DRAGONES
Chema G. Lera
"El tiempo ha desgastado notablemente el prestigio de los dragones.
Creemos en el león como realidad y como símbolo;
creemos en el minotauro como símbolo, que no como realidad;
el dragón es acaso el más conocido,
pero también el menos afortunado de los animales fantásticos.
Nos parece pueril y suele contaminar de puerilidad las historias en que figura.
Conviene no olvidar, sin embargo, que se trata de un prejuicio moderno,
quizá provocado por el exceso de dragones que hay en los cuentos de hadas."
Jorge Luis Borges
A pesar de esta aseveración de Borges, pocos seres legendarios han pervivido en la memoria colectiva
con mayor intensidad que los dragones. En todo el mundo y en todas las épocas han existido leyendas
acerca de ellos. Su figura ha sobrepasado el ámbito de la transmisión oral, para ocupar espacios propios
en los textos sagrados y en la iconografía universal. Pocos seres pueden presumir de fugurar al mismo
tiempo tanto en templos cristianos como budistas, tanto en textos hebreos como musulmanes. Los
dragones rozan la divinidad.
Para una parte de la Humanidad, los dragones son seres surgidos de las profundidades y el caos
de la creación, y representación absoluta de Mal. Para otra parte, son seres celestes que acumulan el poder
de la creación y la sabiduría, y ordenan como divinidades el Universo.
Quizá la consideración más antigua del dragón coincida en todas las culturas. Cuando la
mitología o las religiones acuden a la búsqueda de símbolos para representar el oscuro origen del
Universo, el dragón está allí.
El dragón como misterio. El dragón como génesis. El dragón como fuego, agua y aire.
Quizá también, la apariencia externa del dragón pueda coincidir al menos en algunos aspectos:
hay en él algo de reptil, hay fauces inmensas, hay posibilidad de volar, hay un tamaño gigantesco. Y nos
tememos que hay poco más. Porque con los siglos, los dragones adoptan características peculiares y
diversas, que hacen muy difícil una identificación. Todo lo contrario a lo que ocurre con otros seres,
como los unicornios.
Algunos rastros del dragón
Veamos, en el libro de Job, se dice: " ¿Sacarás tú al Leviatán con anzuelo... Su aliento enciende los
carbones, y de su boca sale llama...' (Job 41:1-34)". En el Antiguo Testamento, la palabra dragón se
utiliza muchas veces. Por ejemplo, '...al cachorro de león y al dragón hollarás' (Salmo 91:13), 'Haré de
Jerusalén un montón de ruinas, una guarida de dragones...' (Jeremías 9:11).
Fuera de los textos bíblicos hebreos, encontramos a Gilgamesh, héroe de una leyenda babilónica
que mató a una criatura enorme parecida a un reptil llamada Kumbaba. Los Britones relatan la muerte por
un monstruo reptiliano del rey Morvidus de Gales unos 300 años antes de Cristo. El rey Peredur, sin
embargo, logró matar a su monstruo en Gales.
El poema épico anglosajón
Beowulf cuenta cómo el héroe escandinavo Beowulf (c. 495-583d.C.) mató a un monstruo llamado Grendel, y a su madre, así como a varios reptiles marinos. Murió
anciano luchando contra un dragón volador. Otras historias bien conocidas en las que se enfrentan héroes
medievales y dragones son las de Sigifrido de los antiguos Teutones (posiblemente la misma persona que
Sirgud de Old Norse, quien mató a un dragon llamado Fafnir), Tristán, el Rey Arturo, y Sir Lancelot, de
Bretaña, y quizás el más famoso de todos, San Jorge de Capadocia, quien se convirtió en el santo patrón
de reinos como Aragón (en España e Italia) o Inglaterra.
La insignia del dragón fue usada por muchos ejércitos. Bajo los últimos emperadores romanos de
oriente, la insignia del dragón, de color morado, se convirtió en el estandarte de ceremonias, llamado el
drakonteion.
En Inglaterra el dragón era la principal de las insignias reales en la guerra, desde UtherPendragon, padre del Rey Arturo. Otros reyes que usaron la insignia del dragón fueron Ricardo I durante
las cruzadas, y Enrique III cuando fue a la guerra contra los Galeses. En España, el rey de Aragón Pedro
IV hizo famosa su cimera, llamada el
drac alat, que representaba sobre su yelmo una figura de dragóncon las alas extendidas, figura años más tarde confundida con un murciélago ., y heredada por los
reyes de la Corona de Aragón.
En China, el dragón aparece como el símbolo nacional y la insignia de la familia real, y el
dragón adornó la bandera china hasta la fundación de la República China, en 1911.
¿Razas de dragones?
Se han propuesto distintos criterios para clasificar a los dragones. Uno de ellos consiste en observar el
medio en el que se mueven: acuáticos, celestes, de tierra y de fuego. Otra posibilidad es clasificarlos por
su forma. Así tendríamos dragones alados, dragones serpiente, dragones peces... También se ha propuesto
atender a los colores de sus escamas o de su piel. Se habla entonces de dragones rojos, blancos, azules,
verdes, dorados…
Una clasificación aparentemente muy sencilla sería la de dragones buenos y dragones malos,
pero en realidad resultaría la más complicada, puesto que habría que establecer un código moral para los
dragones, cosa que, nos tememos, excede las posibilidades de los moralistas humanos.
Dragones alados y dragones reptantes
Quizá la principal división entre posibles razas de dragones sea la que los diferencia entre los dragones
parecidos a serpientes y aquellos otros dotados de alas. En el mundo celta y germánico, los dragones más
antiguos responden a la descripción de serpientes gigantescas o grandes gusanos (warm), reptiles que
surgen y habitan en las profundidades de las tierras y en las cuevas. Posteriormente, esos dragones
pasaron a ser representados con alas, normalmente membranosas y similares a las de los murciélagos.
Los dragones de Oriente, por su parte, tienen todos la capacidad de volar, pero sin embargo no
poseen alas, se parecen más a sinuosas serpientes, aunque están dotadas de cuatro garras poderosamente
armadas. También llama la atención unos largos apéndices que como una extraña cabellera adornan sus
cabezas, pelo que también aparece en las articulaciones de las garras.
La asimilación del dragón con la serpiente explica el mito del dragón originario principio de la
Creación que comienza por crearse a sí mismo, igual que la serpiente renace cada vez que cambia de piel.
Otros rasgos del dragón presentes en la serpiente son, por ejemplo, vivier en agujeros excavados en tierra,
relacionarse con los elementos (se tumban durmiendo al sol, nadan en el agua, se arrastran por la tierra,
pueden subir a los árboles...), se cree que su aliento es fétido, y su picaura ponzoñosa que acarrea la
muerte...
En realidad, el dragón se suele representar mediante la unión de partes de animales de sangre fría
con otros de sangre caliente, con lo que se simboliza la naturaleza dual del dragón, compuesto de agua y
de fuego. De manera constante, los dragones antiguos se imaginaban dotados de cuernos (ciervo, cabra,
toro...) y su cola bien podía ser la de una serpiente como la de un lagarto, cocodrilo, pez, salamandra...
La voz del dragón
Muchos relatos ponen en evidencia un rasgo peculiar de los dragones: el poder de su voz. El dragón sabe
hablar. Además, es capaz de dominar cualquier lengua. Parece, sin embargo, que la preferida para
dirigirse a los humanos es el latín. Pero lo verdaderamente llamativo es la modulación y el tono de la voz
de los dragones. Cuando un dragón habla, el interlocutor escucha extasiado, y puede llegar a ser
encantado por esa voz que llega a sus oídos. Al dragón parece gustarle la conversación con el humano
que tiene la oportunidad de descubrirlo, e incluso parece que se divierte aplazando la suerte que vaya a
correr el héroe, puesto que el dragón está convencido de que le vencerá tarde o temprano. Muchas veces,
el dragón da al ser humano una opción para salvarse: le propone un torneo de adivinanzas, bien mediante
intercambio de cuestiones, bien mediante una sóla pregunta.
La mirada del dragón
El dragón Oroel, que habitaba una cueva en la montaña del mismo nombre, situada en el Pirineo
aragonés, sucumbió gracias a una estratagema urdida por un caballero que conocía uno de los secretos
draconianos mejor guardados: la mirada de estos seres puede llegar a hipnotizar a sus víctimas, al igual
que ocurría con la Medusa. El caballero, al parecer, conocía también la leyenda de Perseo, así que pulió
la superficie de su escudo de combate hasta convertirlo en un espejo. Con él fue hasta la cueva donde
habitaba el dragón y cuando éste se vió reflejado en el escudo, acabó hipnotizándose a sí mismo,
momento que aprovechó el astuto caballero para acabar con él. Esta antigua leyenda pone de manifiesto
una característica del dragón, asociada a su parentesco con la serpiente: como ella, no tiene párpados, y
por eso su mirada es inquietante.
La mirada de las serpientes está presente también en el origen de la creencia celta según la cual,
en el equinoccio de primavera un grupo de serpientes unía sus ojos para crear un huevo de cristal en
forma de anillo. Era la Vía Láctea, que ha recibido muchos nombres, como la Serpiente de la Tierra
Media entre los pueblos nórdicos, el Río de la Serpiente según los acadios o el Sendero de las Serpientes
entre los hindúes.
Unas citas para terminar
“El dragón es de naturaleza ruda y fiera, pero le gustan las gemas hermosas y la Piedra de la Oscuridad,
así como las golondrinas asadas. Tiene miedo al hierro, a la planta wang, a los ciempiés, a las hojas del
árbol lien y a los hilos de seda de cinco colores”. (
Li Shi-chen)“Cuando va a llover, los dragones gritan y sus voces son como el ruido que hacen los barreños de cobre
cuando se les golpea. Con su saliva se puede hacer todo tipo de perfumes. Su aliento se convierte en
nubes y ellos utilizan estas nubes para cubrir sus cuerpos.
Actualmente, en los ríos y en los lagos, puede verse a veces alguna de sus garras y el rabo, pero la cabeza
nunca queda a la vista. En verano, después del cuarto mes, los dragones se reparten las regiones y cada
uno de ellos tiene su propio territorio”. (
Wang Fu)“El combate fue terrible, se lanzaban sus largas colas, se golpeaban con sus alas, hacían esfuerzos para
desgarrarse con sus afiladas garras. El ruido que hacían se oía a varias leguas a la redonda, finalmente
después de veinticuatro horas comenzaron a debilitarse, el dragón rojo cayó muerto al lado del blanco,
quien también había perdido sus fuerzas y no le sobrevivió mucho tiempo”.
(“Le Roman de Merlinl’Enchanteur”. Robert de Boron
)“Se guardó de la sierpe el señor de los gautas,
al pie de la peña, elevando su escudo.
Dispuesta a la lucha se hallaba la fiera
de cola enroscada. El bravo monarca
su hierro empuñó, la pieza valiosa
de filo potente. Miedo sintieron
el uno del otro, los dos enemigos.
El rey de su pueblo detrás del escudo
animoso esperó cuando el torvo reptil
se dispuso al ataque: equipado aguardaba.
La feroz entre llamas reptando corrió
a encontrar su destino...”
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