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EL ARTE OSCURO

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lunes, 1 de febrero de 2010

LEYENDAS DE DRAGONES

LEYENDA DE DRAGONES




DRAGONES


Chema G. Lera


"El tiempo ha desgastado notablemente el prestigio de los dragones.


Creemos en el león como realidad y como símbolo;


creemos en el minotauro como símbolo, que no como realidad;


el dragón es acaso el más conocido,


pero también el menos afortunado de los animales fantásticos.


Nos parece pueril y suele contaminar de puerilidad las historias en que figura.


Conviene no olvidar, sin embargo, que se trata de un prejuicio moderno,


quizá provocado por el exceso de dragones que hay en los cuentos de hadas."


Jorge Luis Borges


A pesar de esta aseveración de Borges, pocos seres legendarios han pervivido en la memoria colectiva


con mayor intensidad que los dragones. En todo el mundo y en todas las épocas han existido leyendas


acerca de ellos. Su figura ha sobrepasado el ámbito de la transmisión oral, para ocupar espacios propios


en los textos sagrados y en la iconografía universal. Pocos seres pueden presumir de fugurar al mismo


tiempo tanto en templos cristianos como budistas, tanto en textos hebreos como musulmanes. Los


dragones rozan la divinidad.


Para una parte de la Humanidad, los dragones son seres surgidos de las profundidades y el caos


de la creación, y representación absoluta de Mal. Para otra parte, son seres celestes que acumulan el poder


de la creación y la sabiduría, y ordenan como divinidades el Universo.


Quizá la consideración más antigua del dragón coincida en todas las culturas. Cuando la


mitología o las religiones acuden a la búsqueda de símbolos para representar el oscuro origen del


Universo, el dragón está allí.


El dragón como misterio. El dragón como génesis. El dragón como fuego, agua y aire.


Quizá también, la apariencia externa del dragón pueda coincidir al menos en algunos aspectos:


hay en él algo de reptil, hay fauces inmensas, hay posibilidad de volar, hay un tamaño gigantesco. Y nos


tememos que hay poco más. Porque con los siglos, los dragones adoptan características peculiares y


diversas, que hacen muy difícil una identificación. Todo lo contrario a lo que ocurre con otros seres,


como los unicornios.


Algunos rastros del dragón


Veamos, en el libro de Job, se dice: " ¿Sacarás tú al Leviatán con anzuelo... Su aliento enciende los


carbones, y de su boca sale llama...' (Job 41:1-34)". En el Antiguo Testamento, la palabra dragón se


utiliza muchas veces. Por ejemplo, '...al cachorro de león y al dragón hollarás' (Salmo 91:13), 'Haré de


Jerusalén un montón de ruinas, una guarida de dragones...' (Jeremías 9:11).


Fuera de los textos bíblicos hebreos, encontramos a Gilgamesh, héroe de una leyenda babilónica


que mató a una criatura enorme parecida a un reptil llamada Kumbaba. Los Britones relatan la muerte por


un monstruo reptiliano del rey Morvidus de Gales unos 300 años antes de Cristo. El rey Peredur, sin


embargo, logró matar a su monstruo en Gales.


El poema épico anglosajón Beowulf cuenta cómo el héroe escandinavo Beowulf (c. 495-583


d.C.) mató a un monstruo llamado Grendel, y a su madre, así como a varios reptiles marinos. Murió


anciano luchando contra un dragón volador. Otras historias bien conocidas en las que se enfrentan héroes


medievales y dragones son las de Sigifrido de los antiguos Teutones (posiblemente la misma persona que


Sirgud de Old Norse, quien mató a un dragon llamado Fafnir), Tristán, el Rey Arturo, y Sir Lancelot, de


Bretaña, y quizás el más famoso de todos, San Jorge de Capadocia, quien se convirtió en el santo patrón


de reinos como Aragón (en España e Italia) o Inglaterra.


La insignia del dragón fue usada por muchos ejércitos. Bajo los últimos emperadores romanos de


oriente, la insignia del dragón, de color morado, se convirtió en el estandarte de ceremonias, llamado el


drakonteion. En Inglaterra el dragón era la principal de las insignias reales en la guerra, desde Uther


Pendragon, padre del Rey Arturo. Otros reyes que usaron la insignia del dragón fueron Ricardo I durante


las cruzadas, y Enrique III cuando fue a la guerra contra los Galeses. En España, el rey de Aragón Pedro


IV hizo famosa su cimera, llamada el drac alat, que representaba sobre su yelmo una figura de dragón


con las alas extendidas, figura años más tarde confundida con un murciélago ., y heredada por los

reyes de la Corona de Aragón.


En China, el dragón aparece como el símbolo nacional y la insignia de la familia real, y el


dragón adornó la bandera china hasta la fundación de la República China, en 1911.


¿Razas de dragones?


Se han propuesto distintos criterios para clasificar a los dragones. Uno de ellos consiste en observar el


medio en el que se mueven: acuáticos, celestes, de tierra y de fuego. Otra posibilidad es clasificarlos por


su forma. Así tendríamos dragones alados, dragones serpiente, dragones peces... También se ha propuesto


atender a los colores de sus escamas o de su piel. Se habla entonces de dragones rojos, blancos, azules,


verdes, dorados…


Una clasificación aparentemente muy sencilla sería la de dragones buenos y dragones malos,


pero en realidad resultaría la más complicada, puesto que habría que establecer un código moral para los


dragones, cosa que, nos tememos, excede las posibilidades de los moralistas humanos.


Dragones alados y dragones reptantes


Quizá la principal división entre posibles razas de dragones sea la que los diferencia entre los dragones


parecidos a serpientes y aquellos otros dotados de alas. En el mundo celta y germánico, los dragones más


antiguos responden a la descripción de serpientes gigantescas o grandes gusanos (warm), reptiles que


surgen y habitan en las profundidades de las tierras y en las cuevas. Posteriormente, esos dragones


pasaron a ser representados con alas, normalmente membranosas y similares a las de los murciélagos.


Los dragones de Oriente, por su parte, tienen todos la capacidad de volar, pero sin embargo no


poseen alas, se parecen más a sinuosas serpientes, aunque están dotadas de cuatro garras poderosamente


armadas. También llama la atención unos largos apéndices que como una extraña cabellera adornan sus


cabezas, pelo que también aparece en las articulaciones de las garras.


La asimilación del dragón con la serpiente explica el mito del dragón originario principio de la


Creación que comienza por crearse a sí mismo, igual que la serpiente renace cada vez que cambia de piel.


Otros rasgos del dragón presentes en la serpiente son, por ejemplo, vivier en agujeros excavados en tierra,


relacionarse con los elementos (se tumban durmiendo al sol, nadan en el agua, se arrastran por la tierra,


pueden subir a los árboles...), se cree que su aliento es fétido, y su picaura ponzoñosa que acarrea la


muerte...


En realidad, el dragón se suele representar mediante la unión de partes de animales de sangre fría


con otros de sangre caliente, con lo que se simboliza la naturaleza dual del dragón, compuesto de agua y


de fuego. De manera constante, los dragones antiguos se imaginaban dotados de cuernos (ciervo, cabra,


toro...) y su cola bien podía ser la de una serpiente como la de un lagarto, cocodrilo, pez, salamandra...


La voz del dragón


Muchos relatos ponen en evidencia un rasgo peculiar de los dragones: el poder de su voz. El dragón sabe


hablar. Además, es capaz de dominar cualquier lengua. Parece, sin embargo, que la preferida para


dirigirse a los humanos es el latín. Pero lo verdaderamente llamativo es la modulación y el tono de la voz


de los dragones. Cuando un dragón habla, el interlocutor escucha extasiado, y puede llegar a ser


encantado por esa voz que llega a sus oídos. Al dragón parece gustarle la conversación con el humano


que tiene la oportunidad de descubrirlo, e incluso parece que se divierte aplazando la suerte que vaya a


correr el héroe, puesto que el dragón está convencido de que le vencerá tarde o temprano. Muchas veces,


el dragón da al ser humano una opción para salvarse: le propone un torneo de adivinanzas, bien mediante


intercambio de cuestiones, bien mediante una sóla pregunta.


La mirada del dragón


El dragón Oroel, que habitaba una cueva en la montaña del mismo nombre, situada en el Pirineo


aragonés, sucumbió gracias a una estratagema urdida por un caballero que conocía uno de los secretos


draconianos mejor guardados: la mirada de estos seres puede llegar a hipnotizar a sus víctimas, al igual


que ocurría con la Medusa. El caballero, al parecer, conocía también la leyenda de Perseo, así que pulió


la superficie de su escudo de combate hasta convertirlo en un espejo. Con él fue hasta la cueva donde


habitaba el dragón y cuando éste se vió reflejado en el escudo, acabó hipnotizándose a sí mismo,


momento que aprovechó el astuto caballero para acabar con él. Esta antigua leyenda pone de manifiesto


una característica del dragón, asociada a su parentesco con la serpiente: como ella, no tiene párpados, y


por eso su mirada es inquietante.


La mirada de las serpientes está presente también en el origen de la creencia celta según la cual,


en el equinoccio de primavera un grupo de serpientes unía sus ojos para crear un huevo de cristal en


forma de anillo. Era la Vía Láctea, que ha recibido muchos nombres, como la Serpiente de la Tierra


Media entre los pueblos nórdicos, el Río de la Serpiente según los acadios o el Sendero de las Serpientes


entre los hindúes.


Unas citas para terminar


“El dragón es de naturaleza ruda y fiera, pero le gustan las gemas hermosas y la Piedra de la Oscuridad,


así como las golondrinas asadas. Tiene miedo al hierro, a la planta wang, a los ciempiés, a las hojas del


árbol lien y a los hilos de seda de cinco colores”. (Li Shi-chen)


“Cuando va a llover, los dragones gritan y sus voces son como el ruido que hacen los barreños de cobre


cuando se les golpea. Con su saliva se puede hacer todo tipo de perfumes. Su aliento se convierte en


nubes y ellos utilizan estas nubes para cubrir sus cuerpos.


Actualmente, en los ríos y en los lagos, puede verse a veces alguna de sus garras y el rabo, pero la cabeza


nunca queda a la vista. En verano, después del cuarto mes, los dragones se reparten las regiones y cada


uno de ellos tiene su propio territorio”. (Wang Fu)


“El combate fue terrible, se lanzaban sus largas colas, se golpeaban con sus alas, hacían esfuerzos para


desgarrarse con sus afiladas garras. El ruido que hacían se oía a varias leguas a la redonda, finalmente


después de veinticuatro horas comenzaron a debilitarse, el dragón rojo cayó muerto al lado del blanco,


quien también había perdido sus fuerzas y no le sobrevivió mucho tiempo”. (“Le Roman de Merlin


l’Enchanteur”. Robert de Boron)


“Se guardó de la sierpe el señor de los gautas,


al pie de la peña, elevando su escudo.


Dispuesta a la lucha se hallaba la fiera


de cola enroscada. El bravo monarca


su hierro empuñó, la pieza valiosa


de filo potente. Miedo sintieron


el uno del otro, los dos enemigos.


El rey de su pueblo detrás del escudo


animoso esperó cuando el torvo reptil


se dispuso al ataque: equipado aguardaba.


La feroz entre llamas reptando corrió


a encontrar su destino...”


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