarnaciones. Uno de
los caminos es llegar a obtener el más completo desapego, la más absoluta
indiferencia hacia esta mundo. Pero también el camino de la devoción a los
dioses es válido. Y también el de las buenas acciones, entre las que se
encuentra, en primer lugar, la caridad. Que por otra parte resalta como una
forma muy apreciada de hacer el bien en múltiples proverbios populares hindúes.
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